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Sucio [DaeJae] por ValeMala

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Notas del fanfic:

Pueden encontrarme el wattpad con le mismo pseudónimo~

Sigo subiendo fanfics~ Esta vez les traigo otra al que le tengo mucho cariño, y de hecho fue basado en la idea de una chica que ne wattpad se llama im_PAKYU, así que es dedicado a ella~

Notas del capitulo:

Fecha de publicación original: 6 de Mayo de 2017

Entrar a una galería de arte para ver cuadros con triángulos de colores estúpidamente sobrevalorados no era algo que le gustaba hacer a Daehyun exactamente. Ver como su madre gastaba una cantidad exuberante de la fortuna de su padre en ello tampoco era algo que le gustaba apreciar. Sentía que el pequeño hijo de su hermana podía hacerlo mucho mejor y prácticamente gratis. Pero claro, ir a decirle algo así a su testaruda progenitora solo iba a hacer que se ganara un golpe en la nuca y aún aterrador "en la casa hablamos" escondido tras una sonrisa que pretendía ser dulce ante los ojos de los desconocidos.

—Mamá, por favor... —Gimió el moreno, tratando de alejar las manos de su madre de su cabello—. Estoy bien, mamá, ya déjalo...

—Jung Daehyun. —Amenazó la mujer, pasando a arreglar la pajarita de su hijo torcida—. Compórtate, ya estás mayorcito.

—Mamá... Te ruego de nuevo que volvamos, no habrá nada interesante ahí dentro. —Volvió a intentarlo, ganándose una mirada fulminante. Esa misma mirada que hacía que un nudo se formara en su garganta desde que era un niño.

—Apreciarás el arte y dejarás de ser un inculto quieras o no, Daehyun. —Habló entre dientes, señalando al joven con un dedo—. Puede que ya seas un hombre hecho y derecho, pero aún soy tu madre y te daré unas nalgadas de ser necesario ¿entendiste?

Daehyun bufó pero asintió ante la advertencia, teniendo muy presente que aquella mujer era capaz de cumplir sus palabras. Incluso se atrevía a decir que era capaz de grabarlo y subirlo a YouTube solo para humillarlo.

Debía evitarlo a toda costa.

Salió del auto y lo rodeó para abrir la puerta del copiloto. Tendió la mano para que su madre bajara tranquilamente y tiró las llaves al chico del Valet Parking, que se le quedó mirando como si nunca hubiera visto al CEO de una de las empresas más importantes de Corea en persona.

Bueno, quizá nunca lo había hecho. Pero aún existían las revistas ¿no?

Caminó con la mujer colgada de su brazo, sonriendo a las personas conocidas y a algunos paparazzi que había por ahí. No iban por ellos precisamente, sino porque se filtró en internet que uno de los idols de moda había asistido al evento.

A Daehyun no podía importarle menos.

Entrar a la galería fue sencillo, ahora lo difícil era fingir una cara de "sí, sé lo que veo y estoy reflexionando al respecto" y tratar de que nadie lo viera bostezar cuando estuviera muy aburrido o metido en conversaciones donde los comensales no paraban de hablar sobre el sentido absurdo que encontraron a una de esas pinturas con miles de ojos sin orden que vio en la entrada.

Su madre dijo que expresaba a la comunidad en un estado de curiosidad y en busca de información que pudieran criticar con la mirada, ignorando que tenían más cualidades como la audición.

Daehyun solo pensó que era perturbador y que si su madre compraba esa pintura no podría dormir pensando que un montón de ojos lo seguirían cuando visitara a sus padres.

—Ésta pintura es horrible —Hablaron a sus espaldas mientras observaba una pintura de... Bueno, Daehyun no sabía qué rayos era lo que estaba viendo—. No entiendo nada en ella, parece vacía.

—Yo nunca entiendo nada —Estuvo de acuerdo, volviendo por primera vez la mirada al dueño de la voz mientras llevaba las manos a los bolsillos de su pantalón—. No soy un apasionado del arte, lamentablemente...

—Yo tampoco. —El extraño sonrió amablemente.

—Jung Daehyun. —Se presentó el moreno, extendiendo la mano al hombre que parecía comprender su poca afición al arte.

El hombre miró la mano de Daehyun cinco segundos largos antes de sacar un paño de su bolsillo, con el que envolvió su propia mano—. Yoo YoungJae. —Correspondió, apartando la mano quizá demasiado rápido y limpiando su mano con el paño, haciendo una mueca.

Daehyun observó su mano pensando que estaba sucia, pero el gesto de ese tal YoungJae no dejó de parecerle descortés. Pudo simplemente rechazarlo con un gesto de cabeza como solían hacer muchos de sus clientes.

—¿Qué lo trae a una galería, Yoo? —Preguntó, ocultando su incomodidad.

—Nada en especial, Jung. —Daehyun iba a bromear sobre aquello, pero su chiste murió en sus labios cuando observó como el recién conocido parecía hiperventilar ante algo frente a él.

—¿Ocurre algo?

—Hay una mancha ahí... —Murmuró, señalando con el dedo hacia la pared blanca—. Debo buscar algo para limpiarla, si me permite...

Y antes de que Daehyun pudiera decir algo más, YoungJae huyó del lugar, perdiéndose entre la multitud.

—Bueno, eso fue inusual... —Observó su propia mano de nuevo, arrugando el entrecejo para buscar algo malo en ella—. ¿Debería lavarme las manos?

Quizá estaba de más, pero de todas formas buscó el baño más cercano y aseó sus manos, solo para estar seguro.

~~~

Daehyun intentaba no bostezar mientras el canoso hombre que hacía de presentador hablaba y hablaba a través del micrófono sobre las increíbles obras que se podían apreciar aquella noche, animado a las desgraciadas almas amantes del arte a pagar cantidades absurdas de dinero por un lienzo que posiblemente exhibirían en sus salas comunes por un tiempo hasta que otra obra llame su atención y aquella quede en el olvido.

—Ahora, para nuestra próxima subasta... —Comenzó de nuevo. Daehyun rodó los ojos y suprimió un bostezo—. Una obra de nuestro artista más aclamado de los últimos años. —El aparente asistente trajo un cuadro medianamente grande, donde se podía observar una pulcra cocina, tan perfectamente bien detallada que el CEO se preguntó si no era una fotografía en lugar de una pintura lo que estaba viendo—. Titulada "cocina", esta obra es el nuevo trabajo por Yoo YoungJae y...

Ahí fue cuando Daehyun comenzó a escuchar. Aquel hombre con el que había conversado unos momentos antes estaba subiendo lentamente por la tarima, arreglando su corbata roja y dando la mano al presentador.

Daehyun pudo identificar que intentaba ser más disimulado a la hora de limpiar su extremidad con el pañuelo.

—Bueno, parece que no soy el único... —Murmuró para sí, frunciendo los labios.

—¿Dijiste algo, querido? —Preguntó su elegante madre, quien ya había comprado tres cuadros anteriores esa noche.

Daehyun logró convencerla de dejar pasar la pintura de los millones de ojos, afortunadamente.

—Yoo YoungJae...parece alguien interesante. —Comentó, poniendo especial atención a los gestos que hacía el artista mientras escuchaba al presentador halagarlo una y otra vez sin descanso.

El CEO sonrió cuando lo vio rodar los ojos una vez el canoso hombre le había dado la espalda.

—Oh, es bueno, pero el hiperrealismo en realidad no me interesa mucho, es muy...simple. 

Y no es porque quisiera llevarle la contra a su progenitora, pero no podía estar más en desacuerdo con ella.

El CEO realmente estaba apreciando el lienzo, y quizá esa fue la razón por la que levantó su paleta con el número 57 - esa que juró no iba a utilizar en lo que restaba de la noche- y ofreció—: Un millón.

Su madre sonrió a su costado, tachando de su lista mental la tarea de "hacer que Daehyun compre una pintura" que había intentado lograr desde hace ya varios meses y se negaba a dejar inconclusa.

Los comensales de volvieron a mirarlo, con los ojos muy abiertos. Nadie creería que el hijo de la señora Jung quisiera participar en la subasta, mucho menos teniendo en cuenta su fama de no me gusta el arte que tanto se había esforzado en forjar.

—Bien, tenemos un millón ¿alguien ofrece más? —Habló el presentador, rompiendo el incómodo silencio que se formó al rededor de Daehyun. Nadie más habló—. Entonces vendido a el señor Jung Daehyun. Felicidades por su compra.

El presentador sonrió falsamente, gesto que el comprador no vio porque estaba demasiado ocupado viendo como Yoo YoungJae ocultaba una sonrisa que le fue imposible clasificar detrás de su mano.

—Te felicito, querido... —Le habló su madre, plantando un suave beso en la mejilla de su hijo que le dejó sus labios pintados—. Pero ¿no fue un poco demasiado?

Y quizá sí lo había sido...pero Daehyun tenía el presentimiento de que aquella iba a ser mejor inversión.

~~~

Ya pasadas dos largas semanas desde que asistió a aquella galería de arte y su cuenta tuvo un millón de billetes verdes menos, el CEO de una de las empresas de modelaje más influyentes de Corea del Sur corría del un lado para otro con las mangas de la camisa sobre sus codos y la corbata desarreglada, terminando de ajustar a los fotógrafos con sus respectivos modelos y resolviendo las incongruencias que encontró en su papeleo.

—JunHyung, mueve tus piernas largas hacia JongUp que necesitamos tus fotos antes de que se acabe el día y... ¡Himchan, deja de besuquearte con mi asistente, maldita sea! —Regañó al maquillador, que parecía que si el jefe no interrumpía, él y YongGuk terminarían haciendo cochinadas en los vestuarios. 

—Pero jefesito... —El pelirrojo hizo un puchero sin soltar el cuello de la camisa de su asistente, que sonreía como estúpido viendo hacia la nada misma.

—No ahora, pueden hacer eso en su hora del almuerzo —Le gruñó, separando a los dos hombres—. Hyuna dice que su maquillaje se corrió, ve a revisarla. —Ordenó.

—Nos vemos más tarde, guapo —El exhibicionista le guiñó un ojos a YongGuk antes de ir en busca de la mujer con el maquillaje corrido.

—Dios...me encanta...

Daehyun rodó los ojos—. Eres el mayor y te comportas como un adolescente hormonal. Dime si al menos conseguiste un reemplazo para coordinar todo este desastre y yo pueda volver a mi oficina.

YongGuk se aclaró la garganta, adoptando una postura profesional y fingiendo que su jefe inmediato no había visto el gran espectáculo que había montado en medio de el ajetreo del estudio. 

—Llamé a DooJoon y dijo que iba a estar aquí a las once, lo que significa que debería estar llegando...

—¡Hola a todo el mundo, he llegado! —Gritó el mencionado, entrando al estudio con una sonrisa.

—...ahora mismo. —Concluyó satisfecho, agregando un correcto al lado de algo en su tabla sujetapapeles.

—¡Te lo encargo, Joon! —Exclamó el CEO, aliviado de que por fin todo parecía tomar su ritmo normal.

—¡Cuenta con ello, jefe!

Daehyun dejó el estudio para tomar el ascensor, necesitando encerrarse en su despacho un rato para dejar de lado todo el estrés que pesaba sobre sus hombros.

—¿Algo nuevo de lo que deba enterarme? —Le preguntó a YongGuk mientras subían los cuarenta y seis pisos rápidamente.

—Su madre llamó para comentar que logró encontrarle un lugar apropiado al cuadro del millón. —El asistente sonrió cuando observó la exasperada mueca de Daehyun—. Lo colgó en la cocina.

—Oh vaya, nunca lo hubiera imaginado.

YongGuk ignoró su irónico comentario y continuó leyendo—: Jimin ha tomado su licencia de maternidad desde esta mañana, dice que volverá a penas le sea posible, y...¡oh! YoSeob consiguió un nuevo perrito al que nombró a su honor.

—Déjame adivinar...

—Se llama Gruñidos.

—Bájale el sueldo.

—Está contra las políticas de la empresa hacer eso.

Daehyun suspiró, saliendo el aparato donde había estado metido después de que sonara el característico ¡ding! que anunciaba la llegada su piso. 

—¿Algo más..?

—No, jefe, puede continuar con sus tareas normales.

El CEO asintió, pasándose una mano por el cabello mientras ingresaba a su oficina.

El espacio era algo así como su segundo hogar, se pasaba veintitrés de las veinticuatro horas del día encerrado allí, seis días a la semana, cuidado que cada pequeño detalle con respecto a su empresa se manejara bien. No por nada aquella era una de las mejores empresas el su país.

No era por alardear, claro que no.

Daehyun decidió enterrarse entre sus montañas de papeleo de nuevo, siendo tan eficiente como sólo un Jung podía serlo. Y se mantuvo así por las próximas cuatro horas -que no notó cuando se pasaron volando- hasta que YongGuk entró con un plato de almuerzo y lo dejó sobre su escritorio.

—Tengo tu almuerzo. —Dijo lo obvio, para que el menor levantara la cabeza y lo mirara.

—¿Que hora es?

—Las tres de la tarde.

Y sí, quizá era por eso que su estómago estaba protestando tanto. Dejando de lado el papeleo -eso sí, cuidadosamente marcado en donde se había quedado- acercó el plato a su cuerpo y comenzó a devorarlo con ganas, no obstante, seguía manteniendo sus modales.

—Por cierto, llamó un tal...Yoo YoungJae. —Le informó su asistente, anotando algo en el portapapeles como siempre—. Dice que le gustaría invitarte a cenar mañana en la noche ¿sabes quien es?

Daehyun hizo memoria, buscando entre sus recuerdos ese nombre...y para su sorpresa, dio con su rostro rápidamente entre sus recuerdos.

—¡Ah! Es el artista al que le compré el cuadro del millón.

—Entiendo ¿quieres que concrete la reunión?

—Sí, por favor, y gracias. 

YongGuk asintió y salió de la oficina, cerrando la puerta a sus espaldas con cuidado.

El CEO pelinegro no pudo evitar preguntarse porqué de repente Yoo YoungJae lo estaba invitando a cenar tan de la nada mientras terminaba su almuerzo.

~~~

Yoo YoungJae era conocido.

No era exactamente una celebridad, ni una persona influyente. Pero sí era un artista respetado. Sus dedos prodigiosos y sus trazos especiales habían llamado la atención de más de uno; incluyendo a ese empresario de la galería que conoció hace dos semanas.

Ver como el hombre tenía una cara de confusión mientras observaba ese cuadro despertó algo dentro de sí que le impulsó a hablarle y tratar se sacarlo de su aparente intento fallido de comprender la pintura frente a sí mismo.

Bastó un mísero intercambio de palabras para que el hombre se diera que cuenta que el tipo no estaba allí por su propia voluntad. Le interesó, le interesó muchísimo ese detalle sobre él, hasta que tuvo que arruinarlo todo de nuevo.

YoungJae se había sentido increíblemente culpable de sus acciones frente al hombre cuando escuchó como ofrecía una cantidad desmesurada por su más reciente cuadro. Después de todo, lo lógico y lo que la vida le había enseñado era que después de su comportamiento extraño, el empresario no quisiera ni respirar su mismo aire. 

Necesitó pensarlo mucho para finalmente tomar la decisión de que debía compensarlo de alguna manera.

Fue por eso que llamó a su buen -y único- amigo JunHong para que lo ayudara a ponerse en contacto con el empresario más importante de Corea. Dos días después, el menor ya lo estaba contactando para entregar la información que le había pedido. 

Bastó colgar la llamada con su pequeño amigo para volver a poner el teléfono contra su oreja y telefonear a su oficina.

¿Buenas tardes? —Respondió una voz gruesa al otro lado de la línea.

—¿Hola? —Su voz sonó tranquila, muy contrario a como se encontraba su mente—. ¿Es la oficina de Jung Daehyun?

¿Quien lo busca?

—Yoo YoungJae, ya sabe, el pintor. —Se golpeó mentalmente por usar su título a un extraño ¿y si en realidad había marcado mal y aquella no era la oficina del que estaba buscando? Lucirá ridículo—. Me gustaría invitarlo mañana a cenar, si está disponible...

Señor Yoo, si lo desea hablaré con el señor Jung acerca de esto y devolveré su llamada a las cinco. —Le informó la voz al otro lado de la línea—. ¿Está de acuerdo?

—De acuerdo, estaré al tanto, muchas gracias.

Y con esas últimas palabras, la llamada terminó.

Mientras esperaba, YoungJae corrió de un lado a otro por toda la casa, limpiando el inexistente polvo de aquí para allá sin cansancio, arreglando su taller a pesar de que todo estaba perfectamente en orden y las pinturas una al lado de la otra por color. Además, también fregó el baño de invitados del primer piso porque ya llevaba una semana sin hacerlo y seguramente era un nido de bichos y bacterias.

Al castaño le entraron escalofríos y náuseas de sólo pensarlo.

Una vez terminó todas sus tareas, lavó sus manos tres veces para asegurarse de que su piel no iba a albergar cuerpos extraños y sólo para asegurarse aplicó gel antibacterial (mata el 99,9 % de bacterias–rezaba la etiqueta) a sus sensibles extremidades recién lavadas. El reloj, para su buena suerte, había avanzado lo suficientemente rápido para marcar las cuatro y cincuenta y siete de la tarde y sólo tendría que esperar unos cuantos minutos para la llamada.

Para su mala suerte, tres minutos se sintieron como diez horas mientras observaba su reluciente teléfono descansar sobre la mesa y sin rastros de llamadas importantes.

Cuando ya estaba maldiciendo y planteándose la posibilidad de que sí hubiera marcado mal el número del empresario, el aparato vibró y YoungJae tardó medio segundo en contestarlo.

—¿Diga?

—Señor Yoo —Escuchar la gruesa voz del hombre -que dedujo, era su asistente- a través del auricular lo hizo tensarse en su lugar y contener la respiración—. He hablado con el Señor Jung, y le gustaría reunirse con usted mañana en la noche, cerca de las nueve ¿está disponible su agenda?

Sí, sí, estaré disponible a esa hora —Respondió, volviendo a llenar sus pulmones de aire mientras el alivio lo recorría.

El asistente y el artista intercambiaron unos cuantas palabras para concretar donde se llevaría a cabo la 'reunión' y con eso, el joven castaño sólo debía preocuparse por ir bien presentado y controlar su ansiedad lo suficiente en su cena de mañana.

No quería que el hombre se sintiera incómodo con su presencia una vez más.

~~~

La noche del día siguiente llegó más rápido de lo que a Daehyun le hubiera gustado.

Estaba de camino a aquel restaurante Noir, a las afueras de las ciudad, en el que YongGuk acordó a su nombre reunirse con el (único) artista al que le prácticamente regaló un millón por un cuadro de una cocina que llamó su atención.

A veces, el empresario se preguntaba si compró el cuadro por gusto, por curiosidad o porque Yoo YoungJae era como un enigma para su persona.

Un enigma que quería comprender, si era totalmente sincero consigo mismo.

No obstante, aún no olvidaba lo ligeramente grosero que el hombre había sido en su primer encuentro. Y llámenlo superficial, pero para Daehyun las primeras impresiones eran lo más importante en una interacción entre dos desconocidos.

Recordó el cuadro colgado en su cocina cuando el mozo de la entrada al restaurante lo guió hasta la mesa reservada en la terraza, donde el joven artista ya estaba esperándole mientras bebía de una copa de vino y hacia una mueca mientras se quitaba una pelusa del abrigo que llevaba.

El ambiente parecía ameno y cálido, probablemente gracias a los calentadores a gas repartidos por el lugar. Por extraño que parezca, también le daban un aire serio y elegante al que Daehyun le dio un diez de diez. Al parecer, el pintor tenía buen gusto en restaurantes.

Aclaró su garganta y quizá lo hizo demasiado fuerte porque el joven artista saltó en su lugar de sorpresa.

—¡Jung! —Saludó al recién llegado con una sonrisa, levantándose para hacer una reverencia. No quería que se repitiera la escena del otro día.

—Por favor, llámeme sólo Daehyun.

El moreno sonrió, correspondiendo a su reverencia con un gesto de su cabeza antes de sentarse en la silla vacía.

YoungJae no tardó en volver a su asiento—. Le agradezco que haya aceptado mi invitación, Daehyun.

—Oh, no hay problema. Por el contrario, gracias por la invitación.

—Quería agradecer su generosa oferta por mi cuadro, Daehyun. —Comenzó el menor, doblando la servilleta de tela sobre sus piernas nerviosamente, pero sin ser muy notorio tampoco—. Sinceramente, no lo esperaba para nada.

Daehyun rió cortésmente a su comentario—. Estoy casi seguro que nadie en la galería lo esperaba, Yoo, pero sin duda su cuadro llamó mi atención. Es extraño, porque, como usted sabrá, no soy un aficionado del arte, lamentablemente.

Las mejillas del artista se colorearon con su cumplido. Con un poco de suerte, el empresario no lo notaría.

—Gracias.

Después de esas palabras iniciales, la noche comenzó con un buen vino francés y una conversación que fluía sin esfuerzo entre los dos hombres. Casi parecía que ambos no necesitaran demasiado para pasar un buen rato juntos.

Aquello sólo hizo que la curiosidad del uno por el otro aumentara; definitivamente esta no sería la última vez que se verían. 

Notas finales:

Mil gracias por leer~ No se preoucpen, la historia aún sigue.


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