Él había terminado con su trabajo hacía una hora. Por alguna razón, el chico en frente suyo seguía trabajando en su tarea. Él incluso había comenzado a beber un vaso de whisky. El clima era insoportablemente caluroso aún dentro del laboratorio. El aire acondicionado no estaba funcionando y era una muy mala idea quedarse allí por mucho tiempo, pero su mente estaba maquinando algo, y parecía estar rindiendo sus frutos.
El muchacho en frente de sus ojos estaba sintiendo el calor del lugar. Secó su transpiración de su frente con el dorso de su mano e hizo lo mismo con el sudor de su frente, pero utilizando el borde de su buzo.
Carajo… Hasta podía sentir el calor del otro aún a la distancia.
Y su propia temperatura estaba incrementándose, y su excitación también. Le dijo algo a la inteligencia artificial que lo rodeaba y el aire se volvió todavía más insoportable para ambos. El muchacho se quitó el buzo y se quedó en remera. Una remera que estaba jodidamente pegada a su bien formado cuerpo, gracias a Dios.
Él bebió del vaso una vez más, y lo sintió como fuego bajando por su garganta. Apenas podía contener sus gemidos, mierda, las caricias con las que se estaba haciendo cargo de su hombría estaban tan buenas aún viendo sólo la espalda de aquel muchacho.
Ya no quedaba ninguna gota de alcohol en el vaso, así que tuvo que hacerse cargo de su fiebre con algo más.
Anthony se levantó y se acercó al muchacho. Él se sorprendió por la presencia del hombre, a quien no pudo sentir sino hasta que estuvo cerca suyo.
—Se-- ¡Señor Stark! —gritó, de alguna forma—. ¿Su-- sucede algo? Estoy a punto de terminar con el trabajo, no se preocupe.
Odiaba cuando la voz de Peter temblaba. Eso sólo ocasionaba que quisiera hacérselo ya.
—Está bien. Nadie te está apresurando, ¿no?
—No, pero--
—¿No tienes calor con eso? —sentenció Anthony tratando de mirar dentro de la remera de Peter.
—S-- Sí. De-- de hecho, hace algo de calor…
—Entonces, ¿por qué no te quitas la ropa y te me unes? —dijo el hombre, rozando el dorso de la mano de Peter con su propia hombría. El muchacho no pudo evitar gemir ante el contacto.
—“Es como una zorra”, pensó Anthony. Al final, eso era Peter para él, su zorrita, aún cuando tan sólo tuviera dieciséis años. Quiso hacérselo desde el día que le dijo: ‘cuando puedes hacer las cosas que yo hago, pero no las haces y luego pasan cosas malas, pasan por tu culpa.’ ¿Cómo mierda se atrevió de hablarle de esa manera? De no haber sido porque May estaba en el living, se la hubiera enterrado hasta verlo ahogándose y sin aire.
Pero ahí estaba la oportunidad, y Anthony Stark no era un hombre que la dejara pasar.
—Quítate los pantalones. Ahora.
Esa fue una orden, y Peter no pudo hacer otra cosa más que obedecer.
—Es-- Espere, Señor Stark… Aún no estoy listo —jadeó con una pierna sobre la mesa y la hombría de Anthony hurgando en su interior. Su mano estaba masturbándolo tan rápido, tan descuidadamente; justo la manera para volverlo loco. Los gemidos del muchacho era el único sonido en el laboratorio con la excepción de las embestidas que Anthony le estaba dando.
—Tú estás listo cuando yo estoy listo, ¿soy claro? —le dijo el hombre, conteniendo sus gemidos mordiendo el cuello de Peter.
—S-- Sí —dijo el aludido, perdiendo la cabeza por la forma en que Anthony lo trataba.
Ese no fue el primer día que Peter dejó que Anthony se lo hiciera. Carajo, él hasta fue la razón de la primera vez que se masturbó, y sentir su interior a punto de quebrarse por las estocadas que estaba recibiendo del mismísimo Anthony Stark era la gloria.
Peter dejó salir un gemido que hizo que su garganta le doliera, pero no le importó. Su cuerpo estaba prácticamente tendido sobre la mesa que se mecía ferozmente de un lado a otro. Él sólo gritaba cuán bien se sentía tenerlo dentro suyo, sintiendo cómo entraba y salía, aún lastimándolo y embistiéndolo justo donde a él lo volvía loco.
Anthony lo soltó y agarró a Peter de sus cabellos para sentarlo en el suelo.
—Vamos, trágatelo —le dijo el hombre, meciendo su hombría frente al rostro del muchacho. Peter lo obedeció y, cómo siempre lo hacía, abrió su boca y le dio la bienvenida a la erección de Anthony.
—Eres una maldita perra —gimió Anthony moviendo la cabeza del muchacho hacia atrás y hacia adelante con el ritmo de sus caderas—. Eso es justo lo que eres para mí… Trágatelo… Estoy acabando…
Huno silencio justo después de que el cuerpo de Anthony se estremeciera, y lo único que pudo oírse fue a Peter tragando, mientras aceptaba el destino de su vida si quería permanecer junto a ese hombre para siempre.
O hasta que él se cansara de coger a un chico como él.