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Amor y otras obsesiones por Syarehn

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Notas del capitulo:

Género: Real Person Fiction, es decir, son los actores de la serie (Nikolaj Coster/Richard Madden). Igual espero que lo disfruten. 
Advertencias: Fingering.
Resumen: Una noche de copas en un pub de Belfast había bastado para que Richard no pudiera sacarse de la cabeza al hombre que encarnaba al 'Matarreyes'.

BELFAST

 

 

Maldijo entre dientes casi al instante de haber despertado; una vez más soñaba con él. Su mente continuaba traicionándolo a pesar de que ya habían pasado dos semanas, dos malditas semanas y su inconsciente parecía no querer superar a Nikolaj y arrojar lo ocurrido al desván del sexo casual.

 

«Lo no ocurrido.» Se corrigió mentalmente. Porque justo ése era el problema: lo de aquella noche no había sido del todo sexo ni del todo casual, no porque hubiese desarrollado algún interés romántico hacia Nikolaj, sino porque su orgasmo frustrado exigía una compensación y su mente no estaba dándole tregua.

 

«Si nadie hubiese llegado. Si hubiésemos elegido otro sitio. Si no hubiese besado a Nikolaj…, si él no me hubiese correspondido…» Tantas posibilidades y de todas ellas la más jodida había hecho acto de presencia en cuando Peter e Iwan abrieron la puerta.

 

Si tan sólo hubiesen podido terminar lo que comenzaron su subconsciente no habría desarrollado esa insana y creciente obsesión por follar con él. Follar de verdad. Sin interrupciones, sin borrachos alrededor, sin nada más que deseo de por medio. ¡Y habían estado tan cerca! ¡Dios! Le bastaba con entrecerrar los ojos para verse de nuevo a sí mismo fundido a besos con Nikolaj. Ambos sabían que no era correcto, que Nikolaj estaba casado, que era una terrible –pero excitante– idea hacerlo en el baño de un pub, que estaban jugando con su suerte y las propiedades diuréticas de la cerveza no estaban a su favor. Sin embargo, tras el primer beso simplemente no pudo detenerse, no cuando Nikolaj lo rodeó con sus brazos, generando una exquisita fricción entre sus cuerpos pese a la molesta ropa.

 

Jadeó el recordar sus manos amplías y firmes surcando su espalda, desfajándole la camisa, haciéndose espacio entre sus pantalones…

 

Sus dedos podrían dibujar sin titubeos las líneas de sus marcados pectorales y sus muslos recordaban con nitidez la ardiente firmeza oculta en aquellos deslavados jeans. ¡Dios! Cómo había disfrutado escuchando los jadeos ahogados de Nikolaj contra su cuello cuando comenzó a desabrocharle el cinturón y un par de botones antes de encargarse del zipper y tomar lo que deseaba mientras Nikolaj hacía lo propio entre sus glúteos, estrujándolos, separándolos, haciéndolo jadear y estremecerse cuanto ocasionalmente acariciaba su entrada.

 

«Creí que te iban las chicas.» Aquella voz ronca y susurrante todavía resonaba en sus oídos, tentándolo.

 

«Me vas tú.» Su respuesta había hecho sonreír a su compañero de reparto justo con esa mueca autosuficiente y predadora con la que había dotado a su personaje, derritiéndolo en el proceso.

 

Él le había sonreído de vuelta sin dejar de mover su mano sobre la firme longitud del otro, girando su muñeca y deteniéndose para ejercer más presión en la base, otras en la punta, satisfecho al sentirlo hacerse más rígido en sus manos, más húmedo. Tanto como él mismo se encontraba en ese preciso instante, con nada más que aquellas sensaciones e imágenes recreándose una y otra vez en su cabeza, siendo suficiente para que su mano descendiera hasta la erección entre sus piernas.

 

Lamió sus labios pensando en los besos de Nikolaj, tan intensos como obscenos, tan adictivos que lo único que había hecho que se separara de ellos fue la mano de Nikolaj sobre su barbilla, alejándolo sólo un poco y develando una sonrisa sugerente al rozarle los labios con los dedos índice y medio. Oh, y él los había recibido en su boca sin pensarlo, recorriéndolos con su lengua y succionándolos sin apartar la mirada del par de ojos grisáceos que no perdían detalle de lo que hacía.

 

No sabía que su voz podía llegar a sonar tan ansiosa ni que un par de caricias y besos pudieran excitarlo de esa manera. Y cuando Nikolaj alejó sus dedos para llevarlos al sur un espasmo de deliciosa anticipación se asentó en su abdomen. Por instinto separó un poco más las piernas, inclinándose ligeramente para sentir mejor el par de dígitos que empezaban a hacerse espacio dentro con la misma desesperación que lo consumía a él. 

 

Los movimientos de su diestra sobre la erección ajena se volvieron rudos, incansables, buscando no ser el único que llenara el baño con gemidos largos y desesperados. No estaba seguro de haberlo logrado, las reminiscencias del alcohol y el estruendo de la música afuera lo aturdían, sin mencionar que sus sentidos giraban en torno al par de dedos que habían comenzado ya a penetrarlo sin miramientos. 

 

Richard no pudo evitar que sus propios dedos intentaran imitar lo que Nikolaj le había hecho sentir y le bastaba imaginar que era él para gimotear su nombre y retorcerse entre las sábanas. Casi podía sentirlo ahí, embistiendo contra él, llegando cada vez más profundo. Casi podía verse reflejado en los empañados espejos del pub, sosteniéndose con dificultad de los lavamanos mientras Nikolaj arremetía una y otra vez, cada embestida más imperiosa y violenta que la anterior y los jadeos erráticos contra su espalda, palabras sucias, manos ávidas recorriéndole la piel… Y con esa imagen en mente se dejó arrastrar por la deliciosa liberación mientras su aliento escapaba de su pecho pronunciando el nombre de Nikolaj hasta vaciar sus pulmones.

 

Su respiración agitada se convirtió en lo único que resonaba dentro de la habitación que le habían asignado, pero una vez más, tras la lánguida relajación, llegaba la frustración. Debía dejar de pensar en él o se volvería loco. Si no paraba de fantasear terminaría arruinándolo todo porque Nikolaj no lo había buscado después de aquel día. Se veían sólo en el set, y aunque  las charlas amenas y bromas seguían presentes, el ambiente era distinto.

 

«No le interesa repetir. Mucho menos llegar a más.» Se dijo. Sólo le quedaba esperar a que su obsesión pasara.

 

Entró a la ducha repitiéndose que ya no importaba; pronto finalizaría su ciclo en Game of Thrones y comenzaría uno nuevo. Uno que lo alejaría del danés y lo pondría en Canadá para congelarse el trasero y aprender montañismo mientras se las ingeniaba para sonar como un estadounidense del siglo XIX y no como el escocés que era. Pero le había encantado la idea y no había titubeado en aceptarla, así que divagó en ello hasta salir del baño, viéndose interrumpido solamente cuando llamaron a la puerta.

 

Frunció el ceño, tomándose el tiempo de colocarse los jeans y acomodar la toalla alrededor de su cuello antes de abrir.

 

—Nik. —Saludó impasible, como si no estuviera sorprendido de verlo frente a su habitación pese a tener hoteles diferentes o como si no llevara ansiado un momento a solas con él durante dos largas y exasperantes semanas.

 

—Ey, ¿estás bien? No fuiste al set.

 

Richard se guardó su sonrisa y lo miró con falsa confusión.

 

—Tenemos un calendario de filmación, ¿recuerdas? —dijo divertido. Nikolaj sonrió, más coqueto que avergonzado, reconociendo que su excusa había sido tan pobre como tonta. Y Richard podría jugar un poco, hacerse el desentendido, negarse, o cobrarse las dos últimas semanas pero Nikolaj podía recobrar la razón  y él necesitaba sacárselo de la cabeza—. Vamos, Nik, ambos sabemos por qué viniste.

 

El más alto soltó una risa suave, cómplice, y ninguno necesitó más palabras. La puerta se cerró tras ambos y bastaron unos labios demandantes sobre los suyos para que Richard tuviera la certeza de que Belfast iba a convertirse en el recuerdo estrella de su obsceno desván.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí.

¡Saluditos!

 


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