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Sinestesia por YoloSwag

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Después del incidente —como decidió llamarlo— con su primer oficial, Jim se limitó a dejarse llevar por la corriente de la negación. Realizando sus deberes como capitán sin el menor entusiasmo, sumergido en una especie de trance.

Se negaba a pensar en lo sucedido.

Así que como en los últimos días, en cuanto terminó su turno, abandonó el puente en completo silencio ante la mirada de preocupación de su tripulación y amigos. Se dirigió a toda velocidad a su camarote, con el firme objetivo de permanecer encerrado hasta el próximo turno. Una vez dentro se desplomó en el sofá.

No quería pensar en Spock, pero su mente tenía otros planes.

Hasta el momento no se había encontrado con él. En gran parte debido a que Spock había reprogramado la rotación de personal de manera que siempre estuvieran en turnos distintos. Incluso en una situación como ésta, Spock estaba siendo indulgente.

Pero esto no podía durar para siempre.

La tripulación comenzaba a darse cuenta y ya se estaba notando en la eficiencia. Además extrañaba a Spock. No se había dado cuenta de lo acostumbrado que estaba a él, a sus juegos de ajedrez, a las discusiones, incluso a la dicción precisa y el control total con la que hablaba.

¿Por qué aún no le enviaba su solicitud de transferencia? ¿Dónde estaba el informe por agresión sexual en su contra? ¿Por qué Uhura no lo había abofeteado?

Ya no podía soportar la incertidumbre.

Spock. Quiero verte. Spock.

   — ¡Demonios Jim! , podrías contestar cuando alguien llama a tu puerta. —exclamó su jefe médico, sacándolo de su ensimismamiento. — Pensé... sólo no preocupes de esa manera, es malo para mi corazón.

Lo invadió una sensación de decepción al verlo, y en seguida una de culpa. Huesos, era como un hermano. El único que conocía todas sus mierdas y seguía a su lado, dispuesto a soportar más de ellas.

   —Estoy bien huesos.

McCoy profirió un bufido.

   —No me mientas niño. Recuerda, intuición de una madre que lo sabe todo.

Kirk se habría echado a reír si su situación no fuera tan claramente desesperada.

   —Entonces, me dirás porque pareces un zombi. —McCoy esperó la respuesta, luego insistió—, ¿pasó algo con el duende?

Jim apretó los labios y se los mordió, pero finalmente habló:

   —Lo he jodido todo —murmuró, arrellanándose en el sofá y cerrando los ojos. —, sé lo que debo hacer pero tengo miedo de afrontarlo. Miedo de aceptar las consecuencias de mis acciones.

McCoy tomó asiento, sin dejar de mirarlo en ningún momento y poniendo una mano en cada una de sus rodillas, intentó tranquilizarlo con el tono de voz suave que tan bien sabía utilizar.

   — ¿Qué fue lo que pasó, Jim?

   —Intimé con Spock.

   —Eso no es malo Jim.

   —Sexualmente.

   — ¿Lo hiciste? —exclamó, sin ocultar su admiración. — Pero, ¿no está el duende con Uhura?

   —Te das cuenta de lo despreciable que puedo llegar a ser.  En cualquier momento recibiré sus solicitudes de transferencia y un reporte por agresión sexual. Pero lo peor de todo es que voy a perder a uno de mis mejores amigos.

McCoy se incorporó seguido de Kirk.

   —Espera un momento Jim, dios sabe que no quiero saberlo, pero cómo exactamente pasó.

Kirk se dedicó una amarga sonrisa al evocar lo ocurrido.

   —Fue el día de la boda del teniente Pitchard, tú estabas en la conferencia médica —comenzó con el tono más sereno que pudo.— aproveché la oportunidad, tomé más de lo que debería y cuando iba en camino a mi habitación perdí el equilibrio. Spock evitó que me cayera pero en mi estado no lo reconocí, lo besé y una cosa llevó a la otra.

En vez de estallar como es costumbre en su oficial médico, éste inspira profundamente.

   —Lo que no me queda claro, es por qué Spock te siguió el juego. Quiero decir es tres veces más fuerte, y tú estabas borracho.

    —Él también estaba  borracho.

    — ¿Spock borracho?

    —Su boca sabía a chocolate.

    —Oh dios, yo vivía mejor en la ignorancia. —bramó entre dientes. — De cualquier forma no fue solo tu culpa. Spock no puede acusarte de agresión sexual. En cuanto a lo demás tienes que tomar el toro por los cuernos y hablar con el duende. Es posible que su amistad no pueda recuperarse pero quizás puedan mantener su relación laboral.

    —Lo dudo, huesos.

   —Cualquier verdad es mejor que una duda interminable.

Kirk sonrió al escuchar la última observación.

   —Eso fue bastante filosófico huesos.

   —Jim.

   —Lo sé, pero no me creo capaz de hacerlo.

McCoy lo tomó desprevenido al enterrarlo en un abrazo que no esperaba. Pero había tanta bondad en aquel gesto, que las lágrimas fluyeron sin reparo alguno. Hundió la cabeza en el cuello de su amigo, y lo abrazó devuelta. Olvidando por un momento el tiempo, pero al escuchar que alguien pronunciaba su nombre se apartó y  levantó la vista.

Spock permanecía inmóvil en el umbral.

Jim lo observa con una mirada de paciente temor. Las manos fuertemente atadas detrás de la espalda, sus ojos expresan una abierta desaprobación.

No está en su estado de acostumbrado control.

Spock dudó durante unos segundos, pero luego parecía que tomaba una decisión.

    —Capitán podemos hablar en privado.

    —Claro comandante. —Su tono de voz era calculadoramente impersonal. — Huesos puedes dejarnos a solas.

    — ¿Estás seguro Jim?

    —Estaré bien. Sé lo que debo hacer.

    —Bien pero sabes dónde encontrarme —McCoy hablaba con un tono dulce, preocupado—, no tienes por qué pasar esto solo.

Jim se humedeció el labio inferior y asintió.

McCoy salió.

Spock sigue de pie, más serio de lo habitual, observándolo.

Jim respira hondo.

    —Lo escucho comandante.

Sobrevino  un silencio, pero fue breve.

    —Capitán, me disculpo si alguna de mis acciones lo han molestado.

Kirk al oír esto se quedó paralizado por unos instantes.

    — ¿Qué? ¿Por qué piensas que estoy molesto contigo?

    —Me llamó por mi rango, y no estamos  de servicio. Eso indica que lo he molestado.

    —No has hecho nada para molestarme Spock, << ¿Qué diablos pasa aquí?>>. Solo, ya sabes cosas de humanos emocionales.

    —Si usted lo dice capitán. —Los ojos de Spock se encontraron con los suyos y, Jim creyó ver una sonrisa bailando en ellos. No lo entendía. Hace unos momentos creía que... ¡¿Estaba jugando con él?!

    —Entonces, ¿de qué quieres hablar Spock? —logró preguntar con cierta calma.

    —Quiero solicitar permiso para permanecer una semana en mi camarote.

    —Bueno Spock, considerando que tienes un año entero de vacaciones, no puedo negártelo. Sin embargo, me gustaría conocer el motivo.

    —Me he visto en la incapacidad de meditar adecuadamente, por consiguiente mis escudos han sido afectados. —respondió, con la misma carencia de emociones de siempre.

    — ¿No es algo en que pueda ayudarte huesos?

    —Ya que mi incapacidad para meditar no es por cuestiones físicas, dudo que el doctor McCoy pueda asistirme. —comentó con frialdad.

Ignorando el tono de sus palabras, Jim continuó.

    — ¿Necesitas ir a Nuevo Vulcano a consultar un sanador, o algo por el estilo?

    —Por el momento no lo creo necesario Jim. Pero te notificaré una vez que haya terminado mi permiso.

    —En ese caso suerte en tu exilio. No te preocupes, el negocio está a salvo conmigo.

    —Los vulcanos no se preocupan.

    —Claro, mi error Spock.

    —Capitán, Jim. —Lo llamó, con una voz extraordinariamente suave—, si lo deseas puedo ayudarte a resolver tus problemas de "humano emocional".

    —No es necesario Spock —le responde negando con la cabeza—, solo concéntrate en recuperarte. Necesito a mi primer oficial en óptimas condiciones, pero sobretodo quiero que mi amigo esté bien. Sabes que te aprecio ¿no?

    —El sentimiento es indudablemente mutuo Jim. —Estira un brazo y lo descansa en su hombro. Una sensación intrínsecamente gratificante lo recorre. Es como una electricidad incandescente. Aún no acaba de procesarlo cuando Spock elimina el contacto y la sensación desaparece.

   —Con su permiso capitán. —dice, y sale de la habitación.

No comprendía la actitud de Spock. Era como si alguien hubiera borrado todo lo que había ocurrido aquel día. Suspiró. El asunto se complicaba desagradablemente.

Y como se odiaba por ser tan cobarde y no enfrentar a Spock. Pero sentía que una ola de pánico lo asfixiaba, cada vez que pensaba en la reacción de su primer oficial. Si tan sólo pudiera hablar con el embajador Spock, si tan solo no estuviera muerto.

<<"Las emociones están arraigadas en nosotros de muchas maneras  más que en los humanos. La lógica ofrece una serenidad que los humanos casi nunca experimentan. Controla los sentimientos para que éstos no te controlen a ti." Eso fue lo que me dijo mi padre, la primera vez que me vi comprometido emocionalmente. Quizás sus palabras puedan servirte algún día, mi joven amigo. >>

   —La lógica. Esa es la solución.


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