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Esquemas del Corazón por AniBecker

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Notas del capitulo:

Holis, holis. 

Aquí de nuevo con otro fic más, me entra la inspiración y soy una loca que si le viene la idea, la escribe... 

Vengo con una pareja que me gusta mucho también, el HimuIzu, desde que leí varios fics de ellos, me enamoraron, y quise que ellos fueran protagonistas de este fic. 

Será cortito, no creo que tenga muchos capítulos. Se nombran también el resto de parejas: KagaKuro, Aokise, MidoTaka y MuraAka. 

Espero les guste y le den una oportunidad xD 

Capítulo I

Los Ángeles, Estados Unidos

Un chico de cabello negro y ojos de un color grisáceo, con un pequeño lunar debajo de su ojo derecho, que apenas se llegaba a ver debido a su cabello, estaba en su habitación guardando todas sus cosas en varias maletas. Miró a su alrededor y suspiró; aún le quedaban cosas por. De pronto llamaron a la puerta.

—Pasa —respondió, y un hombre de cabellos negros entro.  

—¿Aún estás así, Liam? Se nos hace tarde para ir al aeropuerto.

-No te preocupes papá, enseguida acabo. Lo tengo todo bajo control. —observó el rostro triste de su padre —, ¿y esa cara, a qué se debe?

—Pues a que una vez que volvamos a Japón, tú te instalarás en tu propio apartamento, mi pequeño se independiza —lo abrazó, haciendo un pequeño drama con ello.  

—Oh, vamos, si hasta vamos a estar hasta en el mismo barrio, lo único que en otra casa. Y ya no soy un niñito papá.

—Para mí siempre lo serás y lo sabes.

—Bueno… Pero que esto quede entre nosotros —se avergonzó Liam —, además, creo que estamos demasiado grandes ya para esas cursilerías.  

—Nadie tiene por qué saber que para mí siempre seguirás siendo mi niñito —lo abrazó, pero Liam pudo notar como su padre, sin todavía haberse separado de él, lo notaba intranquilo. —. ¿Por qué tienes que irte a esa empresa a trabajar? Podrías hacerlo en cualquier otra.

—Ya decía yo que no sólo estabas así porque íbamos a Japón, sino por eso. Ya te dije por qué quiero hacerlo. Yo no te obligo a que vuelvas a Japón si no quieres, no me gustaría estar separados por tantos kilómetros de por medio, pero si no estás preparado o no quieres, no tienes por qué volver por mí.

—Si tú te vas, ¿qué hago yo aquí? Por eso, no voy a estar separado de ti, pero ¿después de veintitrés años tienes interés en conocerlo?

—¿Será porque nunca me lo permitiste? —recriminó.

—¿Acaso le habría importado? Si sólo tenía tonterías en la cabeza. Además, fíjate cuantas veces lo has podido ver por televisión o por la prensa.

—Papá, por favor, que tú no quieras saber nada de él no significa que a mí me hubieras arrastrado a no formar parte de su vida.

—Me hiciste una promesa Liam, no puedes incumplirla por favor —temió Nijimura.  

—Tranquilo, tranquilo, ya te dije que nunca le diré quién soy para él.

—Gracias hijo… La verdad que…

—Ya te dije que no te preocuparas, yo siempre cumplo mis promesas ¿No? Sólo quiero trabajar allí pues… Primero porque es un buen trabajo, y segundo, porque quisiera poder estar cerca suyo, aunque sea su empleado…

Nijimura notó cómo su hijo se entristeció. En parte se sentía culpable porque nunca creció con una figura paterna al lado. Era cierto que él nunca le ocultó quién era su padre, pero Liam extrañaba poder tener a su padre cerca. Y todo por su absurdo miedo, rencor y odio que sentía hacia él. Le hizo prometerle que nunca pero nunca, contaría a nadie quién era su verdadero padre. ¿De verdad hizo bien?

El pitido de su reloj le indicó que tenía que partir para el aeropuerto.

—Papá, nos tenemos que ir ya, o se nos hará tarde.  

—Cierto, hay que llegar con tiempo, vamos.  

Después de recoger las maletas, llamaron un taxi que los llevó al aeropuerto. Después de muchas horas de vuelo, pisaron suelo nipón, en una fría noche de invierno. Shuzo  se quedaría en su antigua casa, dónde vivía con su familia antes de mudarse a América, mientras que Liam había alquilado un pequeño apartamento no muy lejos de la casa de su padre.

—¿Seguro que no me acompañas hoy a mi casa? Mira que no está acomodada como mi apartamento.

—No, hijo. Te dejo que hoy te instales tranquilamente en tu casa, después de hacer y deshacer maletas necesitarás un buen descanso. La casa tampoco estará tan mal, ya que siempre había contratado un servicio de limpieza para que la casa se mantuviera en buen estado y también vigilada —explicó parado en la puerta de dicho lugar.

—Está bien, como quieras, pero mañana vienes conmigo a la entrevista. ¿De acuerdo?

—Liam… Sabes que no quiero encontrármelo…

—Tú no tienes por qué encontrártelo, esperas en la planta baja y ya está.

—Está bien… Lo hago por ti ¿Eh?

—Gracias papá —lo abrazó. Después de despedirse de él, entró en el taxi dirección a su nuevo apartamento.  

________________________

A la mañana siguiente, Shuzo acompañó a Liam a la empresa de publicidad Himuro, dónde trabajaría su hijo. Estaba nervioso, no quería encontrárselo, no quería verlo, ni hablarle, y mucho menos darle o pedirle explicaciones. Él no tenía por qué dárselas, y tampoco quería escuchar las suyas.

Entraron en un lujoso y gran edificio. Miraron en recepción en qué planta se encontraba la empresa y subieron por el ascensor. Al abrirse las puertas, se podía ver cómo la gente caminaba de un lado a otro, con grandes carpetas, con folios en las manos… Se veían ocupados. Se dirigieron al mostrador dónde una joven muy simpática les informó que esperaran en la sala de espera hasta ser llamado. Al poco rato, le indicaron que podía pasar.

Shuzo, mientras, se entretuvo por dar un pequeño paseo por la planta, observando todo. Se sentía nervioso y no podía mantenerse sentado mientras esperaba a su hijo. Se asomó a un ventanal desde el que se podía ver todo el centro de Tokio.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no se percató que la figura de una persona se reflejaba en el ventanal. Pero salió de sus pensamientos cuando su nombre fue dicho por esa persona.

—Vaya… Shuzo, ¿Eres tú? – se asombró Himuro. El mencionado se giró.

—Ah… Sí, soy yo. Cuánto tiempo ¿Verdad? —. Me lo tuve que encontrar… Vaya suerte la mía.

—Pues sí, mucho. ¿Qué haces aquí?

—Vine para acompañar a mi hijo a la entrevista —explicó.

—¿Tu hijo? No me digas que… ¡Entonces al chico que entrevistaron hace un momento es tu hijo! – dijo asombrado—. Claro, ya decía yo que me sonaba el apellido.

—Sí, así es —desvió la mirada.

—Por cierto, tengo un momento libre ¿Te parece bien que vayamos a mi despacho y nos ponemos un poco al día? —ofreció.

—Perdona, pero es que estoy esperando a mi hijo, y él sabe que estoy aquí, así que si sale y no me ve se puede preocupar.

—No te preocupes, tardará un poco en salir, ahora mismo está reunido con una persona del departamento de empleo, por el tema de la firma del contrato y demás. Tranquilo, avisaré al departamento para que en cuanto salga sepa a dónde dirigirse.

—Está bien —respondió no muy convencido—. Tu empresa es bastante grande.

—Gracias. Pasa —abrió la puerta y dejó que él entrara primero —. Después de terminar allí en América la universidad, decidí volver aquí, dónde cómo mi padre me obligó estudiar Dirección de Empresas, monté esta Agencia de Publicidad Deportiva.

—Ya veo… sí, sé que volviste a Japón cuando no supe de ti más en América —lo dijo tranquilo, aunque estaba claro que era un reproche.

—Perdón, no quise irme sin ni siquiera decírtelo, pero mi padre también volvía por un tiempo y además, estaba próxima la boda de mi hermano Taiga que decidí quedarme aquí, entonces ya no quise volver…

—Ya veo. Bueno, parece que de momento no le va para nada mal —confesó, también queriendo cambiar de tema.

—Así es. Pero no hablemos de negocios, ¿qué fue de tu vida?

—Eh… Bueno, pues apenas llegamos anoche de América mi hijo y yo. Él quería venir y yo quise acompañarlo, pedí una excedencia en mi trabajo y me contrató la universidad de Tokio.

—Vaya, me alegro que te fuera bastante bien —sonrió—. ¿Y tu esposa, en qué trabaja?

—¿Mi esposa? No estoy casado. Ni tampoco hay esposa.

—Oh, perdón, no quería molestar, supongo que… —no terminó de hablar, porque Nijimura lo interrumpió.

—No está muerta, si es lo que piensas, ni estoy divorciado o peleado con ella, simplemente no hay mujer —suspiró, lo que le iba a decir podría hacerle sospechar —. Quien tuvo a Liam… fui yo —Himuro se quedó completamente asombrado, nunca se lo pudo imaginar.

—¿Entonces eres doncel? —el otro asintió —. Nunca me lo dijiste.

—No te lo dije porque no lo sabía hasta que me dieron la noticia del embarazo.

—Y… ¿Y el padre?

—Vive en América, llevo años sin saber de él —mintió sin indagar mucho en esa mentira —, directamente no se quiso hacer cargo cuando se lo dije.

—No me puedo creer que haya sido así de miserable —frunció el ceño molesto —. Será poco hombre —en ese momento, una puerta interna que daba al despacho, se abrió, dejando ver a un peli negro de ojos plateados.

-Tatsu… Ah, lo siento, no sabía que estabas reunido —se disculpó.

—No te preocupes, puedes pasar, él es Nijimura Shuzo, un amigo que lo conocí en América, su hijo es al que se entrevistó hoy y se contrató como fotógrafo.

—¿En serio? Pues justamente venía a traerte el contrato, necesito tu firma —cerró la puerta y entró en el despacho para acercarle los papeles.

-Perfecto. Bueno Shuzo, te presento, él es Himuro Shun, el contable de la empresa, accionista y también mi esposo.

—Mucho gusto —el hombre le estrechó la mano.

—Un placer… — ¿Su esposo? Claro idiota, él está en todo su derecho de rehacer su vida… —se dijo mentalmente Nijimura.

—Pues listo, ya está, tu hijo a partir de este momento pasa a ser empleado de mi empresa —dijo sonriente.

—Gracias.

—No tienes que darlas, ya que tu hijo tiene un buen currículum para que lo contratemos —comentó Shun —. ¿Verdad Tatsuya?

—Así es —en ese momento las puertas del despacho se abrieron de par en par de golpe, entrando en él una chica que aparentaba más o menos los veinte años, de cabellos negros y rizados, con unos ojos plateados y un coqueto lunar bajo su ojo.

—¡Papá! ¿Se puede saber por qué se me ha tenido que cambiar el anuncio publicitario?

—Aimi-chan, ¿qué modos son esos de entrar? Tu padre está reunido —le regañó su madre.

—Pero esto es urgente. Se supone que es mi comercial, ¿quién cambió qué equipo iba a ser publicitado?

—Después hablamos sobre eso, ahora espera a que tu padre termine.

—No, tiene que ser ahora. ¿Puedes salir un momento papá?

—Eh…

—Tatsuya ni se te ocurra —le advirtió su esposo.

—Será sólo un momento. Está bien, vamos —cedió, sacándola del despacho – Lo siento Shuzo, enseguida estoy contigo.

—Perdona la intromisión, mi hija piensa que su padre siempre puede estar disponible para ella y sus caprichos, y como él siempre acaba cediendo pues… —trató de disculparse el pelinegro.

—No te preocupes, si era algo urgente normal que saliera a atenderla —le sonrió.

—Para nada, de urgente no tiene nada. Mi hija trabaja como publicista en la empresa y por su comportamiento, parece ser que se ha enterado que al comercial que ella diseñó le han cambiado ciertas cosas.

—Entonces sí es urgente, porque es tema de trabajo —volvió a sonreír.

—Aunque fuera de trabajo, podría haber esperado, además de no haber entrado de esa manera. Su padre la tiene demasiado mimada y consentida.

—Como cualquier padre. Todos sienten debilidad por sus hijas. Se nota que la quiere mucho.

—Así es. Cambiando de tema. Entonces conoces a Tatsuya de América —él asintió —, ¿te mudaste allí o naciste allí, pero eres de descendencia japonesa?  

—Ah, soy de aquí, sólo que cuando estaba en la secundaria me tuve que mudar, mi padre estaba enfermo y nos marchamos a América. Allí lo conocí en la universidad, después él volvió aquí. ¿Jugabas con él en el mismo equipo de básket? Supongo que se conocieron por eso.

—No, yo estaba en su equipo, sino en otro. Mi equipo fue campeón derrotando a todos los de la Kiseki no Sedai. Tatsuya sí tenía en su equipo a uno de ellos.

—Espera, ¿has dicho la Kiseki? ¿Los conoces?

—Claro, a todos. ¿Cómo los conoces tú? —preguntó asombrado.

—Pues estaba con ellos en la secundaria Teiko. Aunque claro, si juegas básket es normal que los conozcas, aunque no me imaginaría que fueran cercanos.

—Ah, sí, es más, dos de ellos son los padrinos de Aimi. Y bueno, Tetsuya no era de la Kiseki pero sí estaba con ellos, él es mi cuñado, el marido del hermano de Tatsuya —explicó sonrió.

—Vaya, qué pequeño es el mundo entonces —por un momento, se sintió dolido; sólo de ver cómo Himuro nunca le contó que cuando volvió a América después de la preparatoria, no le habló de nada de eso, y también… se sentía un poco desplazado, ya que ese hombre que tenía en frente de él, convivía y conocía más que él a sus antiguos amigos.

Definitivamente, no debería haber vuelto a Japón…

 

 

Notas finales:

Bueno, si has llegado hasta aquí, gracias por leer :) 

Sus rw me harán muy feliz :? xDD 

¡Saludos! 


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