Libre. Estaba en caída libre. Sentía un ardor insoportable en su espalda, pero no sabía a qué se debía; además, atravezaba las nubes cayendo en picada, rumbo a la Tierra. Gritaba, gritaba con todo lo que sus cuerdas vocales le permitían, pero nadie acudía a su rescate. Entonces, giró su vista a la derecha y divisó unas alas negras, oscuras como la noche, y un par de garras que se dirigían a él.
--¡NO! ¡Ayuda! ¡¡AYÚDENME!! --gritó, despertándose de golpe.
No podía salir del trance, gritando desesperado para que alguien lo rescatara. Su hermano mayor se levantó y corrió a su cama para aarrullarlo en sus brazos.
--Despierta. ¡Kookie, despierta! ¡¡Sólo es un sueño!! --gritó el mayor, de nombre Jimin.
El aludido pareció calmarse, despertando al fin. Sus negros cabellos estaban pegados a la frente, empapados de sudor; su respiración se fue calmando poco a poco, mientras sus ojos veían preocupados alrededor.
--Y-yo estaba... cayendo... --balbuceó Jungkook mientras abrazó a Jimin, su hermano adoptivo--. La sensación de terror, de que moriré, no se va --lloró.
--Si hubiese alguna manera de evitar que tengas pesadillas o de tenerlas por ti, lo haría --susurró. Kook negó con la cabeza.
--Sé que son sólo sueños, hermano --dijo, dedicándole una tierna sonrisa--. Tú la pasas peor viendo cosas del más allá estando despierto.
Jimin no dijo nada, pero silenciosamente se metió en la cama del menor, durmiéndose juntos casi al instante. Los dos, junto a Jin, fueron dejados hace catorce años en las puertas de aquel orfanato a sólo unos días de haber nacido. Los tres chicos resultaban un misterio para todos allí, y entre ellos mismos también porque tenían "habilidades" extrañas, así que habían optado por permanecer juntos.
A la mañana siguiente, los tres chicos se dirigieron a la escuela. Les quedaba cerca del orfanato, así que solían caminar. Ese día estaba bastante nublado, lo que incitaba a la pereza extrema. Jimin, de cabellera rubia, caminaba todavía medio dormido. Jungkook iba detrás de él, recargando su frente en la espalda de su hermano. Jin iba atrás, observándolos para que esos torpes no se fuesen a tropezar, mientras comía un delicioso sandwich de atún.
--Veo espíritus desde que salimos de casa --se quejó Jimin, mietras soltaba un largo y perezoso bostezo. El bostezo se le contagió a sus dos hermanos--. Sé que no les gusta que lo mencione, pero nunca había visto tantos juntos.
--¿Cómo son? --cuestionó Jungkook. Empezó a caminar de forma normal, tomando curiosidad en el tema--. Nunca nos has dicho cómo lucen los espíritus que ves.
Los tres chicos se detuvieron en el paso peatonal, esperando que el semáforo cambiara de rojo a verde. Una pequeña multitud se formó junto a ellos. Jin le dio otro mordisco a su delicioso sándwich pos-desayuno.
--Son raros --contestó el de cabellos rubios. El semáforo cambió de color y continuaron su caminata--. Algunos se ven como personas normales, pero carecen de color. Parecieran estar tristes todo el tiempo, me dan lástima... Otros son blancos, como brillantes, parecieran ángeles --suspiró--. Pero ninguno de esos tipos de espíritus son los que he estado viendo hoy.
--¿Oh? ¿Entonces qué clase has visto, hermanito? --preguntó un curioso Jungkook.
Jimin se tomó un tiempo para responder, observando detenidamente a su alrededor. Sus hermanos lo imitaron, como intentando ver lo que Jimin veía. Tras unos minutos por fin atravezaron las puertas del instituto; habían llegado quince minutos antes, como de costumbre.
--Los que he visto son como sombras sólidas. Oscuras, me causan miedo. Parecieran personas atormentadas, me dan una mala espina --susurró, mirando con miedo el reloj gigante que quedaba en la parte superior de la pared de la escuela.
--No es por añadir leña al fuego --comentó Jin. Había terminado al fin su sándwich--, pero hablando de mala espina... Llevo toda la semana con una horrible sensación en el pecho.
Los tres hermanos se miraron sorprendidos, sabiendo en silencio lo que eso significaba: estaba por ocurrir una tragedia. Del algún modo, Jin siempre sabía cuando algo malo estaba por suceder, o cuando una persona tenía buenas o malas intenciones. Raras veces había fallado. Unido a eso, Jimin podía ver seres del más allá y Jungkook tenía horribles pesadillas, tocándole a él la peor parte.
Pero los tres siempre tenían estos sucesos a la vez, nunca por separado.
En cuanto llegaron al salón se les acercó una Rosé muy sonriente. Le dio un tierno beso en la mejila a los tres y se sentó junto a Jimin.
--¡Mis nenes! ¿Escucharon las noticias? --preguntó ansiosa.
--Nop --respondió Jimin mientras sacaba su celular; entró a Twitter para ver si había rumores al respecto.
--Se pronostican tormentas.
--¿Tormentas? --preguntó Kook un poco preocupado--. No estamos en temporada ni de lluvias, no tiene sentido.
--Según Twitter es verdad, habrá lluvias fuertes y posibles tormentas --afirmó Min.
--¡No tiene sentido! --Exclamó Jin--. A menos que...
Kook y Jin se miraron entre ellos, para luego pasar a ver a Jimin. El chico de cabellos rubios se había perdido de la conversación, completamente absorto en algo que resultaba invisible para los ojos de los demás. Para sus ojos, sin embargo, era tan claro como la luz: cuatro de esos espíritus negros lo miraban fijamente.
Eso nunca le había pasado.
Normalmente, algunos espíritus se le acercaban como si él fuera una especie de imán. A veces los veía molestando a sus hermanos, pero desistían rápido porque ellos no podían verlos. Lo extraño de esto era que nunca había visto más de dos espíritus negros juntos, pero ahora estaba viendo cuatro. Y los cuatro lo miraban fijamente a él, estáticos desde la puerta del salón.
Algo estaba definitivamente mal con Seúl aquel día, y eso comenzaba a aterrarlo.
Lo que no podía imaginar Jimin, ni sus hermanos con sus "dones", era que los espíritus negros estaban alborotados por tres nuevas presencias en la ciudad: tres demonios dispuestos a devolverlos al inframundo pero, además, dispuestos a llevarse con ellos a tres inocentes ángeles.
Los espíritus negros seguían a los ángeles porque ellos eran luz, pero también les advertían.
Les advertían que tres de los seis príncipes infernales, hijos del propio Satán, venían a causar un terrible caos en la ciudad.
Pero ya que los pobres ángeles no sabían lo que realmente eran, estaban desamparados.
Y jodidos.