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Territorio Absoluto por sawako1827

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Notas del fanfic:

Los personajes de Haikyuu no me pertenecen. Todos los derechos a Haruichi Furudate

Notas del capitulo:

Este es un OS especialmente creado para el intercambio del grupo de WhatsApp "BokuAka KuroTsukki". Y está dedicado a Nova22 (AY) BlueNova (WP)

Es uno de esos días en los que se mantiene sentado fijando su vista a la nada y pensando en cualquier cosa. Su mente divaga, porque el profesor explica un tema que ya ha repasado, y al parecer al pobre viejo se le ha olvidado revisar su planificación.

 

Es entonces que mueve su visión hacia la ventana y se deleita en recorrer el patio con el movimiento de sus pupilas. A lo lejos, el gimnasio lo llamaba para entrenar, incitandolo a saltarse la clase de matemáticas solo para sentir el balón ser golpeado con la palma de su mano.

 

Y no falta mucho para ese hecho, solo una hora más y sería libre de gráficos lineales y parábolas.

 

Es ese tiempo restante que utiliza para analizar el murmullo de sus compañeros de atrás, conversando de comics americanos y películas porno. Desde superhéroes con alta tecnología hasta fetiches raros. Nunca se había interesado en esa clase de conversaciones con sus compañeros de salón, pero el escucharlos solo afirmaba su teoría sobre la idiotez adolescente.

 

Aún así le fue imposible no haberse fijado en un término especial que surgió de la nada misma, como un comentario al pasar pero que retuvo por el significado que engloba.

 

“Territorio absoluto”

 

—¿Cuál crees que es el territorio de Ayanami? —Murmuraba el compañero que tenía justo detrás. —Su cuello es tan sexi, pero siempre lleva un pañuelo.

 

—Te dan ganas de arrancarle ese pedazo de tela con los dientes. ¿Verdad? Por eso es su territorio.

 

—Totalmente.

 

Al escuchar eso decidió, entonces, ignorar aquella conversación de adolescente pubers y fijar su vista de nuevo al frente. No se dejaría llevar por aquellos fetiches mundanos.

 

Pero ahora era imposible porque aquello le hizo pensar en una persona a la que la frase “Territorio absoluto” le queda como anillo al dedo.

 

“Si le queda, pero no te sumerjas más en eso”, pensó y trató de convencer para sí mismo.

 

****

—¡¡Hey, hey, hey. Kuroo!! —Exclamó el hebras plateadas, entrando frenéticamente por la puerta de su gimnasio.

 

“Cierto, la práctica conjunta”. Pensó, e inmediatamente concluyó que aquello era un gran, gran inconveniente. “Tenía que pasar justamente hoy…”

 

Porque lo que restaba aquella clase Kuroo divagó en diferentes territorios, en distintas personas. Pero la primer opción y la que quedó palpitante allí en su mente, fue ese estúpido espacio apenas visible entre el short de entrenamiento y la rodillera larga que Bokuto usaba frecuentemente.

 

E intentó con todas sus fuerzas olvidar aquello, porque Bokuto era su amigo. ¿Como podria verlo si de repente despertara en él algún interés sexual? Y para colmo, de una zona en especial que catalogaba como erógena.

 

“No, no, no. Cálmate Kuroo” Se repetia constantemente. “Recuerda a la chica sexi de la clase 3” Ya para ese punto, masajeaba sus sienes con los dedos para “disolver” cualquier imagen que los muslos de Bokuto podrían traerle.

 

Pero de nada servía si aquel a quien intentaba “olvidar” seguía corriendo por ahi frente suyo. Saltando para rematar, luciendo sus entrenadas piernas bañadas en sudor.

 

Otra cachetada interna. De nuevo dejó fluir su mente hacia caminos indebidos. Sin embargo, temía que estos fueran sin retorno.

 

El entrenamiento terminó y cuando el equipo invitado se retiraba, sus ojos aun seguían clavados en las piernas de su amigo. Supuso que para calmarse, le vendría bien una ducha bien fría. Y en su casa, sumergirse en cubitos de hielo.

 

Así que fue el primero en correr hacia las duchas y que por favor, el agua helada se lleve sus pervertidas ideas por la rejilla. Asunto que evidentemente no sucedió.

 

****

Ya después de su baño relajante como el invierno, fue directamente a acostarse y dormir. Rogaba de diferentes formas para que aquellas fantasías no se aparezcan en sueños y, si tenía suerte, mañana el asunto quedaría zanjado. Como si todo hubiera sido una mala jugada de su propia mente.

 

Enterró su cabeza entre la almohada sosteniendola con sus manos -su forma tan característica de dormir- y cerró los ojos con fuerza, obligándose a sí mismo a caer rendido ante el cansancio del día.

 

Pero su cuerpo no parecía escuchar sus propios deseos, negándose de cierta forma al alivio del descanso. Empezó a dar vueltas, cambiar de posición y contar ovejitas, mas, el sueño no parecía querer aparecer.

 

Y de repente fue el incesante sonido del despertador quien lo sacó a la fuerza del mundo surrealista de los sueños. Se había quedado dormido en algún momento de la madrugada, a sabiendas de que tampoco descansó demasiado debido a su estado de ensoñación, incapaz de hacerlo reaccionar.

 

Sin embargo había una parte de su cuerpo que si había reaccionado.

 

—Tiene que ser una broma. —Levantó las sábanas dirigiendo su confusa mirada a su propia entrepierna abultada y húmeda. Y soltando un suspiro cargado de frustración llevó sus manos a escarbar debajo de sus pantalones y ropa interior.

 

Empezando a rozar aquella zona de manera lenta al principio y luego, tomándola y rodeándola con sus dos manos después. Tirando de su propio miembro, comenzó a masajearlo también. Su mente estaba nublada, sucumbida al pequeño placer mañanero que su cuerpo había pedido con urgencia. Y por ello es que en su cabeza, imagenes de un par de piernas cubiertas por gruesas y apretadas rodilleras, empezaron a proyectarse.

 

Y acabó. Acabó pensando en Bokuto. En su mejor amigo. En sus piernas y en su territorio absoluto.

 

Abrió los ojos grandemente y miró sus manos impregnadas de su propio semen, y si no fuera porque ambas estaban manchadas, las habría llevado a su rostro para cubrirlo por la vergüenza.

 

****

De ese tipo de situaciones, siguieron repitiendose en reiteradas ocasiones. Kuroo pensaba que definitivamente eso estaba mal. Pero a medida que pasaba el tiempo, su cuerpo seguía anhelandolo cada vez más. Disfrutandolo con solo el placer visual que le proporcionaban los entrenamientos en conjunto.

 

Sabia de sobremanera que sus pensamientos no eran correctos, pero era su instinto, y pelear contra él se estaba volviendo una tarea imposible.

 

—¡Kuroo! Ven a mi casa hoy, tengo el número de una nueva pizzería que hace pizzas por metro. ¡¡Por metro Kuroo!! —Bokuto lo zarandeaba agarrandole un brazo, lo miraba con una sonrisa ancha y ojos brillantes. Y es aquella mirada que lo hacía sentir más culpable de su pecaminoso y oscuro deseo.

 

—Pues pidamos tres metros amigo. —Respondió antes del “alarido” de victoria por parte del de hebras bicolor. —Dios, dame fuerzas. —Se dijo a sí mismo y en voz baja.

 

****

Durante el camino a casa, estuvo todo el tiempo mentalizandose para no arruinar nada. Repitiendose palabras como “cálmate Kuroo” o “piensa en algo feo”. El otro simplemente parloteaba a viva voz mientras caminaba, ajeno totalmente al caos que era su mente. Y simplemente no podía estar más agradecido por eso.

 

Más tarde, la reunión transcurría normal, porque dejó liberar y encaminar su mente en los videojuegos y la enorme pizza sin terminar que yacía a su lado.

 

—¡Y entonces Akaashi la levantó para Konoha! ¡No para mí! En verdad me enojé mucho esa vez. Y Akaashe solo decía que tenía todos los bloqueadores de mi lado. ¡Pero él sabe que eso no me detiene!

 

—Bokuto… estaban jugando contra el equipo con mejores bloqueadores de la zona. ¡Claro que te detendrían!

 

—¡Claro que no!

 

—Claro que sí.

 

—Ahhhgg Kuroo idiota. —Al final el de peinado de búho terminó enfurruñandose, yendo a su cama para tirarse cual reina del drama y lamentarse en voz baja, dándole la espalda a su amigo.

 

—Haz lo que quieras. —Dijo soltando un suspiro, bebiendo un poco de su gaseosa. Miró la pantalla del televisor que solo emitía un color plano de color azul, con la palabra “vídeo” en color verde.

 

Quedó absorto un rato ante esa “programación”. Y luego miró a Bokuto de reojo, cerciorándose de si se le había pasado el enojo o no, cosa que al verlo dedujo que no se le había pasado nada.

 

“Estúpido búho” pensó. Llevando su completa atención al cuerpo de su amigo.

 

Pero el hacer eso era, simplemente un error. Porque verlo le recordaba cosas. Y esas cosas eran las que, precisamente, se había abstenido de recordarlas.

 

Que horrible momento eligió para hacerlo.

 

“Estúpido yo” pensó ahora.

 

Y aquello le fue inevitable, era un adolescente con las hormonas alborotadas, después de todo. Claro que no podía evitarlo, siendo que tenía al causante de sus últimas masturbaciones, justo frente suyo. Sus piernas comenzaron a moverse en pequeños y rápidos movimientos, como si fuera un tic nervioso o ansioso. Mordió su labio inferior e intentó calmarse nuevamente.

 

“Está tan cerca y a la vez tan lejos”. Quería extender su mano y alcanzarlo, tocarlo y por fin saber lo que se sentía el tacto de aquel anhelo. “No, no puedo” se reprimía, porque era indebido, porque era su amigo.

 

Pero las imágenes en su mente eran más fuertes, hacían reaccionar su cuerpo mucho más de lo esperado. Y el saber que lo tenía tan a su alcance fue la gota que rebalsó el vaso.

 

Se sentía como si de pronto se hubiera embriagado, con la temperatura corporal subiendo súbitamente y un deseo palpitante cada vez más irrefrenable.

Literalmente, se levantó dirigiéndose a la cama tirándose sobre el cuerpo de Bokuto, llevando sus manos a sus piernas a una velocidad increíble.

 

—Perdóname, pero por favor déjame hacerlo. —El contrario no emitió sonido alguno como respuesta, solo su dorada mirada siguiendo sus movimientos. Parecía en shock. Pero aquel silencio era lo único que necesitaba para seguir en su tarea.

 

“Solo esa parte, nada más” Pensaba mientras que, con manos temblorosas, quitaba con lentitud el pantalón gris del uniforme.

 

Y entonces por fin las contempló. Aquellas piernas totalmente descubiertas, sin rodilleras ni ropa de entrenamiento de por medio. Solo piel y carne inundaba su visión.

 

No pudo evitar lamerse un poco los labios, conteniendo su propio salivar porque el solo mirarlo se le hacía agua la boca. Así que no tardó en cumplir por fin su profundo deseo. Comenzando a acariciar suavemente los muslos de Bokuto, quien, saliendo un poco del trance, tenia el rojo carmín y ojos sorprendidos adornando levemente su rostro.

 

Kuroo apretaba y masajeaba aquella porción de piel tersa, prestando atención también en los gestos de su compañero, quien solo entrecerraba los ojos. Debía admitir que por dentro sentía algo de temor, además, Bokuto estaba anormalmente callado ¿No debería hablar o expresarse un poco más?

 

Dejó salir un pequeño suspiro, quizás lo que hacía no le provocaba nada, ni cosquillas, así que definitivamente lo solucionaria. Y para eso inmediatamente llevó su boca al muslo expuesto, clavando sus dedos en el otro, ejerciendo un empuje para que abriera las piernas un poco.

 

Así, comenzó a lamer. A pasar su lengua por aquella parte que tanto anhelaba y lo había hecho enloquecer. Utilizaba sus dientes, también, dejando su marca allí como si estuviera marcando territorio.

 

No se entendia ni a sí mismo, pero siguió con su tarea porque ¿Porqué se sentía tan extremadamente bien?

 

Así que siguió chupando y succionando los muslos internos. Agradeciendo a cada dios y santo que se le cruzara por la mente, por haberle dado la oportunidad de probar semejante elixir. Su boca ya empezaba a cansarse, por lo que se detuvo un segundo, admirando el desastre que había hecho. Aquel trozo de muslo de su amigo ya lucia rojizo y hasta levemente morado, con saliva escurriendo por el costado.

 

—Kuroo… —Susurró el contrario con la respiración agitada y palabras trabadas. Bokuto llevó una de sus manos al rostro del pelinegro, estampando con urgencia ambos labios en un beso demandante. No tardó en introducir su lengua en el agujero bucal del de Nekoma, dejando que ambos músculos de carne danzaran en forma circular.

 

Ambos sentían una nube de tormenta dentro de sus mentes, borroneando cualquier sentido de la razón, dejándose llevar por el éxtasis de la situación.

 

Se separaron en cuanto sus pulmones les reclamaban oxígeno para sobrevivir. Dejando un camino de pequeño y delgado hilo de saliva que todavía los conectaba.

 

Bokuto sonrió divertido, por fin. Robándole a Kuroo una mueca de sorpresa.

 

—¿Porque esa parte? ¿Eh, Tetsurou-kun? —El de orbes doradas se acomodó mejor en la cama, dejando que el pelinegro lo hiciera arriba suyo. —No sabía que tenías fetiches. —Dijo sonriendo aun mas.

 

—Podría decirse… que si lo es. —Murmuró Kuroo. —Lo escuche una vez, sobre el territorio absoluto en una persona. —Empezó a hablar casi en voz baja, dándose cuenta de lo estúpido que se escuchaba. Pero se sentía tan avergonzado que llevó sus manos a la cara. —¡¡Ahhg no te burles de mi!!

 

—No me burlo de ti. —Bokuto cambió su semblante a uno serio de repente. —De hecho yo también tengo uno de esos contigo.

 

—¿Uno de esos?

 

—Si, si. —Dijo sonriendo nuevamente.

 

—Y… ¿Cuál es?

 

El de cabellos bicolor transformó su sonrisa en una más juguetona y llevó sus manos a los glúteos de Kuroo, apretandolos fuertemente.

 

—Son muy redondos, en verdad.

 

—B-Bokuto, espera.

 

—¿Qué? Tu chupaste mi muslo interno, tengo derecho a hacer esto. —Relamió sus labios con suma notoriedad, arrancándole un sonrojo a Kuroo quien apoyó sus manos en el amplio torso ajeno. Mordió sus labios, deleitandose con los jadeos que salían de la boca del pelinegro.

 

Kuroo no aguantó más y se agachó para alcanzar la boca ajena con la propia y besarla nuevamente. Hundiéndose en un beso húmedo y ruidoso de líquido bucal. Bokuto siguió masajeando y estirando el trasero entrenado de su amigo, dejándose llevar, provocando que se despierte en él una parte de su cuerpo.

 

Salieron una par de gruñidos de la boca del bicolor al sentir que no era el único erecto. Rompió el beso llevando ahora su boca para besar y succionar el cuello del otro, apretando aún más las esponjosidades que tenía en sus manos para que la pelvis del pelinegro se apegara aún más a la propia.  

 

Y de la boca de Kuroo salió el primer jadeo sonoro, haciendo que Bokuto sonriera con algo de victoria.

 

—Eso se oyó tan lindo.

 

—Ca-callate… —Kuroo mordió sus labios, porque aquel trozo ajeno de carne dura se sentia tan grande y caliente que prácticamente lo estaba llevando al cielo con solo friccionarse contra él.

 

Quería sentirlo aún más, de la forma más directa posible. Ya no podía aguantar la ropa entrometiendose entre ellos. Y por eso, llevó una de sus manos al boxer de Bokuto, tironeando del elástico de éste; y con la otra, a sus propios pantalones para desabrocharlos y quitar absolutamente todo.

 

Bokuto vió lo que el pelinegro quería lograr así que lo ayudó a que se desnudase, por lo menos, de la cintura para abajo. El peligris llevó nuevamente sus manos al trasero ajeno, ahora desnudo, debia admitir que se sentía tan suave y cremoso que incluso podría ahogarse en él; y no le molestaria en lo absoluto.

 

Kuroo tomó con sus manos ambos falos y comenzó a masturbarlos. Comenzó lento, acompañandolo con movimientos leves de su cadera; y luego sus manos subian y bajaban con velocidad alrededor de ambos troncos.

 

Se besaron de nuevo, ahogando sus jadeos y gemidos en la boca del otro y que los suspiros se entierren en la garganta ajena.

 

El sudor brotaba de a gotas grandes, tornando la unión de cuerpos en una característica resbalosa. El vaivén y la fricción tomaba velocidad y la mente de ambos comenzó a verse nublada y blanca.

 

Sintiéndose cada vez más cerca del climax, Kuroo apretó ambos glandes y Bokuto abrió y separó los glúteos para rozar con su dedo la entrada del pelinegro, quien gimió apretando su garganta, sintiendo por fin aquellas sensaciones de electricidad recorriendo su columna. Acabando en el torso del de ojos dorados.

 

Bokuto siguió rozándose con dependencia, buscando cada vez más presión o simplemente más. Los músculos de sus piernas se contraían en pequeños espasmos y cerrando sus ojos, acabó por fin; liberándose de todo con un gemido gutural cerca del oído de Kuroo.

 

Ambos jadeaban profundamente, intentando recuperar el aire que perdieron en cantidades, debido al calor intenso de sus cuerpos. Las gotas de sudor resbalaban por ambos, haciendose resplandecer con la luz artificial de la habitación.

 

—Ohh… wow. Eso fue… intenso. —Susurraba Bokuto aún con el vaivén de su pecho profundamente marcado.

 

—Lo fue, en verdad… —Kuroo respondía en las mismas condiciones que su amigo. Dejó reposar su cuerpo sobre el del más grande, apoyando su rostro en el pecho.

 

—Hey, Kuroo. ¿Esto quiere decir que ya somos pareja?

 

Kuroo ahogó un jadeo de sorpresa ante la incredulidad de la pregunta.

 

—¿Qué dices? Claro que no.

 

—¿Ehhhh? ¿Porqué no? —Preguntaba Bokuto con un deje de tristeza en su voz.

 

—Tienes que invitarme a una cita primero. —Dijo Kuroo frunciendo sus labios en una mueca.

 

—Oh, ya veo. Tiene sentido. —Contestó llevando una mano a su mentón. —De acuerdo, salgamos mañana. ¡No! Mejor, salgamos ahora.

 

—Eres un idiota.—-Rió levemente mientras tomaba un almohadón y lo golpeaba en la cara. —Tú solo quieres hacerlo de nuevo.

 

—Noo… bueno sí, un poquito. —Dijo haciendo un puchero. Kuroo lo miró detenidamente y sin poder resistirse, besó aquella mueca infantil.

 

—Eres una bestia energética. No tienes remedio.

 

—Tu territorio abs.. a… esa cosa. Me encanta, no es mi culpa que la lleves adornandote todo el tiempo.

 

—Disculpa, pero nací y crecí con ello.

 

—Me siento bendecido. —Cerró los ojos juntando sus manos en forma de rezo, como si le estuviera agradeciendo al cielo quién sabe qué. —Andaaa. ¿Segundo round?

 

Kuroo lo miró con el entrecejo levemente fruncido y al final termino suspirando con cansancio.

 

—De acuerdo, en verdad no tienes remedio.

 

Bokuto lo estrechó en sus brazos con fuerza y le dió al pelinegro un sonoro beso en la mejilla.

 

—¡¡Eres el mejor!!

 

—Lo sé, lo sé. —Llevó sus manos al rostro ajeno y besó la comisura de su boca. —Sé gentil, Koutarou-kun. —Le nombraba con un tono de broma.

 

—Jamás podría hacerte daño, Tetsurou-kun. —Respondió de la misma forma para invertir posiciones, dejando al pelinegro abajo y abrazarlo fuertemente de nuevo.

 

Entonces comenzaron con sus juegos -para nada infantiles- nuevamente, hasta que ambos reaccionaron ante la realidad, dándose cuenta que en verdad no sabían como proseguir.

 

—Mejor investiguemos primero. —Analizó Kuroo, enfriando su cabeza.

 

—Si… —Respondió, dejando ese asunto a un lado, por el momento. —¿Sale partida de FIFA?

 

—Sale partida de FIFA.

 


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