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El Último Pétalo por lust4life

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Notas del capitulo:

Todos los personajes le pertenecen únicamente a J.K. Rowling

Gracias por leer!! n.n 

 rubio dedujo que su padre estaría experimentando con la fabricación de pociones otra vez. Lucius era un gran pocionista, pero su deseo de inventar nuevas escencias provocaron que los magos y brujas del reino lo tacharan de loco. 

Draco no lo culpaba, después de todo, esa era la única fuente de trabajo que conservaba su padre luego de que lo expulsaran del Ministerio mágico.

—¡Padre! ¿Estás bien? —preguntó entre tosiendo debido al humo.

Las maldiciones de su padre fue lo primero que escuchó al entrar.

—¡Por un demonio! ¡¿Cuando será el día en que funcione esta cosa?! —decía exasperado tirando mechones de su cabello. Draco se cubrió la boca para no reír.

—¿Qué pasó, padre?

Vió un caldero de tamaño mediano echar un humo extraño. El contenido era de un color morado oscuro, y de inmediato supo que su padre algo había mezclado de forma incorrecta. El vapor debía ser de un tono claro, casi llegando a blanco.

Lucius se sentó rendido sobre una silla. Durante esa semana había estado intentando crear una poción para controlar objetos a larga distancia sin la necesidad de hacerlo con una varita.

—He tratado toda la mañana averiguar qué demonios está mal. Estuve a un paso de terminarla, cuando explotó y todo quedó en desastre. No lograré llegar a tiempo a la feria de magos...

Cada año Lucius asistía a la Gran Feria Mágica, que juntaba las mejores ofertas de productos nuevos de magia. Era muy concurrida por los habitantes de los cuatro reinos. La asistencia era tan alta que el evento se extendía durante tres días seguidos.

—Tranquilo, no te desánimes tan rápido...Díme, ¿qué ingredientes usaste?

—Sólo mezclé díctamo y moco de gusarajo —Draco hizo una mueca de asco mientras iba a la repisa con los ingredientes para las pociones y tomaba uno de los frascos.

—¿Ya intentaste con ortíga? —Un cabizbajo Lucius levantó la cabeza como resorte.

—No lo había pensado. Veré que puedo hacer —dijo levántandose y tomando la ortíga. Se puso las gafas protectoras y poco a poco comenzó a mezclar— Y dime, ¿te divertiste en el pueblo?

—Traje un libro nuevo —Recordó la conversación que tuvo con Diggory. Odiaba admitirlo, pero lo había dejado pensando— ¿Padre, crees que soy extraño?

Lucius lo miró a través de sus gafas con aumento, sus ojos se veían el triple de grandes de lo normal.

—¿Mi hijo extraño? —agregó un poco más de ortíga, conforme pasaba el tiempo la poción iba liberando un vapor más claro —¿Quién te dio esa idea?

—No lo sé. Desde que nos mudamos nunca me he sentido feliz aquí —dijo retorciéndose las manos— No hay nadie con quién pueda charlar.

Hace tiempo quería desahogarse con respecto a lo que pensaba y sentía desde que tuvieron que mudarse del reino de Slytherin después de la muerte de su madre. Todo era tan diferente en Gryffindor, las costumbres, los lugares, las personas. Siempre se había sentido fuera de lugar, cómo si no lograse encajar.

—¿Y qué me dices de Diggory? Él es un jóven...apuesto —dijo medio inseguro.

—Es apuesto. Apuesto, y engreído, y salvaje... —Suspiró— No es para mí.

—Bueno, no te preocupes Draco. Si todo sale bien, esta poción será el inicio de una nueva vida para los dos.

—No ha explotado. Eso es una buena señal.

—Sí, tienes razón. La probaré... —Lucius, con una mano temblorosa, sacó en una cuchara un poco de poción burbujeante. 

Draco empuñó su varita, por cualquier cosa. Su padre tomó un largo respiro y bebió un poco del líquido.

Pasó casi un minuto de suspenso cuando Lucius movió uno de los jarrones del salón y lo hizo aterrizar lentamente sobre la mano de Draco.

—¡PAPÁ LO LOGRASTE! —gritó abrazándolo. Lucius estaba como una estatua.

—Y-yo...yo lo hice —logró decir parpadeando. Una enorme sonrisa apareció en su cara— ¡Engancha a Cepheus, hijo! ¡Me voy a la feria!





Llegó el atardecer y Lucius viajaba en su caballo cargando un maletín con varias muestras de poción. Deseaba llegar a la feria lo más pronto posible, pues según tenía entendido, Theodore Nott Sr., un noble del reino de Slytherin también se hallaba en la elaboración de una poción igual a la suya. 

Por eso debía llegar y vender antes que él. Si tenía suerte, podría hacerse de una pequeña fortuna para poder sacar a Draco de aquel pueblo que tan infeliz lo hacía.

Llegó a la entrada de un bosque que se dividía en dos caminos. Echó un vistazo a su mapa y trazó una ruta invisible sobre el pergamino. Si tomaba el otro camino, era posible que disminuyera la hora de viaje. Ya se había tardado bastante en llegar y no quería seguir demorando. Decidió tomar el sendero de la derecha, y Cepheus con renuencia empezó a andar.

Tuvo que convocar un lumus para ver mejor el camino. Sintió el lomo de Cepheus tensarse a medida que se adentraban más, con los aullidos de los lobos y criaturas desconocidas del bosque oyendose más cerca.

Miró una vez más su mapa— ¿Dónde demonios estoy?

Cepheus comenzó a retroceder con temor, y un aullido de lobo hace que el caballo galope despavorido por el bosque. Abraxas intentó maniobrarlo para mantenerlo bajo control, pero de forma inesperada, Cepheus se levantó sobre sus dos patas traseras haciendo que el hombre cayera inevitablemente a la nieve. El animal huyó a toda velocidad del bosque.

Lucius lentamente se puso de pie sacudiendo el hielo de su túnica. Y todos sus sentidos se alertaron cuando, desde lo alto de la cumbre, divisa unos ojos amarillentos acecharlo, así que comienza a correr por su vida con una manada de lobos hambrientos pisándole los talones. 

Iba lo más rápido que sus piernas le permitían, y cuando el aire le empieza a faltar y cree que morirá devorado por esas bestias, una enorme reja se alza ante él como una milagrosa salvación.

—¡Auxilio! ¿Hay alguien ahí? —gritó desesperado. Mira hacia atrás y recuenta las únicas opciones que tiene; entrar cuán ladrón o morir despedazado por lobos salvajes. Sin dudarlo se inclinó por la primera — ¡Alohomora!

La reja se abre con un leve estallido y cuando logra ingresar, vuelve a cerrarla de una patada. Corre hacia el imponente castillo y se precipita a tocar la puerta. Esta se abre de milagro, e inseguro, entra a un gigantesco vestíbulo que se encuentra a la penumbra.


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