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Love hurts por susuyajuzo

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Notas del fanfic:

Aquí una de mis historias favoritas. Espero les guste. 

Notas del capitulo:

Los personajes pertenecen al mangaka Eiichiro Oda.

La historia es de mi invención propia.

Love hurts

"Ama hasta que te de duela.
Si te duele es buena señal"

(Madre Teresa)

1

"Love hurts, love scars"
(El amor duele, el amor hace cicatrices)

"Love wounds, and mars"
(El amor hiere, y estropea)

"Any heart, not tough or strong enough"
(Cualquier corazón, que no sea resistente o lo bastante fuerte)

"To take a lot of pain, take a lot of pain"
(Para aguantar mucho dolor, aguantar mucho dolor)

"Love hurts, Love hurts"
(El amor duele, el amor duele)

(Nazareth)

 

Al cabo de un tiempo; más al fondo del vestíbulo, se hallaba una horrible cortina harapienta que parecía agitarse con los movimientos del viento, que, por la fuerza arremetida en esa época, las polvorientas telarañas sucumbían ante el grotesco temblar de las ramas exangües que entraban por la ventana. Al lado se ubicaban varias lámparas incendiadas con llamas de aceite, resplandeciendo el pequeño cuarto del artista de la noche. Pero después, al instante en que la puerta se abrió en silencio, dejo pasar las almas hambrientas, y terribles de ese lugar. Cucarachas, insectos molidos al ser aplastados por las contraventanas, roedores secos por la hambruna del sótano, e incluso luciérnagas que salían por las noches acompañar el sufrimiento de ese espantoso matadero. En el suelo había vestigios de plumas arrancadas, lociones de baja categoría, y alguna que otra chuchería de un espacio manchado por la obscuridad. Cuando esa figura del mismísimo demonio entró, el humo de su apestoso y amargo puro inundo las cuatro paredes, y sin decir ninguna palabra, solo dejó escapar una risa de obra gótica al estilo de Poe. Al rincón, sentado en un pequeño sofá mugriento; se observaba la silueta de un joven rubio encendiendo un cigarrillo. Entrando, el hombre lo saludo, haciéndole compañía antes del próximo show.

—Buenas noches, Kuroashi. Por tu pinta parece que ya estás listo para el espectáculo de hoy —añadió el hombre, pasando sus toscas manos por la amplitud de la espalda del menor. Este hizo una mueca de asco y la aparto.

—Sí; ya lo sé. Así que ahora déjame tranquilo, no puedo seguir forzando mi culo todo el tiempo. Me follas y después me dejas hecho una mierda.

El hombre expulso una bocanada de humo por sus carnosos labios y hablo —Pero... ¿Qué es lo que dices, Kuroashi? Yo jamas tendría sexo con una perra como tú. Prefiero morderme la lengua a tener que ensuciar mi pene con tu asqueroso semen —dijo, sonriendo con satisfacción, como si apenas hubiera tenido un sueño lleno de placer.

El rostro de Sanji se deformo por un instante, pero luego, este presento una mirada seria, tan pálida y vacía —Como digas, hagas lo que hagas conmigo; ya no me interesa.

Por otro lado, el mayor volvió a curvear sus labios, mostrando una retorcida sonrisa —Deja de hacerte el fuerte, Kuroashi. Sé que te mueres por dentro al igual que esas perras. Pero te diré un secreto —murmuró, acercándose a sus pequeñas orejas. Tocando su voz con finas y repugnantes caricias —Tu jamas serás libre, te pudrirás junto con todas esas putas que trabajan para mí. Vivirán en la cloaca comiendo pollas y mierda todos los días. Y como tu alma está sucia, nadie te amara.

Don Quijote Doflamingo se levantó, y siguiendo la sombra de Kuroashi llegaron hasta el bar. El joven suspiro con desgana y desapareció su esperanza al igual que sus sueños e ideales.

En el bar, se veían a leguas los ojos de varios hombres embrutecidos por el alcohol. Los rostros feos y deformes se apreciaban con intensidad al iluminar la colilla con la flama de sus cigarrillos. El barman ofrecía de cuando en cuando botellas de whisky, meciendo y rechinando sus dientes al instante de reflejar una expresión de mera felicidad.

Don Quijote torció los labios, y sacudiendo su abrigo de plumas rosadas se despidió de Sanji diciendo un "Hasta luego".

El blondo al momento se alejó del taburete. Encontrándose con una mujer encantadora. La joven poseía una hermosa belleza, llegando a parecer una diosa de los cielos. Los ojos ambarinos, el cabello naranja y largo rozaba sus caderas desnudas, que, por el atuendo de esa noche interpretaba el papel de una sexy gitana. Sus manos se movían hipnóticamente para atraer a los hombres con plata. La danza se proyectaba con fascinación, escuchándose los gritos de excitación y emoción de los espectadores. La voz cantarina de la dama se oía como un hermoso poema de época, moviéndose con pasos ágiles al igual que una gacela. El tono de luz bajaba con radiantes y chispeantes brillos; ardiendo con locura su fuerte corazón. En el momento, su espectáculo se consumió cuando las llamas de luz se apagaron. Dejando como último requisito de su acto la recompensa de todos los días.

Encantada, Nami se apresuró y bajó del escenario. Recolectando el dinero con la voluptuosidad de sus senos. Los billetes de apresaban con la liga de su diminuto sujetador y para después, ella ya se tenía que ver obligada acompañar a algún hombre y, por ende, pasar la noche con él.

Un tipo pelirrojo le envió besos imaginarios antes de salir del cabaret, sin embargo, al mero instante sintió un golpe de parte de su amigo. El sujeto le mostró un rostro molesto, arrugando la frente por la irritación. Sus labios se arquearon y dejó escapar un gruñido. Pero un segundo después se oyó el chasquido de uno de los anfitriones para dar la orden de las luces. El contrario obedeció y volvió a su lugar de trabajo. Luces fugaces encendían el show próximo, brillando llamas neón al igual que una enorme luz blanca iluminar el cuerpo del nuevo "artista". Un denso humo llenaba la plataforma principal, alzándose como un platillo a punto de emprender el vuelo. Incluso los vientos abrazadores de los ventiladores lanzaron incontables serpentinas, que se estremecían en el aire, golpeando de vez en cuando el rostro del muchacho. Y sus ojos cautivaron a los hombres presentes a un lado suyo. Pronto las luces volvieron a bajar y chiflaron aquellos sujetos al esperar con ansias el baile de Kuroashi. La música acompañaba sus movientes sutiles, le daba una esencia enternecedora, a comparación de una muñeca de porcelana. Los tirantes de su pecho rosaban su piel blanca de azúcar y sus piernas danzaban mejor que Nami, mucho más...

A simple vista parecía un hombre perfecto, pero las sonrisas cínicas y siniestras guardaban solo el momento exacto para llevarlo a las horribles tinieblas de sus pecados. Eran bestias que solo se dedicaban a destrozar el camino recto de un joven, apenas un adolescente, pero por la falta de suerte, y de una mala familia había caído en las garras de un demonio. Pronto, tan veloz al igual que un rayo, su mirada quedo tatuada en una intensa marea, que era eterna y nuca lo dejaría escapar.

El hombre aparto la vista, pero por dentro se moría por saber su nombre.

Kuroashi lucho desesperadamente en permanecer su mirada conectada a la suya, pero en cuanto termino el show bajo con los pies descalzos, sin embargo, fue llevado hasta atrás de los vestidores.

—¿Qué quiere? —jadeó.

—Estese quieto. Y no diga tonterías con esa boca sucia, usted sabe que es lo que quiero. Debería tragarse la lengua al solo alzarme la voz. Me lo ha dicho ese hombre, y me he dado cuenta. Tu eres una maldita puta que solo vives para que te follen —dijo el otro, apresando sus caderas con sus gruesas manos.

El muchacho palideció del terror, pero volvió en si al recordar ese horrible y temeroso pasado. Sus manos llegaron a profanar su propio cuerpo al volverse adicto de esas drogas y la poca dignidad que poseía ya caía por los suelos. El hombre se fijó en su expresión blanca de fantasma, que, para borrarla de un momento a otro lo tiro con fuerza al suelo, al mismo tiempo que él se bajaba la cremallera.

Kuroashi ahogo un gemido de repugnancia y abrió la boca para recibir su regalo.

En ese tiempo ya no era capaz de reconocer una caricia de verdad con una falsa, por ahora, todas eran iguales para él. Solo tenía en cuenta la excitación de cerdos asquerosos que se la pasaban jodiéndolo en todos los sentidos. Ya ni siquiera recordaba la presencia ardiente de un verdadero hombre, que despertara la pasión desenfrenada que algún día pudo llegar a ser.

El chico se sintió enfermar, pero siguió con la actividad grotesca de su acompañante. La campanilla le ardía con cada roce, y los mofletes se hinchaban con los fluidos viscosos. Pero inconscientemente sus dientes pellizcaron su glande, ganándose una repentina bofetada, aquella que le mallugo las mejillas blancas como la nieve, y le sangró la nariz con la fuerte acción arremetida.

—¡Mira lo que has hecho maldita perra! ¡Eres una puta desgraciada! Como te atreves a hacerme esto cuando yo te estoy haciendo un favor al meterme contigo. Debería darte vergüenza. —añadió, para después propinarle una patada en las costillas. Por otro lado, el adolescente no mostraba ninguna expresión de sufrimiento, solo escupía la sangre de su boca y volvía a ponerse de pie.

El tipo moreno se alejó furioso, y gritando tanta palabrería despareció del camino. Kuroashi dejó caer los brazos. Pero luego, de repente, escucho una voz desconocida. Apunto de levantarse adolorido, el hombre que lo miraba impresionado lo paro.

—Espere —exclamó —¿Qué ha sucedido con usted? ¿Quién le ha hecho eso? —pregunto, mirando las heridas de su rostro y de su cuerpo al tener un diminuto atuendo de cabaret.

—¿Ah? —respondió—¿Por qué me lo pregunta? ¿Qué importancia tiene? Además... ¿Usted que hace aquí? No debería venir a un lugar como este... ¡Lárguese, antes de que pierda la paciencia!

El contrario ignoro sus palabras, para después acercarse hasta su destino.

Kuroashi negó con la cabeza.

—¡Váyase pronto! Si el amo se entera podría matarlo.

—No me importa. Soy fuerte. —añadió, con un toque de fanfarronería.

El rubio puso los ojos en blanco. Tenía que echarlo a patadas.

—Está bien. Pero antes dígame, ¿Qué está haciendo aquí?

El peliverde se encogió de hombros.

—No me digas, te perdiste —hablo el chico, solo para molestarlo, sin embargo, había dado en el clavo.

El sujeto alarmado se sonrojo, y eso lo dejo cautivado.

—Pero que dices rubia, si yo no me pierdo.

Kuroashi se echó a reír. Y por primera vez en tanto tiempo volvía a sentir esa magia acariciar su estómago. Roronoa Zoro vaciló un momento, sin entender de qué se trataba. Luego sujetó a Kuroashi para sacarlo de los vestidores y del bar.

—Pero... ¿qué estás haciendo idiota? ¿acaso no te das cuenta que estoy trabajando? Si el amo se entera de esto va a matarme —dijo, tratando de respirar hondamente.

—Si me lo preguntas, no tengo idea de lo que estoy haciendo. Solo sé que debo curarte esas heridas. Si te mantienes así por mucho tiempo podrían infectarse, y tú no quieres que una herida deforme ese hermoso rostro que tienes —exclamo, entregándole su sudadera obscura, dándole paso para subir a su coche.

2

Una semana después Kuroashi se encontraba hablando con Nami, entablando una divertida conversación, y eso hacía a la mujer sonreír sinceramente. Era un tiempo de descanso antes de los ensayos del club, y es por eso que comían con las ganancias de la noche anterior.

—¿Así que, Roronoa Zoro? —pregunto la hermosa Nami, acercándose a la mesa para tomar una pieza de pan.

El chico enrojeció repentinamente y sintió calor en sus mejillas.

Habían pasado exactamente siete días después del incidente, donde él estaba agradecido por su ayuda. En ese momento nuca imagino que se encontraría en su camino, pero de alguna manera tenía en cuenta esa ocasión al momento en que se miraron por primera vez. Nunca olvidaría su amabilidad, ni mucho menos su voz que le atraía las entrañas. Incluso en ese mero momento de ofrecer su cuerpo como recompensa por el apoyo de sus heridas, se impresiono cuando el hombre denegó dicha oferta y solo se conformó con unas gracias de su parte.

Aquellos simples días significaban mucho más que toda su miserable vida, y por primera vez creía ver un intenso camino brillante abrirle el paso. Sus visitas se hacían constantes al club y al hablar con Doflamingo de su compañía a un hombre de todos los días, el no pudo negarse.

Sus noches se plegaron con intensas estrellas, donde los infinitos cielos parecían cantar su bienvenida a un nuevo mundo.

Debería decirle, y le había dicho sus sentimientos. Que, cuando los recito en los pliegues de sus labios, él le respondió que veía la pureza e inocencia en sus ojos.

Y así, escondidos detrás del callejón del cabaret, besos robados al compás de las más delicadas caricias, y hasta el color de sus mejillas habían vuelto rosas el hielo de su corazón.

Sus recuerdos lo transportaban a la noche del baile del famoso grupo U2, que resonaba intensamente la parte que su amado le decía al odio.

"You give it all but i want more"
(Tu lo das todo pero yo quiero más)

"And im waiting for you"
(Y estoy esperando por ti)

Y si, aquello era verdadero.

"With or without you"
(Contigo o sin ti)

"I can't live"
(No puedo vivir)

"Whit or without you"
(Contigo o sin ti)

Las luces flaquerón el momento mágico de su amor, mandando rayos resplandecientes de las noches. El tiempo se detenía en el espacio, y como presencia de un niño, a Zoro le fascinaba llevar a Kuroashi entre sus brazos, besándole los párpados, y gritarle cuanto era lo mucho que lo amaba.

—Zoro...

—¿Qué sucede cejillas?

—Realmente me amas, sin importar lo que yo soy.

—A mí no me importa lo que eres, no me importa lo que hagas, ni mucho menos me importa tu pasado. Yo te amare incluso si el tiempo me arrebata la vida.

3

Cuando cerraba los ojos veía con horror el obsequio de ese hombre. Y sentía cada vez más como ese acto le oprimía el corazón. Lágrimas saladas escurrían por sus ojos, comprendiendo que la vida seguía siendo horrible y nada misericordiosa para él. Sus manos blancas como el velo de seda de una novia se agitaban temblorosas, acunando el rostro de su pareja entre el hueco de su cuello. Aquello era horrible y agonizante. La fachada del lugar que compartía a escondidas con su amante ahora estaba destruida. Pero lo más inquietante era ver su cuerpo inerte y destrozado. Los huesos de sus brazos habían sido dislocados, y la sangre escurría como un río por todo su firme pecho. Ahora sabía que ya no podría aguantar más dolor.

Su vista volvía a nublarse, y maldecirse al ser capaz de abandonar el club de su odiado amo. Pero al sentirse amado por primera vez no fue consciente de las consecuencias, y por ende habían atacado al hombre de su vida. De hecho, tiempo atrás el cuerpo de su mejor amiga fue encontrado en la entrada del bar totalmente mutilado. Los brazos levantados, el rostro desfigurado, el tórax abierto con la sangre drenada al igual que un muñeco disecado. Y con total repulsión hacia ese hombre decidió huir, pero ahora comprendida que jamas debió hacerlo.

Zoro le tomo las mejillas y le hablo con las palabras que siempre quiso escuchar, sin embargo, el ya no podría hacer ninguna cosa, como el horrible suceso de su pelirroja. Su último encuentro después de su recuperación fue en un lugar místico, donde por tan solo un momento podría ser feliz.

El muchacho se sobresaltó al encontrar su mirada con la suya. El sol del amanecer de noviembre se alzaba magnifico por sus cabezas, y el canto de los robles en el jardín hipnotizo a Zoro por completo. Kuroashi lo miro con extrañez, pero después se acercó para tomarle las manos e invitarlo a tumbarse a su lado.

Sus frentes se rozaban y sus dedos se entrelazaban para sentir la calidez de cada uno. El sonido de los pajarillos se escuchaba desde lo alto, que, por consiguiente, en su constante revoloteo dejaron caer las hojas de las jacarandas, manchando con sus diminutas flores la hierba fresca de la mañana. Los grillos aun cantaban por la presencia de la noche, y una abeja se perdió en el vuelo hacia los arbustos del campo libre.

El chico suspiro esperanzado, carraspeando la voz para su declaración. Zoro espero paciente, uniendo sus manos en un tacto más estrechó.

—Marimo... digo, Zoro... yo creo que deberías seguir tu vida. Y olvidarme. —dijo por fin, sintiendo sus ojos humedecer.

Zoro aparto la mirada, y apretó los labios al querer evitar llorar. Él lo amaba y seria imposible dejarlo ir. Pero luego, siguió observándole para seguir escuchándolo.

—Es imposible que estemos juntos. Yo solo te he causado problemas, incluso mataron a tu hermana por mi culpa, y a tu mejor amigo. Y yo ya no quiero seguir haciendo sufrir a la persona que más amo en la vida. —susurro, ahogando un gemido de dolor.

Zoro apretó los puños al momento de recordar con rabia esos sucesos, y lo débil que era al no poder proteger a Sanji. Cuando fue espectador de la violación de su pareja.

Y si lo era; era demasiado débil, pero haría todo lo posible por protegerlo más adelante. Sin embargo, eso ya no sería posible.

—¡No digas tonterías Sanji! Yo te amo más que a mi vida y mi propia muerte. No puedes dejarme solo. —dijo, llorando desesperadamente.

—Por favor, no hagas esto más difícil. Yo nací para no ser amado... yo nací para sufrir por toda la eternidad. Pero tu...Zoro mereces toda la felicidad que yo no puedo darte.

De repente, Roronoa Zoro lo abrazo con fuerza, temiendo que si no lo tenía cerca podría escapar y marcharse de su lado.

Kuroashi lo aparto con brusquedad y con los ojos hinchados por las lágrimas se volvió para besarlo por última vez.

Sus labios se tocaron, pero ese magnífico momento significaba una sola cosa; la muerte de su esperado final feliz.

Apartándose, Zoro le estrechó las manos, pero el contrario las retiró.

—Por favor cariño, se muy feliz.

4

—Sí; ahora si —dijo mostrando una sonrisa triunfante.

Vivi lo ayudo ordenar la mesa, y Luffy intento no atiborrarse con los preparativos de la cena. Usoop le hizo una seña de aprobación, y Zoro quedo satisfecho.

Las velas fueron encendidas al igual que la decoración con pétalos de rosa, que conducían de la entrada hasta la habitación. Franky le guiño el ojo con un gesto de "todo listo amigo" así que Zoro quedo agradeció por la ayuda de todos.

Finalmente, las chicas; Vivi y Rebecca le indicaron lo que debería hacer para la cita, saliendo al momento del departamento del peliverde. Antes de su llegada checo el ramo de lilas y el olor delicioso de su perfume.

Y tan pronto como dieron las 21:00 horas de la noche, Roronoa Zoro salió para recibir a su prometida. Era una chica de ensueño, con un cuerpo perfecto, cabello oscuro y unos ojos color esmeralda, llamada Nico Robín.

La chica le sonrió encantada por el hermoso detalle de la noche, dejándose cautivar por las palabras y sonrojos de su enamorado, sin embargo, lo que la atrapo aún más fue la propuesta de matrimonio, que con gusto acepto. Sellando el compromiso con un beso.

Ahora y siempre debería sentirse un hombre completo, pero por alguna razón no conseguía serlo.

Al despertar, a la mañana siguiente, Zoro abrió las contraventanas, observando por los cristales la figura reflejada de su pareja. Una sonrisa se dibujó en sus labios, pero después, una imagen visualizo a Sanji dormido a su lado. Donde ellos se quedaban para siempre y vivían su amor por toda la eternidad.

Su nombre estaba tatuado en su memoria y en su alma. Ya que el ultimo día, exactamente 5 años se lo había dicho. Y sí; sonaba tan hermoso al igual que sus ojos brillar como el infinito de los cielos.

— "Si cariño, voy a ser feliz. Espero y tú también puedas serlo"—pensó, pero volviendo a su vida diaria, se dirigió a tomar un libro que descansaba en el buró y se puso a leer.

5

—¿No te gusta? —pregunto Sanji, ofreciendo una hermosa margarita blanca. Marcándose en su rostro un gesto de tristeza, que luego se perdió al instante de ver los ojos grises de su amigo.

—Claro que me gusta Sanji-ya, son muy bonitas, pero tú no podrás conquistarme solo con flores.

Sanji se echó a reír.

—Cállate hombre ojeroso, como si yo estuviera enamorado de ti. Yo valgo mucho. —dijo, estallando en carcajadas.

Desde hace cinco años, con las fuerzas de tantas personas que encontró en su camino, había podido recuperar un pedacito de su felicidad. Su corazón se llenó de regocijo al conocer a Zeff. Se trataba de un viejo cocinero que lo encontró en una época de invierno y se ofreció para ayudarlo. El tiempo era malo, pero aun así había sido capaz de hacer su sueño realidad. Abriendo un puesto de comida en un pequeño pueblo. Y por primera vez, a lo largo de su vida podía decir que, hacia algo bueno, mostrando con felicidad su nombre. Ese nombre que le daba vergüenza, y que ahora brillaba más intenso que el mismísimo sol.

Law se lo había dicho.

Probablemente, comenzaba desarrollar sentimientos por ese hombre, al igual que la amistad con varias personas del pueblo; que lo querían tal y como era.

Su sonrojo inundo sus mejillas al momento que Law colocaba su gorro en su cabeza y se despedía para llegar a su casa. Sanji corrió felizmente enamorado, pero aun con una espinita llamada Zoro clavada en el corazón.

Mientras vivieran bajo el mismo cielo, tal vez algún día se volverían a encontrar.

Fin

"No hay ni una sola historia de
amor real que tenga un final feliz.
Si es amor, no tendrá final. Si lo
tiene, no sera feliz"

(Joaquín Sabina)

 

Notas finales:

Hola a todos!

Esta historia realmente se me hizo muy larga. Pero me gusto escribirla, aunque llore en esos momentos. Recuerdo que un día escuche a alguien decir que aquellos que sufrían en el amor, no aman de verdad. Pero lo que yo creo es solo se sufre si realmente has amado.

Amo esa canción "Love hurts" de Nazareth. 

El amor si existe, y solo se siente cuando uno hace una entrega total.

Espero que les haya gustado. 
Susuya-chan

 


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