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Mi lindo omega [ChanBaek] por Vin_iiarYG

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Notas del fanfic:

Solo OT12 oficiales.

Notas del capitulo:

Si notan algún error, por favor, haganmelo saber.

BaekHyun corrió en su forma lobuna por el bosque, escapando de la manada que le perseguía. Aún tenía heridas de la persecución anterior, la que había tenido hacía tan solo unas horas atrás.

—¡Está caliente! –gruñó el mayor, alejándo la taza de sus labios.

—L-Lo siento... Padre. –dijo el pequeño omega. El nombrado lo miro con el ceño fruncido, y sus dientes apretados.

La madre de BaekHyun le miraba desde el mostrador, estrujando su delantal con ambas manos, observando a su único hijo ser maltratado por su esposo, otra vez.

—¿Lo sientes? –cuestionó con una siniestra sonrisa en sus labios.– Voy a hacer que lo sientas. –tomó con fuerza el brazo del menor, y vertió el café hirviendo en la magullada mano.
BaekHyun mordió sus labios con fuerza, aguantando el ardor en su mano derecha. Sus ojos estaban brillantes, debido a las lágrimas que se negaba a derramar, lágrimas que le fueron prohibidas desde que nació, y de solo dejarlas salir empeoraría las cosas.

Cuando su mano fue soltada, hizo una reverencia a su progenitor, quien le dio un golpe en la cabeza y volvió a leer su periódico.

—Limpia éste desastre, ahora. –ordenó.

El peliblanco tomó el descolorido trapo oculto en su delantal, y limpió el líquido derramado en la mesa, volviendo a su puesto detrás del mostrador, junto a su madre. La única persona que realmente le amó, además de su mejor amigo: KyungSoo.

—Dejame revisarte... –susurró. El menor hizo una mueca de dolor al momento en el que la mayor tocó la adolorida mano.

BaekHyun tenía cortes cubiertos con curitas, además de algunos moretones que comenzaban a desaparecer, y ahora, las marcas que el líquido dejo en su irritada piel. A pesar de todos los maltratos, la piel del omega seguía siendo suave como la seda, y brillante por su blancura.

TaeYeon amaba a su pequeño BaekHyun con todo lo que su corazón podía abarcar, pero temía de su esposo, e inclusive, hace quince años, cuando nació el niño y descubrieron que era un omega, recibió tal paliza que casi muere. No quería el mismo destino para su hijo, quería que su hijo fuera más, que fuera alguien, y que luchara por su vida.

Que viva la vida que ella no se atrevió a vivir.

Puede que por ello, luego de vendar la mano de su niño, besó su frente, y le abrazó cuán fuerte pudo, sin causarle daño, suspiró pesadamente y no intentó ocultar las lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas.

—Huye... –susurró. El menor se tensó, y alejó un poco a su madre, mirándole directamente a los ojos.

—Ma... Má...

—Tienes que irte de aquí, no puedes seguir así. No quiero verte así. –prosiguió en un susurro.– Te haré tiempo, no importa lo que pase conmigo, tú tienes que ser libre... Irte de Busán.

»—Hay una manada en Seúl, es de las más respetuosas, te encontrarán un lugar, cuidarán de ti...

—¿Pero y tú? Mamá... No quiero dejarte, no a ti... No a KyungSoo. –al igual que la mayor, lágrimas mojaron sus mejillas a la par que hablaba y negaba con la cabeza.

—Podras ayudar a Soo una vez estés a salvo. Te haré tiempo, y BaekHyun... –llamó nuevamente y tomó el mentón del menor con sus dedos, mirando fijamente los ojos color avellana que tanto extrañará.– Te amo, mi cachorro.

—Te amo, mamá... –respondió con una débil sonrisa.

Lo que sucedió después fue que TaeYeon llenó una bandeja con tazas llenas de café, y algunos tazones y platillos con comida. Llegó al centro del comedor, y tropezó con sus pies, creando un gran alboroto. BaekHyun observó por última vez a su madre en lo que salía corriendo del restaurante que tanto trabajo le costó a la mayor, y comenzó a correr, tomando su forma lobuna a mitad del bosque.

BaekHyun era pequeño en comparación a los Alfas, pero era rápido, más rápido que los alfas de su manada al menos. Sabía que su madre sería asesinada esa noche, y el aullido que escuchó a lo lejos se lo confirmó. Se abstuvo de aullar para no revelar su posición, se golpeó con varias ramas al escuchar pisadas cercanas a él, y un gran lobo pardo apareció en su lateral derecho.

Kasper.

El lobo mordió su lomo, intentando detenerle. Él se removió y pateó con fuerza al alfa, lanzándolo lejos, y comenzó a correr nuevamente.

Kasper no tardó en aullar, pidiendo refuerzos, y en un abrir y cerrar de ojos, se vio perseguido por un máximo de cinco alfas, contando al lobo pardo, los cuales le tiraron tarascones*, acertando algunos de ellos.

Le siguieron por lo que parecieron horas, dos para ser exactos, su pecho ardía, no creía poder seguir adelante, pero recordó a su madre, el deseo que ella tenía para él.

Aulló a la luna, y corrió tan rápido como sus heridas patas le permitieron, corrió más rápido de lo que alguna vez corrió en su vida, dejando atrás a los alfas, quienes bufaron de frustración y se dieron media vuelta, alejándose del lugar, volviendo a la manada. No tenia caso perseguir a un omega, y mucho menos, cuando con las heridas que le hicieron le daban por muerto.

Casi cuatro horas más tarde, estaba en un nuevo bosque, el de Seúl. Tenía sed, se sentía morir, sus patas pesaban, las heridas no paraban de arder, aunque por lo menos, ahora no sangraban.

Se puso alerta cuando escuchó un sonido muy cercano a donde estaba, una rama. Se mantuvo inmóvil en su lugar, calmando su respiración, esperando un nuevo sonido.

Se movió muy lentamente, flexionando sus cuartos traseros, e inclinándose sobre sus patas delanteras, tomando impulso al momento de escuchar un gruñido, y comenzando a correr nuevamente.

Se vio perseguido por más lobos ésta vez. Un total de ocho lobos con el pelaje en tonos oscuros le perseguían. Estaba cansado, había corrido por un total de cinco horas, sin contar la hora en la que descansó. Tropezó con una raíz, y al intentar levantarse, se dio cuenta de que estaba rodeado.

Dieciséis ojos le miraban fijamente, su pecho ardía, el aire costaba entrar a sus pulmones, y su visión se tornaba borrosa.

Un gran lobo negro se detuvo frente a él, sus patas temblaron ante la profunda mirada del alfa, y sintió todas sus fuerzas abandonar su cuerpo, desplomándose en el césped.

•••

Despertó en una iluminada habitación, no era un hospital, pero estaba claro que no era su habitación. Traía una camiseta sin mangas que le llegaba hasta los muslos, con un extraño estampado.

Se sentó en la cama, y fregó sus ojitos con las manos, dándose cuenta que la derecha aún estaba vendada. El último recuerdo de su madre le volvió a la mente, así como las últimas horas que pasó.
Llevó su diestra al pecho, junto al collar de los sueños que tenía, y cerró sus ojos, susurrando el nombre de su madre, junto con un agradecimiento, y palabras de amor. Prometiéndole no rendirse, y vivir libre de ahora en adelante.

Se levantó de la cama, y caminó con pasos temblorosos hacia la puerta, fijándose en los detalles de la habitación en la que estaba.
Las paredes estaban pintadas de un hermoso color crema, perfectamente ordenada, ocupada con muebles de oscura madera, además de una gran cama estilo King negra, y un hermoso ventanal, apenas cubierto con blancas cortinas.

El pasillo también era de un color crema, uno degradando al rosa. Había otras puertas que no se atrevió a abrir, pero dedujo que eran otras habitaciones. Ayudándose de su "mano buena", apoyándola en la pared, caminó a paso lento a donde escuchaba sonido.

Se detuvo en el arco que separaba la sala del comedor, observando con miedo a los cambia forma frente a él. Debieron de sentir su presencia, o simplemente olieron el miedo que desprendía, porque dejaron de hablar de quien sabe qué para observarle.

BaekHyun tembló ante la penetrante mirada de los alfas, y retrocedió un paso, ocultándose inútilmente. Su respiración estaba agitada, y cerró con fuerza los ojos cuando fue llamado.

—Oye... No te ocultes.

—¡Kai! –le regañó un hombre de apariencia poco mayor que ellos en un susurro y un golpe en el brazo.

—¿U-Ustedes también me harán daño? –susurró al grupo. Las miradas se suavizaron al ver al pequeño y tembloroso omega.

El hombre anterior se acercó lentamente a él, y reconoció el aroma con el de un omega, por lo que se relajó frente al mayor.

—Pequeño... ¿Que te han hecho? –cuestionó en un susurro, rodeando al menor con sus brazos una vez este derramó una lágrima, seguida de otras tantas.

BaekHyun rompió en llanto entre los cálidos brazos del omega, hipando al tranquilizarse con las dulces palabras.

—SeHun. –llamó. Un alfa de castaños cabellos miró a su madre, escuchando atentamente su pedido.– Trae a Yeol, y dile que... –volvio la mirada al pequeño entre sus brazos, hablandole con una dulzura, y calidez que le recordaban a su madre.–¿Cual es tu nombre, cariño?

—BaekHyun... –susurró. El mayor dirigió la mirada a su hijo menor, y prosiguió con lo que decía.

—Dile que BaekHyun ha despertado. –el castaño desapareció por la puerta trasera, y él miró nuevamente al peliblanco entre sus brazos.– Soy YiXing, puedes llamarme Lay si quieres.

El mayor le dirigió hasta la mesa, sentándolo junto a él, sonriendo ante su actitud.

BaekHyun se había aferrado al brazo de YiXing como si su vida dependiera de ello, aguardando a quien sabe qué.

Un hombre tatuado, condenadamente gigante atravesó la puerta, justo detrás del tal SeHun, e inmediatamente fijó sus ojos en el pequeño omega, quien se estremeció levemente, y ocultó su rostro en el brazo del mayor.

ChanYeol gruñó levemente, y se sentó en su lugar. Su pareja estaba al otro lado de la puta mesa, ocultando su delicado rostro tras el brazo de su madre. Murmuró una maldición y llevó un trozo de carne a sus labios.

—BaekHyun... –llamó Lay. El nombrado alzó la mirada, conectándola con el mayor, y éste prosiguió, señalando en dirección al gigante.– Él es mi hijo mayor, y líder de la manada de Seúl: ChanYeol.

—Tu pareja. –agregó él en tono grave.

—¿D-Disculpe? –tartamudeó nervioso.

—ChanYeol... –le regañó su madre. El nombrado bufo, y se acomodo en su asiento, cuestionando nuevamente.

—¿Cuantos años tienes, BaekHyun?

El escuchar su nombre en el tono grave del mayor, le erizó la piel, y se vio a si mismo ahogando un gemido.

—Quince... –respondió con tranquilidad, jugando con sus manos por encima de sus muslos.

—Aún eres un cachorro... –dijo el tal Kai.– ¿Que hacías corriendo en ese estado por el bosque a esas altas horas de la madrugada?

—No le agobien con preguntas... –respondió el hombre junto a YiXing.– Está asustado.

—Lo siento... –se disculpó el moreno, sonriéndole levemente al omega como disculpa.

YiXing le presentó a los nueve hombres frente a él. JongDae, o Chen, era un viejo amigo de ChanYeol, el hijo mayor, así como su pareja MinSeok, o Xiumin, un dulce omega que se ofreció a ayudarle con su vestimenta si él quería.

YiFan, o Kris, era un alfa, viejo amigo del matrimonio, y pareja de ZiTao, otro omega, y hermanastro de YiXing. Éste último, al igual que Tao, y Kris era de descendencia China, en donde conoció a su pareja, JunMyeon, con quien tuvo tres hijos.

ChanYeol, el mayor. JongIn, el del medio. Y SeHun, el menor.

Los tres eran alfas.

Le había preparado un desayuno liviano, un té de hiervas que le ayudarían con su recuperación, y unas generosas porciones de pastel de chocolate.

BaekHyun no era muy hablador, estaba en un lugar desconocido, en una nueva manada, y ChanYeol entendía eso. Pero su delicioso aroma a flores silvestres le era hipnótico.

Cuando persiguió al blanco lobo por en bosque no logró pensar en otra cosa más que en decir cuán hermoso era.

Era poco común encontrar un lobo blanco, la mayoría en su manada eran pardos, marrones, o negros, pero el ver uno blanco bajo la tenue luz de la luna, y entre los árboles, además de su aroma, le pareció todo hermoso, a excepción de algo.

La sangre.

El pequeño lobo estaba herido. Traía sangre seca sobre sus patas y lomo, se le veía agotado, y cuando tropezó, tardando en recuperarse, supo que ya lo tenía.

Él miró fijamente los avellanados ojos del lobo, sintiendo una conexión al instante, además de la necesitad de correr a él, y curarle sus heridas antes de reclamarlo como suyo.

Vio que la conexión había sido mutua, al menos lo supo por unos breves minutos antes de que el lobo se desplomara sobre el césped, tomando su forma humana.

Si en su forma lobuna le había sorprendido, el verle en su forma humana le arrebató el aire de los pulmones: era jodidamente hermoso. Perfecto.

Estaba herido, si, y gruñó de enojo por ello. Pero el desnudo cuerpo del peliblanco era perfecto, ignorando los moretones y algunos cortes, que le hicieron enfurecer.

Su piel era blanca, se le veía suave como la seda; se trasformó en su forma humana, acercándose lentamente al omega, tomándole el pulso.

Sus dedos cosquillearon, y el contacto envió una fuerte corriente a su entrepierna. Miró a su manada y movió su cabeza en señal para que se dispersaran.
No creía que los que hirieron a su pareja estuvieran por la zona, debido a que el perímetro fue violado por un solo lobo, y ese era el pequeño que llevaba en brazos, pero por si acaso.

Cargó al peliblanco hasta la casa, cubriéndolo con su cuerpo. Al llegar, su madre le acogió, ayudando en curar las heridas, y ponerle la gran camiseta de su hijo antes de que éste le dejara sobre su cama.

ChanYeol deseaba con todas sus fuerzas dormir con el pequeño, pero no quería asustarle, así que, haciéndole caso a su madre, durmió en uno de los cuartos de invitados. Se había despertado temprano, y recorrió todo el perímetro en busca de algún lobo desconocido, pero nada.

Al llegar a casa, después de que SeHun le llamara, se encontró con un ser hermoso sentando junto a su madre. Sus ojitos color avellana le miraron por un segundo antes de ocultarlos en el brazo del mayor.

Reprimió una sonrisa, y comió su desayuno, casi atragantándose cuando dijo que tenía quince, maldiciendose por ser diez años mayor.

No podía tomarlo, no cuando aún era un cachorro, y ni siquiera sabía si entraba en celo. Aunque supuso que si, no quería arriesgarse.

Terminado el desayuno, el peliblanco se ofreció a ayudar, comenzando a recoger los platos usados. Demostrando su agilidad, y los cortes que aún se veían en sus manos, esto último sin querer hacerlo.

Al momento de llegar donde ChanYeol, se puso nervioso, debido a las extrañas sensaciones que despertaba en él. Los platos casi cayeron de su mano, cuando sus dedos se rozaron, y un hormigueo subió por su espina dorsal, erizandole la piel.

Mordió sus labios y siguió con lo que hacía, ignorando la profunda mirada del alto, y el ardor en sus mejillas.

—BaekHyun... –llamó ChanYeol. El nombrado había dejado los platos sobre la pileta, y corrió en dirección al alfa, tal y como le habían enseñado. El alto fruncio levemente el ceño ante su actitud, y sacudió su cabeza, cuestionando lo que le tenía en duda durante la noche.– Las heridas... Tus heridas...

—Fueron lobos de mi... Antigua manada. –el alto tensó la mandíbula, y fruncio el ceño. Los omegas no eran agresivos, ni mucho menos, tan fuertes como para dejar mordidas tan profundas.– Eran alfas si se lo está preguntando... –prosiguió.

—¿Tu antiguo líder estaba al tanto de esto?, ¿de donde vienes? –cuestionó nuevamente, ni molestándose en ocultar su enojo.

—Los omegas no tenemos derecho a quejarnos. –respondió con sinceridad.– Tenemos que obedecer a los alfas, y ser serviciales en todo momento, o... –relamio sus labios, desviando momentaneamente la mirada, y temblando levemente antes de proseguir.– O nos castigan. ¿Usted no va a castigarme, cierto? –cuestionó con un claro temor.

—No... –susurró.– Dios, no. ¿Que te hicieron?

—En Busán es así como funcionan las cosas... –explicó también en un susurro.– Es por eso que tuve que escapar sin nada. –en ese momento abrió sus ojitos, recordando algo sumamente importante.– KyungSoo... –susurró y fijó la mirada nuevamente a los oscuros ojos del gigante.– Tienen que ayudarlo... Por favor.

—¿Quien es KyungSoo?

—Es mi mejor amigo, también es un omega, y él... No puede estar ahí, no en esa manada. –no supo en que momento se aferró a la camiseta del alfa, y se acercó tanto a él, pero el cálido cuerpo le atraía como un imán.

—Está bien... –respondió él, sacándolo de sus pensamientos.

BaekHyun soltó lentamente la camiseta del contrario, sintiendo nuevamente sus mejillas arder, y se alejó un paso.

—Uhg... Yo... Tengo que, ya sabes... –balbuceaba a la par que se alejaba lentamente, y apuntaba la pila de platos, a donde no tardó en correr.

Los presentes observaban divertidos la escena, riendose en silencio por la tonta cara de enamorado que estaba teniendo ChanYeol en ese preciso momento, mientras que éste solo pensaba en una cosa.

«Que lindo omega... Mi lindo omega...»

•••

BaekHyun regresó al cuarto donde despertó, e hizo la cama. Al girarse, se encontró con un duro y cálido pecho, que le recibió con gusto. Inhaló el fresco aroma de la lluvia, mezclado con el del bosque, que tenía el alfa.

—Eres mi pareja... –murmuró. El peliblanco cerró sus ojos, acurrucandose inconscientemente contra el cálido pecho.

—¿Y eso que quiere decir? –cuestionó en un susurro

—¿Sentiste ese cosquilleo al tocarnos, o como tu cuerpo reacciona al mío como un imán? –asintió.– Es porque el destino decidió emparejarnos...

—Como la historia que me contaba mamá... –susurró sorprendido. Nunca había pensado que esas historias podrían llegar a ser verdad.

—Naciste para ser mío... Y yo nací para ser tuyo... –murmuró nuevamente el alto.

BaekHyun alzó la cabeza, encontrándose con los labios del contrario. Se veían tan suaves, que sentía la necesidad de besarlos, pero no.

Tenía miedo.

Quince años de abusos físicos y psicológicos, le habían dejado con un trauma. No veía maldad en los ojos del mayor, ni en los alfas que formaban su familia, pero aún así, solo llevaba unas horas conociéndolos.

BaekHyun se alejó de su toque, y aunque quiso gruñir, no lo hizo. Entendía que la vida del menor había sido difícil sin siquiera conocerla, sin tener detalles. Ayudaría al amigo de su pareja, porque es lo que él desea, y le dará todo para que se sienta cómodo.

Suspiró y se sentó en la cama, golpeando junto a él para que el omega se sentase, y le diera una descripción del tal KyungSoo.

Do KyungSoo, omega de quince años, bajito, labios en forma de corazón, ojon, cabello negro y enojón. Lo reconocerían por el inconfundible aroma a menta dulce.

También les pidió que averiguaran acerca de Byun TaeYeon, y que le dijeran a Do que le trajera sus cosas.

Si bien el viaje era de cinco horas en forma lobuna, tardarían en encontrar a Soo, y preparar los bolsos sin ser vistos.

Los lobos en Busán son tontos, ni siquiera verifican el perímetro, por lo que lobos de otras manadas suelen entrar y salir a su antojo.

ChanYeol le pidió una única cosa antes de salir en busca de su amigo: un beso.

No era necesario uno en los labios, uno en la mejilla le bastaba, y así se lo hizo saber a BaekHyun, quien se relajó, y se alzó sobre las puntitas de sus pies, dejando un besito en la mejilla del alto, la cual comenzó a arder.

Los tres hermanos subieron al auto, y manejaron hasta Busán, con la esperanza de encontrar al amigo de BaekHyun.

Notas finales:

Las actualizaciones aun no tienen un horario debido a que recién inicio aquí, ero espero que dentro de poco logren ver algo mas.

Vin.


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