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Pink Socks «Drabble: ChanBaek» por Addnne

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La tentación a diferencia de una oportunidad, llama dos veces. Es sutil, astuta evidenciando lo limitado de la paciencia humana, conduciendo al lujurioso por el camino del pecado. ChanYeol no es aficionado a la filosofía o a novelas de pasiones ardientes acompañadas de cliché, pero sabe que el único método eficaz de erradicar el deseo es sucumbiendo ante él. Odia ser débil, odia su impulsividad e inoportunas hormonas, pero odia aún más al pequeño bobalicón que tiene como pareja. 

 

 

 

BaekHyun es ese tipo de persona que lleva seducción tatuada en la piel, un infierno en sus ojos y el pecado personificado entre las piernas, pero seguía figurando como un ángel puro e inmaculado. El más hermoso de todos, cabe destacar. Su complexión grácil y delicada sumaba puntos extras: bastaba mirar por encima de esas largas pestañas para caer a sus pies, tocar la etérea piel de sus mejillas regordetas para perderse, y besar sus labios color melocotón para terminar derretido como caramelo.

 

 

 

A ratos eran románticos, besándose sin mañana y meciéndose con cariño de un lado a otro mientras sus brazos estrujaban el cuerpo ajeno, queriéndose fundir en un solo toque. En otros, como aquél eran pervertidos sedientos de caricias, deseosos de piel y un poco de placer carnal. Porque ese era su secreto, su pequeño cofre del tesoro donde ocultaban riquezas invaluables con forma de recuerdos, momentos inmortalizados que nadie conocía. 

 

 

 

Sólo ellos y las cuatro paredes de aquél chiquito, pero acogedor nidito de amor localizado a las afueras su ciudad.

 

 

 

En medio de la sociedad, frente a ojos escrutadores no son más que amigos, socios laborales que comparten un vínculo estrecho de confianza, absolutamente nadie sospecha que tras sus miradas y sonrisas cómplices se ocultan besos largos acompañados de noches eternas donde hacían el amor hasta saciarse. Nadie nota que BaekHyun es día, mientras ChanYeol noche; siempre cercanos en cuanto tiempo y espacio, pero jamás juntos. 

 

 

 

Porque existen relaciones así, donde existe amor en los corazones, pero no en la vida. 

 

 

 

Ambos vivían en una sociedad donde las personas encontraban más atractivo sobrevalorar la ignorancia que apreciar la inteligencia y perdonar a un criminal antes que a un inocente; donde la homosexualidad era motivo de vergüenza, un vicio, producto de alteraciones genéticas o desórdenes mentales; donde amar a una persona del mismo sexo no trae ventaja alguna: donde las personas les tienen fobia a otras personas. 

 

 

 

La expectativa para individuos como ellos era vivir según sus propias reglas, en libertad. Sin embargo, la realidad dictaminaba opresión hacia su preferencia sexual, criticas, ataques y por ello debían ocultarse, no por miedo o vergüenza, sino más bien por seguridad. Porque la gente no soporta la libertad ajena, nadie que discrimine es feliz viendo a su víctima pasearse en independencia, porque así de grande era el egoísmo y la envidia humana.

 

 

 

Aun cuando todo pintaba mal, lo cierto es que la situación resultó hasta mejor. Habían descubierto que las relaciones más estables y duraderas eran aquellas que se vivían sin terceros ni intrusos al asecho, no había nadie que introdujese cizaña o hiciera comentarios malaventurados. Su confianza dependía de ellos, nada más. Asimismo, traía consigo pequeños obsequios en forma de placeres únicos y memorables que significaban un todo. 

 

 

 

Como los pequeños posties rosados escondidos entre los balances matutinos de BaekHyun, cincelados con la prolija escritura del alto plasmada en ellos, redactando mensajes tiernos y amorosos para su pequeño amante, quien, con mejillas sonrosadas y ojos brillantes, leía. ChanYeol no podía pedir mejor recompensa que aquella: observar a BaekHyun oliendo disimuladamente el trozo de papel, atesorándolo entre sus manos, acunándolo en su pecho mientras suspiraba: le daba la fuerza necesaria para tolerar esa horrida distancia. 

 

 

 

Del mismo modo, conocía la otra cara de la moneda en el temperamento de BaekHyun.

 

 

 

Sabía que, tras el hombrecillo uniformado con trajes elegantes y oscuros, se ocultaba un ser con alma de niño. BaekHyun adoraba los colores pastel, como el rosa o violeta; prefería ropa holgada, cómoda por encima de jeans ajustados y chamarras de cuero. Le gustaba usar finas capaz de maquillaje acompañadas de eyeliner, camisetas largas que le ahorraran la necesidad de ensuciar pantalones. BaekHyun amaba coleccionar calcetines, sus favoritos eran los tejidos con lana, suaves, calientitos. 

 

 

 

Especialmente aquellos calcetines rosados que ChanYeol compró para él en su segundo aniversario. 

 

 

 

Frente cualquier desconocido, dichos gustos serían señalados y juzgados con crudeza. Lastimando en el proceso, el frágil e inestable corazón de BaekHyun. Pero estaba bien, porque para ChanYeol, ese era el verdadero BaekHyun. Aquél que solo él conocía de pies a cabeza y atesoraba como único. 

 

 

 

Lo mejor de todo aquello, era que nadie nunca sabría de esos besos en el sofá, o de ChanYeol cargando a BaekHyun como su princesa. Y claro, nadie nunca conocería al ángel, a la fiera y los demonios de BaekHyun, aquellos que sólo ChanYeol es capaz de despertar. Probablemente era egoísta, pero si en algo coincidían ambos era que el amor vivido entre sombras, caricias y sabanas era mil veces mejor. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! 


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