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PLEASE DON'T GO por Mitsu Seiju

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

 

    • NaruSasu / ItaDei (Mínimo)

 

    • Un fanfic de suspenso, aventura y amor. No supe catalogarlo pero es parecido a un mafia AU.

 

    • Puede contener lemon en algún punto de la trama.

 

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes no son míos, le pertenecen a Masashi Kishimoto y al estudio Pierrot (el fandom ardería en yaoi si me pertenecieran). No recibo ningún pago o monetización por escribir esto.
La historia es mía y viene de mi imaginación. En todo caso, me gustaría evitar cualquier intento de plagio.

–¡No puede seeeeeeeer! ¡¿Volví a quedarme dormido?!


Tomó una tostada y le untó mantequilla, la puso en su boca mientras se ataba los zapatos y agarro su mochila antes de salir disparado hacia la puerta.


Apenas le dio tiempo de llegar al ascensor que ya estaba cerrando sus puertas y tomar un taxi. Miró la hora en su celular.


7:10 a.m.


A su jefe no le haría gracia si volvía a llegar tarde, quizá tuviera suerte y no hubiese llegado todavía. ¡Eso es, tenía que pensar positivo!


“El cambio de horario me está matando-ttebayo” Pensó mientras se le escapaba un bostezo. Sentía las ojeras marcadas por desvelarse anoche, y el ruido de las bocinas de los autos sólo intensificaba su dolor de cabeza.


El ambiente matutino de Tokio no era en lo absoluto parecido a la tranquilidad de su ciudad natal. En Manhattan no era común ver a tanta gente corriendo en las mañanas, las personas solían disfrutar del día con agradables paseos y siempre podías caminar tranquilamente a tu destino al ser un lugar pequeño; pero en Tokio, aún siendo tan temprano, las calles se encontraban repletas de autos, bicicletas y personas dirigiéndose a estudiar o trabajar, todos tenían vidas apresuradas.


Naruto suspiró, aún le costaba acostumbrarse a estar en un nuevo país, sobre todo en una ciudad tan grande y con tanto movimiento... pero ya llevaba dos semanas ahí, y a pesar de ser agotador, también era emocionante a partes iguales.


“Cuando me acostumbre verán de lo que es capaz Naruto Uzumaki, hm”. Pensó asintiendo con los ojos entrecerrados.


–Ya llegamos. –El chófer le hizo notar minutos después.


–¡Gracias!


Le dio el dinero y le sonrió rápidamente antes de salir corriendo de nuevo.


Correr tanto era bueno para la salud ¿verdad?


El techo escarlata de una cafetería se alzaba imponente entre la multitud de cabezas que transcurría la calle. Tomó aliento pasando a los transeúntes y entró por las puertas recibiendo una mirada tímida de Hinata, un ruedo de ojos por parte de Neji y una sonrisa burlona de Kiba, quienes se encontraban limpiando mesas y acomodando sillas.


–¡Naruto! ¿se te pegaron las sábanas de nuevo? llegar tarde se te hará costumbre. –Dijo Kiba, carcajeándose al ver el cabello alborotado de su rubio amigo.


Naruto frunció el ceño y le sacó la lengua. Siempre se comportaban como un niños, pero sabía que al castaño le divertía verlo en esa situación.


–Mis vecinos hicieron una fiesta y no pude dormir hasta las 3:00 de la mañana –dijo acercándose a él y haciendo un puchero–, dime que el jefe no ha llegado.


–Tienes suerte –acomodó una silla junto a una mesa–, Fugaku no vendrá hoy, creo que su hijo mayor vino de viaje y decidió tomarse el día libre, pero –lo paró cuando Naruto ya empezaba saltar de la emoción–, su hijo menor vendrá a “supervisarnos” –suspiró–, aunque no entiendo por qué.


–No hay problema. Podemos con un niño de 15 años –Dijo sonriendo confiado.


Kiba lo miro de nuevo con una risa burlona. –Su hijo no tiene 15 años idiota, es de nuestra edad, tiene 21. –La mirada nerviosa que le dio Kiba no le pasó desapercibida–Y no deberías confiarte... ese chico... tiene un mal carácter. No quieres problemas con él, créeme. –Finalizó rodando los ojos.


Naruto entrecerro los ojos interrogando a Kiba, era obvio que había tenido problemas con ese chico pero decidió no preguntar cuando el castaño le respondió arqueando una ceja, como diciendo “deja de charlar y ponte a trabajar”.


–Bueno, bueno... Iré a ponerme el uniforme –señaló su mochila–, no causes problemas-ttebayo. –Dijo mientras se alejaba, refiriéndose al conflicto que tenía con el hijo del jefe.


Una expresión de enfado apareció en el rostro de Inuzuka. –Eso debería decírtelo yo, idiota.


Naruto escapó riendo antes de que al otro se le ocurriera lanzarle el servilletero.


La cafetería “Izanagi”, llamada así en honor una deidad de la mitología japonesa y al sintoísmo, era dirigida por su actual jefe Fugaku Uchiha. Una cafetería heredada entre miembros de la rama familiar desde la antigüedad, y que, aparentemente, tenía mucha historia que no se había molestado en investigar.


Sólo llevaba trabajando ahí una semana. Había conocido a Kiba el primer día y él fue quien le enseñó todo lo que tenía que hacer. Sus otros compañeros, Shino, Hinata, Neji, Tenten y Lee también le recibieron con mucho entusiasmo. El ambiente que emanaba esa cafetería le recordaba a su antiguo hogar; tan familiar y lleno de confianza, y no dudo en presentarse para el empleo cuando se entero que contrataban personas.


Hasta ahora no se arrepentía, aunque más adelante buscaría otro empleo.


El resto de la mañana pasó sin ningún inconveniente. Naruto saludo a todos sus compañeros (aunque Hinata escapaba sonrojada cuando se le acercaba), y por la tarde después de su descanso le tocó cuidar la caja.


Cliente tras cliente entraba por las puertas asombrándose cuando observaban la hermosa decoración antigua y el gran estante de libros que había a la izquierda. Naruto mismo no dejaba de sorprenderse desde la primera vez que ingreso. Había estudiado Artes y Animación Digital y podía distinguir lo atrayente que resultaba el ambiente.


Al menos hasta que ese incidente le cambió su perspectiva en cuestión de segundos.


–H-Hola, me das un cappuccino de vainilla, p-por favor... –Una chica castaña se encontraba frente a la caja observándolo sonrojada antes de bajar la mirada.


–Claro. –La castaña se sonrojó aún más cuando Naruto sonrió. Éste comenzó a escribir en la máquina el pedido.


–Y... em... mis amigas me animaron –señaló a un grupo de chicas en una mesa que susurraban entre si– quería saber si... ya sabes... te gustaría salir conmigo a-algún día que tengas libre. –Miraba fijamente a Naruto esperando su respuesta, el sonrojo ya le llegaba hasta las orejas.


Naruto suspiró, era muy malo reconociendo cuando le gustaba a alguien, siempre trataba de no malinterpretar las cosas pensando que sólo era su mente jugándole una broma, y aquella era una chica muy linda, seguramente si fuese heterosexual habría aceptado sin dudar.


Pero no lo era, y odiaba tener que romper sus esperanzas.


–L-Lo siento... –comenzó, su mirada reflejaba pena– Yo...


–¡Está bien! –interrumpió la chica, sonreía tímida mientras acariciaba su nuca– Debí suponer que alguien como... tú ya tendría novia. N-No hay ningún problema. –Hablaba rápido y reía nerviosamente, tratando de esconder su desilusión.


Naruto sonrió, mejor eso a decirle que en realidad era gay. –Descuida-ttebayo. Aquí tienes tu pedido. –Le entrego la nota, la chica le agradeció y ocultando su cara salió a pedir su café para reunirse con sus amigas lo más pronto posible.


–No sabía que te pagaban por coquetear.


La profunda voz que escucho le hizo sentir un escalofrío involuntario. Volteo la mirada encontrándose con unos ojos afilados y una cabellera oscura. Una sonrisa prepotente adornaba el hermoso rostro del adonis que se encontraba frente a él.


Y muy probablemente se habría quedado embobado observándolo si no hubiese estado frunciendo el ceño por el comentario tan fuera de lugar que había hecho el pelinegro.


–Mi vida amorosa no tiene que ver con mi trabajo. Ni con usted. –Agregó.


El azabache hizo algo parecido a una mueca mientras fruncía el ceño. ¿Quién se creía que era?


–Dame un americano doble con sirope de avellana. Espero que sepa bien para lo que cuesta. –Dijo observando la tabla de cafés con una mirada a aburrida.


–Si tanto te molesta pagar por un café deberías comprarte una cafetera.


Le respondió esperando no sonar cortante, pero cada vez le costaba más controlar su temperamento.


–No creo que tú seas quien para hablar, viendo el lugar en donde trabajas. –La mueca burlona del azabache regreso. –Seguramente no te alcanza ni para pagar la renta.


Naruto tomó un profundo respiro y sin responder a su comentario anotó la orden y se la entregó.


–Disfruta tu pedido. –Le dio una sonrisa fingida.


El moreno le observó una vez más antes de tomar el papel y caminar hacia la barra de forma orgullosa. Naruto no sabía cómo, pero el chico había logrado remover escombros de su pasado que deseaba olvidar. Sí. Sabía lo que era no poder pagar la renta, también sabía lo que era no tener cafetera, o incluso un lugar cómodo para dormir, y no podía creer que unas pocas palabras de ese niño bonito le hubiesen afectado.


El azabache pidió el café, y cuando lo tuvo en sus manos, lo observó caminar hasta el estante y tomar un libro antes de sentarse en el sofá a comenzar a leer.


–Oye, Kiba. –Naruto le llamó cuando lo vio pasar con una bandeja en las manos.


–Veo que ya conociste al Egocéntrico Uchiha. –dijo haciendo una mueca mientras veía al azabache.


–¿Eh? ¿Ese es el hijo de Fugaku? –Abrió los ojos sorprendido, no se parecía en nada a su padre.


–Sasuke Uchiha, un completo idiota. –Gruñó.


La cara de Kiba hizo sacar una sonrisa a Naruto. Se veía cuánto lo odiaba, aunque no entendía por qué.


–¿Qué te sucede con él?


Kiba negó. –No es tanto lo que me sucede, sino lo que le sucede a todos cuando está aquí. Siempre ofende a los empleados y ofende el lugar, pero creo que su padre lo obliga a venir cuando él toma el día libre –explicó con el ceño fruncido–. No se por qué acepta venir si no quiere.


Naruto volvió a observar al moreno dando vuelta a la página.


–No creo que sea así todo tiempo –analizó–, todos tienen sus motivos para ser como son, pero eso no justifica su comportamiento.


–Puede que sólo necesite un par de melones que le quiten lo amargado. –guiñó Kiba.


Naruto se sonrojo. –S-si, probablemente...


–¿Hm? –Vio como las mejillas de Naruto se tornaban rosas y se rió, dándole unos golpecitos en la espalda que llamaron la atención de cierto pelinegro– Quizás a ti también te hagan falta.


El rostro de Naruto se sonrojó aún más mientras veía nervioso a los lados esperando que nadie les prestará atención.


“Si supieras lo que me hace falta no te reirías tanto.” pensó tristemente.


La jornada laboral avanzó mientras Naruto seguía atendiendo la caja, de vez en cuando sentía una mirada penetrante en su nuca, pero cuando volteaba sólo veía personas conversando alegremente entre ellas y al pelinegro mirando por la ventana.


Alzando una ceja con curiosidad observó a Sasuke que había pedido otro café en algún momento.


Sintió otro escalofrío recorrer su espalda cuando su mirada se encontró con la onix contraria, y esta vez no dudó en que era Sasuke quien lo observaba. La luz del sol que entraba por la ventana perfilaba el rostro del azabache dándole un aura angelical, pero tuvo que apartar la mirada cuando el otro rompió el contacto, bajando sus largas pestañas y perdiéndose en la lectura con una sonrisa en sus finos labios que le pareció tierna.


“Es lindo, pero es un idiota-ttebayo. Sólo ignoralo.” Se reprendió mentalmente.


...


–Naruto, quedan 15 minutos, recoge las mesas que faltan. –Neji le habló desde el almacén.


–De acuerdo. –Respondió.


Caminó entre las mesas limpiando la basura y levantando los objetos que se guardaban, y mientras lo hacía notó que aún quedaba una persona dentro del lugar. Se acercó al sofá que había en la mini biblioteca sólo para darse cuenta de que Sasuke se había quedado dormido con el libro en su regazo.


Observó el rostro que antes estaba serio pero que ahora descansaba tranquilamente siendo enmarcado por esas pestañas negras. Era tierno, extremadamente tierno, y se veía tan apacible que ahora que lo pensaba parecía una chica.


–Sasuke –Le llamó–. Sasuke... –Repitió su nombre tocando su hombro.


El ojinegro lo miro antes de desperezarse y observar el lugar. Notó sorprendido que era la última persona ahí y sin dirigirle la palabra se levantó saliendo por la entrada.


—“De nada” idiota. –Rodó los ojos.


–¿Terminaste? –Le preguntó Neji secando sus manos con un papel.


–Si –Tomó su mochila dirigiéndose al baño–. Iré a cambiarme el uniforme y me voy a casa, nos vemos mañana.


Rápidamente se puso su ropa normal y salió, todos sus compañeros ya se habían ido, excepto Neji que se quedaba a cerrar.


La tarde ya había caído y le encantaba sentir la brisa fresca de Octubre en su rostro mientras caminaba. Por sobre todo, le daba un aura de tranquilidad a las calles iluminadas con las luces de miles de edificios.


Pero a pesar de todo no podía evitar sentirse un tanto intranquilo y nervioso. Japón era conocido por tener a muchos yakuzas y traficantes trabajando en secreto, sobre todo en la concurrida ciudad de Tokio. No era ningún secreto que muchas personas desaparecían cada año sin dejar rastro, su amiga Sakura se lo había advertido desde el principio, y él decidió no tomárselo enserio, pero viendo que ningún taxi se veía por las calles decidió caminar más rápido. Dos cuadras más adelante, las vías principales estaban llenas de autos y podía agarrar un taxi fácilmente.


Sin embargo, no se esperaba para nada lo que estaba a punto de suceder.


El ruido de unas pisadas lo sacó de su ensimismamiento cuando pasaba por una calle desértica. Podía escuchar como se detenían los pasos en el callejón frente a él y otros más se detuvieron momentos después.


–¿Crees que puedes escapar de nosotros, niño rico? –Preguntó una voz grave– Tu padre nos debe mucho por no haberte matado hace años.


Las manos de Naruto comenzaron a temblar.


–¿Crees que el jefe nos castigue si lo matamos? No le he ofrecido sangre a mi Dios Jashin. –Otra voz, esta vez se escuchó más cerca.


¿Qué...? ¿Qué era esto? ¿Qué estaba pasando? ¿Una pelea? ¿Un secuestro?


¡¿Sacrificio?! ¡Eran unos locos! Tenía que salir de ahí, su cuerpo temblaba involuntariamente y el latido de su corazón se había disparado, haciéndole ver lo asustado que estaba.


“Tengo que salir de aquí”. Se repitió mentalmente, con el corazón latiendo con fuerza.


Si era un secuestro llamaría a la policía y les explicaría todo, pero si se quedaba podían descubrirlo y matarlo. Tragó saliva y se preparó para salir corriendo.


–A mi no me van a hacer nada, par de delincuentes. Si me tocan volverán al basurero de Akatsuki con sus miembros cortados.


Naruto se detuvo antes de huir. Reconocería esa voz en donde sea, a pesar de haberla escuchado sólo esa mañana.


Era Sasuke.


–Mira Kakuzu, el niñito Uchiha cree que tiene huevos –se carcajeo, podía escuchar las palmadas que daban sus manos sobre su cuerpo.


–Sabemos sobre tu familia, no te extrañarán si desapareces, probablemente ni siquiera se han dado cuenta de que no estás.


–No me asustan unos gorilas como ustedes. Akatsuki puede parecer poderoso pero sólo tiene a un montón de inútiles trabajando para ellos. –Sasuke hablaba con determinación, no dejándose amedrentar por sus verdugos.


Naruto estaba perplejo, su cuerpo temblaba, sentía que la sangre había abandonado su cerebro. ¡¿Cómo podía Sasuke mantenerse tan calmado en una situación como esa?! ¿Qué tenía que hacer? ¿Llamar a la policía? ¿Pedir ayuda a alguien en la calle? ¡¿Pero y si tenían cómplices?!


–No podemos matarlo, el jefe nos lo pidió vivo para torturarlo. –Contestó el tal Kakuzu.


–¡Pero mi hoz todavía no ha matado a nadie! Kakuzu... –Gimió.


Tomando una fuerte pero silenciosa respiración asomó la cabeza unos centímetros para observar la situación. Sasuke se encontraba dándole la espalda a la pared. Sus captores no podían ver a Naruto, quien comenzó a teclear en su teléfono. La mirada que Sasuke le dio cuando noto su presencia fue de miedo y sorpresa al mismo tiempo. Los dos hombres distraídos, discutiendo entre ellos sobre si matar o no al azabache, no vieron a Naruto tratando de calmar con una sonrisa nerviosa al Uchiha.


Le mostró el número al que iba a llamar en la pantalla del celular para que supiera que todo iba a estar bien, pero le sorprendió aún más ver como Sasuke negaba, diciéndole que no llamara a la policía. ¿Es que acaso estaba loco?


Los dos sujetos parecieron ponerse de acuerdo y entre ambos golpearon a Sasuke en el estómago, haciendo que éste se doblara de rodillas.


Aprovechando el impulso, uno de ellos con cabello blanco golpeó la cabeza del pelinegro dejándolo en el suelo.


–¿Sigues creyendo que somos inútiles? –respondió agachándose– No seremos ricos como tú, pero puedes culpar de esto a tu familia.


Tenía un hacha roja colgada a la espalda que, por suerte, no parecía estar interesado en usar. El otro sujeto lo tomó de los cabellos y lo puso de rodillas apretando su cuello.


Naruto no podía soportar eso.


¿Por qué Sasuke no quería que llamara a la policía? ¿Por qué querían asesinarlo? ¿Por qué le importa tanto ese chico?


¿Y por qué de repente el teléfono en sus manos temblaba con el número de la policía escrito en el? Pero sin llamar...


Lo había conocido hace sólo unos horas y terminó involucrado en algo como esto. Hacerle caso a Sasuke Uchiha era un suicidio, pero el chico debía de darle una buena respuesta después de lo que iba a hacer.


Reaccionó cuando Sasuke fue golpeado cruelmente en la espalda por el mismo orangután que le agarraba el cabello. Lo vio doblarse y gemir de dolor con lágrimas en los ojos y vio en su mirada una súplica. Quería ayuda.


Le estaba rogando por ayuda.


Eso fue la gota que derramó el vaso. Haciendo uso de todo su autocontrol para no temblar, guardo su teléfono dentro de su mochila y sacó lo único que podía servirle en esos momentos.


Pintura.


La había comprado ayer para decorar su habitación pero no contaba con otra cosa que le fuese útil.


Acercándose por detrás del peliblanco con el frasco abierto a paso rápido, acortó distancia y lo lanzó al sujeto de pelo negro directo a los ojos.


–¡Kakuzu!


El tal Kakuzu cubrió su cara tratando de quitarse la pintura de los ojos.


–¡Los mataré! –Gritaba.


El peliblanco al distraerse viendo a su amigo sintió un golpe en su nuca y luego una patada en las rodillas. Soltó un quejido de dolor cuando le agarraron los brazos por detrás sosteniéndolo en una posición incómoda.


–¡Suéltame idiota!


–¡Sasuke, corre! –Gritó Naruto.


Sasuke abrió los ojos desmesuradamente. Agarro el bote de pintura que había caído y golpeó con fuerza al hombre de pelo blanco que sostenía Naruto.


Naruto jadeo, tomó a Sasuke de los hombros para ayudarlo a mantenerse de pie, pero tropezó con la hoz del peliblanco que había caído al suelo. Observó como ambos criminales se levantaban. Kakuzu aún tratando de abrir los ojos y Hidan sobando su cabeza.


Naruto volvió a levantarse arrastrando con él al chico Uchiha, que tenía varias heridas sobre su rostro y cuerpo. Le costaba caminar, cada zancada le producía una punzada de dolor al azabache, pero Naruto no lo soltó en ningún momento mientras se alejaban del callejón.


–¡Hidan! ¡Mata al rubio, nos llevamos al Uchiha! –Exclamó el de pelo negro.


El peliblanco le dirigió una mirada afilada a Naruto y sonrió. Una sonrisa macabra.


–Al parecer si tendré un sacrificio hoy –susurró sonriendo. De repente lamió la sangre de su labio y tomó su hoz girándola en el aire–. Escucha chico, puedes unirte a la religión de Jashin o morir ante ella, tú eliges.


Naruto inmediatamente acostó a Sasuke contra la pared, que lo miraba respirando dificultosamente con un ojo cerrado, el rubio cerró sus ojos en un intento por controlar su propio temor. No quería morir. Tenía muchas cosas que decirle a sus abuelos. Quería decirles que los perdonaba por haberle ocultado la verdad sobre sus padres, y que no importaba lo malcriado que haya sido, entendía que aunque ellos nunca se lo dijeron, lo amaban. Que aunque ellos fueron su única familia, siempre los considero más que eso, fueron los padres que nunca tuvo.


“Ahora eso quedará en el olvido. Sólo quería iniciar de nuevo sin problemas, pero estoy arriesgando mi propia vida por salvar la de él.” Pensó, decidido a encarar a esos delincuentes.


–Nunca me uniría a una religión tan horrible como la tuya –se volteó mirando directamente al chico de pelo blanco, que se erguía con el ceño fruncido–. Un verdadero Dios no haría nada que dañara a los demás. Tú y tu religión son pura blasfemia.


Hiden enseñó los dientes en una expresión de disgusto. Se adelantó a paso rápido levantando la hoz y lanzando un ataque hacia Naruto, que le lastimo el hombro. Naruto rodó por el suelo y tocó la sangre en su herida que comenzaba a salir. Observó a su alrededor mientras esquivaba otro ataque y encontró lo que estaba buscando. Su mochila se había caído en algún momento y yacía cerca de donde el otro hombre se limpiaba la cara. Corrió tomando impulso y esquivó otro ataque que casi le da al compañero del asesino. Agarró su mochila mientras Hidan se disculpaba con Kakuzu y rápidamente sacó el segundo bote de pintura en spray que tenía. Hidan se dirigió hacia él y aprovecho para incrustar su arma en el piso, tratando de partirlo en dos.


“Tengo que encontrar el momento, y hacerlo rápido. No puedo seguir esquivando sus ataques, mis huesos y la herida me duelen.” Pensó abatido. Observó al pelinegro que se había desmayado por el golpe en la cabeza. “Sasuke, lo siento por no poder salvarte, no sé lo que hiciste pero si salimos de esto... prometo que te protegeré.”


Naruto no sabía lo que estaba pensado. ¿Por qué quería proteger a ese niño? No tenía idea.


La oportunidad llegó unos instantes después, aunque a Naruto le parecieron años. Kakuzu había logrado recuperar la visión y se dirigía hacia Sasuke para tomarlo y alejarlo de ahí. Naruto observó con terror como su amigo era levantado por el hombre y Hidan sonreía con superioridad. Algo dentro de Naruto se encendió. Tomó fuerza de donde pudo y corrió hacia Hidan esquivando un nuevo ataque, y le lanzó el spray directamente a la cara. Su rostro se tornó en una mueca de disgusto y un grito de dolor salió de su boca. Naruto tomó su mochila y salió detrás de Kakuzu, quien había corrido, dejando a su compañero detrás.


–¡Kakuzu, maldito, no me dejes! –Lágrimas salían de sus ojos, en donde la pintura le había llegado.


–¡Vuelve aquí, devuélveme a Sasuke-ttebayo! —Naruto corría tratando de alcanzarlo. Tenía pocas fuerzas pero no podía permitir que se lo llevarán. No después de todo lo que había hecho.


Aprovecho la curva de un edificio para acortar camino y saltar encima de Kakuzu, tirándolo al suelo y golpeando su cara hasta que soltó a Sasuke. Con los huesos adoloridos, logró atacar sus ojos y su garganta con los dedos, haciendo presión. Así evitaría que los siguiera al menos por unos minutos.


Se levantó dirigiéndose a donde estaba el pelinegro y lo cargó entre sus brazos antes de salir corriendo.


–¡Sasuke, despierta! —No importaba lo mucho que intentará despertarlo, Sasuke no abría los ojos. Pero seguía vivo, podía ver su respiración. –¡¿Qué hago?!


Por algo no quería que llamara a la policía. ¿Y si estaba ayudándole a cometer un crimen? Pero había escuchado claramente que Sasuke era inocente por lo que había hecho su familia.


—¡AAAAAH, me estoy volviendo loco! –Sacudió la cabeza. Una calle más adelante se escuchaban los autos transitando por la vía principal.


Sin importarle la sangre que derramaba sobre el cuerpo del azabache, gracias a su herida y la falta de aliento, detuvo un taxi, impaciente por que nadie los siguiera. Observó con alivio cómo aparecían los dos tipos fuera del callejón, revisando hacia ambos lados mientras el coche se alejaba, y luego observó a Sasuke, recargado sobre su hombro derecho, que no estaba herido, y le pasó una mano sobre sus negros cabellos protectoramente.


–Hijo ¿estás bien? ¿necesitas que te lleve al hospital? —La mirada del chófer era de preocupación.


—No... –Un susurró proveniente del moreno a su lado lo detuvo de responder.


Naruto le dirigió una pequeña sonrisa de cansancio. Estaba aliviado de saber que estaba vivo.


—No hace falta-ttebayo. Sólo llévenos a esta dirección. —Le dio la calle y el chófer asintió. —Me debes una buena explicación para esto, Sasuke... —susurró también.


No entendía por qué no quería que llamara a la policía, pero sospechaba que un hospital era igual de malo. Aún así, viendo sus heridas, y la forma en la que lo intentaron matar, lo más lógico era ignorar cualquier comentario de parte de pelinegro y hacer lo que creía correcto. ¿Entonces por qué no lo hacía?


—Te lo contaré... después... —Susurró y cerró los ojos, recargándose en el pecho del rubio y entregándose al sueño.


Naruto cerró los ojos de igual forma antes de abrirlos y mirar la tranquilidad de la ciudad por la ventana. Ahora la noche le parecía más peligrosa que nunca, y presentía que su vida cambiaría al haberse involucrado.


Pero sabía que había hecho lo correcto.


No podía haber dejado a Sasuke morir. Y algo le decía que sus ganas de querer protegerlo tampoco eran normales.


...


—Buenos días, Sasuke.


La voz soñadora de un ojiazul lo despertó, haciendo que abriera los ojos para bostezar. Sintió el cuerpo adolorido por los golpes que recibió anoche.


Lo primero que observó fue el techo color café que acompañaba al color canela de las paredes. Se encontraba acostado en una cama de sábanas blancas con una ropa naranja, que definitivamente no era suya, y el rubio que entraba por la puerta caminó dejando una bandeja con comida en la mesita de alado.


—Presentí que estarías hambriento. No pude hacer gran cosa porque aún no hago las compras, pero... –miró al pelinegro– Quiero que descanses.


Sasuke sacudió su cabeza despejándose. –¿Q-Qué haces aquí? ¿Dónde... estoy?


El ojiazul le sonrió. –Estás en mi casa. No sabía a dónde más llevarte, así que... –rascó su mejilla de forma nerviosa.


Sasuke suspiró tratando de levantarse de la cama. Debía irse de allí lo más pronto posible.


—No, no, no. —El rubio le dio una mirada de reproche— No estás bien, no pienses que te irás ahora que te acabo de curar las heridas. —Bufó molesto— Y aún me debes una explicación. Pero lo importante es que desayunes primero.


Sasuke abrió los ojos sorprendido. Hasta ese momento había caído en cuenta de que era de día, por la ventana observaba el sol del amanecer entrando a raudales y el bullicio de la ciudad se escuchaba, aunque no sabía en qué piso estaba.


—¿Dónde estoy? —Repitió.


—Ya te dije que estás en mi casa —rodó los ojos—. Es la ciudad de Tokio, sábado, día 15. Ahora come.


Sin más, Naruto tomó el plato con comida, se sentó alado de él en la cama y con la práctica de usar palillos, le metió los fideos de ramen en la boca. El moreno frunció el ceño. No le gustaba el ramen, pero tampoco había notado la falta de hambre que ahora le exigía comida.


Le arrebató el plato y los palillos a Naruto, quien sonrió complacido al verlo comer, y se terminó todo en un santiamén, dejando el plato de nuevo en la mesita. El rubio se acercó al azabache, tomando su rostro con delicadeza, revisando debajo del flequillo el pequeño curita que le había colocado en la frente. No quería que el chico tuviera alguna herida que requiriera ir al hospital, sabiendo su aberración a éstos.


—Creo que no te pasó nada grave. —Susurró mientras seguía inspeccionando su rostro y los rasguños de sus brazos. Vio como el pelinegro hacia una mueca y alzó la vista. —¿Te duele?


—No... —Apartó la mirada. Naruto sonrió, sabiendo que mentía.


—No tienes que mentirme, sé perfectamente que tus heridas aún no sanan.


–¿Cómo me curaste? —Preguntó curioso.


—Tomé un curso de primeros auxilios en caso de que algo así sucediera —tomó distancia y miró por la ventana—, nunca había tenido que salvar a alguien como... bueno, como ahora. –Se encogió de hombros.


—No tenías que salvarme. —Le reprendió Sasuke— Tenías que correr.


Los ojos azules lo miraron con severidad. —¡¿Cómo puedes decirme eso luego de verte siendo atacado?! ¡¿Crees que acaso soy de esas personas que pueden dormir bien sabiendo que te secuestraron y que no hice nada por evitarlo?! —Se levantó caminando por la habitación de un lado a otro, bajó la mirada— Además... —hizo una pausa— mi cuerpo se movió solo.


Sasuke suspiró. No quería admitirlo pero lo entendía. Hubo un tiempo en el que su cuerpo se movía solo por proteger a quien más amaba. Pero ese rubio no lo conocía, ni siquiera sería normal que se interesara en él.


—Supongo que tengo que agradecerte. ¿Cuánto dinero quieres? ¿O acaso quieres un ascenso? —Le observó con interrogación.


Eso sacó de sus casillas a Naruto. No podía creer lo idiota que era. —Yo... —susurró con dolor— no quiero que me pages. Sólo quería que estuvieras a salvo.


—No me conoces. ¿Por qué querrías que estuviera a salvo? ¿Sobre todo arriesgándote así? —Su mirada penetrante en ojiazul, tratando de comprender sus intenciones— Vi lo que hiciste... —susurró— esos tipos de Akatsuki eran unos gorilas pero tú arriesgaste tu propia vida por protegerme. Eso no es normal.


Se cruzó de brazos. Naruto suspiró. Él tampoco entendía por qué lo había hecho.


—No lo sé, Sasuke... es sólo que te vi ahí, enfrentándolos con tus palabras, y pidiéndome ayuda con la mirada, que... —lo miró haciendo una pausa, incómodo para ambos— entendí que estabas tan solo como yo.


El pelinegro se quedó sin habla.


¿Quién era ese tipo? ¿Cómo sabía eso?


Tenía que salir de ahí y alejarse. Eso no estaba destinado a suceder.


—Tengo que irme. —Haciendo una mueca dolorida por las heridas que aún le punzaban, se levantó y salió de la habitación sin importarle la ropa que llevaba. Vio sus zapatos en la entrada y se apresuró a ponérselos, aún con la voz del rubio quejándose detrás de él.


—No puedes irte. Estás herido, lo sé muy bien-ttebayo. ¡Y también me debes una explicación! ¿Quiénes son estos Akatsuki? ¿Y por qué están detrás de ti si no hiciste nada malo?


Sasuke había estado apresurado abrochándose los zapatos en el suelo, hasta que recapacitó en lo que estaba pasando. ¿Por qué le debía explicaciones a ese rubio? No era nada suyo y tampoco le había pedido involucrarse, así que era momento de que dejara de interrogar sobre su vida personal de una buena vez. Antes de que alguien resultara más herido.


—Basta. —Sasuke se levantó mirándolo severamente. —No necesitas saber nada de eso. Aléjate de mi y no te involucres en mi vida. No eres nadie que se merezca ese privilegio.


La mirada herida del ojiazul fue lo último que observó antes de salir del apartamento, y cerrar la puerta a su paso.


—Hacer amigos no es ningún privilegio... idiota. —Bajó su triste mirada. Había salvado a alguien y ni siquiera un simple “gracias” había recibido.


La venda de su hombro izquierdo sería el triste recordatorio de que Sasuke Uchiha era un hombre altanero con quien no debía involucrarse. Y que nunca debió haber conocido.


Incluso aunque el destino planease juntar sus vidas de una u otra forma.


Pero eso, ni Naruto ni Sasuke lo sabían.

Notas finales:

¡Hola! ¡Gracias por leer el primer capítulo de Please Don't Go!
Es una historia que llevo mucho tiempo pensando, pero que había perdido por nimiedades de la vida.

Ahora que escribo este capítulo siento que por fin puedo respirar al haberlo terminado. Aún faltan muchas aventuras en las que espero que me acompañen.

No olviden dejarme en un review sus pensamientos. Si tienen alguna queja o sugerencia también me gustaría escucharla.
Espero que lo hayan disfrutado.
¡Hasta la siguiente! ~


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