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Fuerza de la naturaleza. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Accion ManigoldoXKardia en este capitulo. Enjoy it!

“Patriarca, parece que los caballeros de Escorpio y Acuario pelearon y parece que hay uno muerto” no es una frase con la que uno quisiera despertarse. Menos cuando le habia parecido que los niños se habían llevado bien y serian una bonita pareja, en el futuro.

Sin colgarse los collares se teletransporto al templo de Acuario y al entrar a la biblioteca se encontró con una escena que le partio el corazón: una pobre turra llorosa, usando un camisón que le quedaba corto, manchado de sangre, inclinada sobre un varoncito cubierto con varias mantas, palido e inconciente.

-Creo que lo mate. – le dijo, y se hecho a llorar.

Sage se sento sobre sus rodillas a su lado, tocándole el cuello.

-No, esta vivo. Se pondrá bien. Solo lo enfriaste demasiado rápido. ¿Qué paso?

Veia las marcas en su cuello, pero aun podría ser otra cosa. Que Degel se hechara llorar mas lo hizo sospechar que no.

¡¿Pero como!? ¡Un niño tan pequeño! Sin embargo, al retirarle las mantas, las partes donde estaba ensangrentado no dejaban lugar a dudas.

-Hay que darle un baño caliente.

Jodido mocoso violador. A su edad.

-Degel, deja que ellos se encargen.

La angustiosa mirada de los ojos violetas le dijo que no quería dejar de hacerse cargo. Los teletransporto a su cámara. Por lo menos dejaría de haber mirones.

 

*

Como lemuriana, tendia a ponerse del lado de las turras, por eso solicito a un tercero imparcial que averiguara la versión de Kardia, porque a el le entraban ganas de inflarlo a hostias nada mas de verlo, después de como habia dejado y hecho llorar a esa turra.

-¿Y bien? – solicito impaciente a Manigoldo.

El piecito enjoyado pegando impaciente en el sitial del trono le dio a sospechar que de lo que dijera dependería el tipo de ejecución de Kardia.

-No tenia idea de lo que hizo.

-¡¿Qué?!

-Ni puñetera. No sabia ni lo que era una puñeta, bueno, asociando acto – movio la mano entrecerrada de arriba abajo – con nombre. Le entraron ganas de tocar a Degel y, bueno… los niños de 13 años ya no son como en tus tiempos, viejo.

-Bastante me dabas tu la muestra – lo latigueo con ojos encendidos – pero que todos sean tan depravados… ¡me supera!

-No te sientas mal viejo, si me superaron a mi…

-¡Que!?

-¡Apenas iba a decirles!

-¿Qué?

-A Kardia que le gustaba Degel como las mamas le gustan a los papas y de donde vienen los huerfanitos y que contuviera sus ímpetus porque es un mocoso de 13 y al menos debería de tener 14.

-Tus márgenes de edad no son mucho mejores.

-¿A que edad la perdiste tu? – pregunto casi coqueto, como si no le importara.

-No te importa. – no se dejo engañar Sage. Joder que esos mocosos seintos eran de lo peorcito.

-¿Cómo esta Degel?

-Tal vez sea una frígida de por vida. No voy a condenarlo a una relación que solo el otro disfrute.

-¿Sabes? Kardia no estaba tan mal, según el, si para el se sentia bien también debía de hacerlo para Degel.

-Pues le voy a pedir a Aspros que se la meta, a ver si pilla la diferencia.

Manigoldo torcio la boca.

-Aspros lo sospecho y dice que cuentes con el.

-¡Jodido depravado! ¿Por qué no puedo tener un seinto normal?

-Tienes a la Sisi, y te mueres de aburrimiento con ella.

-¿Estas seguro de que no quería hacerle daño?

-No. Lo hubieras visto. Se trepaba en los arboles para verlo y me costo mucho convencerlo de respetar tu prohibición de hacerlo.

-Vamos – se puso en pie – Quiero verlo. Hablar con el.

Manigoldo lo llevo. Por la via rápida del sekishiki, para que viera que no tenia fallas en el dominio de su técnica.

-¿Dónde esta? – el patriarca barrio la estancia vacia.

-¡Sabia que no estaba tan convencido! – bajo el puño por el aire.

Su maestro lo llevo aun mas rápidamente a la casa de Acuario. Para que viera quien era el amo del sekishiki.

***

-Degel…

Se habia espantado cuando lo toco, y eso le dolio.

-No te me acerques.

-No lo hare.

-No me toques.

-No lo hare.

Lo miro con suspicacia, con sus hermosos ojos violetas muy cristalinos.

-¿Qué quieres?

Kardia meneo la boca. Era la primera vez que hacia eso, también.

-Pedirte perdón.

-Manigoldo ya me conto que te hize – ojos violetas alerta - ¿tu sabes que te hize? – asentimiento – Yo no sabia que te hize.

-Te pedi que te detuvieras, te dije que me hacias daño.

-Para mi se sentia muy bien. Si quieres, puedes hacerlo, para que veas.

-¿Y si te da fiebre?

-Me curas.

-Seria raro… - se perdió en sus reflexiones.

-Solo quiero que me dejes verte. Besarte. Abrazarte.

-¿Solo eso?

Sonaba bien.

-Si. Manigoldo ya me dijo que hacer cuando tu ya no quieras.

-¿Qué?

-Tambien me dijo que no te dijera.

-Te digo que me lo digas.

-Que me vaya al lugar cerrado mas próximo y que me la casque solo. – le enseño con el movimiento.

Abrio su boquita en redondo.

-¡Que poco delicado!

-Tambien me dijo que el Patriarca te ayudaría a que te sintieras mejor. Con lo que sigue de los besos y los abrazos.

 

Sage, desde su escondite, miro a Manigoldo, que se encogio de hombros, a su lado.

 

Degel asintió. Si lo hacia el patriarca, estaría bien hecho.

-¿Y no te pondrás malo?

-No lo se. Tal vez no. Me enfermo cuando me gusta mucho algo; me enferme luego vestir mi armadura por primera vez, pero después pude controlarlo.

Lo comparaba con una armadura y decía cosas como “cascársela solo”. Pero también le gustaba mucho.

-Eso de los besos suena bien para mi. – adelanto un poquito la cara, bajando las pestañas.

-¿Puedo darte uno?

La turrita las separo, asintiendo y cerrándolas luego.

 

-Vamos a ver si tu amiguito es sincero. – susurro el patriarca a Manigoldo.

Manigoldo sospecho que su maestro era mas cochino de lo que pensaba.

 

Dulce, largo. Le puso la manita sobre el pecho para contenerlo.

-Me gusta asi.

Kardia asintió y volvió a besarlo. Mas largo, mas intenso. Se apasionaba rápidamente, pero tenia que contenerse. Sus manos bailaron frenéticas por los brazos de Degel, pero se obligo a cerrarlas sobre sus codos. Besandolo.

Otro beso mas, esa carita deliciosa, y Kardia salio corriendo justo a donde estaban ellos.

 

-Vas a tener que exforzarte si no quieres hacer de el un eyaculador precoz. – le advirtió Sage, que los habia teletrasportado justo a tiempo.

 

***

¡Vaya con el viejo!, pensó, rascándose la cabeza. Encargarle a el ese tipo de misiones, a un goldo seinto. Pero pensó que estaría peor que el Patriarca se encargara de la educación de los niños.

¿Por qué no habia pensado, el que planeo la estructura del santuario, que a veces podían tener caballeros muy jovencitos?

-Ven, mocoso. – lo jalo por el cogote, antes de que empezara su entrenamiento.

No iba a hacerlo con el sudado.

-¿A dónde me llevas? ¿Me va a castigar el Patriarca? ¿Qué es ese pájaro que vuela ahí?

-Concentrate. – le dijo, mientras lo arrastraba escalera arriba, sus pompas pegando en cada escalon - ¡Hasgard, buen dia!... Aspros, que colmilludo te ves hoy… Finalmente en casa, niño. – lo arrojo al fresco de la suya.

-Esta no es mi casa.

-No voy a subir cuatro casas mas.

-Subes mas para ver a Albafica.

-Pero tu no eres, y para lo que voy a enseñarte, tanto vale este lugar como cualquier otro… privado.

-¿Qué me vas a enseñar? – le pregunto entusiasmado.

Chasqueo la lengua. Ahí estaba lo malo. Era todavía muy niño, y niño, a pesar de esos bonitos ojos y pelo tan suave.

Se le acerco como el lo hacia con Degel y no le incomodo. Habia algo mal con ese niño, en general. Suspiro, cerro los ojos y le dio un besito.

-¡Oye! ¿Qué haces? – se hecho para atras.

Si reaccionaba asi, iban por buen camino. Le aprisiono las muñecas con las manos y los tobillos con los pies. “El cangrejo apresador”.

-¿Y si te hago lo que le hiciste a Degel? – pregunto con voz baja y ronca, muy cerca de su oído.

Kardia mostraba su estupefacción, y descontento. La mueca de su cara era graciosísima.

-Si se sintió bien para el debería sentirse bien para ti. – continuo, muy seductor, casi creyéndosela. Ese niño olia muy bien. A manzanas.

Con casi quince años era mucho mayor que el, no por años sino por lo vivido. Nariceo detrás de su oreja, su cabello, esponjoso, suave. Su cuellito tan tierno que bien podría pasar por el de una turra. Le puso los labios ahí y comenzó a comérselo.

-¿Qué rayos haces, Manigoldo? ¡Eso ya lo se hacer!

-¡¿Perdon!? – se irgio ofendido en su dignidad como amante - ¿Señor mocoso he violado a otro mocoso como yo?

-Crei que era babeado.

Tardo un minuto en comprender.

-Violado es todo en general. La parte de hacérselo a alguien contra su voluntad.

-Ya entendí que estuvo mal.

-Que bueno. – dijo, liberándolo y sentandose a su lado.

-Si… por un momento crei que te gustaba.

-¿Y eso habia sido un problema?

-Para ti, porque no me gustas.

-Soy mucho mas guapo que tu.

-¿Qué ibas a enseñarme?

-A babear, besar y… joder, literalmente todo.

-Bueno – sonrio – Enseñame.

Tenia unos labios sexys. Era raro estarle notando lo sexy de los labios.

-La parte de los besos no es tan difícil, pero… - reconsidero, cogiéndole la barbillita, tan delicada aun. Lo acerco y se acerco – Pocas babas. A tu princesa no le gustan las babas.

Lo beso. Con pocas babas. Enseñandole a alternar el labio de arriba con el de abajo, para chuparlos. Kardia estaba atento, grabandose bien como se hacia. Cuando Manigoldo le metio la lengua sintió rechazo, pero…

-Dejate. – le indico el otro.

Lo hizo y se fijo en como pasaba saliva, no dejaba que escurriera. Comenzaba a ser emocionante, aunque Manigoldo no le gustara.

-Acaricialo mucho, pero no asi – lo estrujo frenéticamente – si no asi. – paso suavemente por su piel, como si fuera una turra.

-¿Asi? – lo acaricio de vuelta el mocoso.

-Mas suave. Eso esta mejor. No te vayas a lo obvio. – dijo, cuando ya Kardia le tenia las manos en lo obvio.

-¿Por qué la tuya es mas grande que la mia?

-Porque soy mucho mejor que tu, y todavía no terminas de crecer. Espero. Ahí. Ahí tienes que ser mucho mas suave. Mucho. Mas delicado que con la mejilla.

-Pero no es suficiente.

-No para ti, pero si para ellos. – Manigoldo lo masturbaba como si fuera una turra – Ahora esto… - rodeo su punta con la palma – suele gustarles bastante.

Mas detalles podrían hacerlo sentir mas excitado de lo que ya estaba. E incomodo. Y seria demasiado para la mente dispersa de Kardia, que no prometia mucho para el estudio.

-A propósito – continuo  masturbándolo con suavidad – si cuando te la cascas solo no lo haces a un ritmo como este, al menos durante cinco minutos, acabaras siendo un palurdo que no puede ni metérselo a las nenas cuando ya se corrió.

-Eso es malo…

-Mucho.

-Bien y despacio contigo mismo. Y trata también de no acabar todas las veces.

-¿¡Que?!

-Necesitas aprender a controlarte.

-¡Tsk!

-No puedes ir por la vida cascandotela cuando se te antoja. – no podía creer que fuera el quien dijera eso.

-¿Qué mas?

-Besos. Lamidas. – le abrió los cordones de la camisa para hacerlo – Muchos. Suaves. Sin tanta saliva. Sin morder en los pezones. – le jalo aun mas el escote para hacerlo.

-¡Oye!

-Piensa que tu umbral de dolor es al menos el doble que el de Degel.

-¿Eso que significa?

-Que lo que a ti te duela, a la mitad, le duele a el. Si a ti te duele esto – volvió a morderle el pezoncito, rosado y tierno – a el le duele esto.

-Eso se siente agradable.

-Para ti. Entiendelo, ese es el punto de todo esto, que aprendas que no se siente igual para Degel que para ti.

-Esta bien. – asintió con sus ojos inocentes y atentos.

-El culo – continuo, rodeando una carnosa nalga hacia el centro y hasta que los pantalones lo permitieron. Penso si enseñarle a comer el culo. Iba a ser indispensable.

Se los quito, el chico solito alzo las piernas para que se los sacaran. Estaba erecto y sonrosado, y su culito lucia muy, muy bien: una forma de corazón se dibujaba con sus nalgas cuando tenia las piernas arriba y seguía existiendo cuando se aplastaban contra el piso.

Le agarro los muslos, aun blancos y tiernitos. Se los separo, hechandoselos contra el pecho. Kardia lo miraba con curiosidad e inocencia y el se sentia un gran, gran depravado.

Trago saliva. El culito se veía realmente apetecible, y todo Kardia, para ser honestos. Le acaricio las pompas en un acto reflejo, alzándoselas para comprobar peso y rebote.

Muy, muy excitado. Kardia pudo notar como se relamia la boca y se exforzaba por hacer de su gesto una mascara, cosa rara en el.

-¿Y si te exfuerzas en mantener tu promesa?

-Me exforzare.

Lo decía de corazón, pero que lo lograra…

Manigoldo gruño y separo las apetitosas nalgas.

-Aquí si tienes que usar mucha saliva. – advirtió.

Luego hundio rápidamente su rostro entre aquellas masas y su lengua en aquel orificio desprevenido. Kardia jadeo y abrió mucho los ojos: eso si que era nuevo y… inesperado. Se sentia bien. Ese lugar que le habia despertado tanta curiosidad en el cuerpo de Degel era realmente sensible. Lo de la lengua se sentia muy bien. Raro, por algún motivo que no sabría definir, pero agradable.

Con su creencia reforzada de que eso debía de sentirse bien sintió algo entrar, rápido y doloroso. Guarro.

-¿Ves? – le dijo Manigoldo, asomado entre sus rodillas – Y eso que ya te habia lubricado y relajado.

-¿Qué?

-La baba y hacerte sentir bien.

-¡Ah!

-Es solo mi dedo dentro de ti. Compara tu dedo y tu polla e imagínate como lo sintió Degel sin baba y sin que lo hicieras sentir bien.

-Entiendo. – fruncio el ceño, como recordando – De hecho si le meti el dedo, porque cuando vi su agujero, me dieron muchísimas ganas de metérselo. De estar ahí dentro.

-Lo comprendo. – asevero Manigoldo, relegando por un momento sus propias ganas de metérselo. Retiro el dedo de aquel paraíso de suavidad y calor, se lo chupo y le dijo – Voy a enseñarte como se mete el dedo.

Engurruño sus otros dedos, que pegaban contra la caliente y carnosa parte interior de la nalga del muchachito. Sobo con su dedo, como provocando, enardeciendo la entrada que de por si se sentia muy calientita.

-Relajalo. Eso también puedes decírselo, que se relaje.

-Ok.

Sigio sobándolo. Que ganas de lamerle esa pancita todavía aturrada, de comerse su polla rosada, que solo estaba ahí, moviendose un poquito sola, cuando mas placer sentia Kardia.

-Fijate como lo estoy moviendo. – dijo, deteniéndose.

-¿Ah? Si… - Kardia estaba agitado y sonrojado. Mucho.

-¿Sientes como curvo mi dedo para buscarte algo adentro y arriba? – explico para distraerse a si mismo. Estaba tan deliciosamente calientito ahí adentro.

-Ah… ¿si?

-Kardia…

-¿¡Que punto?! ¡Ah!

-Ese. – sonrio triunfante Manigoldo. Tenia al semesito derritiéndose. No tenia porque seguirlo estimulando, necesariamente, pero quien sabe si volveria a tener a otro semesito asi, a Kardia tembloroso y jadeante, encogiendo las piernas y engurruñando los dedos.

Se veía tan delicioso. Vislumbraba los pezoncitos erguidos bajo la camisa, única prenda que tenia encima. Su propia polla estaba muy necesitada de atención. Casi acababa de sacársela cuando la arruinadora de experiencias por excelencia apareció.

La Sisi.

 

Continuara...

Notas finales:

Disfrute tanto turreandome a un pequeño seme como no deberia. Y lo volvere a hacer.

Slán!


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