Para cuando Yukina llego a Marimo estaban a punto de cerrar, sus ex-compañeros de trabajo lo recibieron con expresión de sorpresa. Hacía más de un mes que había dejado de trabajar para dedicarse de lleno a su último año en la universidad.
— ¡Hola! — saludo una vez dentro, aparto la bolsa que llevaba en una de las mesas y le sonrió a Momo y Aoba los amigos más cercanos del rubio, que rápidamente modificaron su expresión de sorpresa por una de felicidad, después de todo estaban frente a Yukina, el sol de Marimo, cuya ausencia los había dejado a ciegas.
Aoba, el más cercano de Yukina, fue el primero en recibirlo, se lanzó hacia él y lo envolvió con sus brazos mientras reía.
— ¡Amigo! ¡Que abandonados nos tenías! ¿Ya no hay un poco de tiempo en la agenda del chico universitario para los mortales? — ambos estallaron en carcajadas, incluso Momo, la tímida chica había comenzado a reír un poco.
Terminaron los preparativos para cerrar la tienda, ahora con Yukina ahí, parecía que las energías de sus amigos de Marimo habían sido restauradas. Se dirigieron a la parte trasera donde había una pequeña habitación destinada para el uso de los trabajadores, una pequeña mesa, cuatro sillas desmontables y un microondas eran todo el contenido de dicho espacio, un espacio sencillo que les había otorgado a los tres chicos buenos momentos mientras trabajaban juntos.
Yukina recupero la bolsa y les sonrió cómplice. El contenido de la bolsa era variado: dulces, frituras y alcohol. Todos reían, un ambiente agradable los rodeaba, ese que se consigue cuando estas con personas de tu absoluta confianza.
Comenzaron a ponerse al día, cada uno tenía un montón de cosas que contar desde la última vez que habían estado los tres juntos, felices comían y bebían. Las horas comenzar su lento trascurrir y el alcohol comenzó a terminarse.
Fue entonces cuando Momo se retiró por un momento para ir al baño, cuando le ambiente se fracturo un poco. Aoba se acercó a Yukina con otras intenciones, intensiones mas alla de las de la amistad, aprovechando la falsa valentía que le brindaba el alcohol y la posibilidad de una excusa perfecta colocó sus labios sobre los de su amigo.
Yukina no realizó ningún movimiento, solo se quedó ahí, existiendo, dejando a Aoba hacer y deshacer en su boca, espero paciente hasta que este se retiró. Para él había sido algo completamente inexistente, falto de pasión.
Trato de dedicarle su mejor sonrisa a su confundido amigo. —Aoba… Sabes que te quiero pero no de esa manera.
El castaño solo atino a apretar los labios, había intentado trasmitirle todo lo que sentía con aquel beso, pero había sido inútil. Y demasiado humillante, estaba dispuesto a gritarle improperios cuando la morena regreso, el carácter placido de Momo era capaz de confortar de una manera extraña a Aoba, el cual se limitó a dirigirle una sonrisa burlona Yukina.
—Bien… Señor Sonrisas, creo que ya es momento de que nos digas a que has venido.
Yukina aparto la mirada. —Esto es un poco incómodo para mí, pero ustedes dos son las personas más cercanas…—se detuvo un momento, tomo la mano de Momo y miro a Aoba directamente, suspiro—.Le he pedido a Kisa que se case conmigo—hizo una pausa innecesaria y continuo:— Él ha aceptado nos casaremos en una semana.
Aoba lo miro sorprendido, su interior quemaba, le dolía de una manera que no creía posible, pero también le divertía hasta parecer ridículo ¡Yukina se iba a casar con Kisa Shouta! ¡Kisa Shouta! Su expresión cambio radicalmente, soltó una carcajada, preparándose para lanzar todo el veneno que tenía dentó hacia una única persona.
Sorprendentemente fueron las palabras de Momo las que lo interrumpieron: —Yukina, Kisa es una puta.
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La noche era bastante fría, Yukina caminaba solo por las calles, con una mezcla de tristeza e incredulidad. Había abandonado Marimo después de las palabras de Momo. ¡No lo podía creer! ¡Habían sido amigos por más de cinco años y esto era lo que recibía a cambio!
No le cabía la menor duda que había pecado de ingenuo, no tenía ningún interés en volver a verlos en un largo tiempo, había tomado la decisión de incluir a Kisa permanentemente en su vida, y si Momo y Aoba eran demasiado prejuiciosos para aceptarlo era únicamente problema de ellos.
Sus pasos lo llevaron a un pequeño bar, el calor que emanaba de su interior lo reconforto un poco, las vibraciones en su pantalón indicaban una llamada nueva, saco su móvil y contesto.
— ¿Hola, hola?
— ¡Yukina! Sucio mentiroso, me has abandonado…
Al rubio no le costó reconocer la voz ebria de Kenma, su compañero de la universidad. —No se de que estas hablando.
— ¡Claro que lo sabes! ¡Te invite a beber hoy por la noche y me botaste!
— Tenia cosas importantes que ha…
— ¿Cosas importantes? Pararte afuera de un bar como un vago no entra en mi definición de importante.
Yukina solo atino a sonreír cuando descubrió a Kenma mirándolo a través de la ventana, este le indico que entrara y eso hizo, tenía ganas de desahogarse y su libertino compañero le parecía una excelente idea.
Se acercó a la mesa que Kenma compartía con otras seis personas, se sentó a su lado, mientras que uno de los amigos del albino pedía otra ronda.
El sake le ayudo a recuperar el calor que había perdido mientras vagaba en la calle, comenzó un ir y venir de preguntas y respuestas, al parecer Kenma había cogido a un montón de medios conocidos y los arrastro a beber con él.
Yukina rio, en señal de que la compañía le estaba devolviéndole su buen humor, por un momento se limito a escuchar las conversaciones que se hilaban es su mesa, hasta que fue obligado por una chica rubia a incluirse.
—Dime, cariño— dijo con cierta coquetería— ¿Tienes novia?
Yukina pensó en mentirle, o en solo asentir con la cabeza, pero desecho la idea de inmediato.
—No tengo novia—contesto directo, esperando la reacción de la joven, cuando esta le sonrió emocionada continuo: —tengo novio, de hecho, vamos a casarnos la semana que viene—termino mientras bebía el resto de su trago, Kenma estallo en carcajadas y todos lo siguieron, la linda chica solo hizo un mohín con teatralidad. Yukina se sentía feliz, estos desconocidos se lo tomaban mejor que sus verdaderos amigos.
—¡Venga! ¡Qué bueno eres guardando secretos! — gritoneo uno de los acompañantes— ¿Nos dirás el nombre del afortunado?
Yukina guardo silencio por un momento, haciéndose el interesante, mientras Kenma pedía otra ronda de sake para celebrar. Cuando el mesero llego todos levantaron su copa, en señal de brindis.
—¡Por mi futuro esposo: Kisa Shouta! — pero solo el bebió, todos lo miraban atónitos, ante la sorpresa de Yukina, al que le parecía estar en un bucle temporal, fue la rubia de antes la que llamo su atención.
—¡Mi dulce niño! No te puedes casar con Kisa, todo el mundo sabe que es una puta.
A Yukina le pareció que todos en el bar asentían. Se levantó golpeando la mesa, dejo un montón de billetes sin contar y salió con grandes pasos. Sumamente molesto, nadie lo siguió.
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Debía verse terrible porque el portero usualmente amargado le pregunto si estaba bien.
— ¿Qué pasa? Soy un viejo, pero aun puedo aconsejarte. —Dijo mientras le acercaba un vaso con contenido sospechoso. La noche ya lo había tratado lo suficientemente mal, así que tomo todo de un trago, el contenido le quemo la garganta pero continúo:
— Me voy a casar, y todos dicen que mi novio es una puta.
— ¡No me digas que te casas con Kisa Shouta!
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