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Mejor Amigo por Arale Hiwatari

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Notas del fanfic:

 

Bueno, lo prometido es deuda y aunque sé que me falta mucho para poder escribir correctamente de esta pareja, espero que a Nyu Oz Leonhart; fiel amante del AoKa, le guste y sea de su agrado, ya que especialmente, va dedicado a ella. De igual manera, a aquellos que se arriesguen a leerlo, espero que les guste y si gustan, me dejen un comentario.

Notas del capitulo:

 

 

 

 

Las rupturas amorosas siempre son difíciles y aun mas complicado, superarlas; no importa si tienes una semana, un mes o 10 años con la persona, siempre hay momentos, recuerdos, palabras o hasta canciones, que te hacen pensar en esa ella. Pero justo como Aomine acababa de experimentar, después de 5 años de relación, un compromiso de por medio y miles de recuerdos almacenados y expresados en fotos, videos, regalos, viajes y un sinfín de cosas más, era extremadamente difícil creer que algún día podría superarlo, que una mañana despertaría y simplemente los recuerdos de Kise Ryouta no estarían ahí.

 

La ventaja de Aomine Daiki: un joven detective que había empezado desde abajo, siendo un simple oficial patrullero; pero que con sus habilidades y destrezas pudo subir poco a poco hasta llegar al puesto que hoy ocupaba, era tener a su mejor amigo, Kagami Taiga, un chef también joven; ambos contaban con solo 27 años, que, con su manera de ser, alegre y despreocupada, lo ayudaba a vivir su día a día después de semejante dolor. Con su ayuda, Aomine sonreía con sinceridad, visualizaba su vida sin el rubio y, sin tener muy en claro el porqué, se daba cuenta que tal vez y solo tal vez, la vida no sería tan difícil sin Kise, pues Kagami, era lo único constante y cálido en su vida. Ellos dos eran tan similares y tan diferentes al mismo tiempo, que creaban una armonía única en su relación amistosa. Ambos disfrutaban del basket, de las películas de acción y los videojuegos, cuando pasaban tiempo juntos, no sabían que podía pasar, pero sin duda, jamás era aburrido.

Justo como hoy, una tarde de invierno en la que habían coincidido sus descansos y estaban por ver una película que no habían podido ir a ver al cine…

-      Oe, Kagami, ¿Qué es eso? – preguntó el moreno al ver un tazón de palomitas, rollos de sushi y una gran variedad de botanas

-      Mm… ¿comida? – respondió el pelirrojo – por favor Ahomine, no me digas que no tienes hambre, luego te estas quejando de que unas simples palomitas, no te llenan – dijo burlón

-      Pues sí, pero es demasiado… - tomo un rollo y lo comió – pero bueno, anda, trae las cervezas para ya darle play –

-      Si, si, ya voy – fue al refrigerador y saco un six de cervezas, de los cinco que tenia ahí, ya que como dijimos, nunca se sabía en qué pararían esos dos.

La película transcurrió sin complicaciones, las bandejas de comida quedaban lentamente solas, al igual que se acumulaban las botellas de cerveza vacías y de vez en cuando, se escuchaban sus comentarios respecto a alguna escena. Para cuando la película acabo, ya no quedaba ni una sola bebida y Aomine se estiro en sofá…

-      Vaya, estuvo buena la película, gran elección Kagami – alabó

-      Claro, pero ya no hay bebidas, ¿quieres más? Para ir a comprar – se puso de pie y comenzó a recoger la mesita de centro de la sala

-      Mm, si no mal recuerdo, la ultima vez que bebimos, quedo por ahí la mitad de una botella de whisky, ¿Qué tal si nos la terminamos? Así no tienes que salir con este clima –

-      ¿Te preocupas por mi Ahomine? Qué lindo – se río el pelirrojo – Bien, de hecho, tengo agua mineral y todo lo necesario… deja lo traigo – camino con las cosas a la cocina, las cuales dejo en el fregador y busco todo. Cuando lo encontró, volvió a la sala – Listo, anda… - sirvió dos vasos y le entrego uno a su amigo – Salud… por que este año Dios se apiade de ti y te quite lo bruto… ja ja ja –

-      Muy gracioso Kagami – chocaron los vasos – y por que a ti te quite lo bakagami… - ambos rieron y siguieron bebiendo, pusieron un canal de videos musicales y platicaron de cosas triviales. Se hizo mas tarde y una ligera nevada azoto el lugar. Cuando Aomine se despedía, el otro lo detuvo

-      No creo que sea buena idea que te vayas así Aomine, mejor pasa la noche aquí y mañana te vas – sugirió. Lo cual no fue bien recibido por Aomine; no porque no quisiera, sino que, con alcohol en su sistema, era mas propenso a recordar a Kise, quien le decía lo mismo cada que iba a su casa y bebían

-      Estoy bien Kagami… tsk… te pareces a él –

-      ¡Hey!, lo digo en serio Aomine, no es bueno que manejes en este estado y mas aun con las carreteras llenas de nieve – lo entendía, sabia bien por lo que su amigo pasaba, así que no podía molestarse con él

-      Ya te dije que estoy bien… nos vemos Kagami – y tomo su chamarra con la intención de salir, solo que Kagami se adelanto y se puso frente a la puerta para bloquearle el paso

-      Aomine, hablo en serio, no puedes manejar así – se plantó firme y Aomine, así como estaba, solo atino a acorralarlo contra la pared, sosteniéndolo del cuello de su playera

-      ¡¡¿Te crees mi madre o que bakagami?!! Hazte a un lado, tú no eres nadie para decirme que hacer – le dijo alterado

-      ¡Ya sé que no soy nadie imbécil, pero tampoco puedo dejar que vayas y te estrelles por ahí, no seas terco y…! - pero las palabras se quedaron ahogadas en su garganta al sentir los labios del moreno sobre los suyos.

 

**********

 

A ver, recapitulemos, Aomine y Kagami habían sido amigos desde la secundaria, jugaron basket en el mismo equipo y; aunque en la preparatoria se separaron y fueron rivales, su amistad se mantuvo intacta. Fueron a la misma universidad, aunque en carreras distintas y al graduarse, siguieron como siempre ¿Entonces como llegamos a esto? Pues bien, puede que para Aomine solo haya sido eso, una gran y profunda amistad lo que lo unía a Kagami, pero para el otro, se trataba del mas grande amor de su vida; porque sí, Kagami había estado enamorado de Aomine desde que se separaron en la preparatoria. Con la amargura de la separación y con la nostalgia de los recuerdos, descubrió sus propios sentimientos y a pesar de que le podía callar todo lo que sentía, prefirió poner en primera instancia su amistad. Pero una parte de aquella barrera cayó cuando Aomine le confeso que era gay y que, además, le había pedido al chico que le gustaba salir con él. Como podremos imaginar, aquel joven era Kise Ryouta, quien apenas despegaba en su carrera de modelaje y además era compañero de equipo de Aomine. Pero como Kagami siempre tuvo tendencias a ser quien se sacrificara por los demás, solo le quedo felicitarlo y desearle suerte, aunque es misma noche se quebrara en la soledad de su cuarto, aunque por dentro sintiera que el alma se le quebraba y el corazón se le paralizara solo de imaginar a alguien mas junto a su “amigo”.

El tiempo paso y con una sonrisa siempre disfrazó su amargura, con algún chiste siempre oculto su dolor y siempre desvió su mirada cuando le tocaba salir con la feliz pareja. Apoyo a Aomine en todo, incluso cuando le pidió de favor organizar una comida en el departamento del moreno, ya que esa noche, justo un mes después de su ascenso en la policía, le pediría a Kise que se casara con él. Kagami llegó puntual y sin queja ni demora, dejo lista una cena romántica para dos personas, aunque aquel día también, había sido la primera vez que se emborrachara en una cantina y, a la mañana siguiente, se descubriera siendo buscado por un preocupado Aomine en un callejón, tirado y en deplorable estado, justo como su corazón. Ninguno toco el tema y Kagami se lo agradeció en silencio.

 

Y después de cinco años en aquella situación, un Aomine totalmente ebrio llego a la puerta de Kagami. Eran las 3 am y Kagami juró que mataría a quien tocaba su puerta con semejante escándalo. Pero todo reclamo e instinto asesino cesó al ver de quien se trataba y mas aun al ver; algo que solo había visto una sola vez en los ojos azul eléctrico de su amigo: lagrimas, Aomine solo había llorado la muerte de su padre y de ahí en más, jamás lo volvió a ver con una expresión tan amarga y de derrota, hasta ahora. Lo hizo pasar y le ayudo a acomodarse en el cuarto de invitados, se sentó en la cama y escucho lo que había pasado, le palmeo la espalda y, cuando se disponía dejarlo para que descansara, Aomine lo atrajo a su cuerpo y lo abrazo con fuerza y ternura a la vez

-      Tú eres lo único bueno en mi vida bakagami, eres el único que sin importar qué, estas ahí para mí, con tu deliciosa comida y tus estúpidas sonrisas… ¿Por qué no me enamoré de ti? – le dijo en tono de reproche al final. Kagami sintió su corazón dar un salto, pero decidió no hacer demasiado caso de las palabras de alguien que había bebido como si no hubiera un mañana. Lo separo de él, tratando de no ser tan brusco

-      Si, si, lo sé… ahora duerme y descansa, mañana estarás con una cruda que ni tú te aguantaras – pero cuando se iba a poner de pie, fue jalado hasta quedar debajo del fornido cuerpo moreno que, para ese entonces, solo traía puesto el pantalón

-      Hablo en serio Kagami… ¿Por qué no puede amarme alguien como tú? – lo miro fijo, con sus ojos azules brillando debido a las lagrimas contenidas. Y Kagami supo que se iba a arrepentir por lo que iba a hacer, pero sería su última oportunidad de estar entre los brazos de quien más amaba; así que tomó sus mejillas y lo acerco para susurrar sobre sus labios

-      Pero yo sí que te amo, idiota – Y unió sus labios en un apasionado beso, que no tardo mucho en ser correspondido

 

No hubo palabras lindas, no hubo caricias sutiles ni susurros amorosos, lo único que había era fuego, fuego consumiendo todo a su paso, fuego liberando un amor contenido por años y fuego liberador. No hubo necesidad de ser suaves, ambos se conocían y sabían lo que podían aguantar; Aomine por primera vez no se molesto en detalles como el preparar a su pareja, tener cuidado de no dejar marcas o en susurrar siempre cuanto lo amaba, cosas que había tenido que aprender a hacer por Kise, pero con Kagami, el pudo ser libre, ser él mismo y dejar que toda su pasión se desbordara. Tuvo que compararlos, entre su poca lucidez, supo ver que la piel de Kagami reaccionaba a sus caricias rudas, reconoció que los gemidos y gruñidos del pelirrojo sonaban más sinceros y reales, no como si estuviera en una mala película porno  o estuviera compitiendo con alguien más, reconoció que los arañazos que hacían arder su espalda, lo ponían mas duro de ser posible y que sus cuerpos; firmes, musculosos, bronceados por el sol y algo callosos en algunos puntos, encajaban mejor que cuando tocaba aquella piel suave y cremosa por tantos tratamientos a los que era sometida.

 

Por su parte Kagami, que era el mas lúcido de los dos, estaba en pleno conflicto: Por una lado, sentía un increíble placer al ser tomado por quien fuera su primer y único amor, pero por el otro, su corazón lloraba amargamente al saber que solo era producto del alcohol en el sistema del otro, que esto jamás hubiera pasado si ambos hubieran estado consientes y, sobre todo, sentía que había fallado como amigo al aprovechar un momento de vulnerabilidad por parte de este. Se sentía pésimo, pero también, escuchaba como todo alrededor de ellos desaparecía, nada importaba ahora, solo le bastaba con escuchar los gemidos roncos de Aomine, el chapoteo acuoso de sus testículos chocar en su trasero, los rechinidos de la cama y el de su propio corazón al latir tan desbocado. Ahí, en ese cuarto, en esa cama, las circunstancias ya no importaban, lo único que quedaba era el placer y el deseo que consumía a ambos, ya no había amistad, ya no había compromiso roto, ya no había dolor; solo quedaban ellos dos y sus irrefutables ganas de sentirse amados.  

 

A la mañana siguiente, Kagami fue quien despertó primero, con un ardor en el trasero y agotado como si hubiera corrido un maratón. Se levanto y después de asegurar que Aomine no se cayera de la cama, fue a su habitación por ropa para ir y darse una ducha, creyendo que así podría lavar las marcas que había en su piel y, sobre todo, intentar lavar su conciencia que le atormentaba de nuevo. Después de hacer aquello y arreglarse, comenzó a preparar el desayuno y a preguntarse cómo abordarían el tema cuando el otro despertara. Grande fue su sorpresa cuando Aomine apareció en la cocina, sin rastros de recordar la noche anterior y siendo el mismo conchudo que se paseaba por su casa en bolas; a lo cual, solo pudo enviarlo a ponerse ropa y aprovechar esos minutos para calmar su agitado corazón y resignarse a que ese olvido, era su penitencia por aprovechado. Todo transcurrió con aparente normalidad ese día; Aomine siguió deprimido por su ruptura con Kise y Kagami estuvo ahí para apoyarlo, después, la rutina se instaló de nuevo en su vida, hasta llegar al momento que dejamos atrás.

 

**********

 

-      ¡¿Por qué hiciste eso Aomine?! – pregunto Kagami agitado cuando logro sacar fuerzas y apartarlo de un empujón

-      ¿Por qué? ¿En verdad me lo preguntas? No tienes vergüenza Taiga – Ok, eso era preocupante, Aomine solo lo llamaba por su nombre cundo verdaderamente estaba enojado

-      ¡No sé de que hablas Ahomine! ¿Tanto alcohol te afecto las neuronas? Estas delirando, ¿Ahora entiendes porque no quiero que manajes? Así que ve y… - un golpe con el puño, justo al lado de su rostro, dado en la puerta, lo silenció

-      Cállate Taiga, solo cállate… solo quería ver si de nueva cuenta ibas a aprovechar mi estado etílico para poder besarme y hacer demás cosas conmigo… - observo los ojos rojos abrirse con sorpresa, en señal de que realmente estaba sorprendido - ¿Creíste que no recordaba? ¿Qué no me había dado cuenta de que estuve contigo hace un par de meses? Soy idiota Kagami, pero nunca he sido un patán… - el pelirrojo movía sus labios como queriendo hablar, pero nada salía de sus labios - ¿Por qué Taiga? ¿Por qué no mencionar nada? –

-      Y todavía lo preguntas… - suspiro derrotado el y apartó la mano para poder caminar y darle la espalda al otro - ¿Qué querías que te dijera? “Hey Aomine, anoche follamos, me aproveche de que estabas borracho y estúpidamente adolorido y decidí que tener sexo serviría para animarte, no te molesta, ¿Verdad?”. Obvio que no tenía nada que decir, tú no recordaste al día siguiente y supe que ese era mi castigo, que esa noche…  - suspiro – quedaría solo en mis recuerdos, para echarme en cara siempre, lo mal amigo que me porte – Aomine escucho estupefacto todo, no podía creer que todo fuera así, no cuando lo que mayormente recordaba, fueron las primeras palabras de Kagami, palabras que sonaban tan claras y sinceras en su mente y en su corazón

-      ¿Y fue así Kagami? ¿Solo te aprovechaste? Lo que me dijiste, lo que escuche al inicio de todo fue… ¿Mentira? – lo tomo de un hombro y lo hizo girar para que lo mirara a los ojos – “Pero yo sí te amo, idiota” ¿Son palabras alteradas por mi mente embotada de alcohol? Porque son las palabras mas sinceras que he escuchado en mi vida… - le sonrió con aquella sonrisa que a Kagami tanto le gustaba, una sonrisa que rayaba en lo egoísta, llena de soberbia y, sin embargo, tan sincera

-      ¿Cómo es que, hasta ahora, recuerdas? ¿Por qué me dices esto ahorita? – Kagami lo miro con verdadera duda y pesar reflejado en su rostro, un rostro que Aomine había aprendido a conocer y madurar con los años, un rostro que no importaba que, siempre era fácil de leer, pues sus sentimientos siempre se reflejaban sinceros en el

-      Porque creí que había sido una mala jugada de mi mente, creí que en ese momento, me sentía con tantas ganas de ser amado, que mi único escape fue imaginarme amado por la única persona que ha sido todo para mí, que ha sido mi amigo, mi hermano y hasta mi rival; creí que era un pendejo por pensar en eso, qué solo a mí, un Ahomine como dices, se le ocurriría dañar así una amistad tan valiosa… pero con el paso de los días, todo se iba aclarando más y más, y cada noche esas imágenes, de tu cuerpo sudado, tus labios rojos e hinchados y tu expresión al llegar al orgasmo, por dios, me hacían despertar mas duro que el ver los pechos de Mai-chan al desnudo… y entonces, después de una práctica, Imayoshi me dijo: “Vaya nochecita que te aventaste Aomine, después de tanto y aun se notan los aruños en tu espalda”. Supe que no se podían tratar de algo provocado por Kise, con él ya tenia casi dos meses, antes de terminar, que no lo tocaba y entonces, todo se aclaró, mis sueños, o lo que yo creía sueños, no lo eran, había pasado, me había acostado contigo… pero tú actuabas tan normal, que aun así estuve dudando… hasta hoy… que al probar tus labios… - mismos que acarició con su pulgar – me di cuenta que realmente ya los había probado antes. ¿Por qué callar Kagami? ¿Por qué no decirme lo que sentías?... aunque yo también fui un imbécil, se supone que soy tu mejor amigo, debí de haberme dado cuenta… diablos… me siento como una mierda… te invitaba a salir con nosotros, te pedí que cocinaras la cena de nuestro compromiso y te hice ir a ver trajes conmigo… soy el peor bruto de la historia – dijo totalmente arrepentido, mortalmente herido de darse cuenta cuanto le había fallado a su amigo de toda la vida. Pero para su sorpresa, Kagami le dio un fuerte zape y lo miro molesto

-      No digas eso, aquí el único que fallo fui yo… yo y mis malditos sentimientos que nunca debieron salir a la luz, sentimientos que al final solo provocaron que me aprovechara de mi mejor amigo, sentimientos que hasta ahora, mírate, solo han conseguido hacerte daño… no te arrepientas de nada, porque todo eso que dices, yo lo hice con verdadero gusto, para mí, nada fue un error y lo volvería hacer, si con eso obtengo que seas feliz… Daiki, eres y siempre serás mi mejor amigo… - dio dos pasos hacia atrás, alejándose – pero entiendo si después de esto, ya no vuelves a hablarme y te pido disculpas por todo y espe… - pero dedos morenos pellizcaron su boca

-      Bakagami, siempre serás un bakagami… ¿Crees que, si me molestara, te habría dicho todo lo anterior? Creí que me conocías mejor que nadie… - lo abrazo, no un abrazo dulce ni cariñoso, sino fuerte y posesivo, como él era – Pero para que te entre en ese minúsculo cerebro que tienes, te lo explicare: Quería la verdad porque me interesa corresponder a tus sentimientos, ya te lo dije, jamás escuche que alguien me dijera que me ama con tanto fervor como tú, jamás hacer el amor se había sentido tan bien como hacerlo contigo, joder, ya te dije que lo prefiero más que a Mai-chan… - como respuesta, recibió un golpe en sus costillas – Taiga… - dijo con voz calmada – Tú sabes de lo que vengo saliendo, sabes que no fue sencillo superarlo pero, quiero intentarlo, quiero hacerlo y que mejor si es contigo, que mejor si es con la persona que me conoce, que sabe mis virtudes y mi millón de defectos… Taiga… sabes que perfecto no soy, de hecho no se ni como he logrado decir todo esto pero… ¿Quieres intentarlo? Iremos despacio, pasito a pasito y después, ya veremos qué pasa – lo miro a los ojos y aguardo su respuesta. Y obviamente no hubo lágrimas, no hubo abrazos y besos cariños ni tampoco un sinfín de palabras melosas, la única respuesta fue:

-      Si me eres infiel Daiki, te corto las bolas y se las doy a los perros ¿estamos? – y sonrió de aquella manera tan sincera, y un tanto boba como Aomine solía decir, pero que esta vez, le pareció la sonrisa mas bella que hubiera visto

-      Estamos – No es necesario relatar lo que les costo aceptarse en el sentido romántico de una relación, lo que batallaron a la hora de decidir quien era el dominante; porque obviamente con el carácter que se cargaban, eso no estaba dado por sentado, ni que hablar de su manera de festejar sus aniversarios, jugando videojuegos en vez de una cena, bebiendo y comiendo hasta atragantarse en vez de comer hipócritamente poco para quedar bien, porque así eran ellos, así se conocieron, así se aceptaron y así se amaban.

 

No es fácil superar una ruptura, no es fácil imaginar a alguien después de aquella persona que significo tanto para ti, pero tal como Aomine descubrió, puede ser que haya alguien dispuesto a intentarlo, alguien que se arriesgue a recoger los pedazos de tu herido corazón, trozos compuestos por recuerdos y vivencias pero que te ayude a mirarlos de manera diferente y sobre todo, a crear nuevos. Y si vuelves a fallar, si te vuelven a lastimar y a herir, que importa, porque amar, amar no es para quien no quiere sufrir, sino para quien es valiente y se arriesga.

 

**********

 

“Mucho amor germina en la casualidad; tened siempre dispuesto el anzuelo, y en el sitio que menos lo esperáis encontraréis pesca.”

 (Ovidio)

Notas finales:

Muchas gracias por leer


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