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-Soy gay.- por AGR

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Notas del fanfic:

Lo primordial es la información de que los personajes de Saint Seiya no son de auditoría. 

-Soy gay.
 
Solo bastó que las dos palabras se deslizaran de mis labios como la mantequilla en pan caliente para que mi padre me abofeteara con poderío logrando enrojecer mi mejilla, sabía su perorata sobre lo aberrante que es la desviación sexual, su vehemencia de la rectitud social y como se debe de ejecutar el protocolo mostraba la actitud retrógrada de pensamientos, ideales que solo se han formado con la educación severa por parte de mis abuelos y sin más soy parte de ese castigo que me impone por defender lo que siento por Ikki.
 
La ira en su mirada endurecida mostraba solo el repudio que está desarrollando ante la idea de que su único hijo y heredero del emporio Kido es un homosexual por ende no es tolerado, no en su hogar que esta forjado por los más estrictos valores que se deben seguir y es ahí cuando la intolerancia saca su feo rostro para hacer divisiones en la sociedad con su discriminación. Pero
son buenos porque dan donativos generosos y por dentro les da igual si alguien vive o muere.
 
Su brazo se volvió a levantar para abanicar su mano una vez más en mi rostro logrando hacer que me sobara la mejilla, solo era una advertencia, pero mi corazón está con Ikki y dejarlo no es una opción, así tuviera que enfrentarme a mi padre. Una semana en la habitación, del Instituto a la casa y viceversa, con un padre que me recoge y me deja en la entrada de ese encierro. Extraño a Ikki.
 
Nos vimos a escondidas en el descanso, es el viejo salón de retención que es usado ahora como una bodega, donde nos abrazamos y besamos con desespero, sus manos son fuertes y el aroma de su piel me embriaga. Él sabe que no quiero salir de sus brazos y yo deseo quedarme por siempre en ellos.
 
-Mi padre no lo aceptó, no quiere que esté cerca de usted. Es un idiota con sus ínfulas de hombre generoso y de sociedad. Sí la gente solo supiera como es.
 
-Pronto estaremos juntos, no desesperes. Estoy estudiando duro para sacar mi profesión, luego podré llevarte conmigo. No tienes nada que temer.
 
Sus palabras me reconfortan dan una nueva esperanza de poder salir de casa lejos del ojo vigía de mi padre y sus pensamientos moralistas. Ikki es el jardinero del Instituto es un par de años mayor que yo, pero es un hombre que sabe lo que desea y yo estoy bien con ello porque lo deseo a él. Son pocos los minutos que estoy a su lado, pero son los mejores instantes porque olvido todo lo malo.
 
Como es de esperar mi padre me espera en la entrada con su habitual gesticulación aristocrática yo por mi parte solo entro al vehículo en la parte de atrás sin decir palabra. La misma rutina que ambos sabemos y que nos sienta bien.
 
La semana de castigo pasó rápido pero mi padre no quita el dedo del renglón, antes de que pueda irme me deja advertido que no quiere otro incidente de un mal pensamiento de que soy gay, no le discuto solo asiento y me voy, es todo lo que puedo hacer antes de ser castigado y sometido a más vigilancia por parte del señor Kido.
 
Tener a Ikki acariciando mi cuerpo desnudo es la mejor sensación, lo más exquisito que un cuerpo puede experimentar porque sabes que ahí amas a alguien. Solo tengo quince años y de la vida no sé nada, pero algo me guía y me aferra a creer que este hombre que me llena de amor es el indicado y que lo nuestro es para siempre. No lo sé quizá no sé nada del amor pero quiero vivirlo intensamente.
 
Suaves movimientos y gotas de sudor por nuestros cuerpos nublan los sentidos Ikki me besa y le correspondo apenas ha cumplido sus dieciocho años y le he regalado un lindo reloj con nuestros nombres impresos, que de algo sirva el dinero de mi padre. Siento como se hunde más adentro de mí, me posee como solo él sabe hacerlo, marca cada parte de mi juvenil cuerpo que grita ardiendo por explotar esas sensaciones que me producen temblar. El orgasmo llega cuando sus dedos hacen magia y yo no dejo de besarlo ahogando en sus labios los gritos que no debo dejar salir.
 
¡Crac!, el sonido típico de una puerta al ser abierta fue suficiente para que todo movimiento se viera congelado. La voz cruda de director, la mirada penetrante de mi padre y los policías que entraban en el abandonado salón para alejar a Ikki de mi lado mientras que mis gritos y discursos no eran escuchados por la orden inmediata del señor Kido diciendo que detuvieran al insano hombre que pervertía a su hijo.
 
Sabía lo que me esperaba al llegar a casa, pero no sabía que le sucedería a Ikki, todo era de un negro color en mi vida. La orden inmediata de mi padre fue suficiente para obedecer, inclinado en su escritorio con los pantalones y bóxer a mitad de los muslos y su bastón golpeando una y otra vez sin tener piedad. Cada grito y cada lágrima salían sin que pudiera evitarlo, sabía que le daba satisfacción a mi padre, pero era inevitable.
 
Desperté en la cama sintiendo un fuerte dolor en la parte baja apenas eran las seis de la tarde por lo que marcaba el reloj que le regalé a Ikki, eso me confunde porque está en la mesa de noche, pero entonces supe que mi padre me había estado vigilando. Bajé arrastrando los pies evitando caminar mucho el dolor no cesa pero necesito comer.
 
La luz proveniente de la estancia y las voces que susurran me dejan sin aliento, no lo haría, no iría a ninguna parte ni mucho menos a declarar en contra de Ikki. No lo había violado como su padre decía pero hay que ver lo que hace el dinero y el poder. Corrompe al más justo.
 
-No pienso irme a ninguna parte. Antes prefiero irme de casa, Ikki nunca me ha violado yo lo amo.
 
-No serás un marica Seiya, haré todo lo posible por curarte y para comenzar tendrás que declarar en contra de esa rata callejera. Además te irás a Osaka, hay un Instituto para tratar esto.
 
-No estoy enfermo y lo sabes. El único loco es usted.
 
No declaré en contra de Ikki, no dije una palabra que le perjudicara, pero mi padre cumplió con su promesa de encerrarme en un Internado donde me curarían la enfermedad de ser homosexual. El tratamiento es agresivo, duchas de agua fría e incesantes golpes con correas o varas, medicación para que te mantengas aturdido el suficiente tiempo para que los guardas que hacen su ronda o los supuestos profesores te puedan violar.
 
Nunca más volví a ver a Ikki, pero no pierdo la esperanza de salir de este sanatorio. No era un Instituto como mi padre decía era un albergue para personas con daños mentales, pero no estoy loco, nunca lo he estado. Solo guardo la esperanza de la promesa de Ikki.
 
Los hombres con batas blancas y sus pasos seguros se agrupan para verme como si fuera un animal peligroso, yo les tengo miedo, aprendí a tenerles miedo porque sé cuánto poder tienen y pueden doblegarte. Tanto tratamiento solo te embrutece más.
 
-Seiya, él es Ikki Tanaka, será su nuevo doctor. Espero que te comportes o te llevaremos a la habitación oscura. Tenga cuidado con él.
 
-¿Por qué está aquí?
 
-Mató a su padre en un momento de locura. No lo culpo, no cuando su propio padre le mandó a violar mientras estaba aquí, no supimos de esto hasta que lo encontramos en el acto.
 
-Tendré cuidado. ¡Hola! Seiya.
 
-Fin-
Notas finales:

Aquellos que me leen, les dejo este nuevo fic. Es corto, pero de igual forma espero que les guste su contenido.

Mil gracias de antemano aquellos que me apoyan y envían sus mensajes tanto como respuesta a mis fics como en el correo.

Bendiciones y Kisus pervertidos. 


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