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Ahora soy uno de ellos. por javithabadeer

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Notas del fanfic:

Está creado a base de dos mundos totalmente distintos pero que he decido unir. En este mundo nuevo podrás encontrar mucha fantasía, romances increíbles donde sólo existirá el yaoi. Espero lo disfruten porque amo escribir esta bella historia. 

 

Los personajes son totalmente creados, pero si les interesa los mundos que he expuesto está el manwa DSP-Romeo, en este te explican el mundo de los Lycans, yo sólo he tomado la idea de su socidad, mas no sus personajes. Y el otro mundo es una triología de libros llamados "Las leyes del mar", de aquí he sacado la deidad que poseen los personajes así como algunos elementos de fantasía. 

Tenía alrededor de sesenta y siete años vivo, de lo cuáles llevaba treinta y dos años en servicio dentro de los Slayer como parte de los soldados guardianes de las murallas. La mayoría de sus compañeros pasaba los ochenta años, el capitán tenía docientos y aún así parecía muy joven para la edad que tenía. Eso debido a su adaptación genética a la nueva forma de la tierra, los rayos ultravioleta habían causado grandes problemas que provocaron el termino de una era y el nacimiento de una nueva.

Era alto, media 1.90, era bastante común ser así ya que se necesitaba en la densa y espesa selva que esperaba fuera de las murallas. Paisajes que sólo ellos gozaban para ver, ya que, todos vivían dentro de las murallas, seguros de los depredadores que rodeaban la ciudad. Sus cabellos eran albinos y caían gruesos hasta su cintura. Era algo común el tono y llevarlo largo, aunque muchas veces lo cortaban para aumentar la agilidad a la hora de cazar.

Por alguna razón lo habían llamado desde la ciudad central Baltaazhar, ahí donde la cantidad de humanos sobrepasaba a los Lycans, ya que, estos últimos vivían más desde la segunda ciudad hacia abajo.Si bien en la primera ciudad, habitaban Lycan y humanos, la mayoría de ellos se concentraba más en la segunda ciudad. 
Jamás había ido, siempre se había mantenido en Bartolome, la tercera y última ciudad.

Todo comenzó cuando emprendió su viaje a Baltaazhar, la travesía le tomó unas cuantas horas montado en uno los unicornios. Generalmente se iba en carrozas debido al agotador viaje, pero él era un Slayers, tenía resistencia y soportaba mejor los cambios de presión. Casi al atardecer de ese día llegó hasta las puertas de aquella ciudad. La rodeaban altos muros, eso era para otorgarle mayor protección, las bestias que habitaban los alrededores podrían atacar la tercera ciudad y luego subir a por ellos, era mejor prevenir que curar.

Ingresó cuando las puertas se abrieron, llevaba una capa cubriendo su cuerpo, una capucha mantenía su cabeza tapada. Bajó del unicornio y así lo dejó en los establos que habían disponibles, sonriendo lo acarició dando las gracias por su esfuerzo. Luego de aquello avanzó hacia la ciudad, logrando ver al lugar por primera vez. Todo era un poco más pequeño a lo que acostumbraba. Caminó por el pueblo siendo observando por muchos humanos, niños que corrían se detenían y le señalaban, si bien los Lycans actuaban como soldados dentro de Baltaazhar, seguía siendo un ser extraño y notorio.

Avanzaba por el mercado de los humanos, vendían lo que ellos conseguían: frutas exóticas, piedras perfumadas, cristales que tenían luz propia, plumas de gritos o manticoras, entre otros. Sin embargo, habían cosas distintas, como las vestimentas, que absolutamente no eran como los de ellos. Los humanos usaban túnicas que tapaban casi todo su cuerpo, eso era para protegerlos de los rayos ultra violentas. Los Lycan usaban ropa que dejaba bastante piel al descubierto, sin embargo, en aquellos momentos llevaba un traje especial para entrar en aquella ciudad. Era una capucha, con orejas, blanca con franjas rojas y unos pantalones ajustados diseñados para las batallas. Llevaba la cabeza y parte del rostro cubierto por la tela, por lo que lo único que lo etiquetada como extranjero era su tamaño.

Se detuvo cuando vio un chico correr hacia él, parecía no mirar por donde iba, cayó de bruces al suelo dando con su cabeza en sus pies enfundados en las botas. Sorprendido lo ayudó a ponerse de pie, su fuerza era mucho mayor, por lo que no le costó nada levantarlo y ponerlo de pie otra vez. Se arrodilló frente al otro mirando su rostro.

-¿Estas bien? -Preguntó este.

Sus ojos eran de un tono ámbar, brillantes como el sol. Su piel morena por el constante sol que recibía. De facciones diferentes a las de un humano. Sonrió levemente al ver el rostro del otro. Los ojos del chico eran de un tono avellana, su piel pálida y cabello negro como el ébano. Se quedó en silencio observándolo por largos segundos hasta que reaccionó.

-S-Si. -Dijo al final. -Lo siento.

-No te preocupes, sólo ten más cuidado. -Comentó el Lycan. -Dime, -¿Sabes dónde esta la biblioteca?

El menor lo quedó observando y al final asintió, le pareció un chico peculiar. Jamás había tratado antes con humanos, eran bastante más pequeño y mudos al parecer.

-Yo puedo llevarte.

-Sería espléndido. -Respondió este a su pregunta.

Se levantó mostrando una vez más su altura, lo sobrepasaba por algunos centímetros, 30 más o menos. Avanzó a su lado mientras esté lo guiaba por el mercado, unos niños huyeron ante el desconocido gigante. Para él, ellos estarían comenzando a trabajar dentro de las casas de los burdeles como mensajeros.

El chico a su lado parecía un humano más, le parecía llamativo que sólo las mujeres llevasen el cabello largo.

Avanzaba en silencio, no quería preguntar de la ciudad y él no dijo nada al respecto. Luego de unos minutos llegaron a la biblioteca, era un edificio enorme con pilares en la entrada. El chico abrió la puerta y fue así como ingresaron al lugar. Habían estantes llenos de libros, niños humanos llevando unos trajes largos de color blanco y franjas verdes. Todos los miraron y comenzaron a murmurar.

-Llegó

- ¡Es enorme!

-Joven Maurice. -Llamó el hombre quien había solicitado su viaje. -Estaba esperando, veo que ya conoció a mi hijo. ¿Ya has cambiado de idea, Darrem?

Aquello le tomó por sorpresa, primero saludó cortés y luego miró al chico a su lado.

-Sí, lo haré. -Respondió el joven humano.

-Me parece excelente que pienses eso. -Declaró su padre. -Ahora, siganme a la oficina donde podamos hablar.

Avanzó por el corredor hasta ingresar en aquella sala. El techo quedaba cerca de su cabeza, se bajó la capucha dejando expuesta su cabeza junto con sus cabellos.

-Recientemente hemos visto que ha aparecido una nueva enfermedad. Creemos que es por culpa de alguna fruta traída de los exteriores o algo similar. Es por ello que te encargo a mi hijo, Darrem, para que lo ayudes a realizar esta expedición.

-No hay ningún problema con ello. -Respondió este mirándolo hacia abajo. -El equipo y yo lo tendremos bajo protección contra las bestias.

Afuera el mundo era caótico, Gárgolas que eran enormes serpientes hechas de minerales, Manticoras que acechaban en lo profundo de la selva, aves tan enormes que podían llevarte sin problema. Pero suponía que él estaba enterado de todos los peligros.

-Partirán mañana temprano, por ahora puedes quedarte en la ciudad. Te alojaremos en mi casa, es pequeña comparación a las que poseen en Bartolome.

-Gracias. Me gustaría explorar el lugar. -Respondió Maurice.

-Pues que Darrem te ayude. -Ofreció él. -Él conoce la ciudad muy bien.


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