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Instatáneamente adictiva por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

La proxima vez que vaya a urgencias, me gustaria que me trataran como tratarán a Manigoldo. 

Just like that.

Sage dormia plácidamente, los cabellos acomodados de forma natural sobre la almohada, de tan perfecto que era. Ruidos, tropezones y los sollozos histéricos de…

-¿Albafica?

Entraba en su habitación, arrastrando un pesado bulto a medias.

-¡Lo he matado!

Seguia arrastrándolo y lo arrojo en su cama. Manigoldo.

Encendio la lámpara, con el corazón agitadísimo bajo la fina tela de su camisón.

Su discípulo estaba palido e inconciente, pero aun vivo. Sentia su cosmos y los latidos de su corazón.

-No esta muerto. – tranquilizo al peliazulito frenético.

-¡No, pero va a estarlo!

Habia visto caer y morir asi a los enemigos, y a un par de intentos de mascota.

-¿Qué ha pasado? – pregunto, al ver que la pescesita iba desnuda, lo mismo que Manigoldo.

Albafica lo miro conteniendo la vergüenza.

-Lo hicimos – eso lo explicaba todo.

-¿De buen grado? – se apresuro en preguntar. La turrita asintió.

-Yo no quería… - ¿bueno, quería o no quería? - … hacerle daño, pensé que estábamos en el Yomotsu…

Vaya que no se cortaban con nada.

-…no crei que fuera de verdad… y el… yo… lo bese y me lo metio.

Intercambio de fluidos a full.

-¿Hubo sangre?

-No.

-¿Ya lo habían hecho antes?

-Solo en el Yomotsu. ¡Patriarca! – Manigoldo había dado un estertor.

-Calmate, se pondrá bien.

Aprovechando que estaba agachado le reviso entre las pompas.

-¡Patriarca!

-Solo estoy corroborando que no hubiera habido sangre.

Albafica se sintió muy avergonzado, pero se dejo separar las pompas y tocar ahí. Sage se limpio el dedo.

-Se pondrá bien. Solo hay que sacar el veneno de su cuerpo.

Albafica asintió. Pero el no podía hacerlo, ni tampoco iba a hacerlo el.

-Ve por Degel. ¡Albafica! – le lanzo su bata encima – Apurate.

Busco en su botiquín, provisto para todo tipo de emergencias, desde que tenia seintos muy particulares.

 

***

A Degel le ardían los ojos y le dolia la espalda de llevar tanto rato tendido en su cama bocaabajo leyendo. Se había engañado una vez mas con aquello de “solo un poquito” y estaba a punto de terminar la novela. Los incesantes chillidos de Albafica lo habían puesto de malas durante la tarde, pero tenia un buen rato que habían cesado.

Ay no. Volvian a comenzar. Tener de vecino al seinto mas lloron del santuario era un fastidio. Preferiria tener a Dohko, que nunca estaba.

-¡Degel, Degel! – un cosmos irrumpiendo violentamente en su templo y llegando hasta su casa.

Una turra llorona, desarreglada ¿y con la bata del patriarca?

-Ven, rápido! – lo jalo.

-¡Oye! – se resistio.

-Ven, por favor… - estaba bien, se pararía.

-¿Qué pasa? – dijo, poniéndose las pantuflas.

-Manigoldo se muere.

Degel se apresuro a anudarse la bata. No era poco común que un caballero llegara mortalmente herido a horas inesperadas. Seguramente requerían su poder de congelamiento para detener una hemorragia.

Sintio pena por el pobre Albafica. La peste de sus rosas era insoportable en esa época del año y siempre estaba solo, aterrado y cuidadoso, asi que en verdad era grave para el que su novio “ni de manita sudada” porque su sudor tambien era venenoso estuviera grave para que le agarrara la mano y de ella lo condujera por las despejadas escaleras.

-Aquí esta, patriarca.

-Bien hecho, Albafica.

El patriarca se acerco a el con un vaso y una píldora rosa.

-Tomate esto, Degel.

-¿Qué es? – los miro con suspicacia a el y al cuello bordado como un collar de su camisón.

-Algo que te ayudara a extraer el veneno de Manigoldo.

-Manigoldo no es venenoso.

-Pero Albafica si, y estuvieron… - mejor decirle a verdad – follando.

El par de guarros se ponían a follar, y, evidentemente, se envenenaban. Pero, ¿Por qué lo molestaban a el?

Sage leyó en sus ojos violetas.

-Para salvarle la vida alguien debe extraer el veneno de su cuerpo… - Degel fruncio el ceño - por las zonas mas afectas.

Era evidente cuales eran. Las desvergonzadas esas, todas de fuera que tenia ahí.

Empujo contra el patriarca la píldora y el vasito.

-Hagalo usted.

-Es como un hijo para mi… - intento extorsionarlo con una de sus miraditas.

-Que reviente.

Albafica se hecho a llorar.

-Albafica no puede hacerlo y tu… al ser el novio de Escorpion y el vecino de Piscis, eres el mas indicado.

¡Ahora resultaba, no!? Que aguantaba ponzoña.

-Si se lo saco me envenenare yo.

-No, para eso es el antídoto y las gárgaras. – alzo la píldora y el vaso.

-Chupas, escupes.

-¡Que indignidad!

-Degel, como patriarca, te ordeno que salves a Manigoldo.

-¡Es un tirano! Quitandome de mi novela a las horas de la madrugada para que se  la chupe a su discípulo!

El patriarca le acerco la píldora a los labios. Ganas de morderle los dedos, le daban, pero la recibió, tragándosela con un trago de lo que había en el vaso.

Luego se acostó en la cama, entre las piernas del tipo que no era su novio porque de ninguna manera iba a hincarse y se la llevo a la boca. No tenia mal sabor, es decir, por el veneno. Estaba bastante frio y dudo que fuera a parársele, pero la duda le duro poco tiempo.

-Ah… - con ese ruidito sexy se separo de la polla de Manigoldo. El patriarca estaba inclinado cerca, ya con los collares colgando. Se los escupio.

-Oye…

-Usted me dijo que escupiera. El vaso. – solicito.

Albafica tambien estaba ahí, viendo como se la mamaba a su novio y con cara de angustia. Recordo que lo que estaba extrayendo había salido del culito de Albafica y que, en cierto modo, era como si se lo estuviera comiendo tambien a el.

Par de guarros que lo metían en semejante trio.

Con la boca llena del liquido se la chupo, haciendo que escurriera mucho por todos lados, rogando que Kardia no se enterara de ese jueguito porque lo pondría hacerlo y era sumamente indigno para una princesa estar… babeando asi.

Chupar, escupir, chupar, escupir. Le dio una arcada cuando sintió fluido previo y luego se exforzo, queriendo acabar con eso porque comenzaba a sentir cosas impropias con el… enfermo.

Con la vergüenza que le daba escupir el semen.

Hizo una gran gárgara para enjuagarse la boca.

-¿Seria mucho pedirte que le dieras unos besos tambien? – pregunto el patriarca y lo fulmino con las auroras boreales de sus ojos.

Y de lengua. Abrirle la boca y chuparle la lengua. Menos mal que el cerdo ese estaba inconciente, porque podría tomarse ideas equivocadas sobre el sacrificio de salvarle la vida.

-¿Qué le paso en el pecho? – pregunto Sage a Albafica.

-No lo se… creo que ahí estaba llorando.

Degel cogio el vaso y lo vacio en su pecho, frotando. No iba a darle un servicio completo con el par de guarras ahí viendo.

-¿Es todo?

-Ayudame a llevarlo a la piscina. Le he preparado un baño para que siga desintoxicándose…

***

Manigoldo abrió lentamente los ojos.

-Viejo… - acaricio sus cabellos, llamando su atención.

-Manigoldo. – le tomo la temperatura en la frente. De haber sido Hakurei le habría metido una chinga en ese preciso instante.

-Gracias. Vi como me salvaba la vida.

-Debemos agradecerle a Degel.

Asintio.

-¿Cómo esta Albafica?

-Dormido, angustiado. Jura que no lo volverá a hacer contigo.

Hizo cara de dolor. Sage le pego en la cabeza.

-Te dejas llevar por la polla y no por la razón. ¿Cómo se te ocurrio hacerlo luego de pasar todo el dia aspirando el perfume, abrazando a Albafica?

-Se dio…

-Por poco no lo cuentas.

-Lo siento.

-¿Sabes lo triste que se hubiera puesto Albafica? ¿Yo?

Le tenia el rostro entre las manos y lo miraba con angustia.

-Lo siento. De verdad.

-No significa que no lo puedas hacer en la realidad – con toda la satisfacción que eso conlleva – pero necesitaras hacerlo poco a poco, como un entrenamiento. Y no podras pasar de cierto punto, o te volveras como Albafica.

Basicamente decidir entre el y todos los demás.

-El Yomotsu es un gran lugar. Hay una torre en ruinas no muy lejos y…

-Lo se, la conozco.

-¿En serio? – levanto una ceja.

-No querras que te cuente a quien lleve ahí, ¿verdad?

No, pero se lo figuraba. Los piscis siempre eran unas bellezas.

 

 

Una semana después…

-¡Hey, Degel! – lo saludo desde lo alto de su templo, el de Acuario - ¡Gracias por todo! ¡La chupas como un sifón!

Un viento helado lo envolvió desde la punta del dedo del caballero de Acuario. Y cayo del techo, cuarteando el cubo de hielo en que lo había metido.

 

 Deireadh.

(dhére)

El fin

(En gaélico irlandes, dialecto del Connacth)

Notas finales:

No esta planeada una segunda parte de esto, pero tampoco descartada. 

Subiré mas fics de esta pareja y otras.

Slán!

 


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