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Fuerza de la naturaleza. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

El Coco

La Sisi.

-¡¡¡Ahhh…

El grito ahogado porque le faltaba el aire. La voz. Le tapaba los ojos al niño que traía con el, un mocoso realmente pequeño.

-No es lo que parece. – se apuro a decir, y luego le saco el dedo.

-Oye, ¿Por qué te detienes? – reclamo Kardia – Hola Sisifo. – lo saludo casualmente al verlo.

-¡¿Pero que diablos le estas haciendo a Kardia!?

-Esta enseñándome a… - hizo memoria - ¡joder, todo!

Sisifo le tapo los oídos al niño. Pero entonces le dejaba los ojos destapados. Decidio que era peor que viera.

-¡Guardate eso inmediatamente! – le ordeno a Manigoldo. – Y tu vístete. ¿Estas bien? ¿Te duele? – se acerco a ellos con paso de pingüino, llevando a su niño con los ojos tapados.

-Siento raro. – contesto con honestidad Kardia, que se sentia insatisfecho por no haber podido acabar.

-Manigoldo, esta vez si te has pasado. Aunque seas el discípulo del Patriarca esto no puede permitírtelo…

-¡Tsk! Si el mismo me lo mando.

-¡Me niego a creer que nuestro benevolente Patriarca haya ordenado algo asi! Iremos ahora mismo y le daras explicaciones por haber inventado una mentira semejante.

-Pareces olvidarte que ya no soy un aprendiz bajo tu tutela, Sisifo.

El caballero de Sagitario era, nominalmente, tutor de todos los aprendices.

Por toda respuesta, la Sisi cogio a Manigoldo de la oreja, y lo arrastro, aprovechando que ya se habían cubierto las indecencias para destaparle los ojos al niño, a quien cargo.

-¡Ayayayayay! – protestaba Manigoldo.

-Kardia, tu también ven.

-Tio Sisifo, ¿Qué pasa?

-Estos niños se portaron mal.

-¿Tio? – pregunto Manigoldo, atento al chisme - ¿No será un pecadillo de juventud tuyo? ¡Ay!

Sisi le retorcio la oreja.

Avanzaron por las restantes casas, Kardia tan casual, olvidado casi de la lección interrumpida para cuando llegaron a la casa de Capricornio.

-¡Sisifo… - a El Cid se le acabo la alegría a media palabra, al ver la cara de su esposo.

-Cariño, cuida a Regulus.

Era tan poco conveniente que el niño oyera lo que tenia que tratarse.

-Si, cuídalo, para cuando tengan los propios. ¡Ay! ¡En serio, necesito mi oreja!

-¡Hasta pronto Regulus! – se despidió Kardia.

El pequeño seinto de Acuario no estaba. Aunque eso, Sisifo, no lo sabia.

-Lugonis, por favor, quita las rosas del camino.

Si la entonación de Sisifo no dijera lo bastante, ver a Manigoldo prendido de la oreja era mas que suficiente. La de veces que el mismo lo habia llevado asi, por su reincidencia en la indecencia con su pescadita.

El pelirrojo asintió con vigor que desmentia la palidez de su rostro y dejo el paso libre. Manigoldo volteo aunque se torciera la oreja para ver si veía a Albafica, pero no hubo suerte.

Abrio de par en par las puertas de la cámara del Patriarca, olvidado de todo protocolo, el.

-¡Esto es una falta de respeto! – se quejo Manigoldo al ser arrojado a los pies de su madre adoptiva, sobándose la oreja - ¡Somos caballeros dorados!

-Patriarca, llegaba yo mi exitosa misión de recuperación de la armadura de Leo y mi sobrino, cuando al pasar por la casa de Cancer, encontré a Manigoldo a… - se sonrojo – a punto de violar a Kardia.

Kardia miro sorprendido a Manigoldo.

-¡No es verdad! – se defendió el ojivioleta – Yo solo estaba enseñándole a no ser un eyaculador precoz, como usted me lo mando. – sonrio todo salamero a Sage.

-¿Cómo yo te lo mande? – se extraño el lemuriano.

-Si. Luego de ver como Degel perdonaba a Kardia…

-¡Ah si! – interrumpio para que no agregara mas delante del moralista caballero de Sagitario.

-¿Degel? ¿El aprendiz de Acuario? – pregunto Sisi.

-El caballero de Acuario. – corrigio Sage.

-Patriarca, creo que son muy jóvenes… - no estaba de acuerdo en nombrar a Kardia caballero de Escorpio solo porque la armadura se le habia puesto y se negaba a retirársele.

-Tal vez tu eres muy viejo. – lo pico Manigoldo, aun sobándose la oreja.

-¡Lo que este… depravado muchacho estaba haciendole a este mas jovencito es imperdonable!

-De hecho – sonreía el caballero de Cancer, flipándolo – este mas jovencito de hecho violo a la princesita de Acuario.

-¡No… - exclamo la Sisi.

-¡Joder, que ya entendí que estuvo mal! – exclamo al mismo tiempo Kardia, que odiaba que le recriminaran cosas por las que sentia culpa.

Sisifo lo miro con horror. Ese pequeño niño, con ojos de loco, era un loco depravado, de hecho.

-Me temo que si – le puso al tanto el Patriarca – pero no habrá consecuencias diplomáticas. Nuestras relaciones con Bluegard seguirán siendo como antes

-¿Qué son consecuencias diplomáticas? – pregunto Kardia.

-Que nos declararan la guerra y hubiéramos tenido que aniquilarlos, por culpa de tu amiguito. – le señalo abajo.

Kardia abrió ojos y boca.

-¿En serio? ¿Por lastimar a Degel?

-Degel es princesa de Bluegard.

-¡¿En serio!?

-¿De que rayos hablan cuando están solos?! – reclamo Manigoldo – Ah, espera, no hablan.

-Se que Degel ama Bluegard.

-Asi que si amas a Degel, no volveras a hacerle daño. Recuerda, lento y suave.

El otro asintió.

-Manigoldo, ¿Qué estabas haciendole a Kardia?

-Me enseñaba como meter el dedo. – contesto este, muy feliz, y Manigoldo se alegro de que lo recordara.

-¡¿Qué!?

Esos métodos de enseñanza eran exclusivos suyos, o asi los sentia.

-Estaba ya listo entre sus piernas – avivo el fuego Sisifo – preparándose para sustuir los dedos en el interior del chiquillo despatarrado con su brillosa virilidad que preparaba frotando arriba y abajo…

La manera en que Sisi criticaba el vicio ajeno no invitaba ciertamente a la virtud.

Manigoldo estaba con una ceja en alto. ¿Conque habia notado esos detalles?

-Manigoldo – Sage lo encaro con sus no cejas muy en alto.

-No tenia la mas minima intención de metérsela al mocoso. Solo estaba enseñándole para que no lastimara a la princesita.

-Creo que seria conveniente – dijo, mirando a Kardia – que dejaran las cosas de adultos para cuando sean adultos.

-Viejo, - se recargo en Kardia – realmente no crees que no van a repetirlo, ¿verdad?

-No contigo alentándolo.

-No lo aliento. Mocoso – lo sacudió por los hombros – no pases de comerle el culo a tu princesa.

La Sisi sintió que se infartaba.

-Lo intentare.

Sage se llevo la mano a la frente, resignado.

-Kardia, mas tarde hablare contigo. Retirate.

-¿Dónde esta Degel?

-Fuera de tu alcanze. – le señalo la puerta – Manigoldo… confio en ti. – alcanzo a oir que le decía Kardia antes de salir al luminoso exterior.

-Patriarca, si me permite decírselo… - empezó Sisifo.

-Conozco a Manigoldo mejor que tu, Sisifo. No dudo que lo encontraras en circunstancias sospechosas, pero si ni el ni Kardia dicen que lo que sostienes paso, es que te dejaste llevar por las apariencias.

Manigoldo lo flipaba, mirando a la Sisi con cara de “¿Ya ves?”

La Sisi maldijo para sus adentros el favoritismo del santuario.

-Solo me permito señalar a su santidad – añadió, rechinando los dientes – que con su política actual consiguió una princesa de trece años violada por un niño que pudo morir al hacerlo.

¡Zaz! Sage se puso muy serio.

-Lo tomare en cuenta, Sisifo. Retirate. Y enhorabuena por tu sobrino.

La Sisi se alejo solo haciendo una inclinación de cabeza para agradecer.

-¡Ahora tu! – lo agarro por la otra oreja “mama” - ¿Quién te crees que eres para andar enseñando con métodos didácticos a un niño de esa edad?

-Ayayay! ¿Crees que hubiera entendido de otro modo?

Para ser honestos, no.

-Pero…

-¿Te habria gustado hacerlo a ti? – porque a el no. Que Sage le enseñara a Kardia.

-Tampoco, pero, ¡son tan pequeños!

-Kardia es una fuerza de la naturaleza y tu fuiste quien dijo que eran el uno para el otro.

-Fue Krest. – le hecho la culpa.

-Quien fuera. Te juro que no le hize nada malo a ese crio, es mi amigo y…

Sage lo veía enternecido.

-¿Es tu amigo? – le pregunto todo lindo.

-Si… - respondio sonrojándose.

-Me alegro mucho.

-Si, como sea. Me sentí guarro de tener que hacerle esas cosas. Definitivamente, a mi solo me gustan las turras hermosas. – se jacto poniéndole su mejor lado – De largo cabello claro y ojos también…

-Vete a ver a Albafica. – lo corrió.

Una vez a solas, retiro su pesado casco. Meneo su largo cabello claro. Era, sin duda, una turra hermosa, a pesar de los años. Se puso en pie, majestuoso, y se teletransporto a Jamir, a la torre donde vivian Hakurei y su hijo, y a donde llevaria a Degel.

 

Continuara...

Notas finales:

Proximo capitulo, SagexDegel!!! siii!!!

Muajaja!

Slán!


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