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Balada Onírica por Makar Lune

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Notas del fanfic:

Un cuentito corto con OCs que escribí pensando en lo extraños y misteriosos que son los sueños

Notas del capitulo:

Como consta de 5 breves partes, creo que es más conveniente guardarlo como uno solo, disfrútenlo !

1

 

Lyle solía caminar por los pasillos cerca de la facultad de música de regreso a casa. Sus clases de baile se impartían en el edificio de junto y el caminar entre la brisa primaveral escuchando agradables notas como un eco sobre el viento era una de sus formas favoritas de finalizar la lección.

 

En una tarde dorada, Lyle se detuvo un momento frente al edificio principal de la facultad de Música en el camino arbolado en una tarde dorada al salir de su última clase; el aire resoplaba en los árboles, el agua cristalina de la fuente principal resonaba tiernamente en la lejanía.

 

Cerró los ojos para dar un respiro profundo. En medio de su quietud, no muy lejos de ahí comenzó a resonar un armonioso vals, recio y vigoroso, como un rayo que se abre paso entre la calma. Lyle abrió los ojos de golpe, paralizado por completo.

 

Por impulso, se volvió hacia los salones y observó con detenimiento buscando al responsable, pero solo había una ventana abierta por donde se colaba tan dócil canción.

 

Venía de uno de los salones de canto; un solitario acordeón meciendo armónicamente una balada agridulce, y todo lo demás pasó a segundo plano para Lyle.

 

El joven sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo entero y aunque una fuerte sensación de irrealidad se apoderó de él por un momento, pronto recobró el sentir del viento jugando sus cabellos castaños, y los últimos rayos de Sol tibiando su piel. Se volvió hacia la ventana con el corazón inquieto y vaciló un poco, pero cuando pudo reaccionar, se encontraba caminando hacia la puerta de entrada.

 

Se alejó rápidamente. Con cada paso, su mirada melancólica se volvía más triste, arrepintiéndose de ignorarlo, sin poder retroceder.

 

2

 

Varias noches atrás, un extraño sueño había vuelto a revivir en él.

 

En su sueño se veía bailando al son de un vals; le tomaba de las manos un joven bien parecido, cuyo traje igualmente elegante realzaba el color azul de sus ojos.

 

En un gran salón con grandes ventanales por el cuál tenue la luz de la noche hacia compañía al clamor de un gran candelabro de cristal, parejas sin rostro bailaban al compás de la misteriosa melodía, una y otra vez; un ambiente donde la devoción y el romance invitaban a bailar sin descanso.

 

Lyle, quién le sonreía tímidamente mientras bailaban, se divertía junto con el extraño toda la noche. Tenía la extraña certeza de conocerlo íntimamente, y el joven quien le sonreía gentilmente formando una rosada media luna con sus labios en forma de arco de cupido, también guardaba silencio. No sentían la necesidad de hablar o decir algo, como si a través de sus miradas lo dijeran todo.

 

Una vez que terminaba la pieza, llegaba la hora de despedirse y con un vívido roce, el joven besaba el dorso de su mano. Lyle, tomaba fuertemente su mano de nuevo, doloridos por el inevitable adiós. Ambos se miraban con tristeza y se imploraban al unísono «nunca olvides ésta canción».

 

3

 

Después de repetir el sueño las primeras veces, comenzó a sentir curiosidad por aquella melodía hasta el punto de cansarse de buscarlo de una u otra forma, nunca dando con ella.

 

En muchas ocasiones, contaba a sus amigos que estudiaban Música en el conservatorio sobre esa experiencia recurrente, aunque solo sobre el contenido musical, pues el escenario, especialmente aquél caballero, su apariencia, su elegancia y porte, era algo que guardaba celosamente para sí.

 

Tarareaba el compás, los hacía interpretar la melodía, pero nadie satisfacía con exactud con las minuciosas exigencias del joven. Desde luego, Lyle no era capaz de reproducir los arreglos de la melodía en su totalidad al explicarla, pero más de alguno le decía que sonaba como una buena idea para una pieza musical, en caso de no existir. Y esa había terminado siendo su idea. Era una canción, un baile y un salón que solo cobraba vida en alguna una noche afortunada.

 

Había pasado ya largo tiempo desde la última vez que había tenido ese sueño, por lo que su emoción e intriga se había desgastado, sin embargo, el suceso de la tarde revivió de golpe el cúmulo de inquietud con aún mayor intensidad.

 

Esa noche, Lyle se levantó de golpe, lleno de lágrimas y jadeando.

 

Tuvo aquél sueño de nuevo pero, al despertar en esa ocasión, tuvo la sensación desoladora de que aquella había sido su última despedida.

 

4

 

Pasaron los días, y Lyle se rendía.

 

No era precisamente virtuoso para cantar, escribir o leer música, por lo que perdía la esperanza de volver a escuchar la enigmática canción.

 

Con pesadumbre, se resistía a volver a dejar en el olvido aquellos sentimientos despertados aquella tarde de primavera, sin embargo, poco a poco volvía la impotencia en la realidad y con cada cara desconocida vagando por los andadores, comenzó a cuestionar el valor de la pasión que durante mucho tiempo aquél sueño le había hecho sentir.

 

Finale

 

El otoño se apoderaba de la hierba y árboles a su paso. Las hojas comenzaban a caer y arremolinarse entre los pasillos.

 

En un mal día, al salir de clases, Lyle se sentó bajo un árbol cerca de la fuente y durante un rato no pensó en nada. Solo miró a todos los demás marcharse hasta quedarse completamente solo.

 

Desconsolado, Lyle trajo a su recuerdo el sueño y la canción para coronar su martirio: si tan solo aquél príncipe pudiera consolarlo. La brisa que comenzaba a volverse helada se mezcló con una sensación de escalofríos.

 

No se negó a las lágrimas, que cayeron rápidamente. Ahora se sentía irritado por usar aquella fantasía como consuelo.

 

Entonces, desde una ventana cercana, volvió a escuchar aquél misterioso acordeón. Durante unos segundos, se quedó sentado, con la mente en blanco y la vista fija en la nada. Al cabo de un momento, su corazón se aceleró y cerró los ojos fuertemente: era real. 

 

Lyle quedó sin aliento. Sin pensarlo dos veces, corrió en busca del salón donde escuchaba la melodía.

 

Después de recorrer los largos pasillos y corretear por los escalones, dio con el último salón de canto y sin titubeo alguno, abrió la puerta de golpe.

 

Un muchacho, sorprendido por el súbito golpeteo, se volvió hacia Lyle, quien lo observaba fijamente, agitado y con los ojos llorosos, aunque el penumbroso salón no les permitía verse las caras con claridad.

 

Después de un intenso e incómodo momento de mutuo silencio, Lyle se adentró el aula.

 

La tranquilidad de aquella tarde otoñal se llenó de incertidumbre.

 

—¿Dónde....? —Apenas pudo hablar Lyle—, ¿Dónde escuchaste esa canción?

 

El joven, sin decir nada, miraba con atención el rostro de Lyle.

 

El arco de cupido en sus labios se abrió suavemente; reconoció aquellos ojos de mirada triste.

 

—En un sueño.

Notas finales:

Espero que les haya gustado! Si a alguien llegara a inspirar la temática de los sueños para escribir un fic, me gustaría mucho leerlo, y puede contactarme para mostrármelo! :D


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