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El Legítimo Heredero. por Makaxd-

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“Huyendo”


           


- ¡Sasuke! ¡Vuelve aquí en este instante! -grita enfadado Uchiha Fugaku, siguiendo a pasos apresurados a su hijo menor.


El Uchiha menor camina con un saco colgado en su hombro derecho al cobertizo en busca de su fiel amigo Amaterasu. Un hermoso semental de caballo de un pelaje negro como el mismo carbón.


El relinche que produjo el animal al sentir el corredizo siendo empujado bruscamente por nada más que su dueño, lo asustó.


- Calma, amigo -acaricia suavemente la cabeza, tranquilizándolo al instante- Tú y yo daremos un largo paseo -murmura, a la vez que se subía en el lomo del animal.


- ¿Dónde crees que iras? -mira a su hijo furioso.


- Sal del camino, padre.


- No. Te prohíbo estrictamente que salgas de esta casa, Sasuke.


- No seguiré tus estúpidas órdenes. Yo no soy igual a Itachi que lo obligaste a casarse con esa vil mujer solo para tu beneficio.


- Soy tu padre y te ordeno a que hagas caso.


- No lo haré. Desde pequeño sigo cada uno de tus mandatos solo para que me reconocieras y me miraras como lo haces con mi hermano, pero nunca fui digno de tu admiración -sujeta fuertemente las riendas- Y ahora que ya has arruinado lo suficiente la vida de Itachi, quieres hacer lo mismo con mi vida al comprometerme con la hija del Duque Uzumaki. No padre, no lo permitiré -Fugaku lo ve seriamente, intentando con la mirada intimidar al joven al igual que antaño.


Acostumbrado a esa mirada, esta vez no tendría el efecto que tanto espera su progenitor.


- Pon un solo pie fuera de esta casa y te olvidarás de esta familia como también tu título de nobleza -Fugaku habla decidido pensando que quizás con eso su hijo menor recapacitaría de sus actos, sin embargo, el Uchiha le indica al caballo que anduviera.


- Adiós, padre -pasa por al lado del hombre.


-Te arrepentirás, Sasuke.


A todo galope sale de la inmensa hacienda de la respetada familia Uchiha, dejando atrás a la única persona que más quiso en esa casa y que no pudo despedirse como corresponde. Mikoto Uchiha, la mujer que le dio la vida y que lo cuido hasta ese día de los castigos de su padre. Por ella, por su madre soportó veinte años de humillaciones. Pero al igual que su hermano mayor, colapsó a los mandatos de Fugaku. Tan solo ruega con toda su alma que su querida madre entendiera su actuar y lo perdonara.


El negro animal cabalgaba a toda marcha en dirección al país del agua, lugar en donde Itachi residía. Kirigakure una de las grandes cinco naciones. País rodeado de agua y pequeñas islas. La niebla es común en ese lugar, así como los lagos. Cada una de las islas tiene sus propias tradiciones, sin embargo, todas ellas son gobernadas por un rey, al igual que las otras cuatro naciones. Cada país posee una clase social, siendo el apoyo del gobernador. El Duque, el más allegado a la confianza del rey por ser familiares del monarca. El Conde, inferior al título del Duque, pero mayor al título del Marques. Estos ayudan fielmente a la corona. La familia Uchiha como los Hyuga y los Nara son los únicos que poseen el título Conde en Konohagakure.


Sasuke, repudia ese título de nobleza. Desde que tenía memoria había sido criado entre libros e instructores. Su niñera, una mujer estricta, era la encargada de enseñarle modales a él y a su hermano mayor. De las pocas horas que le quedaba libre en el día, se la pasaba en la habitación de madre cuidando su estado de salud.


Itachi, hermano mayor de Sasuke solo por cuatro años de diferencia, era el hijo predilecto de Fugaku. El niño dotado por una gran inteligencia, sin duda el orgullo de la familia; en cambio, el menor era tan solo la sombra del hermano mayor. No por eso odia a su hermano, aunque debe de reconocer que de pequeño le tuvo envidia por el trato diferente hacia él. Ahora, que ya es más grande, Sasuke se da cuenta de la presión que tuvo que soportar Itachi. Casarse con una mujer que no amaba a la edad de veintidós años, tener que soportarla por un largo año, hasta que, por un accidente, el carruaje en donde viajaba la esposa de su hermano se diera vuelta a cuesta abajo por un acantilado, muriendo al instante tanto la mujer como el conductor y dejando viudo al hijo mayor de la familia Uchiha. Algunos lamentan la muerte de la Marquesa Fuma Kotohime; por el contrario, Sasuke tan solo le provocaba un sentimiento de felicidad. Al fin su hermano sería libre de las garras de esa cruel y egoísta mujer.


El camino para llegar a Kirigakure era bastante extenso. Ocho largas semanas de viaje en caballo y en bote. Primero tendrían que pasar por el país de las aguas termales, más conocido por Yugakure, hasta llegar al país del hielo, Shimogakure, lugar en donde podrá tomar una embarcación para que lo deje en el país del agua. 


Sasuke suspira largamente, esperando a que en ese viaje no ocurriera ningún contra tiempo.


***


En la localidad de Shimogakure, lugar caracterizado por la nieve, se podía apreciar las diferentes edificaciones equipadas para sobrellevar esas temporadas de frío. Sin embargo, en los barrios más pobres, no contaban con la misma suerte. Para las personas de bajos recursos, tener una chamarra que te brindara calor era un lujo.


Naruto, un joven de dieciocho años, estaba acostumbrado a ese estilo de vida. Ser huérfano era una vida difícil, más aún cuando nadie te daba la mano para darte algo de ayuda. Los funcionarios del hogar de menores hacían todo lo posible para que los niños que residían en ese lugar tuvieran un techo del que pudieran sobre guardarse del frío. Naruto no se quejaba y aunque nunca fue adoptado por alguna pareja, para él, su única familia era Iruka Sensei. Un profesor de una reconocida academia, que en sus tiempos libres visitaba el hogar y enseñaba a los menores. Gracias a él, podía tener un trabajo decente como mesero en un restáurate y costear con su propio suelto una pequeña cabaña a las afueras de la localidad del país del hielo.


- Hey, Naruto -saluda Umino Iruka, caminando hacia el blondo.


 - Iruka Sensei ¿Qué está haciendo por estos lados-ttebayo?


- De compras -alza la mano, mostrándole la bolsa con diferentes productos de alimentos- ¿Y tú? ¿Recién sales del trabajo?


Naruto mueve la cabeza asistiendo.


- Iba camino a casa a descansar. Hoy tuve que atender a demasiados clientes-ttebayo -suspira cansado. 


- La víspera de navidad, ya sabes cómo es -palmotea el hombro del joven- ¿Te gustaría cenar esta noche en mi casa? Puedes quedarte si gustas. 


- Tendré que rechazar su oferta, Sensei. Kurama debe de estar esperando por mí -dice apenado- Lo siento.


- No te preocupes. Será para la próxima. Además, ese pequeño zorrito debe de estar impaciente esperando tú llegada -se ríe, contagiando al menor.


Valla que tenía razón su Sensei. Kurama era de esos animales que calculan la hora de llegada de su dueño. Si Naruto se atrasaba en llegar, podía jurar que ese zorro endemoniado destrozaría su almohada o su querido ramen. No, él no quería que sucediera lo mismo que la última vez.


- Te veo luego, Naruto.


- Adiós, Sensei -se despide el menor.


Camina por las largas calles. De vez en cuando, frota sus manos heladas pretendiendo de esa forma que estas entraran en calor. Por las nubes negras, se podía intuir que pronto empezaría a nevar. Cuando llegara a casa, lo primero que haría sería encender la chimenea.


El relinchido de un caballo lo saca de su ensoñación. Extrañado, mira en dirección al lugar de donde provino el sonido. A una corta distancia de su cabaña se encuentra un negro semental de caballo corriendo a todo galope y arriba de su lomo se podía ver a un jinete en mal estado. Preocupado se acerca rápidamente al animal, deseando tranquilizar al alterado caballo.


- Tranquilo, Tranquilo. No te hare daño, pequeño- acaricia suavemente la cabeza- Déjame ayudarte -el animal se deja llevar por la calma del joven.


- Ayuda -murmura dificultosamente el jinete, queriendo bajarse del caballo.


Naruto al verle le ayuda sin dudarlo, pasando el brazo del montador por sus hombros.


- ¿Qué te ha sucedido-dattebayo? -pregunta nervioso.


- Bandidos -jadea de dolor. 


El blondo por inercia le toca la frente al desconocido azabache, sintiéndola caliente y sudada.


- Dios, estas hirviendo en fiebre- preocupado por el estado de salud del extraño, lo ayuda a caminar hacia su hogar. Maldijo internamente el vivir lejos de la ciudad, si no fuera por eso, quizás podría contactarse con algún médico.  


- Por favor, resiste un poco más -suplicó al hombre que ya estaba entre la conciencia e inconciencia.


***


Con dificultad, Naruto abre la puerta de su recamara, acostando al desconocido en su lecho. Le saca lo más rápido que podía su chamarra y las sucias botas. Kurama desde una esquina ve los movimientos desesperados y nerviosos de su dueño que corría de un lado a otro en busca de algún pañuelo húmedo.  


Los jadeos contantes e irregulares del joven tenían alterado al pobre blondo que pensaba que en cualquier momento el varón podría morir.


- Resiste por favor -repetía una y otra vez, quitando el paño húmedo de su frente, para después, nuevamente humedecerlo en el pequeño tacho con agua.


Naruto mira el rostro sonrojado por culpa de la fiebre. De vez en cuando, retira los mechones negros que se le fijan en su frente sudada y mojada. Implora con todo su corazón que aquel desconocido resistiese la fría noche y que por la mañana la fiebre ya no hiciera más estragos.


- Madre… Madre… -balbucea el joven.


- Tranquilo -susurra suavemente, mientras acaricia la mejilla-  Ya verás que te pondrás bien-ttebayo.

Notas finales:

Hola. ¿Qué tal? ¿Les gusto este primer capítulo? Cualquier comentario será bien recibido. Nos vemos en el siguiente, Bye~


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