🍂 Género; romance, drama.
🍂 Extensión; historia corta.
🍂 Advertencias; angustia.
🍂 Fragmento; ojalá pudiese trasmitir todo lo que siente, desearía que alguien la mirase y entendiera el dolor por la cual estará atada; quizás para siempre.
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Para muchos, la noche se ve igual que el día anterior, muchos posan su mirada sobre ella, concluyendo en lo mismo. Para muchos la luna sigue siendo del mismo color, sigue estando en el mismo lugar, y sigue estando sola; nadie que la acompañe en el amplio cielo, ni siquiera las estrellas pueden darle compañía; la compañía que realmente se merece. Porque sabe que su destino es ese; solo estar allí para darle paso a la noche. Porque para muchos la noche significa diversión, ir alguna fiesta; beber hasta perder la conciencia. Y es diferente, para la luna significa soledad, soledad hasta que el sol haga su aparición para alegrar el mundo, porque muchos piensan que el sol siempre te da esperanzas y muchos piensan que el sol siempre trae cosas buenas; como desearía ser más como aquel. Ojalá pudiese trasmitir todo lo que siente, desearía que alguien la mirase y entendiera el dolor por la cual estará atada; quizás para siempre.
Aunque la gran mayoría toma a la noche para la diversión, diversión enfermiza; drogarse hasta poder ver doble y caer al abismo. Un porcentaje pequeño, muy pequeño la utiliza para los lamentos; significa sufrir en silencio. La luna se ha dado cuenta, ella ha sido testigo de promesas rotas; a lo largo de los años, promesas que se rompen porque somos débiles. Y lastimosamente, nos herimos mutuamente.
Un joven de cabellos castaños, piel albina y sonrisa triste es parte de ese pequeño porcentaje. El joven mira a la luna; y por un momento—muy corto, en realidad—le hace creer que la comprende, que entiende el porqué de la soledad abrumadora.
La luna ve en él, mejor dicho, en lo más profundo de su alma, que esta triste. Con tan solo una mirada puede notar que se siente vacío, necesitado. Puede ver que él también se siente solo, y que necesita un poco de compañía; al igual que ella. Y aunque quisiera hacer algo no puede, no se le es permitido aunque quisiese. Porque está atrapada y no hay intenciones para soltarla incluso si solo quiere ayudar.
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La mirada que siempre llevaba consigo era triste y a la vez observadora; una mirada que pareciese estar al margen de todo pero que reflejaba un vacío profundo.
La mañana está prometiendo muchas cosas, entre ellas la tranquilidad. Hoy ha llegado temprano, incluso más de lo acostumbrado pero solo lo hace con una intención; poder verlo por largos minutos mientras otros aun no llegan.
SeHun sabe perfectamente que es un chico puntual, que tiene su vida organizada, sabe que su nombre es LuHan y que es muy callado pero inteligente; al igual que él.
Y no se equivoca, LuHan entra al salón y se ubica en su respectivo lugar. Entra sin siquiera mirarle, porque su visión no está dirigida a él, sino está mirando sus pies; como si tuviese miedo de caerse. No le molesta, es más, está feliz por verle. Es feliz con su presencia y no puede pedir más. Aunque muchas veces quiere ser su amigo, hablarle, pero sabe que no lo entenderá. Porque LuHan es chino y apenas entiende algunas palabras. Es un estudiante de intercambio y lo último que desea es asustarlo.
El joven de origen chino no se da cuenta de la mirada que le da el otro; y SeHun aprovecha eso. Le gusta mucho mirar su perfil, no se pierde ningún detalle de su rostro; un rostro que tiene más aspecto de niña, pero eso es lo de menos. Y vuelve a recalcar para sí mismo. él es realmente hermoso.
Los jóvenes van llegando de a pocos, algunas con una sonrisa falsa, otros con una sincera, algunos con flojera y con ganas de seguir soñando. Pero aun así lo sigue mirando aunque no como antes, con poco más de sigilo porque no quiere ser descubierto.
Su círculo de amigos es muy escaso porque su personalidad no va con ninguno de los jóvenes presentes; excepto LuHan. Porque es exactamente parecido a él, no igual, solo similar que podrían encajar. Si tan solo fuera un joven como los demás, como los adolescentes de ahora, pero sabe que no puede ser así. Porque lo han criado padres diferentes a los demás. Su madre es una mujer callada, ella jamás le ha dado consejos de cómo ser con su entorno, no le ha explicado muchas cosas, cosas que a él le gustaría saber. Cosas como el amor; el amor de ser correspondido. Su padre era alguien triste, serio. Al tener este tipo de padres; padres que no le dan ni un solo consejo a su único hijo su forma de ser y de pensar no es igual al resto. Y él no puede decirles nada porque es la combinación de ambos.
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Parece que hoy la luna se quedara más tiempo, no es que ella quisiera pero debe quedarse; es su deber y su martirio. No debe quejarse, no se le es concedido aun si ella sigue siendo alguien importante para la noche.
Escucha los mismos lamentos de noches anteriores, lamentos que van dirigidos a una persona, su tono de voz se lo dice; quiere ser correspondido. Y lo más importante es que quiere poder ser alguien con la capacidad de hacer amigos, lo suficiente para acercarse a la persona que anhela.
Una lágrima cae del cielo, no es interrumpida mientras desciende, no choca con cuerpo humano, se va directamente al suelo. No es notada por ningún individuo porque estamos tan ocupados—entretenidos—como para darnos cuenta de algo realmente pequeño si no es tocado; la luna no se ha podido controlar y se le ha escapado una lágrima, aunque ya es demasiado tarde para evitar que caiga y limpiarla.
El joven que parece tener un futuro prometedor, ha llorado más fuerte. Antes no lloraba, solo hablaba sólo, lamentándose de muchas cosas en su vida. Pero ahora es diferente, parece que no pudo aguantar y lloró, lloro porque le dolía. Le dolía no poder encajar en el mundo. Lloro hasta que sus lágrimas se acabaron que termino yéndose a un lugar tranquilo donde solo allí el dolor desaparecería; esa noche el joven lloro hasta agotar todas las lágrimas acumuladas y llegar al mundo de los soñadores.
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Las hojas de cualquier árbol en esa estación del año estaban teñidas de tonos anaranjados o rojizos. Donde las hojas abandonaban su hogar para dar paso a otras hojas; incluso más bonitas que las anteriores.
El viento es tranquilo, no tan fuerte como para obligar a uno ponerse una bufanda o guantes. Simplemente el viento está de buen humor.
A lo lejos SeHun se percata de dos personas más, su corazón late muy rápido porque puede diferenciar a una de las siluetas paradas frente a él. Deja de respirar por unos segundos porque no puede creer lo que ve. Y su corazón transmite un fuerte sonido; parecido al de un vidrio rompiéndose.
Cierra sus ojos por escasos segundos pero no, su mente no está jugando con él. Y se da cuenta que esa es la realidad, quiere huir y no volver pero sus ojos; esos ojos que solo reflejaban tristeza ahora refleja más que eso; las ventanas de su alma reflejan dolor, incluso algo más.
LuHan fue besado, por una chica y aunque no quiere admitirlo siente celos. Celos de no poder tocar esos belfos rojos, celos de no poder hacerlo sonrojar, celos de no poderle decir palabras dulces para el corazón
Y le duele, duele porque no fue él quien lo hizo. En el momento preciso cuando empezaba a tomar confianza y poder hablarle.
Es ahí que entiende que no podrá ser correspondido; porque LuHan no es como él. A él le gustan las féminas y decide respetarlo porque quiere verle feliz, incluso si su felicidad no es provocada por él. Antes de girarse para seguir el camino a su casa; ese hogar que no le pudo enseñar lo fundamental; cuanto le duele. Dice unas palabras que le cuesta soltar.
— Hoy me doy cuenta de mi error, y aunque me duela verte con ella, lo aceptaré. Porque eres y serás mi primer amor, aun si tu no fuiste consciente de ello.
Porque sólo LuHan pudo hacer que sus noches se volviesen melancólicas. Solo en él pudo ver pureza, esa que ya estaba por agotarse de la humanidad. Solo a él lo quiso como a ninguna otra persona.
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