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Tenshi no Shinden (extra) por Hokuto

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Notas del capitulo:

NDH: esto es un extra post-Tenshi no Shinden, quería escribir algo en disculpas por tardar tanto con Tokyo Tower, y ya de paso hacer algo con motivo a las fiestas XD

 

Pueden leerlo aunque no hayan leído Tenshi, en realidad me gustaría saber que pueden interpretar de todo esto.

 

Si bien nunca nombro la palabra navidad o fin de año, este extra trata de una de las dos celebraciones (elijan la que quieran jajajaja).

 

No los culpo si no entienden mucho, el final de Tenshi fue un poco ambiguo y esto también lo es. Pero si comprendieron bien la historia, adelante.

 

Feliz año nuevo!!!!

 

HOKUTO

 

PD: Les dejo un dibujo de navidad de mis personajes!!!! http://www.deviantart.com/deviation/45295240/

 

 

 

 

TENSHI NO SHINDEN

 

Capítulo Extra

 

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Saiki salió al patio del colegio al que había vuelto a asistir. El predio abierto consistía en una zona rectangular con piso empedrado, rodeado por una galería techada cuyas arcadas realizaban sus descargas en columnas de orden compuesto. Se sentó en uno de los bancos de madera bajo la galería para protegerse del sol. Se quitó la corbata en escocés verde y dejando el primer botón de su camisa blanca desprendido, echó un poco la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

 

Sintió el bullicio de los alumnos que también salían de clase, y de aquellos que correteaban por el patio creyéndose todavía en primaria. Intentó ignorar los sonidos, uno a uno los fue extinguiendo.

 

-Kaze.

 

Otra vez permitió aquel nombre salir de sus propios labios. Era como la forma de recordarse porqué estaba ahí ahora… porqué tenía que soportar de nuevo su vida normal, y las razones que lo mantenían con cordura… Si es que aún quedaba algo de la misma en él.

 

Presintiendo la llegada de la misma tristeza que siempre lo invadía, tomó su portafolio y caminó rápidamente por el corredor con la cabeza baja. Tenía que salir del colegio cuanto antes. No podía permitir que nadie lo viera así.

 

“Cada momento feliz, cada recuerdo que tengo contigo me duele. Porque sé que no ha sido real. Porque sé que solo son parte de un sueño… Porque seguramente tu olvides todas y cada una de estas plumas, cuando abras los ojos.

 

Quiero verte de nuevo, en esta realidad. Pero me da miedo. Quién serás ahora? Quien serás cuando despiertes? No lo sé… no lo sé… pero más allá de todo, espero que seas la persona a la que quiero…

 

Aunque solo cargues con el recuerdo del chico que conociste en el cementerio… con el que cruzaste pocas palabras… con aquel del que te despediste sin saber que no ibas a volver…

 

Estoy solo ahora… y eso me conduce a hacer cosas desesperadas… No quiero verte! No quiero verte Kaze! Porque sé que no debo hacerlo. Sé que una fugaz felicidad contigo significa una angustia eterna, horas y días, meses que no pasan al ritmo que yo quisiera.”

 

Su larga caminata sin rumbo lo había llevado al término de la zona céntrica de la ciudad y ante él se erguía un monumento alto y sombrío ubicado en la plaza que remataba la avenida principal.  Saiki elevó su mirada para observar la piedra tallada y sus ojos reflejaron el celeste del cielo.

 

“Dije que te esperaría… pero ya no sé si podré cumplirlo. La desesperación me invade a cada paso… cada vez que me acerco a ti. No lo soporto… quiero estar contigo, quiero ver de nuevo esa sonrisa que me dejaste ver aquel día, cuando nos despedimos, cuando pensé que sería la última vez que nos veríamos.”

 

Caminó hacia el hospital de rica construcción Neoclásica. Su gran escalinata de mármol estaba llamándolo, absorbiéndolo, arrastrándolo hacia su interior. Saiki ya no opuso más resistencia.

 

“Y hoy estoy de nuevo recurriendo a esto… la única forma de verte auque sea un sueño. Prefiero vivir sufriendo… que sufrir… por no verte…”

 

+++

 

Recostado en el sillón del living… con la luz apagada y las cortinas apartadas… Kaze estaba viendo el paisaje de la ciudad a través de la terraza de su apartamento.

 

Su media hermana y sus abuelos, así como también su compañera e clases Mika y su primo, lo habían invitado a pasar esa noche con ellos. Pero Kaze no aceptó las invitaciones. No se sentía cómodo en ningún lugar… ni siquiera en donde estaba ahora. Y probablemente no estaba cómodo siquiera con sus pensamientos.

 

Se llevó los brazos a la cabeza cubriéndose la mirada con los antebrazos. Respiró hondo varias veces. No quería llorar. No quería. No iba a hacerlo. No.

 

Y así se contuvo escuchando el silencio. Hasta que sucedió algo inesperado. El timbre lo sorprendió completamente. Su corazón latió agitado. No esperaba a nadie. Porque no conocía a nadie más. Porque nadie más lo conocía a él. Porque no había nadie más que una persona a la que él podría esperar… Los nervios lo invadieron al pensar en la última posibilidad.

 

Logró sentarse y caminó lentamente hacia la puerta. El recorrido del sillón hasta allí le resultó eterno. Contuvo la respiración unos instantes. Sentía algo extraño en el aire… no sabía que…

 

Abrió el cerramiento lentamente. La persona esperando del otro lado era Saiki. Kaze no tuvo tiempo a reaccionar, a decir nada, a hacer ni un solo gesto. El chico se lanzó hacia él, sus pequeños brazos atraparon su cintura y su cabeza buscó su pecho.

 

-No quería venir… no quería…- le dijo Saiki con voz apenas audible.

 

Kaze lo abrazó, estrechando aquel pequeño cuerpo contra el suyo.

 

-No digas eso…- le contestó Kaze.

 

-Lo que quiero es estar contigo y no puedo…

 

Sintió frío en su remera. Eran las lágrimas de Saiki. Le dolieron en el alma. Como una estaca. Acarició su cabello, aquellas hebras doradas, con la intención de calmarlo.

 

-Yo todavía no entiendo… porqué no puedes quedarte.

 

Saiki se apartó un poco secándose las lágrimas.

 

-No soy yo el que debe quedarse, eres tu quien debe salir… no te deseo un destino así… ni a ti ni a mi… no deseo que vivamos algo que no es…

 

-Mis sentimientos no son falsos…- dijo mientras se sentaba en el sillón y tomaba a Saiki de la mano para invitarlo a hacer lo mismo.

 

-Los míos tampoco Kaze… pero es que tu no entiendes…- dijo sentándose a su lado- no entiendes…

 

Se quedaron en silencio unos instantes… dejando que la luz de la Luna que se colaba por la terraza los invadiera. Las copas de los árboles que apenas llegaban hasta la baranda hacían extraños juegos de sombras en la moquette.

 

-Pero ya estás aquí… aprovechemos el tiempo que tenemos- dijo Kaze pasando su brazo por los hombros de Saiki.

 

El chico asintió con la cabeza pero todavía no podía verlo a los ojos. Tenía miedo de hacerlo.

 

-Vamos a caminar… en esta noche poca gente debe estar afuera…

  

Y salieron. La gente cenando en sus casas. Las luces del tráfico guiaban ríos invisibles. Las luces solo estaban ahí para ellos. Sus propias sombras eran lo único que los seguía. Un viento fresco, pero agradable los envolvía en cada esquina. A cada paso, sentían sus manos más tibias. Pero les constaba respirar.

 

Llegaron a la plaza que era preludio a la rambla. Pasaron entre un camino de faroles esféricos. Cruzaron la avenida con una facilidad jamás vista. No había nadie. Nadie. Se veía gente en los edificios, luz, decoraciones intermitentes. Pero eso no importaba. No. Estaban solos. Ellos dos. Ellos y el mar.

 

Su vaivén rítmico era un marcapaso. Sabían que el tiempo era poco. Se sentaron en el muro de piedra. Enfrentados. Sus miradas se cruzaron un segundo en un mutuo consentimiento para volver al horizonte. Que horizonte? La noche era oscura, la única forma de marcar una división entre mar y cielo era el manto de estrellas. Y la Luna. Y su reflejo. En la negrura su luz eran pinceladas de plata aleatorias.

 

Hablaron de muchas cosas. Tantas cosas que no podrían recordar jamás. Las hablaron con palabras, con miradas, con gestos, con alma.   

 

Hasta que el cielo se llenó de otras luces. Luces con color. Artificiales. Pero que cargaban anhelos. Cada cual diferente. Cada cual había sido encendida por un distinto fuego. Y era por eso… especial.

 

La hora de partida fue inevitable. No pudo decirle nada. Sus labios estaban sellados. Su garganta seca. Su pecho cerrado.

 

-Vuelve… otro día- le dijo Kaze rompiendo el silencio.

 

Saiki que no podía hablar, le sonrió. Se moría. Se estaba muriendo por dentro. Pero jamás le daría a Kaze como despedida una lágrima. Jamás. Tienes que despedirte de las personas que quieres siempre con una sonrisa, porque nunca sabes si las volverás a ver.

 

Y vio como él le sonrió en respuesta. Como su mano y la suya se separaban lentamente. Su cuerpo se sentía más delgado y se elevaba como si del mismo aire se tratase. Se desvaneció poco a poco. Su materialidad se perdió en la noche. Su presencia aún estaba ahí.

 

Kaze sostuvo aquella pluma blanca que descendió del cielo en su mano derecha. Aún brillaba con su esencia.

 

-Estás aquí- susurró Kaze atrayendo la mano a su pecho- No te voy a olvidar…

 

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