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Hechizo Venusino por EtaAquarida

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

Bien, por algún motivo desconocido mi fanfic desapareció O.o en serio, no duró dos días que fue eliminado así que lo subo de nuevo ya que no incumple ninguna regla.

Espero que sigan leyéndolo y aunque la review que me habían dejado en el anterior se perdió quiero agradecerle mucho al anónimo que comentó

Gracias por leerme, Sentimientos Corrosivos sigue en corrección ya que no pienso hacerlo sin ganas y que quede mal escrito, quiero que quede perfecto pues es mi fanfic favorito y tiene que ser el mejor. Ya actualicé los dos primeros capítulos, como dije, nada ha cambiado, sólo mejoré la narración y tal.

Era un bellísimo día viernes y Saga estaba feliz pues acababa de adquirir a un precio muy barato una pequeña colección de obras del famoso pintor William Adolphe Bouguereau, las cuales ya estaban siendo colocadas en su masión en una gran habitación exclusivamante construída para su disfrute visual, repleta de esculturas, pinturas y todo tipo de cosas bellas. Además de eso, esa mañana había podido comprar al fin varias partes de las acciones de la empresa donde trabajaba a accionistas más pequeños convirtiéndose así en en el socio mayoritario con el 59%; su hermano Kanon había vuelto luego de un par de meses sin verse y llegaría esa misma noche, y además, era viernes, fin de la jornada laboral, el fin de semana estaba libre para disfrutar. ¡Nada podía ser mejor! ¿O quizá sí? <<Sí, desde luego puede ser mejor.>> se dijo Saga mirando por la puerta entre abierta de su oficina a su secretaria.
 
Ella era una mujer verdaderamente bonita, tenía el cabello negro como la noche y cortado estilo pixie, unas mejillas abultadas y una boca pequeña y adorable, además de ojos profundos y sensuales.
 
<<Hoy la invitaré a comer...>> pensó Saga con confianza y acomodándose bien la camisa dentro del pantalón fue hasta ella, quien al verlo aproximarse se quitó los anteojos y le miró atenta.
 
—Señor Saga, ya he terminado con los informes para T.Z Company y sólo queda acordar el asunto de la venta...
 
—Sí, déjalo para después —le dijo interrumpiéndola al ver que ya comenzaba a buscar algo entre una tonelada de carpetas—. Hoy ya has trabajado demasiado, he visto que ni te levantaste a tomar un café en toda la mañana —continuó en el tono más cordial posible pues estaba consciente de que su apariencia y modo de actuar lo hacían parecer bastante seco y agrio.
 
—¡Oh, pero estoy bien! Hoy he venido con energía, no me levanté porque realmente quería trabajar —respondió ella dubitativa calzándose de nuevo los gruesos lentes.
 
—Seguro, aunque podrías dejar esto para el lunes, no es tanto —contestó con simpatía observando las carpetas que, aunque en verdad representaban bastante trabajo, con tal de invitarla a salir podría delegar algo a otros empleados—. He terminado por hoy, mi hermano llega de Canadá en la noche y necesito salir ahora para ocuparme de algunos asuntos. ¿No quieres venir? Podemos salir a almorzar.
 
Esperó ansioso carcomiéndose por dentro mientras por fuera se dejaba ver calmado, sonriendo sutil y con elegancia, pero su cara cambió de pronto al ver como la chica comenzaba a titubear sin saber que decir. ¡¿Acaso iba a rechazarlo ella también?! 
 
—¿Almorzar? —contestó ella ruborizándose ligeramente mientras bajaba la vista—. Señor Saga, no quiero ser descortés, le pido disculpas... Es que yo... yo no...
 
—Tranquila. Comprendo. No te preocupes, sigue trabajando —respondió con más brusquedad de la que había querido mostrar y se fue de allí echo una furia, aunque claro, guardando las formas.
 
¡Pero que locura era esa! ¡Otra mujer que lo rechazaba y con esta ya iban seis! Saga era uno de los hombres más guapos, ricos, interesantes y exitosos de toda Grecia. ¡Si hasta tenía una enorme mansión, seis autos de lujo y por si fuera poco era todo un caballero! Pero aún así, por más increíble que pudiera parecer, ni una sola mujer estaba tras él. Esto no era una exageración, hacía ya años que una mujer no se le insinuaba, ni le coqueteaba, ni nada parecido. Día tras día Saga se miraba al espejo especulando y devanándose los sesos preguntándose: ¿qué había de malo en él? ¡¿Qué?! La situación era desesperada, pues Saga sabía bien que su hermano gemelo, quien era exactamente un calco suyo, tenía un rotundo éxito con las mujeres y eso que no era adinerado, ni exitoso, ni nada que se le pareciera. Era un don nadie; no obstante, las chicas lo amaban. Pocas veces hubo comentado este hecho con Kanon, pero esas pocas veces éste sólo se había reído en su cara mientras le juraba una y otra vez no creerle ni media palabra de lo que decía, entonces se quedaba mirándole burlón un buen rato hasta que pasaba a fijar su atención en otra cosa.
 
Fuera de su gemelo no comentaba el asunto con nadie. Sus pocos amigos cercanos lo tenían como un ídolo y le acreditaban méritos que no poseía; que si era el más seductor, que seguro debía tener a todas las mujeres comiendo de la palma de su mano, que si era un conquistador, un casanova, un don juan, un galán y cualquier cantidad de epítetos estúpidos de ese tipo. Saga estaba harto, frustrado y muy enojado, no sabía como hacerle entender a la gente que nada de lo que imaginaban era verdad y que de hecho hacía más de un año que ni siquiera besaba a nadie, mucho menos hacía el amor, su vida sexual era un cero a la izquierda.
 
Mientras subía a su auto y el chofer comenzaba a conducir decidió hacer algo que le quitara un poco el malestar de encima: volver a su casa y disfrutar un rato de sus nuevas pinturas, ¡eso sí que le sentaría bien! Luego podría darse un relajante baño y comería hasta más no poder en el almuerzo para llenar el vacío que había dejado su nuevo fracaso.
 
 
 
Ese mismo día ya caída la noche Saga salió solo, con ropa común y corriente y su cabello largo oculto por un gorro directo al aeropuerto a esperar a su hermano. Esperó durante inacabables minutos que le parecieron horas y cuando al avión llegó se sorprendió de no encontrarlo por ninguna parte, hasta que se dio cuenta que su hermano gemelo había vuelto prácticamente irreconocible pues traía el cabello atado en muchas trenzas finas, los antebrazos tatuados y vestía un kilt combinado con botas militares.
 
—¿Pero qué te pasó? —inquirió llevándose las manos a la cabeza mirándolo por todas partes apenas se acercó—. ¿Y por qué tienes tatuado el nombre <<Catherine>> en tu pecho? —volvió a preguntar notando otro tatuaje más que no había visto de lejos, que cruzaba todo su pecho y se dejaba entrever por la camisa sin mangas que se le ajustaba bastante—. ¿Has sido tonto y te has tatuado el nombre de una novia tuya? Si no te duran ni una semana...
 
—¿Y a ti qué te importa? —contestó Kanon tapándose el tatuaje con una mano—. Primero deberías saludarme.
 
Saga le dio un par de palmadas en el hombro y le recogió una maleta para ayudarlo a salir más rápido del aeropuerto.
 
—¿Eso es saludar? —dijo Kanon arqueando una ceja interrogativa, pero no podía pedirle demasiado al amargado de Saga, así que optó por callarse y salir de allí ambos en silencio.
 
Subieron a un taxi, pues Kanon había insistido en que no quería ningún auto de lujo con chofer y se marcharon al pequeño apartamento que los padres de ambos le habían regalado a Kanon cuando aún vivían ya que si fuera por él mismo probablemente no habría dedicado mucho empeño en comprar uno —o al menos no por medios sensatos.
 
El apartamento se encontraba cerca de una universidad muy famosa y era muy acogedor, no era grande y aburrido como la casa de Saga que muchas veces lo hacía sentirse solo, ni tampoco pequeño hasta el punto de ahogar a una persona. Tenía una cocina, un baño cómodo y tres habitaciones, una de las cuales poseía una ventana mediana con vista a una calle comercial luminosa y limpia. Uno de los cuartos servía de armario y allí dejaron las valijas. Luego Kanon encargó por teléfono cuatro pizzas, todas diferentes, argumentando que no tendría ganas de cocinar al día siguiente y por fin con la comida se sentaron a platicar tranquilos.
 
 
 
—¿Entonces no pensabas volver? —preguntó asombrado Saga luego de un rato oyendo las historias de Kanon.
 
—No, realmente quería quedarme en Canadá. Allí me iba muy bien. Trabajaba para un fabricante de barcos llamado Julian y me pagaba mucho dinero. Compré una casa grande en un barrio privado y estaba por solicitar la nacionalidad, pero tuve un problema con mi ex prometida que no pienso volver a recordar y decidí regresar —contestó Kanon señalándose el pecho con cara seria.
 
—¿Así que esa Catherine del tatuaje era tu prometida? —volvió a preguntar Saga aún más sorprendido, ¡así que al fin alguien había podido atraparlo! <<Pobre Kanon>> pensó, <<su primer experiencia amando de verdad debió haber sido patética>>—. No quiero pensar en lo que hizo esa mujer contigo para que quisieras casarte y hasta tatuarte su nombre. Que estúpido es eso.
 
—Sé que llegué a mi límite de idiotez con esto, pero no lo volveré a hacer. Por suerte puedo cubrirlo con otro tatuaje y eso haré esta misma semana —bromeó sirviendo más cerveza en los vasos de los dos dedicándose de nuevo a seguir la cena en silencio. Saga, como siempre, no sabía de que hablar con su hermano y Kanon esperaba invariable que el otro le diera conversación.
 
—¿Y tú? ¿Ya has encontrado pareja? —agregó un rato después comenzando a levantar la mesa.
 
—¿Yo? Por favor, Kanon, sabes que las mujeres jamás me hacen caso —respondió tajante tirando las cajas de pizza al cesto de basura.
 
—Siempre diciendo lo mismo. ¡¿Ninguna mujer está tras de ti?! ¡Y esperas que me crea eso!
 
—Otra vez... Kanon, ¿por qué mentiría en algo tan trivial? Llevo más de dos años diciéndote lo mismo —exclamó Saga enfadado—. ¿Acaso tú me has visto con alguna mujer? Ni siquiera tengo amigas.
 
—Ni amigos —concluyó Kanon mirándole arqueando las cejas—. Es que tú actúas como si fueras complicado, Saga, te lo he dicho.
 
—¿Complicado? No soy complicado —espetó el otro comenzando a enfadarse—. Todos me ven como no soy, ya me tienen harto.
 
—Pero así te muestras. Quizá es sólo eso y por tal motivo la gente no se te acerca. No esperes que me crea que es por algo serio o preocupante, debe ser sólo eso —dijo Kanon terminando de limpiar la mesa con unas servilletas—. Intenta mostrarte más abierto y ya verás. En un día podrás conseguir todas las mujeres que quieras.
 
—No sabes como es, Kanon. No podría cautivar ni a una puberta tonta —replicó Saga sentándose en el sillón, mientras Kanon le miraba mal. Como siempre su hermano creía que estaba exagerando—. No exagero, Kanon, es en serio. Hoy mi secretaria rechazó un almuerzo sin ninguna mala intención y prefirió quedarse ahogada en trabajo.
 
—Quizá quería un almuerzo con malas intenciones y se desilusionó al recibir una invitación respetuosa —concluyó Kanon quitándose los zapatos tirándolos a otro cuarto de la casa.
 
—Kanon...
 
—En serio. Las mujeres de ahora sólo quieren sexo y hombres con poder y dinero. Tu problema me parece demasiado tonto. La próxima vez que quieras seducir a una chica deberías llamarme y la conquistaré para ti —siguió diciendo mientras se quitaba la camiseta—.  Y si no funciona, pues no sé, estarás embrujado. Por cierto, ya vete, quiero dormir. Paso por tu casa mañana.
 
Mientras Kanon le miraba mal y en silencio, Saga se marchó sin saludar. Su hermano no tenía caso, era diferente a él en todo, pero en el fondo se parecían —sobre todo cuando querían estar solos, ahí no eran amables con nadie y se notaba de sobra—. Mientras Saga pensaba en eso en el ascensor del edificio también pensaba en otra cosa. ¿Estaría embrujado? Sonaba demasiado bobo, por no decir estúpido, pero quizá había una remota posibilidad de que se lo creyera pues no era del todo ateo como decía. Salió a la calle y se acomodó el abrigo pues una espesa niebla fría estaba cayendo sobre Atenas y se marchó a la calle más céntrica a buscar un taxi.
 
 
 
—Embrujado... Por favor, mira las tonterías en las que me quedo pensando —gruñó Saga ya acostado en la cama frente a su laptop donde tenía abierto el buscador en una página de magia roja, la que según había leído momentos antes, era la más usada para conjuros amorosos.
 
Leyó varios tipos de conjuros sobre como enamorar, como romper una relación, como seducir, anuncios de brujos, hechiceros, tarotistas, astrólogos y cosas diversas, pero todo le parecía pura cháchara estúpida. Continuó un rato más y cuando ya estaba por rendirse pensando que lo mejor sería ir a un psicólogo encontró un anuncio que le resultó gracioso:
 
Afrodita, brujo del amor.
 
Utilizo al máximo los conocimientos heredados de cinco generaciones de poderosos brujos para poder brindar los mejores servicios. 
 
Amarres, separaciones, seducción, limpieza, interpretaciones astrológicas, tirada de tarot, lectura del café, gemoterapia y consejería. Consultas a prueba; si no funciona usted no paga.
 
MortenNaevdalBrujoAfrodita@hotmail.com
 
Saga estuvo varios minutos sin dejar de reírse al darse cuenta que varios brujos y brujas tenían nombres de lo más estúpidos, pero llamarse Afrodita superaba para él cualquier estándar. Dudó un rato, pero al final decidió enviar un e-mail al correo del hombre pues ese "si no funciona no paga" le daba buena fe, mucho más que el resto los cuales tenían precios demasiado altos. Abrió entonces su cuenta y escribió:
 
Buenas noches. Primero quisiera preguntarle si tiene usted una oficina para hablar en persona y si es así me gustaría recibir su dirección puesto que por aquí creo que no podré explayarme en mi problema tanto como quisiera.
 
Le cuento, soy un hombre de mediana edad, alto mando de una empresa y soy atractivo y educado, pero las mujeres huyen de mí. No creo ser una mala persona, ni siquiera creo ser alguien desagradable o descortés, por lo que mi situación no tiene ninguna lógica. Imagínese que hace más de un año y medio que ni siquiera beso a alguien.
 
Tengo un hermano gemelo que es básicamente pobre, pero las mujeres lo adoran, siempre lo rodean y lo buscan. Fue él quien hoy me dijo sin pensar que si tan grave era mi problema entonces quizá estaba embrujado lo cual me pareció simplemente tonto. Yo soy ateo, pero estoy abierto a cambiar de opinión, no tengo mi mente cerrada a nada y esto me ha hecho preocuparme. ¿Es posible que esté embrujado? Las respuestas racionales no alcanzan para mi situación.
 
Espero su respuesta. Desde ya, gracias.
 
Cerró los ojos y envió el e-mail y al instante se sonrojó sintiéndose más avergonzado que nunca por lo que estaba haciendo. Así que sin demora se fue a dormir. Si seguía despierto no dejaría de pensar en lo que acababa de escribir.
Notas finales:

Bien, espero que no se borre de nuevo o pensaré que es algo a propósito. La verdad no he recibido ninguna respuesta de ningún administrador y eso que he enviado dos e-mails como queja por eso.

Ojalá todo salga bien que soy muy desconfiada :/

Bien, ya en un minuto subo el segundo capítulo, estoy corrigiéndolo.

-Eta.


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