Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Condenados a vivir una eterna juventud por K_FreakVIP

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, buenas, vengo a dejar este pedacito de mi acá, espero y les guste

Querido diario:

Quisiera que hoy, pudiera entenderme como persona y no como tinta, como una alma desdichada y no como alguien que no ha conseguido lo que se propuso desde un principio… porque, querido diario, créame que lo he intentado, de todas las maneras posibles, pero es que no he conseguido aquello que más he deseado: ser igual a los demás, ser paciente con ellos y agradarles tanto como me agrado yo a mi mismo, porque soy especial, una inmensa energía, soy todo y a la vez nada, y por ello no entiendo porque la vida me ha tratado así.

Soy una alma desdichada, condenada a vivir una eternidad junto a la soledad.

 

Christopher deja a un lado su tricentésimo diario, que ahora luce algo mojado por las lágrimas derramadas en él. Sonríe a pesar de todas sus malas vivencias y se dispone a vestirse para salir y despejar su mente.

Christopher es un hombre de altos negocios y lleva en esta rama durante más de ciento cincuenta años, mas no todos desconocen sobre el origen del dueño de cada uno de sus negocios. Algunos tratan al “dueño”, es decir, a él, como una familia que con cada generación se va enriqueciendo más que nada por los principios de sus tiempos, del primer Señor Black, aunque fue el mismo Christopher Black quién decidió arriesgarse por conseguir sobrevivir de la mejor manera a su eterna y solitaria juventud.

Por primera vez, pasados diez años, decide entrar a saludar a su família, aunque estos desconocen que éste es alguien de su misma sangre, sus ojos son algo rasgados y de un color rojizo y con un pequeño anillo de color anaranjado en su iris. Tales colores se encuentran en su cruz, la que lleva colgando desde hace ya casi sus trescientos años de vida. En ningún momento decide mostrar su ilusión por visitarlos, ya que su única razón de aparición en aquél lugar, en aquél momento no se encontraba ahí y éste probablemente sabía dónde se encontraba, ya que seguía cada uno de sus pasos.

- Christopher… No te esperábamos, nadie avisó de que llegarías - habla algo nerviosa una de sus descendientes - ¿Deseas algo?

- No, nada, solo deseaba visitar a mi sangre, después de todo, sois lo único que tengo -dice algo apenado, ya que era la única excusa que podía dar -tan solo que… creo que debería de hablar sobre su hijo -su rostro se volvió serio, asustando a la mujer que tenía delante -siéntate y relájate, no os haré nada, y mucho menos a Michael -sonríe bajando la cabeza a lo que la mujer se relaja algo, pero sigue con sus dudas. -Entiendo que acaba de iniciar su vida adulta, pero he visto sus andadas y como el dinero que yo os ofrezco lo malgasta en sus más obscenos deseos, haciendo apenar más que nadie a la família Black.

- Si desea… -Christopher posa una mano sobre la mano de Katrina, quién al notar su delicado y suave tacto, siente una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, haciendo que este sufra un pequeño escalofrío.

- Katrina, te lo vuelvo a repetir, no pienso hacerle daño a nadie de esta família, puedes estar tranquila -le besa el anillo que posee en su dedo anular, que fue puesto en el momento de su boda, de la boda que él mismo se encargó. - Katrina, mi pequeña descendiente, quisiera pedirle que me ofrezca a su hijo como el futuro dueño de todas mis empresas ya que yo… -traga saliva - es posible que no viva para siempre, y he de enseñar a todo hombre posible de esta família como es el trabajo en el que me encuentro y como ha de tratar a las personas, aunque probablemente haya escogido el caso más inapropiado… -se sincera con su nieta.

- Yo… no sé qué decir Christopher, puedo entender que tú no has escoger vivir así, de esta manera. Pero temo a que Michael…

- Michael no sufrirá las mismas consecuencias, no dejaré que viva en un eterno infierno, él merece vivir una vida tranquila como tu marido y tú. -Suelta un silencioso suspiro, que es casi imperceptible para la persona que se encuentra frente a él. -No necesito una respuesta inmediata, Michael aún tiene veinte años…

- ¡Acepto! -dice ella intranquila -pero con una condición, quiero que por lo menos cada año pase las Navidades con nosotros.

Con aquél consentimiento por parte de su nieta, sonríe para sus adentros y decide levantarse para salir de aquél lugar. Pero ve que su decisión ha sido demasiado apresurada, ya que en ese momento ve entrar a Michael con una mujer, probablemente una puta. Aunque su comportamiento no tiende a ser tan agresivo, pero aquello lo saca que quicio en tan solo unos segundos. Camina hacia Michael y lo atrae hacia él dejando a la mujer petrificada. Michael trata de zafarse del abrazo, aunque muy en su interior no siente la necesidad de hacerlo, probablemente es la necesidad de mantener su hombría firme.

- Supongo Michael, que debería irme, creo que tienes asuntos pendientes en tu família…

Christopher la observa detalladamente, parece una dama hecha y derecha. Pero quién diría que Michael ha tenido una novia decente en su vida, así que no se fía de aquella mujer ni ninguna de las que ha aparecido a su lado. Con tan solo una mirada, Christopher hace que la mujer se vaya de la casa y con un miedo en su rostro indescriptible.

- Michael… Christopher… -Katrina, por su parte, no sabía a quién dirigirse primero para aclarar cualquier duda de aquellos dos seres que ahora lucían molestos por el otro.

- Michael, a partir de hoy, vivirás y estudiarás conmigo, en mi mansión. Tu comportamiento en tus últimos dos años ha sido realmente desagradable, y el único remedio que le he puesto es que en los próximos años, serás tú quién se encargue de mis negocios, o por lo menos, una parte de ellos. Eres el causante de algunos destrozos del negocio de la família Black, así que a partir de ahora, irás reparándolo día sí y otro día también -con aquello, la madre de Michael, ya no tuvo remedio que callar y seguir con la faena que antes de la llegada de Christopher realizaba.

- Yo no he destrozado nada, ni siquiera sé quién eres y qué haces en esta casa - miró al alto hombre de enfrente de él, de alguna manera le sorprendía su excesiva tez blanca y sus ojos le recordaban al collar que él siempre portaba encima.

- ¿Y nunca te has preguntado sobre la procedencia de tus ingresos mensuales? Soy de ahora en adelante tu tutor legal, no es de gran importancia quién sea -dice el mayor algo apenado porque éste no recuerde quién es, pero el menor no se da cuenta, ya que contiene una rabia importante que decide ocultar por ahora

- De acuerdo señor…

- Black -dice Christopher con autonomía.

La tarde y noche ha transcurrido de manera lenta y pesada para aquellos dos hombres que ahora restan sentados uno frente a otro mientras cenan. El menor de los dos se cuestiona la razón del por qué el mayor no ha tocado la comida y tan solo ha tomado de su copa de vino. Mientras este se cuestiona todo aquello y va probando la comida de su plato, la cual le parece realmente exquisita, el mayor lo observa detenidamente y le parece una escena realmente aterradora. Entre el menor y él hay una distancia de cinco metros, y lo peor de todo, es que este último no se ha dado cuenta de un detalle importante, el hecho de tener la comida en la mesa no lo hace más humano.

- Michael, tenemos que hablar, pero prométeme que no te irás corriendo de esta sala. Si no es así tendré que forzarte a quedarte de manera más agresiva -dice tranquilamente, terminando su copa de sangre, cosa que el menor aparentaba no tener idea.

- Dígame Señor Black -Christopher, quien divertido por como se expresa Michael, trata de decir las cosas lo más suave posible. Pero antes de que nada suceda, decide acercarse hacia el menor.

- Llámame Christopher a partir de ahora, después de todo, llevamos la misma sangre -sonríe Christopher. Agarra el mentón del menor para proseguir con su conversación -digamos que soy alguien a quien tu no deberías de conocer, ya que en estos momentos yo debería de estar muerto -en este momento, sus rostros se encontraban a escasos centímetros a lo que el mayor le sonrió mostrándole aquellos afilados colmillos.

Curiosamente el menor no movió ni un dedo, y su respiración no ha cambiado, no siente una mínima presencia de nerviosismo. Christopher está gratamente sorprendido por aquél pequeño, que ahora lo mira con estupefacción.

Michael, sin sentir ningún tipo de verguenza, acerca el dedo hacia los colmillos del mayor y lo roza, haciendo estremecer al mayor.

- ¡Que son de verdad, joder! -se aparta, cayendo de la silla, haciendo reir al mayor -¿Acaso eres… un vampiro?

- Supongo que así es -Christopher ayudó a Michael a levantarse

- He de temerle ¿cierto? -aquél joven no hacía más que sorprender al mayor, ya que nadie había actuado con tanta seguridad ante él sabiendo lo que es.

- No lo creo, solo podrás temerme cuando en vez de solucionar tus negocios los hundas, ahí tu vida habrá acabado, te haré recuperar cada centavo del que has malgastado en aquellas putas tan preciosas que traías a la casa que yo os había comprado. Y créeme, sé cada centavo que has gastado, conozco cada una de tus acciones efectuadas a lo largo de tu vida, y no te conviene hacer cualquier trastada aquí o si no sufrirás las consecuencias. -En este preciso momento Christopher lucia más serio de lo normal, Michael trató de actuar tranquilo e intentó calmar al mayor de la sala

- Oye viejo, no te me pongas así, no voy a hacer nada, estoy en deuda contigo. Es más, no entiendo por qué tantas formalidades si vivimos en el siglo veintiuno, es como si tuvieras cientos de años.

- Acompáñame

El menor, siguió algo nervioso al mayor. Mientras caminaban hacia el lugar que el mayor tenía tantas ganas de mostrar, el menor empezó a analizarlo físicamente, realmente aquél hombre lucía como un vampiro: cabellos negros, alargados (probablemente no se los haya cortado desde hace años) y muy cuidados, su tez es tan blanca como la nieve (una posible exageración del menor, pero así lo sentía él), unos ojos de un color rojizo y con un toque anaranjado en su iris que lo extrañaba, ya que a los vampiros solo se les describe con el iris totalmente rojo sangre. Se da cuenta que los rasgos de Christopher, no se diferencian mucho de los suyos, sus ojos rasgados y nariz fina los declaran família de sangre, aunque los labios del mayor, por lo menos a lo que refiere el labio inferior, es algo más grueso que el del menor. Mientras Michael pensaba en todo aquello, se dio cuenta de que se estaba tocando su propio labio inferior, en cuanto se dio cuenta la retiró.

- Aquí es -dice Christopher con una mirada que no mostraba tanta ilusión como aparentaba al principio, más bien parecía una sonrisa de un sabor más bien amargo, triste… -sé que son muchos y te vas a sorprender un poco, pero la cantidad de libros que hay aquí, son los años que he pasado viviendo en la Tierra que tu hoy en día ves.

El menor entró dentro la sala, admirando la cantidad de libretas que había en aquella sala. Algunas parecían tan antiguas que Michael no sabía siquiera si podian ser tocados o con el simple tacto se desharán. Encima de la mesa del no tan pequeño estudio, había una libreta, la cual supuso que era la última que el mayor usaba, ya que estaba prácticamente nueva. No temió lo que le pasaría al tocarla, así que con confianza, dio varios pasos hasta alcanzar la libreta, esta no estaba cerrada y antes de que el mayor consiguiera llegar hacia él y cerrarla consiguió leer la última frase.

- “Soy una alma desdichada, condenada a vivir una eternidad junto a la soledad.” -susurra el menor. Antes de decir nada, observa la tapa de la libreta, donde hay escrito “Diario número 300”. -Cuantos años… exactamente tienes.

- Solo recuerdo que cuando mi memoria empezó a fallar sobre viejos recuerdos empecé a escribir, pero sin duda sé que son más de trescientos años.

- ¿Cuántas generaciones? -el mayor empezó a contar mentalmente

- Deduzco que unas cinco o seis -Christopher agacha la cabeza, apenado.

Algo que el mayor no notó, fue el cálido abrazo que le proporcionó el menor.

Tiempo había transcurrido desde el último abrazo que le habían ofrecido a Christopher Black, quizá hace cien, doscientos años… No fue nadie de su familia, sino su última amada, al dar su último abrazo de despedida, ya que esta llegaba al fin de sus días. El hombre que ahora sentía los brazos de aquél pequeño niño macabro, se había dejado llevar por el momento y había soltado toda su angustia. Michael sintió por primera vez realmente impotente, ya que usaba el dinero del ahora ya conocido dueño de este para ayudar a los más pobres, aunque realmente lo hacía tan a escondidas que probablemente Christopher habrá imaginado que lo malgastaba en putas y bebidas.

- ¿Porque nunca has convertido a nadie en una especie como la tuya? -dice Michael, observando con sus ojos cristalinos, que brillaban más de lo normal, lo que indicaba un futuro lagrimeo.

- Porque no quiero que nadie sufra como yo, no quiero esta eternidad en nadie más, no solo por mi propio placer

- ¿Y si alguien aceptara pasar su eternidad con la tuya? ¿Qué dirías sobre eso? -el pequeño acercó su rostro hacia el del mayor -¿Qué dirías si yo, Michael Black, aceptara ayudarte en tu empresa por el resto de mi eternidad?

- No podría aceptarlo, le he prometido a tu madre no hacerte daño.

- No me harás daño, me harás dichoso haciéndote dichoso a ti por tener a alguien a tu lado.

El mayor de los dos por un impulso casi incontrolable, dio un paso hacia adelante y acortó la poca distancia que quedaba entre aquellas dos almas que, hasta ese momento, vivieron desdichadas, hasta conocer el uno al otro.

Aunque por sorpresa del pequeño y por la sensación de una nueva experiencia, no se ha negado a ella, aunque a su parecer, el amor entre hombres era una simple malformación cerebral, un simple deseo de experimentar. Pero aquél beso, fue la sensación más pura y sensacional que sintió en toda su vida.

Un cuerpo contra cuerpo lucía aquel cuadro de sensaciones, uno de los corazones latía más apasionadamente que el otro. Aunque uno de ellos, dejaba de latir simplemente, su vida perdía el poder en el mundo de los humanos, o eso es lo que el pequeño sentía, su respiración debido al intenso beso, dejo de funcionar. En cuanto el mayor se da cuenta de que este es el primer beso que el menor da, y que ha dejado de respirar debido a su falta de experiencia, se aparta de él para dejar que su cuerpo, aunque involuntariamente (cosa que le pareció extraño) comenzara a respirar nuevamente.

- ¿Qué hacías entonces con esas mujeres?

- Eran amigas... -susurró Michael -solo pretendía ayudarlas.

- Idiota…

Christopher agarró a Michael en brazos y lo llevó a su nueva habitación. La habitación lucia muy limpia y moderna, hecha expresamente para Michael, para que este no se sintiera distanciado de aquello que veía anteriormente.

Antes de dejar a Michael descansando en su cuarto, Christopher depositó un tierno beso en la frente del menor, mostrando un extraño afecto hacia ese ser que ahora yacia mas que dormido en aquella enorme cama, donde probablemente cabría el cuerpo del mayor.

      

 

Notas finales:

No sé qué les habrá parecido, pero creo que puse harto sentimiento en este capitulo y tratare de seguir asi para los proximos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).