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MISSING LOVE por Naglfari

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Notas del capitulo:

 


Naglfari 

—Mamá, no hablaras en serio —ChanYeol sintió que su cerebro fallaba, las cosas a su alrededor parecían estar deshaciéndose lentamente, en cualquier momento iba a desmayarse y la palidez de su cara lo delató porque SoonKyu, su muchacha, lo tomó por la espalda sentándolo y ordenando por un vaso de agua. 
—No es así, cariño, hablo en serio —su madre parecía despreocupada, como si lo que acababa de contarle no afectara en lo más mínimo su estilo de vida, la mujer parecía tan calmada como si le acabara de dar la hora—, este año te casaras con BaekHyun, eso ya lo sabías. 
—Sería hasta luego de que nosotros lo decidiéramos, no tú ni el Sr. Byun. 
—Tsk, ustedes nunca se decidirían —vio el rodar de los ojos de la mujer. Su madre era una mujer amable, atenta, pero testaruda y siempre había estado decidida a que su nombre y el de los Byun estuvieran unidos en santo matrimonio. Específicamente que él se casara con BaekHyun, su amigo de infancia. 
—Mamá…
—Ya ChanYeol, toma tu desayuno como un buen niño y ve a la agencia después, BaekHyun estará por ahí.

La elegancia de su madre resultó estúpida, en esos momentos exactos ella parecía una vampira, o algo de ese tipo, calculadora y opacando el amor que su cálido corazón poseía, era horrible sentir que su madre no escuchaba sus negativas, porque él no quería casarse con BaekHyun.

Se quedó mirando el plato sin apetito, YooRa apareció con una sonrisa en los labios y el celular pegado a la oreja mientras charlaba animadamente con alguien, no sabía quién, él no se metía con las relaciones de su hermana y esta evitaba lo mismo.

—ChanYeol, apúrate, iremos a la agencia —bufando, aceptó. Media hora después su hermana lo esperaba en el carro, seguía hablando con un aura brillante, no escuchaba nada, ella susurraba y él opto por ponerse los audífonos, captando apenas la mirada apenada de su chófer.

La cadena de hotelería THE EVE se había vuelto muy popular con los años, ChanYeol admiraba el esfuerzo de su familia para crear algo tan grande e importante, los Byun en cambio eran senadores, una familia de políticos, excepto por el pequeño BaekHyun. Nunca le había interesado realmente llegar a un puesto importante para la nación, pero su amor por la administración sí que le pegó y su madre se había ofrecido muy amable a darle cabida en la hotelería Park.

Después de aparcar y llegar al piso su hermana se perdió donde él no sabe, camina con los ojos abiertos, sin mucho interés cuando está por entrar a la oficina que sabe es la de BaekHyun el dulce tono abraza sus oídos y sus delgados brazos rodean su torso.

—¡Viniste! —cuando gira la cara un poco, encuentra a su amigo. Castaño, casi rubio con los ojos abiertos en pura felicidad, como un cachorrito contento—. Es temprano, deberías dormir Yeol. 
—Hola BaekHyun-ah —se suelta con delicadeza, mirando en ese momento al otro recuerda su eterno cariño por el chico, sus años de amistad, su tiempo juntos, pero todo cae cuando recuerda porque está ahí—. Mamá quiere que arreglemos detalles de la boda. 
—Oh, ¿ahora mismo? —las mejillas las tiene sonrojadas. Sabe que por dentro no cabe de felicidad, pero BaekHyun no lo demostrara, porque sabe que el tema lo incómoda de sobremanera—. No he podido ni desayunar…
—Entonces comamos juntos.

Asiente rápido, contento, BaekHyun es la clase de persona que mantiene todo el tiempo un buen humor, su aura siempre parece estar brillando alrededor de su figura, esa era la razón de porque le agradaba tanto. Recordaba que de niños le gustaba su amigo, la sonrisa, sus ojos, sus manos y su piel, el pequeño era adorable. Incluso recordaba la primera vez que BaekHyun había declaro que él era suyo, le había gustado más que nunca ese día. Con sus mofletes inflados, con los brazos cruzados y la mirada acusadora encima de la pequeña SoYou.

—¡ChanYeol es mi Channie! —había gritado, decretando mientras él estaba parado mirándolo—. ¡Me casaré con él! ¡Es mío!

SoYou había llorado después de los gritos, pero no la consoló, por el contrario, tomó a BaekHyun y besó su frente, llamando su atención y sintiendo como su pecho latía rápido, y cada vez empeorando.

—Seré tu esposo, Baekie.

Ese era su recuerdo favorito. Antes de que su madre arruinara todo.

La oficina de BaekHyun era como la de cualquier empresarial, pero más decorada. Tenía fotos de sus amigos, de él, de su familia y cachorro, incluso poseía unos cuantos juguetes que podía mantener en el escritorio, algo que lo distrajera de las tardes ocupadas y las reuniones pesadas.

—¿Has comido? —BaekHyun estaba marcándole a su asistente cuando él se fijó en cómo se relamía los labios, conociendo al menor había descuidado su alimentación por trabajo. Debía estar hambriento. 
—Ya, gracias.

Escuchó a SeHun al otro de la línea aceptar su orden, BaekHyun se mantenía con esa encantadora sonrisa en los labios, jugando con un cubo mágico sintió que no quería hablar del tema, ninguno de los dos parecía querer hacerlo realmente, pero en algún momento debían.

—Entonces…nuestra boda —comenzó frío, sintió el nudo en la garganta—, mi madre cree que debemos casarnos pronto, ya sabes, es cosa de ella la idea de que nuestro matrimonio se tiene que dar ahora o nunca va a pasar. 
—Acordamos que nosotros decidiríamos la fecha, ChanYeol-ah. 
—Sí bueno, eso ha cambiado —bufó exasperado, BaekHyun bajó la cara herido, dolía siempre ver que el mayor intentaba atrasar su boda, ¿por qué? Había discutido mil veces ese tema con la Sra. Park, ella afirmaba que ChanYeol quería la boda, todo el mundo decía que serían una pareja encantadora. Dudaba eso.

ChanYeol se acercó al otro, se puso de cuclillas a su lado con las manos encima de sus rodillas, desde abajo le regaló una sonrisa enorme, tan brillante que hacía su pecho subir y bajar a mil por hora, era este ChanYeol el que lo había enamorado cuando niños. Cuando no sabía lo que era amor, cuando sólo sabía que el alto lo hacía feliz a su manera, con sus chistes, buenas acciones, con todo de él.

—BaekHyun, ya se viene mi cumpleaños —anunció con una sonrisa enorme, el castaño asintió contento, le gustaba esa fecha. A ambos. Era el tiempo donde nadie opinaba, nadie se metía, eran ellos de nuevos, ChanYeol y BaekHyun los buenos amigos, divirtiéndose, siendo felices. 
—¿A dónde quieres ir esta vez? 
—Vamos a Japón —emocionado alzó sus manos, se paró de golpe rodeando la silla para sentarse en el escritorio, buscando las finas manos ajenas—, iremos en una época grandiosa, además podremos comer tanto, ¡vamos! 
—¡Como gustes Channie! —se rio abiertamente, nunca se negaba a nada de lo que pedía, mucho menos cuando se trataba de su cumpleaños. Era una época tan especial, maravillosa y perfecta, era el nacimiento de su querido amor.

Después de que el asistente de su prometido subiera con la comida pasaron un tiempo cálido, olvidando la boda y el contrato que los unía. ChanYeol jamás había esperado que esto llegara a pasar, cuando niños siempre se llevaban bien, a los seis un pequeñito Byun le aseguró que quería casarse con él, entonces le pareció tierno e incluso aceptó, porque eran pequeños y porque ¿cómo iba a negarse a un hermoso niño de mofletes rojos pidiendo su mano en matrimonio?

Después de los doce BaekHyun había comentado que le gustaba, él mismo admitía que el chico era encantador, le gustaba mucho de él, que fueran amigos tan cercanos sólo facilitaba que sus sentimientos nacieran o aumentaran —en el caso de BaekHyun—, pero cuando pensó a los quince que una relación entre ellos podría darse sus amigos acabaron con todo ese plan.

—Si sales con él jamás te librarás, ChanYeol, estarás encerrando tu pene incluso antes de dejar de ser virgen —esas palabras le calaron dentro, JongDae tenía razón, si se hacía su novio nunca tendría la oportunidad de salir con alguien más y aunque nadie había llamado su atención como el otro, sentía que algún día podría conocer a alguien especial, alguien que volviera su corazón loco.

Muchas veces había pensado y se había auto-convencido de que el menor sólo estaba encaprichado a la idea de casarse con él, estaba ganando todo lo que quería al tener un matrimonio con él. Parte de la agencia Park, un puesto alto en la hotelería, un esposo modelo para el público y cumpliría con sus sueños de infancia. Aunque al principio se le había hecho tierno la gana del otro porque se casaran más tarde se dio cuenta de lo erróneo que era todo eso.

ChanYeol sentía que BaekHyun lo miraba como una llave, una clave para un futuro consolidado, estaba seguro de que cuando sus padres hablaron acerca de que se volvieran una pareja para el chico entonces ya era todo un hecho, que él era suyo, porque ese era un problema del chico. Era posesivo como el infierno, tan dulce y amable, pero con un carácter de temer en ocasiones. Cuando le decían que algo era suyo se lo tomaba a pecho. Y él había sido ofrecido en bandeja de plata para el otro.

—Ah, ya son las nueve —BaekHyun se puso de pie estirando su esmoquin azul, lo hacía ver tan guapo—. Iré a trabajar, ten un buen día que yo me encargo de nuestro viaje a Japón, Channie.

El castaño le beso ambas mejillas antes de irse, era tan mimoso, que cualquier persona lo encontraría adorable, precioso como un novio ideal, pero ChanYeol no podía, sentía que era una mascota domada, acostumbrada a el cariño del otro, a su mirada posesiva y amorosa, sentía que ya había dado por sentado que esto era su destino y por eso lo volvía tan infeliz, no lograba disfrutar el amor de BaekHyun porque sentía que era falso, que BaekHyun sólo estaba encaprichado.

—o—

Después de haberse marchado del enorme edificio intentó evitar las cámaras, a los paparazis que esperaban ver a BaekHyun y buscar algo malo de él para quejarse, porque no lo querían, el medio publicitario o la farándula, más bien, parecía odiarlo por ser el prometido del joven Byun, no era secreto que media Corea del Sur estuviera esperando su matrimonio —la otra mitad de la nación parecía desagrada con la idea de dos hombres en matrimonio—, sentía que ellos eran los más ansiosos por que pasara.

Su celular sonó cerca del mediodía, sintió una sonrisa que nacía en sus labios y cuando tenía el aparato pegado a la oreja el cansancio además del negativismo que estaba sintiendo desde la plática con su madre desapareció por completo.

—Dara —cantó contento. 
Tú —le respondieron—, veámonos a las cinco en casa, ¿si? 
—Mandona —pero se rio con ella—. Te veo.

Su chófer se había marchado con YooRa a quien sabe dónde, a hacer quien sabe qué cosa, él tomó camino a su casa bajo la capucha de su sudadera. Veía el alrededor con la mirada curiosa, siempre esperaba algo nuevo o sorprendente, la cara de BaekHyun apareció luego de media hora en una enorme valla que publicitaba la cadena THE EVE.

A veces se preguntaba porque no le dieron la oportunidad de enamorarse de BaekHyun, sí habían sido amigos desde críos y a él le había gustado tanto durante su secundaria no entendía porque los adultos tuvieron que meterse y arruinarlo todo.

Sabe que sin la presión ajena él hubiera caído rendido a los pies del joven Byun, pero con toda la mierda de dar parte de los hoteles a BaekHyun, se jodió todo, perdió el interés —o eso se decía— obligándose a no caer, a vivir negándose ante el matrimonio y la unificación, más que nada por rebeldía contra su madre con quien la relación se había tensando tras la muerte de su padre.

Había salido con un par de chicas en la universidad, pero su madre siempre terminaba por arruinar sus relaciones, metiéndose en medio, siendo grosera o buscando alguna manera de echar en cara que le pertenecía por orden a BaekHyun, quien en cambio no había tenido relaciones serias, y a quien había visto en unas cuantas citas, mas nunca interesado en realidad. Su madre le había escupido a la cara que eso era estar enamorado y respetar a su pareja, él no sabía si era amor o el hecho de que BaekHyun sabía cuanta atención había encima de él y que no valía la pena arriesgar su carrera por cosas que nunca durarían.

Hundido en sus pensamientos sintió como dentro de su bolsillo el celular volvía a vibrar, cuando vio el número de BaekHyun en la pantalla sintió bilis en su garganta, culpa, porque sabía lo que vendría, ya tenía toda la escena grabada.

—BaekHyun-ah 
¡ChanYeol-ssi! Esta noche tenemos cena…mhm, quería saber si vienes conmigo —podía imaginarlo en su oficina, con los dedos temblorosos enroscándose en su fleco y la mirada puesta en la de SeHun, que siempre parecía darle valor. 
—Sabes que no me gustan —declaró—, y tengo algo que hacer. 
Oh, está bien, entonces te veo otro día, ¡pasa buena tarde!

Cuando le colgó se sintió pesado, BaekHyun siempre lo invitaba a esas reuniones, siempre esperaba que un día cambiara de opinión y asistiera con él a esos lugares, con una sonrisa y sus brazos enlazados, pero hacerlo sería perder contra su madre. Jamás iba, y aunque no era la primera ni la décima vez que negaba su asistencia seguía sintiendo el remordimiento, porque sin importar el tiempo que fuera o las veces que esa situación se diera BaekHyun se escuchaba todos los días igual de decepcionado, intentando taparlo en exclamaciones agudas que jamás lograban opacar su desilusión.

De todos modos, no cambió de parecer, se dirigió a la casa de Dara firme, pensando que eso quería, que nada en el mundo lo hacía más feliz que esa mujer y que si BaekHyun cancelara su matrimonio entonces su vida sería mucho más sencilla.

—o— 

 BaekHyun suspiró alejando el auricular, la mirada de SeHun fue dulce, pero derrotada, jamás pasaría, ChanYeol nunca iría a una de sus reuniones, ni a las alfombras, ni a nada que los involucrara frente a público, porque el tema saldría, porque la Sra. Park los presentaría como prometidos, porque la mujer lo haría sentir incómodo como sólo ella podía.

Era duro aceptar eso, pero lo soportaba, estaba bien porque se encontraba enamorado, ChanYeol era todo y más de lo que había deseado, uno pensaría que estaba obstinado a la idea de que esta era su pareja y que no necesitaba a nadie más, pero es que era verdad. Desde niños supo que estaban conectados y fue durante su adolescencia que entendió que había encontrado al hombre de sus sueños y no necesitaba seguir buscando o besar sapos feos, porque este era su príncipe.

Lástima, que un príncipe que lo veía como La Sirenita a Sebastian el cangrejo.

—No irá —dijo, el menor no parecía sorprendido. 
—Te comprare un postre, hyung.

No pudo negarse, no iba a hacerlo de todas maneras, pero en cosa de nada estaba nuevamente solo, sentado en la silla mientras soñaba con que su prometido lograra enamorarse con tanta pasión como él. Que viera en él lo que veía en su amor, en esa esperanza de estar el uno para el otro. En que ChanYeol le creyera, porque lo amaba, no era capricho, no era el hecho de que estaban prometidos, era la realidad de que lo amaba con todo el corazón.

Se recostó sobre sus brazos cruzados encima del escritorio, suspiró fuerte primero, a veces quería llamar a la madre del otro para cancelarlo todo, para que hubiera otro modo para la unión de su apellido a la agencia sin levantar sospecha de la verdadera razón de porque ella deseaba tanto ese matrimonio, para su padre era una mentira oculta, pero BaekHyun sabía de boca de la mujer que el Sr. Park los dejó con deudas y un apellido que se caería si se enteraban, él no quería eso para su ChanYeol, por eso unió su interés por la administración a la hotelería de los Park, para salvarlos, y el hecho de que fuera hijo de un senador ayudaba bastante, rezaba porque hubiera otra manera para que su nombre se quedara ahí, sin obligar a ChanYeol a algo que no deseaba. Quería buscar otra solución, pero las cosas siempre acababan peor cuando intentaba hacer eso, la Sra. Park se molestaba, fruncía el ceño manteniendo su sonrisa que se volvía una psicópata por su humor, después alegaba que ChanYeol era un irresponsable grosero y que se las vería ya pronto —cosa que él no quería— detestaba la idea de la mujer reclamándole al más alto, no se le hacía justo, ¿podían obligar a ChanYeol a querer casarse con él? La respuesta era un horrible y aplastante no. Su padre, en cambio, cambiaba la situación diciendo que se calmaran, que ChanYeol ya tenía asumido su futuro, era sólo que al ser tan joven la palabra matrimonio le causaba pánico, aunque él creía que más bien se estaba volviendo un martirio escuchar eso.

—¿Y ahora qué? —alzó la cabeza al escuchar una voz que no le pertenecía a su asistente.

MoonBin estaba en la puerta con una encantadora sonrisa, tan brillante y bonita que resplandecía los días de las personas que lo rodeaban, traía el postre que SeHun le había comprado en la mano y lo miraba con sus orbes cafés intensos.

En muchas ocasiones deseaba haberse enamorado de él, o si quiera haberse interesado profesionalmente con la cadena de su familia, pero nunca fue de esa manera, no importaba que tan buen hombre fuera el pelinegro o lo grande que se estuviera volviendo la empresa de su familia nada se comparaba al sentimiento que tenía cuando ChanYeol estaba a su alrededor, volviéndolo tan feliz y loco con su aroma llenándolo.

—No es nada —se sentó sonriendo, el otro no le creyó ni una palabra, mas no preguntó. Se le acercó extendiendo el pastelito de arroz que no dudó en meter a su boca una vez que lo tuvo cerca. 
—Cómo digas —bufó—, sal conmigo hoy.

Sonaba tan demandante, pero sus ojos de niño bueno junto a la sonrisita evitaban que uno pudiera molestarse con él por usar ese tono de voz como si pudiera ordenarle, tenía una posición encima de la suya —quiso recordarle—, pero cuando le hizo un puchero se rio mejor, y extendió la mano para pellizcarle una mejilla. Siempre terminaban así, en una situación donde MoonBin quería más amor del que podía darle.

—Ven a la cena de gala conmigo —le respondió él. Iban juntos todo el tiempo, no sería una sorpresa que los vieran llegar en pareja, aunque no le gustara la idea a los anfitriones de esas fiestas, que eran su padre y la madre de ChanYeol. 
—No me quieren ahí —alegó frunciendo el ceño—, se molestarán si me ven contigo y no al Sr. Orejas grandes malcriado. 
—No es malcriado —defendió a su prometido—, sólo no le gusta ese ambiente. 
—Ese ambiente ha sido la vida de ese tipo.

No quiso responderle, sabía que era verdad, ChanYeol estaba acostumbrado a ese tipo de vida, donde las fiestas eran de gala con champaña y negocios, incluso sus cumpleaños habían sido fuera de lo común, pero no por eso le gustaban, él sabía que ChanYeol odiaba todo ese lujo, le gustaba todo lo sencillo, era sólo que MoonBin no necesitaba esa información, porque al final ChanYeol y él ni siquiera eran amigos, mucho menos se llevaban bien, no sabía la razón, pero cuando se veían siempre saltaba esa tensión al aire.

—Ven conmigo —pidió con un puchero y su mano encima de la ajena. No era justo usar los sentimientos del menor en su contra, pero si él no iba estaría aburrido, solo y triste. 
—Está bien…

  —o—  

En la noche MoonBin pasó por el en un precioso Audi plateado, se veía muy guapo en traje gris con el cabello oscuro peinado, quería decirle lo bien que lucía, pero eso sería ilusionarle, una vez había caído en ese error y vinieron muchas lágrimas cuando rechazó su amor aceptando en voz alta lo mucho que estaba enamorado de ChanYeol.

Él iba vestido con un pantalón negro formal y una camisa rosa-salmón, su cabello castaño peinado y unos zapatos Armani muy bonitos, jamás estaba muy arreglado para esas fiestas, porque a pesar de ser formales, le gustaba estar cómodo y sabía que nunca lucía fuera de lugar, y tampoco quería ser el centro de atención, menos cuando era en esas reuniones que preguntaban por la boda, por su matrimonio y por donde estaba ChanYeol.

Al entrar al salón encontró rápidamente la mirada de su padre y futura suegra, a ambos les dejo un amargo rictus en el rostro al presenciar la falta de su prometido, una noche más.

MoonBin se tensó cuando ambos adultos se acercaron, no era misterio que lo odiaran y vieran en él su futuro estropearse, porque al final del día él si era competencia, profesionalmente hablando. Porque personal, él jamás amaría al otro.

El menor le susurró un ya vuelvo antes de alejarse para dejarlo con sus superiores, estaban molestos, lo veía a kilómetros, lo malo de todo eso era que estaba no sabía si sería capaz de poder encontrar la manera de defender a ChanYeol, ya no sabía con qué mentira excusar su habitual falta.

—BaekHyun, querido —comenzó la mujer—, ¿dónde está ChanYeol? 
—No pudo venir
—¿Otra vez? —se metió su padre—. Hoy es tu duodécimo recital, no ha venido a ninguno en este año. 
Vio las uñas rojas repicar molestas en la copa que la delicada mano sostenía, bajó la cara intimidado, él sabía que ChanYeol no había ido a verlo cantar ni una sola vez en esa temporada, cuando era hasta más especial porque las canciones eran dedicadas a él, cuando quería que escogieran una que fuera la ideal para su primer baile de casados.

—BaekHyun ¿dónde está mi hijo?

No supo responder, ni mentir, su padre extendió su mano y cuando colocó la suya sintió como le apretaba la muñeca, como cuando era pequeño y el hombre sostenía enojado el área, apretando para que no se escapara y para que confesara sus travesuras o mentiras. La mirada gélida de la Sra. Park lo atravesó y está vez tuvo que decir la verdad.

—No lo sé…él no quería venir.

  —o—  

ChanYeol sintió que esa noche había sido demasiado buena, se había besado un poco con Dara; no quiso tener sexo como en el resto de ocasiones, una relación basada sexualmente comenzaba a aburrirlo; el tiempo juntos fue cómodo, riendo, viendo películas, había momentos donde se preguntaba en llamar a BaekHyun, preguntar por cómo iba la fiesta o si volvía más temprano quería que él pasara a traerlo y fueran a cenar juntos o a dormir juntos. Esos detalles pequeños mantenían su amistad viva, él lo sabía, por eso continuaba cuidando tanto al menor de los Byun, porque lo quería mucho a pesar del forzoso matrimonio en el que estaban envueltos.

Al salir de casa de la muchacha se fue viendo su celular, el chat con BaekHyun brillaba en la pantalla, los mensajes eran vagos, sólo bromas o el menor preguntándole por su día o si quería comer con él, siempre era BaekHyun quien lo invitaba a salir en público, mas siempre se negaba. Solamente pasaban tiempo juntos a escondidas.

Solía ocultar a BaekHyun en su casa o se metía en la otra, pero no quería que su madre supiera que se veían, si fuera de esa manera el matrimonio se habría adelantado mucho más tiempo atrás, no quería eso, por eso siempre tapaba su tiempo juntos, porque no estaba listo para que los vieran como una pareja.

Igual le escribió un mensaje, preguntando por su noche, por si había estado bien todo, él se había ido bastante temprano de la casa de Dara, pero se puso a dar vueltas, ir a casa no era precisamente una opción y cuando la noche se transformó fría y se dio cuenta de la hora tomó camino a su hogar.

Se quedó dormido con facilidad, la mañana siguiente despertó abrumado, había demasiado silencio en su casa, ni siquiera podía escuchar a su personal moviéndose por la enorme casa, no oía nada, ni siquiera su hermana intentando apagar su risa. Y supo cuando salió de la cama que las cosas estarían mal.

Al bajar su madre estaba en el comedor, se veía molesta, con los brazos cruzados, sin nada encima de la mesa y nadie caminando por ahí para ofrecer algo, estaba vestida como la noche anterior, tan formal y guapa, pero de alguna manera daba miedo en ese instante. Con la ceja derecha alzada, veía su piel más pálida, los ojos oscuros, quizá era el delineador o el rímel, pero tenía una mirada tan afilada que sintió frío por un momento.

—Mamá…
—Cállate —gruñó—. Te he dado mucha libertad ChanYeol, permití que discutieras con BaekHyun los detalles de su boda, te he dejado estar fuera del negocio de nuestra familia por años, te permití —recalcó— estudiar una carrera inútil, sabiendo que tu padre me dejó y ¿me pagas así? 
—Mamá
—No has ido a una sola reunión, no sales a ningún lado con BaekHyun, te comportas como un patán y encima crees, crees, que no sé qué tienes una pequeña amante —eso lo tomó por sorpresa, su madre bufó ofendida—, te he dado ya mucho, pero viendo que no cambiaras esto se hará a partir de ahora como yo mande. 
     Te vas a casar con BaekHyun el próximo mes, no más negaciones ni retenciones, vas a casarte con él, vas a ser un consorte digno para él y serás un respetable hombre. Vas a dejar a esa muchachita o verás ChanYeol, verás lo que pasa cuando no escuchas a tu madre.

 

Ella no se movió, él apenas pudo respirar de vuelta, jamás había esperado nada de eso, la furia de su progenitora, la molestia en su voz, las amenazas, todo eso se sentía tan irrealista. Y sintió que todo se había ido directamente al infierno. 

Notas finales:

 


Naglfari


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