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Esti, el chico que no sabía amar por Mineko142

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Notas del capitulo:

Por medio de un diario improvisado, Esti nos contará lo ocurrido esa tarde fría y lluviosa en la que, junto su amigo, fue protagonista de una tragedia. El asesinato de un corazón puro y descubierto, muerto a sangre fría.

 



Amor no correspondido, tiempo perdido.

(Pequeño texto para pasar el rato) – Por Mineko 142


Capítulo 1: Un Corazón roto.


Soy yo, Esti, escribiendo por primera en vez las hojas de un cuaderno viejo que encontré hace cinco minutos en el placard de mi mamá. Tuve que saltarme las primeras hojas ya que están escritas con algunos ejercicios de matemática. No me importa, así que las dejé ahí.


Necesitaba un espacio para poder expresarme y desahogarme. Por lo general lo que siempre hago es hablar con mi mejor amigo Tom, pero es de noche, está frío, lluvioso y me es imposible ir hasta su casa para verlo.


¡Hoy lo volví a hacer! No puede ser que sea yo tan mala persona. Estoy sumamente acongojado porque pensé que podría avanzar y lograr superar mis temores. Quiero dejar de lado mis inseguridades para poder establecer alguna relación amorosa con alguien. Pero cada vez que se me presenta la oportunidad, doy un paso atrás y salgo huyendo.


He vuelto a rechazar a una persona que se me declaró. Esta vez fue un compañero de la universidad. En realidad, llevamos alrededor de seis meses siendo amigos. Nos conocimos en las horas de clase, en una materia llamada “Algoritmos claves de la programación”, y desde el primer momento nos hemos llevado bastante bien.


Debo reconocer que son pocas las personas con las que logro hablar y sociabilizar – ya descubrirán el lamentable por qué – y Guillermo fue uno de esos pocos. Sin embargo, no llegué a imaginar que esa amistad pudiera germinar otros sentimientos en mi compañero de estudio.


Esta tarde, nos encontrábamos en “La casa del saber”, una biblioteca que al centro de la ciudad. Estábamos estudiando para poder rendir los exámenes finales próximo mes y hacerlo en compañía suele ser mucho más entretenido y eficaz.


Sin embargo, ya sea por el día tan alicaído y ennegrecido que nos tocó, o porque amanecí con la modorra a cuestas, no me sentía de ánimos para leer libros y tomar apuntes. Usualmente suelo ser bastante despabilado, pero creo que las papas fritas y ese famoso refresco de cola me sentaron pesado la noche anterior. A pesar que yo sé que no debo cenar pesado de noche.


En fin. Decía que estábamos estudiando en la biblioteca, cuando de pronto, Guillermo cerró su libro de golpe. Acto seguido, se reclinó sobre la silla y puso los brazos detrás de la nuca.


Guillermo: - Aaahh. - Exaló – No me puedo concentrar...


Lo miré un poco sorprendido lo inmediato de la situación. No pensé que Guille no tuviera ganas de estudiar, ya que es de esos que cuando están inmersos en lo suyo, es difícil distraerlos y suelen perder la noción del tiempo.


Guillermo: - Che, Esti, ¿y si vamos por ahí a comer algo? Je, je.


Yo: - Y... bueno...


Guillermo: - En serio, mirá que no lo decía tan en serio...


Yo: - Nah, la verdad, hoy no tengo ganas de hacer un choto. - dije y estiré los brazos conteniendo el aire, como hacemos generalmente para descontracturarnos en el momento. Los ojos me lagrimearon un poco y sin querer, adopté la misma postura que mi amigo.


Nos quedamos mirándonos un rato, cada uno desde su silla. Permanecimos así por unos segundos, sin decir ni pensar en nada. Luego, él tomó la iniciativa y por fin dijo: - Vayamos a tomar un café.


Yo: - Dale. Estoy harto de tanto estudiar. - Comencé a guardar mis cosas en la mochila mientras que Guille hacía lo propio con las suyas.


Guillermo: - Pero si llegamos hace menos de una hora. Ja, ja.


Yo: - ¡Ah! Sí, pero para alguien que no tiene ganas de nada, el tiempo se hace eterno.


Guillermo: - Bueno dale.


Nos levantamos de nuestros lugares y fuimos caminando por un pasillo largo, plagada de baldosas pequeñas con motivo de tablero de ajedrez. Pasamos por la recepción y la Marcelita, la bibliotecaria, nos despidió con una inclinación de cabeza desde atrás del libro que estaba leyendo.


Si uno no la conoce, parece una persona rigurosa. Capaz que sea por su apariencia, una mujer de cincuenta años, con gruesos anteojos de marco negro, un seño fruncido dibujado con arrugas en su frente, vestida de ropas con tonos mate y grisáceos... Pero, cuando uno la trata y conversa un poco con ella, termina por darse cuenta que no es nada que ver con lo que aparenta.


Caminamos tan solo una cuadra hasta llegar a la cafetería a la que siempre íbamos. Subimos al primer piso y como siempre hacíamos, nos hubicamos en un rinconcito que se encuentra bastante apartado del resto de las mesas. Es como una especie de refugio, porque queda aislado por una especie de pared detrás de uno de los sillones.


Llegamos y me acomodé, sacando mi cuaderno espiralado con el portaminas rojo que siempre llevo a todos lados. Como siempre vienen algunas ideas sueltas o pequeñas narraciones en el momento, aproveho y las escribo. Ni bien lo saqué, apunté algo relacionado con la nieve. El cielo estaba tan oscuro que fantaseé con ella. Ya veo que cuando quiere, la inspiración y las ganas se hacen presentes sin permiso.


Guille también se sentó, aunque más bien, pareció dejarse caer del otro lado de la mesa. Esta ahí, sin decir nada, aunque no le presté mucha atención. Yo estaba tan concentrado en lo que hacía, que la verdad, no me imaginé que se estaba preparando para algo.


Victor llegó de imprevisto, por lo que me sobresalté. Con una servilleta blanca y grande colgando de su brazo, nos preguntó qué queríamos tomar. Le pedimos “lo de siempre”, y se apartó con una leve reverencia, girando sobre sus talones. En un instante, había desaparecido tan rápido y sigiloso como había llegado.


La música del lugar era tan agradable como siempre, y el ambiente en particular me hacía calmar. Yo había entrado en trance por medio de mis escritos. Por lo general, siempre suelo hacer lo mismo y a Guille no le importa. Él suele sacar un libro y de cuando en cuando, nos contamos lo que estamos haciendo y a partir de ahí sacamos tema de conversación. Pero hoy, él solo se limitó a mirar a través de los ventanales gigantes que posee la fachada del edificio.


Guille: - ¡Qué frio! ¿No? - preguntó sin quitar la mirada hacia el exterior.


Yo: - La verdad que sí... - respondí sin darle demasiada importancia.


Guillermo suspiró notoriamente y me llamó la atención. Algo raro estaba pasándole. Levanté mis ojos para verlo y le noté una mirada triste y perdida, con los ojos alicaídos. Parecía que una idea en su cabeza lo estuviera atormentando.


Escribí el último punto de la oración y dejé mi portaminas sobre el cuaderno. Apoyé los codos en la mesa e incliné mi cabeza hacia uno de los lados, mirandolo extrañado. Le pregunté:


Yo: - ¿Pasa algo?


Guille: - Mmm... la verdad, no. Bueno, bah, en realidad sí. Hay algo que no sé cómo decir...


Yo: - ¿Ah, sí? - pregunté, haciendo una pausa para que él pudiera continuar.


Pero no se dió así y el silencio se extendió un poco. Mis ansias por saber comenzaron a aumentar. Un reloj nos chistaba sin apuro desde lo alto de una pared. Finalmente, corté la espera preguntando:


Yo: - ¿Qué quieres decirme?


Guille: - Es... sobre nosotros... es decir, sobre mí. Ah, la verdad es que no sé cómo lo irás a tomar, Esti...


Un temor profundo me inundó. Ya había vivido al menos unas cinco veces esa escena. Con sus pequeñas variantes, el a misma cuando una persona intenta sincerarse y expresar sus sentimientosa a otra.


Mi expresión se quedó congelada en una sonrisa algo boba mezclado con esa mirada de alguien que tiene la mente en blanco. El reloj seguía chistando sin para, solitario allá en lo alto, pero su sonido llegaba hasta mí, retumbándome los oídos.


De pronto, algo temeroso pero resuelto, Guillermo se inclinó sobre la mesa y me miró directamente. Se puso frente mío, y entonces desperté de mi leve letargo. Nos observamos uno al otro detenidamente como nunca lo hicimos antes. Era como si él buscara transmitir a través de su mirada, todo aquello que sentía y que pensaba.


Abrió su boca para hablar, pero de ella solo salían sonidos indistinguibles. Balbuceos inconsistentes, incapaces de unirse entre ellos para transformase en una sola palabra. Tenía los ojos expresivos, las mejillas coloradas, y las cejas hacían una cúspide empinada en su ceño.


Desesperadamente intenté buscar alguna excusa en mi cabeza. Mis nervios comenzaron a aumentar a un ritmo acelerado. “¿Me siento mal?”, “¿Me olvidé que hoy tenía que volver temprano?”, “'Tengo ganas de ir al baño?”. Ninguno parecía sinar creíble en ese momento.


No llegué a elegir ninguno, cuando mi amigo arrojó su miedo por un costado, lanzando:


Guille: - Esti... la verdad es que... yo... ¡A MI ME GUSTAS! - exclamó apoyando las manos sobre su pecho.


Me levanté repentinamente. Mirando a la mesa, y con mis puños cerrados, contesté:


Yo: - Lo nuestro no va a funcionar. Perdón, pero no estoy interesado. Por favor, no quiero estar con vos, ni volver a verte.


Guillermo se congeló y su cara se tornó en una mezcla de tristeza, asombro y desilución. Parecía que por dentro se destrozaba lentamente. Su deseo pareció derrumbarse tan rápido como una torre de cartas, cuando uno remueve una desde la base.


Guille se venía abajo, tan rápido como yo por las escaleras. Me crucé a Victor al pie de la misma, y simplemente dije “Perdón, debo irme”. Mi amigo no intentó detenerme. Pienso que es porque acababa de recibir un fuerte golpe de una forma violenta.


En estos momento recuerdo cómo, esa mirada que tenía puesta en la mía, comenzaba a acumularse de lágrimas. Sus mejillas se teñían de color rosado y parecía que le agarraban pequeños temblores en los hombros.


La lluvia me atrapó desprevenido a mitad de camino, por lo que llegué a mi casa empapado. Entré en la ducha para bañarme y poder calentarme un poco. Tan solo me metí en el agua, y dejé que mis sentimientos fluyeran y se fueran por el desagüe.


La verdad es que yo no estaba preparado y ese fue el problema de que las cosas no salieran tan bien como él esperaba.


* * *


FIN DEL CAPÍTULO 1

Notas finales:

Faltan corregir algunas cosas, borrar texto y agregar nuevo. Pero para empezar, espero que haya sido una lectura amenra y entendible.

Pronto se viene lo mejor.


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