Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una mirada dice más que mil palabras. por Quijano

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, pues lo prometido es deuda. No esperaba encontrarme con diez reviews, creí que sería más tardado el poder recibir un poquito de aceptación, pero la sorpresa que me llevé hoy al entrar y revisarlo.

Como sabrán muchos, esta semana ha sido muy ajetreada por la guerra que mantenemos en el grupo, y, honestamente, aunque debería estar preparando unas cuántas cosas para el día de mañana, decidí darme una pausa y actualizar a modo de distracción después de un buen rato trabajando en las cosas del grupo.

Ahora sí, dejaré este capítulo y me iré lentamente a dormir porque mañana arderá troya muajajaja...

La presencia de Naruto en la casa Uchiha parecía ser inexistente. Mientras que Fugaku siempre estaba en el trabajo, o encerrado en su despacho fingiendo trabajar; Sasuke permanecía encerrado en su habitación. No tenía un ápice de hambre, y mucho menos tenía deseos de salir a perder el tiempo con el rubio. Naruto, por su parte, comenzaba a aprender su camino por la casa desconocida. Preparaba sus alimentos y lavaba lo que utilizaba justo después, únicamente porque la vergüenza de dejar sucia una cocina ajena le podía más que la pereza.

 

El primer día del ciclo escolar, Fugaku obligó a Sasuke a cumplir con el pacto que había hecho en su nombre, haciendo que el agua y el aceite caminaran juntos al colegio que no estaba a más de veinte minutos a pie.

 

-       Tú padre es un hombre muy ocupado, ¿siempre está trabajando? – inquirió curioso Naruto.

-       Nada que te interese.

-       ¿Es por eso que eres tan amargado?

 

Sasuke dejó ese comentario irse con el viento. No le apetecía comenzar el día con una pelea. Hacía mucho tiempo que ya no discutía con su padre como para empezar de nuevo y con un desconocido. En ese momento un pensamiento cruzó su mente como un relámpago. No había discutido con su padre sobre la decisión que había tomado sin consultarlo, ni por educación. Tenía que demostrar su insatisfacción con la situación que vivía en ese momento.

 

-       ¿Lo ves? Esa cara de arrugado que te cargas no desaparece ni al estar en silencio.

-       Y aun así es peor cuando estás hablando.

-       ¿Siempre tienes que ser un imbécil?

-       ¿Cómo me llamaste? – la paciencia de Sasuke se agotaba con cada palabra que salía de esa boca. No importaba que su voz fuera dulce a sus oídos, o que sus ojos hubieran conseguido su atención en segundos, sencillamente no podía consentir el cómo había conocido al rubio, o lo que siguió después.

-       No me conoces. No te he hecho nada para que me trates como lo que pisaste con la suela de tus zapatos, y de todas maneras me tratas así.

-       ¿Esperabas un trato especial porque mi padre lo dijo? – el tono mordaz que Sasuke empleó no pasó desapercibido por Naruto.

-       ¡No tengo idea de lo que estás hablando! – replicó el moreno. –. Pero no me cambies el tema, Sasuke, ¿por qué me tratas así?

-       Tu presencia me irrita. – la severidad en la voz de Sasuke fue evidente. Ni siquiera el despistado de Naruto podría haberla dejado pasar.

 

Naruto únicamente contuvo todo lo que quería decir. Quería insultar al moreno como jamás lo habían hecho antes. Quería irse de ahí, alejarse. Todavía no podía creer que su familia hubiese considerado esa ridícula propuesta de tener un chaperón de su edad, y que, además, era un verdadero dolor de cabeza. No. Era peor que eso. ¡Era como si lo hubieran pateado en los testículos!

 

Sasuke también se percató de la reacción que tuvo el rubio a sus palabras. Verlo así, tan ofendido por alguien que no conocía, lo hacía despreciarlo aún más. ¿A quién mierda le importaba lo que el resto de la gente pensara? Ciertamente a su padre. Y más concretamente, a su hermano. Pero él no. Él era diferente al resto de su familia, y de eso estaba seguro.

 

En la preparatoria los alumnos se habían habituado rápidamente a verlos siempre juntos. Y aunque no faltaban los rumores acerca de una posible relación, o, quizás, que fuesen familia en secreto, Sasuke seguía reacio a acercarse a más de dos metros al rubio.

En el aula se sentaban separados, a un extremo del otro. En las áreas comunes siempre se evitaban. En clase de gimnasia sencillamente hacían equipo con otras personas. Incluso Sasuke.

 

-       El rarito no deja de mirarte, Sasuke. – avisó un chico de cabellera blanca y ojos violetas. Tenía un rostro viril, pero delicado, y una actitud de los mil demonios.

-       Cállate, Suigetsu.

 

Suigetsu era el único amigo que Sasuke tenía. Aunque tampoco estaba correctamente empleada la palabra amigo. Mejor dicho, Suigetsu era la única persona en todo el colegio que soportaba los malos tratos del pelinegro. Ambos eran engreídos y antisociales por igual. Su odio por todo aquel que los rodeaba era casi del mismo tamaño, por lo que habían aprendido a tolerar la presencia del otro con algo de tiempo y muchas contestaciones sarcásticas de ambas partes.

 

-       Yo solo recalco lo obvio, Sasuke.

-       Hmp. – esa expresión era propia de Sasuke. Casi patentada. La utilizaba en cualquier momento posible, y solo servía para expresar su desinterés.

-       Ya, en serio, ¿qué se traen ustedes dos? Porque los rumores se extienden rápidamente. Cada vez más gente cree que están saliendo, pero vamos… ¡velo! Es extraño, un fenómeno en esta escuela. Es notoriamente de menor estatus social, por no mencionar que no es especialmente bueno en sus calificaciones. ¿Qué demonios hace alguien como él aquí? – ese acento despectivo resonó por toda el aula. Todos escucharon aquella pobre y cruda descripción de Naruto. Y todos entendieron que se trataba del rubio.

 

Sasuke, en lugar de responder a semejante burla con más ofensas hacia el aludido, se limitó a mirar en dirección al asiento que este ocupaba, al igual que todos. Naruto estaba rojo del coraje, conteniendo lágrimas furiosas que amenazaban por salir. No podía comprometer a su padre, y mucho menos al Sr. Fugaku, quiénes se habían jugado más que su reputación al conseguir su admisión a un colegio de élite como ese. De él podrían despotricar libremente, él no respondería. No haría que ese esfuerzo fuera en vano. Pero ni siquiera semejante orgullo era suficiente para evitar que comentarios tan crueles, pero realistas, dañaran sus sentimientos.

Naruto, en completo silencio, salió del salón dirigiéndose al sanitario, donde podría desahogar un par de lágrimas y, quizás, algunas groserías por lo bajo. Sasuke, por otro lado, sonrió ladinamente. Habían dado en el clavo. Sin saber los detalles de la admisión de Naruto ahí, sabía que no encajaba, y no lo haría. Él no tendría que molestarse en alejar a Naruto. Naruto se alejaría de él cuando se diera cuenta que nadie ahí aceptaría a alguien que provenía de un mundo tan diferente del que lo rodeaba.

 

-       Está vez te excediste, Suigetsu. – declaró una voz femenina. Una chica se puso de pie para que todos pudieran ver quién había hablado. Rubia con la melena a la cintura, con un cuerpo bien formado y proporcionado, ojos verdes y piel blanca, tan blanca que luciría pálida si no fuera por el rubor que meticulosamente retocaba cada hora para lucir unas mejillas sonrosadas siempre.

-       ¿A ti qué te importa, Ino? – atacó Suigetsu sonriendo con sorna. –. ¿O acaso te interesa juntarte con ese? – nuevamente despreció a Naruto con solo pensarlo.

-       No importa de qué núcleo familiar provengas, Suigetsu – replicó la rubia con tenacidad. –, jamás serás uno de nosotros tampoco.

 

Suigetsu guardó silencio, pero mantuvo la sonrisa. Aquello era cierto. En aquel mundo donde las apariencias son más fuertes que lo demás, había reglas. Una de ellas era ser recatado, discreto con tus opiniones sobre el resto. Podías expresarlas, sí, en el sitio adecuado y el momento preciso. Un lugar donde fuera un chisme, no una exhibición de poderío. Y Suigetsu lo sabía.

Sasuke disimuló una risa por lo bajo. Él sabía cómo comportarse socialmente. Lo había aprendido nada más nacer. No tenía amigos, porque eso implicaba conocer su verdadero ser, pero claro que tenía influencia en aquella escuela. Todos querían rodearse de lo mejor, y él era lo mejor que había ahí. Todas las mujeres lo perseguían. Todos los hombres lo envidiaban. Era cortante y ligeramente grosero cuando podía darse el lujo de serlo. Cuando no, él era todo un caballero al responder. Y ahora mismo tenía más de una mirada posada sobre él. Esperando su opinión sobre las acciones de su amigo.

 

-       La discreción no es su fuerte, Ino. Entiéndelo. – pidió Sasuke casi de manera atenta. Internamente no podía dejar de reír por las verdades que el peliblanco había dicho.

-       Esa no es ninguna excusa para su comportamiento – defendió un chico en esta ocasión. Un pelirrojo de ojos aguamarina. Sus facciones eran igual de delicadas y finas que las de Ino. –. Poco podría interesarme lo que tú, o tu amigo piensen del chico nuevo, pero al menos podrías enseñarle como expresarse en público.

-       No hagamos de este pequeño incidente algo más grave – replicó Sasuke con una sonrisa fingida. –. Solo ha sido un pequeño tropiezo en las habilidades sociales de Suigetsu. Estoy seguro que no volverá a suceder.

 

Sasuke le lanzó una mirada a Suigetsu, como si lo estuviera reprimiendo. Todos en el aula comprendieron que de eso se trataba, menos el ojivioleta. Él entendió de manera más personal la situación. Sasuke no lo regañaba. Lo estaba premiando. Asintió ocultando la ligera emoción que sentía al verse apoyado por quien consideraba su amigo.

 

-       Me disculparé personalmente con él. – finalizó Suigetsu.

-       ¿Lo ven? Solo teníamos que señalarle lo malo de sus acciones. – aclaró Sasuke para brindarle calma al resto de los alumnos.

 

Ino los miró un poco escéptica a la disculpa del culpable y salió del aula para buscar a Naruto. Gaara sencillamente guardó silencio y ocupó su lugar nuevamente.

 

-       No puedes hacer escenas así, imbécil. Me pones en la mira de todos. Lo odio. – avisó Sasuke en un murmullo.

-       Pero te ha encantado ver al fenómeno al punto del llanto. – replicó astutamente el otro en una burla.

-       Pero eso queda entre nosotros – avisó Sasuke con sorna. –. Como todo lo demás.

-       Bien – accedió finalmente Suigetsu. –. Ahora, ¿me explicarás porqué te sigue a todas partes como si fuese un perrito faldero?

-       Su padre y el mío son amigos. Le estamos haciendo un favor a su familia. No a él.

-       ¿Y crees que lo haya malinterpretado? Porque me da mal rollo que siempre esté contigo, siendo él tan… él.

-       No durará mucho, Suigetsu. Ya lo has visto. No soporta el rechazo colectivo. Y aquí no hay lugar para gente como él. – Suigetsu sonrió ampliamente al escuchar a su amigo referirse al rubio con tanto desdén.

 

.

.

.

 

Por la noche, y antes de que Sasuke se dispusiera a dormir, escuchó que Naruto deambulaba por la casa, terminando de recorrer los recovecos que albergaba. Cuando por fin terminó con su labor, escuchó cuando se encerró en la habitación que su padre le había prestado, y esperó. Al cabo de unos minutos decidió salir a buscar algo de beber, pues había olvidado subir su acostumbrado vaso de agua de cada noche y no quería encontrarse con aquel responsable de sus cambios de humor tan radicales.

Pasó cerca de la habitación del rubio y escuchó un suave, pero adolorido sollozo. Supuso que se debería a lo ocurrido esa mañana en el salón de clases, por lo que decidió ignorar el hecho y continuar con su tarea.

Se sentía orgulloso, aunque él no había hecho nada en particular, pero se sentía bien saber que tan pronto como sus padres volvieran, el rubio desaparecería de su casa, y, muy probablemente, de su vida por completo. Con aquella sonrisa de satisfacción que recorría todo su rostro regresó a su recámara con el aclamado vaso de agua y se recostó para prepararse a recibir el sueño.

Antes de conseguir marcharse con Morfeo, escuchó unos pasos intentar acallar su propio ruido. El peso y el ritmo del movimiento delataron al autor. Su hermano había regresado de unas merecidas vacaciones que se habían demorado un mes completo. Se preguntaba qué reacción tendría al encontrarse con un extraño en su casa, ocupando una alcoba, con sus pertenencias inundando un espacio que no era suyo, y sonrío. Si bien él podía ser prepotente y grosero, y su hermano más educado y serio, bien sabía que el carácter que el mayor ocultaba era de temerse. Y encontrar a un chico desconocido en la que era su habitación hasta antes de que esta decisión fuese tomada, sin previo aviso, o su consentimiento, podría volver loco a su hermano. Y se moría de ganas por ver qué sería de esa situación al día siguiente, cuando Itachi, su hermano, confrontara a su padre de la manera debida.

Y eso apenas estaba dando comienzo.

Notas finales:

Listo, ya he hecho mi parte, ahora les toca a ustedes. Me sorprendió también darme cuenta que sí leyeron esta parte, ¡fue increíble!

Ahora mismo no podré contestar reviews, ya que, como les he comentado, estoy muy ocupada y cansada, pero mañana por la noche espero tener un ratito como este para poder responderlos todos.

Por si alguien aquí lee esto y forma parte del grupo de facebook, déjenme decirles una cosa rápidamente... No importa lo que suceda en un rato más, quién gane o pierda, ¡Arriba #TeamFantasmitas!

Y, como último paso, haré lo mismo que en el capítulo anterior. Dejaré la actualización un tiempo aquí arriba a ver cómo reaccionan a ella, y volveré en un par de semanas a revisar. Si hay ocho reviews nuevos para ese día, ese mismo día actualizo, y sino, bueno, nada, esperaré un poquito más.

Aclaración: la condición de los reviews no implica que si no se alcanzan los reviews en algún punto quiere decir que dejaré la historia olvidada, solo es para la velocidad de la actualización. Soy estudiante y vivo estresada y ocupada todo el día, todos los días, así que me toma mucho tiempo poder escribir para que las cosas queden como me gustan. Es solo eso. 

 

Sin más que agregar... Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).