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Límite por SumTheHeaven

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Notas del fanfic:

¡Ya saben! Los personajes pertenecen a Gosho Aoyama.

También advertir que pese a que este fanfic es Omega!Shinichi, este no pierde del todo su carácter dominante y altivo, lo que es muy típico en él. Los omegaverse son muy comunes y esto no escapa tanto del estándar, pero tenía ganas de escribirlo, será corto, pero no se centra tanto en las diferencias de estatus y "el omega no es suficiente para el alfa" sino más bien en como estos asumen que son más de lo que quisieran ¡y eso! 

 

Notas del capitulo:

Realmente espero que lo disfruten♥

 

I — Parte.

 

Cuando la idea surgió para poder avanzar su investigación, Shinichi no vaciló mucho en aceptar la propuesta, pensando en que sería lo mejor para poder escapar un poco de las miradas de los sospechosos, quiénes estaban un poco al dente con su investigación tratando de resguardarse de las manos de la verdad. De esta forma, el detective del este tendría que transferirse temporalmente de Instituto y asistiría al de Hakuba en su lugar, con el acuerdo previo de los directivos quiénes se veían involucrados en la tragedia de los homicidios recientes.

Shinichi estaba desganado solo porque la comuna de Ekoda quedaba bastante lejos de su zona de vivienda, así como Hakuba Saguru tenía el mismo problema, pero de esta forma no necesitarían esconderse demasiado, ya que sino su investigación se estancaría indefinidamente.

Así es como el omega Shinichi había comenzado a preparar sus cosas, útiles y el nuevo uniforme que le había sido entregado, uno azul marino con una camisa blanca debajo, un poco demasiado sencillo, pero no podía quejarse, el de la comuna Ekoda resultaba algo más normal que el suyo propio.

Pasó sus días hablando con Saguru acerca de la investigación y de cómo eran los compañeros con los que conviviría, ya que no debía destacar demasiado, incluso si ambos eran afamados detectives juveniles que habían conseguido resolver la mayoría de casos que se habían presentado ante ellos con una claridad inimaginable e inigualable. La única preocupación del beta: Hakuba Saguru, era que su amigo detective, Shinichi Kudo, era un omega, y aunque jamás se acomplejó de su condición de género, le preocupaba aún más sabiendo que habían ciertos alfas un poco agresivos en su instituto, los que más de alguna vez intentaron agredir a otros omegas en épocas de celo. Shinichi le había dicho que no debía preocuparse, pero Saguru se ocupó de traer muchos supresores de olor y otros artefactos necesarios incluso de la mejor calidad posible. No quería que por algún descuido Shinichi saliera mal de la situación.

Kudo solo pensó que estaba preocupándose demasiado. En su instituto Teitan: no fueron raras las veces en que otros betas y alfas habían intentado agredirle, pero él no necesitaba la protección de absolutamente nadie, ni siquiera de la experta en karate como era su amiga de infancia Ran Mouri para defenderle. Sabía exactamente lo que sucedería en Ekoda si alguien intentaba hacer lo mismo, no necesitaría de las leyendas de su propio instituto para hacerse la fama, la construiría otra vez. 

 

 

Llegado el Lunes, el detective Kudo Shinichi entraba tranquilamente al lugar que sería su nueva preparatoria. Recibió miradas curiosas de gran parte del alumnado, pero no se inmutó por ello. Solo debía llegar a la dirección, dónde se le presentaría a su nueva clase comenzado el período de estudio. 

Cuando la clase entera se asombró de recibir al gran famoso de Japón, el detective juvenil hijo de la espectacular actriz Yukiko, una beta, y el reconocido escritor de misterios, Yusaku, un alfa, entrando por aquella puerta corrediza, Kaito Kuroba no pudo evitar también el asombro, como el resto de la clase. Sin embargo, sus motivos fueron diferentes, ¡joder, el que le perseguía aún mejor que Hakuba Saguru estaba ahí! Estaría presente en su actitud sospechosa y fuera muy probable que comenzara a insistir en el tema como lo hizo antes el detective de Londres.

—Buenos días. —comenzó la presentación el chico, mirando con su sonrisa confiada a todos los presentes. —Soy Kudo Shinichi.

La voz de las mujeres habían soltado un gran grito de emoción, con algunos suspiros enamoradizos acompañando esa escena. Incluso la maestra le ponía ojos especiales al detective, quién no hizo más que sonreír para dirigirse al que era el asiento de Hakuba, justo detrás del mago. A su vez, el ladrón solo podía reír. Según él, el gran detective estaba enamorado aún de Mouri Ran. 

Cuando Kaito lo sintió a su lado, dirigiéndose a su lugar, un extraño aroma llegó a sus sentidos, pero difícilmente pudo así decir el género del extravagante detective. Era un olor dulce, pero no embriagante, lo llenaba casi como si fuera natural, pero parecía un perfume. Todo en aquel olor era extraño, algo que Kuroba jamás había sentido. 

Después, odiaba a su amiga, Aoko. La chica tan idéntica a la amiga de infancia de Shinichi, no había dudado ningún segundo en acercarse hasta el nuevo de ojos azules, hablándole animadamente. Ella tenía esa extraña inocencia y Kaito más de alguna vez debió protegerla de alfas agresivos, incluso si la chica era solo una beta. Por algún motivo, su carácter en general dulce e inocente hacía parecer que era una omega sumisa, pero nada más lejos de la realidad, la chica era una beta aterradora cuando quería serlo.

—Nakamori Aoko —la chica de revueltos cabellos se presentaba al detective, quién recibió la mano de forma cortés. —Puedes llamarme Aoko —dijo inmediatamente, con esa sonrisa suya que dejaba encantado a más de alguno.

Kaito inspeccionaba silenciosamente al detective. ¿Tendría que alejarlo de ella? Le preocupaba que Shinichi pudiera ser un alfa peligroso. 

—Él es Kuroba Kaito —presentó su amiga al ver como la mirada del ladrón estaba clavada en Shinichi —Un estúpido mago. —finalizó divertida.

Consiguió lo que quería, sonando un grito enardecido de Kuroba al ver ofendido su oficio, y lo que era su gran admiración. —¡¿Qué dijiste, estúpida Aoko?! —se levantó a gritos, al igual que ella que no tardó en tomar la escoba.

El detective había oído de Hakuba a estas dos grandes personalidades, y este le advirtió que no debía preocuparse por sus tonterías.

 

 

Finalizado el día, se encontró con Hakuba en un parque cercano para continuar con la información que había podido reunir. Para las preocupaciones de Hakuba, Shinichi le aseguró a su pesar que nadie sabía hasta el momento que era un omega. Él no era de aquellos que constantemente reafirmaba su género para llamar la atención. Saguru se sintió aliviado, pero Kudo empezaba a notar que quizá era más que preocupación lo que el otro hacía notar por él.

Al llegar a su vivienda, Shinichi lució un poco preocupado mirando el calendario. 

Su celo comenzaba en dos días. Lo único que odiaba de su género era aquella etapa tan incómoda. Era el momento en que debía cuidarse incluso más. 

 

 

Sucedía que llevaban a cabo junto a Hakuba Saguru una investigación acerca de un criminal que estaba llevando a cabo homicidios de una forma bastante caótica. Destazaba los cuerpos y los marcaba de una forma específica, de forma que se notase que era él, como si marcase el inicio de una venganza. Todavía no podían deducir la verdadera conexión de las víctimas, y no habían más personas que pudieran seguir en aquel hilo, pero siempre aparecían más cuerpos. Al poco tiempo habían podido llegar a la conclusión de que no era uno, sino varios, puesto que las pruebas desaparecían y las evidencias también, de forma que ya sabían que habían infiltrados en su bando. 

Se ejercía protección sobre todos los sospechosos de los asesinatos, por lo que Hakuba y Shinichi ya no estaban pudiendo realizar su trabajo como se debía, a causa de las constantes intervenciones de esos miembros y los investigadores privados que parecían haber contratado. Para ello, habían preferido hacerse desaparecer con este cambio de instituto, por lo que Shinichi investigaría de forma menos evidente esta vez el área de Saguru y lo mismo haría este con el área de Kudo. 

El caso llevaba a sus espaldas ya seis muertos, todas en misma condición, misma hora aproximada en la madrugada y misma forma de dejar el cuerpo. 

Era aterrador la forma metódica en que fueron llevados a cabo y más impotencia producía en Shinichi saber que no podía ayudar a nadie. Que debía esperar a otra actuación si es que quería conseguir atraparle. 

 

 

Al día siguiente se esmeró en algunas ropas que pudieran tapar su uniforme, de forma que después del horario escolar recorrería las escenas del crimen en busca de más indicios. En la preparatoria, Aoko no dudó en saltar sobre él nuevamente. La chica estaba esmerándose en llevarse bien con él en reemplazo de Hakuba, y a advertencias de éste, aceptaba en gran parte su actitud y trataba de corresponder de forma cordial todos sus asaltos amistosos. En cambio, Kuroba Kaito resultaba incluso interesante. Él había podido percibir que la gran parte de la clase eran betas, incluida Aoko, un aroma tan incipiente que era difícil distinguir, pero con Kuroba la situación era diferente. En él no percibía nada y no lo entendía. Hakuba le dijo que él sospechaba que Kuroba fuese otro omega, pero que no tenía el olor característico de uno, de forma que no le aseguraba nada. 

—Kudo-kun, ¿por qué has venido a este instituto? —fue la curiosa pregunta de la chica extraña del grupo: Akako. Él sonrió observándola, tenía esencia de beta, pero presencia de una alfa. Era extrañamente aterradora.

—Por un juego con Hakuba —aseguró rápidamente, él tenía sabido y por demás aprendido lo que debían responder. —Es una experiencia nueva, supongo. 

—Ohh —susurró ella con sonrisa macabra. Kaito la apartó de mala gana.

—No dejes que te intimide —le dijo, con una mano sobre su espalda. Kuroba sonreía conciliador y él correspondió. 

Kaito se sintió algo incómodo con el aroma que inundó sus fosas nasales en cuanto se sentó sobre el escritorio del detective. El olor le retorcía, como mareándolo. Recuperó la compostura rápidamente, tratando de fingir que no percibía nada. La mayoría de su clase eran betas, algunos alfas y solo dos omega, pero Shinichi no tenía el olor común de un beta o un omega, y aunque su faceta dominante y aterradora le daba el carácter de un alfa, como lo fue su padre escritor, él estaba seguro que el género de ese chico no era Alfa, al menos, ya no podía pensarlo.

—Así que un mago, ¿eh, Kuroba-kun? —sonrió el de ojos azules, atento a todos los movimientos de sus manos. Sabía que Shinichi era adepto a tratar de ver a través de sus trucos, pero su padre bien le había enseñado a guardar secretos.

—Así es, ¿quieres ver algunos? —respondió haciéndose el desentendido de la doble intención de Kudo. 

El detective asintió, y pasó el resto de la tarde con la mirada clavada en el joven mago para intentar entender cómo es que podía ser tan habilidoso, y cómo era posible que un chico pudiera tener tanta facilidad para cosas de extremada dificultad. Era ilógica e insólito, parecía un artista de circo con más aspiraciones de grandeza y un don innato para sus trucos, aunque a él todavía resultaran trucos baratos e ilusiones tontas. 

Kaito pasó toda la tarde embargado y distraído con el olor que el otro desprendía. Su curiosidad le asfixiaba, en un robo nunca posó su atención en ello, pero ahora sí, quería saber en definitiva que tipo de temor era el que debía tener contra el género de Shinichi.

¿Qué era?

Notas finales:

¡Ojalá lo estén disfrutando! Se agradecen comentarios, amenazas de muerte, y eso, hasta la próxima<3


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