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Reasons to fall in love por hannastony

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Notas del fanfic:

STONY (Steve Rogers x Tony Stark)

Eran las 9:00 pm. Una hora no muy temprana pero tarde probablemente para la mayoría de los habitantes en la torre de los vengadores. Tony, como la mayoría de las veces, se encontraba encerrado en su taller haciéndole mejorías a su armadura y de paso a las armas que utilizaban los integrantes del equipo, o bueno, al menos hacía el intento de ello, ya que el hombre no podía concentrase al 100 como lo hacía otras veces.

Aunque no muchos lo supieran, Anthony Stark no era un hombre que solo pensaba en sí mismo, Stark era alguien mucho más grande, brillante, noble y amable debajo de esa máscara de hierro que lamentablemente solo las personas que se daban la oportunidad y el tiempo de conocerlo podían ver.

A él le importaba, le importaba mucho aquella pequeña familia que había conseguido de la forma más inesperada, por ello era que siempre se la pasaba pensando, inventando nuevos artefactos con los cuales su equipo pudiera atacar y defender de manera más eficiente. ¿Quién iba decirlo? Sus compañeros de trabajo que al igual que el arriesgaban su vida como superhéroes se habían convertido en personas inesperadamente importantes y cercanas para el de cabellos castaños.

Pero había una persona en específico que resaltaba en su importancia para el moreno: Steve Rogers o mejor conocido como Capitán América.

Tony conocía de sobra al Capitán América antes de haberlo encarado en persona y ¿Cómo no? Si desde que él había llegado a este mundo la primera mantita que sus padres utilizaron fue una con pequeños escudos que simbolizaban con claridad al héroe de la nación, al primer vengador, al Capitán América. Conforme fue creciendo pudo encontrarle cada vez más sentido a las aventuras del “gran Capitán América” que su madre y padre solían contarle antes de dormir.

Desde que Tony tiene memoria puede recordar con claridad como aquel héroe de la nación formaba parte de todos sus días a pesar de no estar presente. Su padre se la pasaba hablando de las mil y un maravillas que fue tener aquel hombre como su gran amigo, su madre repercutiendo de la misma forma se encargaba de comprarle toda la mercancía del Capitán América que estuviera a la venta y a él por su parte simplemente no le paraba de fascinar como aquel que fue un hombre escuálido y enfermo jamás en su vida se rindió a pesar de que todos le decían que no podía.

Poco a poco el Capitán América se fue convirtiendo en la mayor admiración que un niño de 5 años podía tener. Tony quería ser como él, esperaba algún día ser como él, de valiente, de fuerte, de honorable, pero por sobre todas las cosas, esperaba que su padre tuviera éxito en esa misión que le contaba en la cual se iba día a día para buscar a aquel héroe entre los escombros del hielo, porque de ser así podría conocerlo, podría tener de frente a aquel hombre que tanto le deslumbraba y vamos, que el tener la oportunidad de hablar con el héroe de tus sueños era algo que solo en los deseos más anhelados de un niño podía ser encontrado.

Lamentablemente eso no pasó en el momento esperado, sin embargo Tony fue creciendo y con ello todas las estrellas, toda la admiración, todas las ganas de querer ser como el  hombre que se sacrificó por su nación se fueron avivando cada vez más.

Anthony al ir pasando por el camino de la madurez se fue dando cuenta de lo que su corazón realmente sentía por aquella figura heroica. Amor, profundo, sincero y puro amor. Un amor secreto, un amor oculto, un amor que para la mente de un simple adolecente era erróneo, era mal visto, era incorrecto, por lo que mantuvo su gran afecto por aquella imagen en un rincón de su corazón.

Todo esto fue hasta aquel día, en el cual sus padres sufrieron un accidente automovilístico e inevitablemente fallecieron antes de que las unidades hospitalarias llegaran a la escena. Fue hasta ese momento que se dio cuenta que gracias a que su padre se la pasó la mayoría de su vida buscando a aquel hombre enterrado en el hielo que él no pudo disfrutar del todo de una figura paterna. Siempre Howard se encontraba ocupado para él, siempre había puesto al Capitán América por delante de su propio hijo y eso lo único que provocó en el primogénito de los Stark fue completa y rotunda indiferencia hacia el en honorable Capitán América. Tony lo necesitaba, en aquel tiempo más que nunca  era cuando necesitaba de aquel fuerte héroe para hacerle saber que todo iba a estar bien, que él debía de salir adelante, pero como esperaba, nunca apareció.

Siguieron transcurriendo los años, su corazón y alma fueron olvidando poco a poco lo que en algún momento llegó a sentir por el héroe de la nación.

El había subido por las escaleras del éxito y tenía todo lo que una persona común pudiera desear, se convirtió en un millonario, playboy, filántropo, genio el cual al parecer lo tenía todo, pero a la vez, nada.

Se convirtió en Ironman y con ello pudo probar lo que él valía y lo que estaba desperdiciando por cosas materiales y momentos momentáneos de placer que en vez de llenar su corazón, lo vaciaban aún más.

Decidió ser un hombre nuevo, un hombre que no solo velara por su propio bienestar, un héroe, el héroe que siempre deseo ser. Y no tuvo que pasar mucho tiempo después de ello, para que el amor platónico de su pasado lo volviera a asechar como un huracán.

Lo habían encontrado, congelado, intacto, por fin después de décadas de búsqueda habían encontrado al hombre que se sacrificó por salvar a los demás y no solo ello, sino que gracias al suero aún vivía, aún respiraba, aún su corazón latía.

Tony cuando se enteró de la noticia no pudo evitar que su pecho sintiera como se formaba un enorme huracán que arrasaba con todo lo que su mente podía formular. Los sentimientos, las sensaciones, las emociones que el Capitán América había dejado en su corazón no habían vuelto, porque jamás se fueron, simplemente se habían hecho notar nuevamente.

Y cuando lo conoció fue muchísimo peor. A pesar de que en un principio no se llevaron muy bien y hubo bastantes conflictos por ambas partes, no tuvo que pasar demasiado tiempo para que ambos se dieran la oportunidad de conocerse poco a poco al punto de convertirse en amigos.

Tony antes solo estaba enamorado de lo que los demás le habían contado acerca del Capitán, antes solo estaba enamorado, de los posters, de las películas viejas, de los relatos de aquel héroe. Pero el tenerlo en persona y sobre todo, darse la oportunidad de conocer a Steve Rogers, el hombre debajo de la máscara de héroe, fue que Anthony inevitablemente calló en las profundas y abismales garras del amor, del verdadero amor.

Finalmente Tony había encontrado a su alma gemela, a su media naranja, al amor de su vida que siempre estuvo con él, pero había un pequeño problema y es que aquel amor no lo podía expresar.

Steve era su amigo, su compañero de trabajo, su aliado incondicional y él no podía dejar de pensar que ese sentir hacia su camarada fuera incorrecto, no porque fuera un hombre, sino porque estaba casi seguro que Steve no sentía lo mismo por él. Steve lo veía de la forma en la que él debía de verlo. Como un simple amigo.

No es como si el rubio ya lo hubiera rechazado directamente, pero era un presentimiento que sencillamente el de barba de candado pensaba cada vez que veía como el rubio parecía ser alguien completamente interesando en las mujeres. Con el simple hecho de resaltar que el Capitán venía de décadas atrás se podía dar una idea al respecto. Antes era inconcebible ver a dos hombres juntos en una relación amorosa, por lo que era más que claro que Steve había crecido con aquellas ideas, a pesar de que ya se había estado adaptando muy bien a la época actual.

Fue por ello que el hombre debajo de la armadura de Ironman decidió jamás hablar de sus sentimientos ni expresarlos delante de los demás, para no salir herido, para no salir lastimado, para no ser rechazado. Le bastaba con simplemente permanecer a su lado y siempre estar en el momento en el que Steve lo necesitara.

Con esto en mente fue que Tony dejó el destornillador que traía en su mano en la mesita más cercana. No pudo dejar de pensar en Steve en todo aquel tiempo en el cual había pasado encerrado en su taller y la razón era muy simple: Steve no se encontraba ahí con él, haciéndole compañía.

Conforme pasaban los días Ironman y el Capitán América hablaban cada vez más y más, al punto de buscar cualquier pretexto para convivir el uno con el otro, por lo cual se había vuelto prácticamente una costumbre el que Steve siempre que supiera que Tony se encontraba en su taller trabajando, bajara con comida para el castaño, usando siempre aquel pretexto para visitar aquel taller y quedarse haciéndole compañía al hombre de hierro.

Habían veces en las que podían no cruzar ni una sola palabra, sin embargo, el sentir la presencia del otro les reconfortaba en creces y los hacía sentir bien. Steve dibujando en su cuadernillo de dibujos y en ratos levantando la mirada para ver al ingeniero concentrado en cualquier cosa que estuviera creando.

Pero en todo el día que había concurrido Tony no había visto ni la sombra de Steve aparecerse por su taller y eso le parecía de lo más extraño.

El castaño trató de relajar sus músculos, destensándolos lentamente mientras movía su cuello de un lado a otro para apaciguar el dolor que se estaba comenzando a crear en la parte superior de su musculo trapecio. 

—Jarvis, ¿Dónde se encuentra Steve? —preguntó Tony al aire dirigiéndose a su inteligencia artificial instalada en cada rincón de la torre.

—El señor Rogers se encuentra en la cocina, junto con la señorita Romanoff —respondió la IA casi al instante y con su peculiar voz.

A Tony le intrigó aun más aquella respuesta, había esperado que Jarvis le dijera que no se encontraba en la torre, ya el rubio no había bajado a verlo. Este último pensamiento le hizo enojar. Steve no estaba con él por pasar tiempo con la viuda negra y lo único que implicaba aquello era que una chispa de celos se encendiera en el de ojos chocolates.

—Guarda los cambios realizados Jarvis, subiré por algo de tomar —ordenó a su IA para casi enseguida pararse de donde estaba sentado, estirar su cuerpo sintiendo como este se destensaba y en prisa subir hacia la cocina.

“Como ordene señor” fue lo último que Tony escuchó de Jarvis mientras se apresuraba a subir los escalones.

Una sonrisa un tanto maliciosa se formó en la cara del millonario al pensar que iba a interrumpir cualquier cosa que anduvieran haciendo esos dos y de paso, chantajearía a Steve con cualquier cosa para que este bajara a acompañarlo.

Se encontraba a pocos pasos de la entrada de la cocina. Poco a poco había podido distinguir unas voces que efectivamente pertenecían a Steve y Natasha y conforme más se acercaba, más eran claras las oraciones que alcanzaba a escuchar. Estaba a punto de interrumpir aquella charla cuando de la nada paró en seco sus pasos al oír con atención algo que llamó su completa atención.

Como si fuera un niño pequeño, se escondió en una de las paredes que se encontraban cerca para evitar ser visto por los susodichos y paró la oreja todo lo que pudo para poder escuchar con más atención.

—No es momento de echarse para atrás, ya habíamos platicado de esto —se dejó escuchar la voz femenina de la pelirroja en un tono parecido al que usan las madres para dar aliento a sus hijos.

—Es solo que ¿y si me rechaza? ¿Y si después de rechazarme ya  no me dirige la palabra? No creo que pueda con eso Nat. Es muy importante para mí —ahora se dejó escuchar la voz masculina del Capitán con pesadez.

—Vamos Steve, ¿Cuánto tiempo llevas preparando esto? Ya verás que todo va a salir bien —dijo la espía para después dejar escuchar como ella le daba unas palmaditas en el hombro.

Tony con esto decidió que era suficiente y salió hacia la luz, unos pasos adelante en donde quedaba a la vista de ambos vengadores.

Tanto Steve como Natasha se voltearon al haber escuchado como alguien más se encontraba en la cocina con ellos y la reacción de cada uno fue de lo más peculiar.

Mientras que Natasha se encontraba con una mueca del todo apacible mirando al castaño, Steve parecía haber visto a un fantasma, ya que no disimuló para nada su semblante de sorpresa combinado con espanto.

—Tony ¿Qué haces aquí? —preguntó la pelirroja con voz tranquila al ver como su amigo rubio se había quedado sin habla por el susto de pensar siquiera que el moreno había escuchado su conversación.

Tony por su parte no podía dejar de mostrarse un tanto confundido por sus reacciones, enarcando una ceja con intriga mientras los analizaba. Ambos traían puesto un delantal, Steve uno claramente para hombre y Natasha por contraparte uno más femenino. Parecía que estaban haciendo algún tipo de repostería, ya que las marcas de harina en sus rostros los delataban con facilidad. Los ojos color chocolate se pasearon por todo el lugar hasta encontrar una pista de lo que ambos se encontraban horneando.

—¿Están haciendo cupcakes? —preguntó con curiosidad el castaño al ver los capacillos color rosa y rojo de estos singulares postres, ignorando con ello la mueca de Steve que conforme pasaban los segundos se convertía en un gesto normal y tranquilo.

—Sí —respondió el rubio sin más dedicándole una muy ligera y suave sonrisilla al ingeniero

—Steve quería hacerlos y yo solo estoy aquí para ayudarlo. Son para mañana —complementó la sensual espía mientras encogía ligeramente los hombros.

—¿Para mañana? —preguntó el castaño sin comprender mientras los miraba a ambos un tanto incrédulo

—Sí, ya sabes, 14 de febrero, día de San Valentín, amor y amistad ect. —respondió la pelirroja mientras rodaba los ojos.

Tony aún seguía sin comprender a qué se refería exactamente Natasha hasta que se le encendió una luz en la cabeza e inevitablemente comenzó a reír. Una risa que por fuera se escuchaba algo burlona pero que por dentro ocultaba la amargura que la simple idea le provocaba.

—Jajaja que cursi y ridículo salió usted Capitán, ¿no me diga que son para una mujer que ya lo trae enamorado? —preguntó el moreno sintiendo como una daga se enterraba muy lenta y profundamente en su pecho hasta llegar a su corazón—. Aunque dudo mucho que le guste, lucen demasiado empalagosos —terminó diciendo pudiendo notar como una ola de furia, tristeza y dolor se acumulaba dentro de su ser.

El simple pensamiento de tener en cuenta que Steve ya tenía una mujer cualquiera en su vida le revolvía el estómago de sobremanera. No podía siquiera asimilarlo del todo sin sentir como un nudo se empezaba a formar en su garganta. Lo peor fue que toda su pesadez se incrementó al ver como Steve ante sus palabras bajaba la mirada con pena y tristeza, mirando ahora hacia el suelo.

Tony podía llegar a ser en ocasiones demasiado imbécil, eso hasta él mismo lo sabía, pero a aquello solo le había agregado la simple idea y celos de pensar que su Capitán ya era de alguien más. Era solo un simple mecanismo de defensa.

—No, no son para una mujer —finalmente habló Rogers subiendo nuevamente su mirada y conectándola ahora con los ojos color chocolate. Mirándolo tan seriamente que hasta el millonario tuvo que tragar ligeramente un poco de saliva que se le había acumulado.

Aquella simple oración hizo que Tony sintiera como un enorme peso se le quitaba de encima, hizo que sintiera como podía respirar correctamente de nuevo sin sentir que se estaba ahogando. Afortunadamente no eran para una mujer. Steve no tenía siquiera una idea de toda la tranquilidad que habían logrado sus simples palabras en el corazón del moreno.

—Tony ¿necesitas algo? Porque estamos algo ocupados —habló la pelirroja un tanto molesta interrumpiendo la conexión que tanto Steve como Tony habían mantenido hasta el momento acompañado de un rotundo silencio.

—Solo vine por un vaso de agua —contestó el ingeniero para después hacer su cometido y tomar rápidamente un pequeño vaso para rellenarlo con agua.

Acabado esto decidió que lo mejor era retirarse de ahí, solo que justo antes de salir no pudo evitar voltear nuevamente hacia la cocina para ver como Steve ya le estaba dando la espalda y se volvía a concentrar en lo que estaba haciendo con Natasha antes de que él los interrumpiera.

Tony no pudo reprimir un muy ligero suspiro de pesadez antes de desaparecer por completo de ahí y dirigirse a su taller, sin siquiera intentar en el cometido de que Steve lo acompañara.

♥  ♥  ♥  ♥  ♥

A la mañana siguiente Anthony Stark comenzó a recobrar conciencia al sentir como la tenue luz que dejaban pasar sus persianas le avisaban que ya era un nuevo día.

Aun sin abrir los ojos pudo comenzar a recordar como después de aquel peculiar encuentro que tuvo en la cocina con su amor platónico, se había quedado solo una pocas horas más en el taller para finalmente irse a dormir, cosa que no hacía muy seguido pero que le sentó de maravilla al ya llevar varios días sin descanso alguno.

Lentamente fue abriendo los ojos hasta poder visualizar poco a poco su habitación y llegar a percibir la comodidad de sus sabanas y colchón.

Lo primero que hizo fue voltear a lado de su cama para notar la hora en el reloj que se encontraba sobre su buro, notando que ya eran las 10:00 am. Una hora algo tarde para despertar. Refunfuñó y se talló los ojos para acomodarse nuevamente sobre su costoso colchón y quedarse boca arriba mirando al techo.

Por su mente cruzó la última imagen que pudo tener de Steve. Realmente lucia demasiado atractivo con ese delantal puesto, por todos los dioses Tony estaba seguro que nadie en el universo se vería más sexy cocinando que su propio Steve. ¿Qué se sentiría tener una pareja como él? alguien que siempre se preocupara por ti y tu alimentación. De ahí paso el pensamiento de ¿a qué sabrán aquellos cupcakes que el rubio estaba haciendo la noche anterior? Tony no podía comprobarlo pero estaba casi seguro que sabrían a gloria pura, el ver el amor y empeño que le ponía el Capitán al hacerlos solo le calentaba el pecho.

Esperaba y tener la oportunidad de probar solo uno. El ojiazul había dicho que no eran para una mujer, entonces ¿Para quién podrían ser?

Sacudió la cabeza tratando de dejar de pensar en ello, porque el castaño sabía que si seguía divagando probablemente llegaría a una respuesta que no le iba a agradar del todo.

Con malestar hizo las sabanas a un lado y se incorporó en la cama para preparar rápidamente su ropa y hecho esto tomar una caliente y reconfortante ducha, sintiendo como las gotas de agua tibia y el vapor le relajaban tanto interna como externamente.

Una vez acabado de ducharse fue que tomó las primeras prendas que encontró que eran unos pantalones de mezclilla, una playera negra con manga ¾ color gris y unos converse negros para finalmente dirigirse hacia el comedor para ver si sus amigos vengadores le habían dejado algo de desayunar, después de todo la mayoría desayunaba temprano y para la hora que era seguramente él sería el único que faltara.

En un día cualquiera ya estuviera  recibiendo mil y un regaños de Pepper acerca de que ya iba tarde a la oficina, pero ese día era su día de descanso, por lo que no tenía que presionarse acerca del trabajo, por lo menos por ahora.

Llegando ahí se encontró solo con Bruce, Clint y Thor, sentados cómodamente alrededor del desayunador mientras platicaban de lo que parecía ser algo sin real importancia.

 —Hasta que despertó el bello durmiente —dijo Clint al ser el primero en notar la presencia del millonario en la sala que se encontraban.

Tony ignoró por completo el comentario del arquero mientras se acercaba cada vez con más curiosidad al comedor en el que los tres héroes estaban recargados. La razón era simple. Al castaño le habían llamado completamente la atención los cupcakes que se encontraban alrededor, por toda la larga mesa que conformaba el elegante desayunador de mármol.

El papel que decoraba los pastelillos era exactamente el mismo que Steve había estado usando la noche anterior, por lo que era muy fácil inferir que aquellos cupcakes color chocolate con betún blanco decorados muy agraciadamente y  con pequeñas chispitas de dulce en forma de corazón eran los que Steve había estado haciendo.

Parecía ser que el Capitán le había entregado 3 a cada uno de sus compañeros, ya que unos todavía se encontraban perfectamente acomodados en una pequeña cajita de plástico transparente.

Al acabar de notar todo esto Tony vio como Thor tomaba uno de los cupcakes de la caja que ya estaba destapada y parecía ser de él, para después con toda tranquilidad comérselo de un bocado evitando llevarse a la boca solamente el papel que lo decoraba.

“¡Estúpido Thor!” fue lo que pasó por la mente de Stark mientras veía como Thor parecía disfrutar de aquel pastelillo. ¿Cómo se atrevía a tragarse los postres hechos por Steve de tal forma sin siquiera disfrutarlos un poco? de verdad que a Tony le parecía un completo desperdicio aquello sin contar los completamente inesperados celos que comenzó a sentir por aquello.

—Estos cupflackes que hizo el Capitán están deliciosos —dijo Thor con una sonrisa y aún con la boca llena sin acabar de masticar por completo el enorme bocado que había devorado.

—Cupcakes —corrigió Bruce con gracia al ver como su amigo vengador ni siquiera los saboreaba.

—¿Rogers les dio a todos? —preguntó Tony con un ligero tono molesto que no había evitado soltar al ver como aquellos hombres tenían en su poder los sagrados pastelillos que Steve había hecho con sus propias manos. El castaño ya sabía la respuesta a aquello, solo que quería confirmarlo.

—Sí, es un muy lindo detalle ¿no crees, Tony? dijo que eran por el día de la amistad, tengo entendido que es hoy —respondió su hermano de ciencias mientras le mandaba una ligera sonrisa.

Anthony no pudo evitar el fruncir su ceño aun más de lo que ya estaba con aquella respuesta. ¿Y los cupcakes para él donde estaban?

—Ese hombre es demasiado bueno para este mundo —dijo Clint soltando un ligero suspiro mientras se encogía de hombros.

—¿Dónde está? —preguntó el millonario tratando de controlar todo el enojo que le estaba surgiendo de repente. Debería de estar feliz por sus amigos, no enojado como novia celosa por no haber recibido nada del Capitán hasta el momento.

—Salió, supongo que repartir más de estos pastelillos a sus demás amigos, ya que salió con un bolsa llena de estas cajitas —contestó Bruce mientras levantaba su cajita haciendo referencia a ella.

Con esta respuesta Tony tuvo suficiente por lo que giró sus talones en dirección a su taller para poder despejar todos aquellos pensamientos negativos que se comenzaban a aglomerar en su mente.

—Hombre de metal ¿no vas a desayunar? —escuchó como Thor le gritó a lo lejos mientras él se iba alejando de ahí.

—¡Perdí el apetito! —respondió Tony con fuerza al haberse estado alejando cada vez más pero con la seguridad de que sus amigos lo habían escuchado.

“No, no son para una mujer” era lo que había respondido Rogers en aquel momento y ahora Tony le recobraba sentido a aquellas palabras. No eran cupcakes románticos, eran cupcakes de amistad y al parecer Steve tenía planeado dárselos a sus amigos, incluyendo los vengadores en aquel círculo.

Ya estando en su taller y con la mente más clara Tony pudo pensar y darse cuenta que con ello él tenía una probabilidad demasiado alta de probar también aquellos postres que a simple vista lucían exquisitos. Después de todo él también era un vengador y sobre todo un amigo de Steve, ¿cierto? No había razón por la cual él no recibiera también una pequeña cajita de amor. Probablemente no lo había visto y por ello hasta el momento no había recibido nada, pero solo sería cuestión de encontrárselo para poder recibirlos.

Con ese pensamiento en la cabeza fue que al millonario se le formó una grande y feliz sonrisa por todo el rostro, encontrando inspiración de la nada y sintiendo como su pequeño corazón comenzaba a latir con demasiada fuerza con la simple idea de imaginárselo.

Con energía renovada fue que Tony se puso a trabajar especialmente en el traje de Capitán para hacerle unas cuantas mejorías.

♥  ♥  ♥  ♥  ♥

Pasaron las horas de forma casi instantánea a tal punto en el que Tony ni siquiera se dio cuenta como ya se había gastado toda su mañana y parte de su tarde haciendo cosas extra para el uniforme de su hombre soñado. Pudieron haber pasado más horas sin que el ingeniero se diera cuenta de no ser porque la voz artificial de Jarvis lo interrumpió en medio de un ajuste que estaba preparando.

—Señor, tiene una llamada del director Fury —se escuchó en el taller la voz de la IA.

—Dile que estoy ocupado Jar, no quiero que me interrumpan —contestó el castaño del todo desinteresado mientras trataba de volver a concentrarse en lo que estaba trabajando.

—Lo siento señor, pero el señor Fury insiste hablar con usted —insistió el mayordomo digital.

Tony se rindió con un largo y cansado suspiro para finalmente aceptar.

—¿Dónde rayos te encuentras Stark? —preguntó el director Fury al otro lado de la línea sonando del todo exasperado.

—¿Qué necesitas, pirata? —se limitó a responder el millonario mientras rodaba los ojos con fastidio.

—Hoy tenemos reunión en la sala de juntas para checar los informes de la última misión, pero conociéndote seguramente lo has olvidado —se escuchó Fury ahora ya más calmado mientras se rendía ante la irresponsabilidad del genio—. No todos necesitan estar presentes, pero al ser Steve y tú los líderes del equipo los necesito a ambos para poder acabar con los registros.

El ojimiel al escuchar el nombre de Steve fue que instantáneamente sintió como una llama de interés se encendió dentro de su ser.

—¿El capitán Rogers se encuentra ahí? —preguntó tratando de sonar lo más normal posible pero sintiendo unas ansias gigantescas quemarle por dentro. Quería verlo, quería verlo ya y poder probar finalmente esos pastelillos que seguramente también había hecho para él. El solo hecho de imaginárselo le hacía escuchar sus propios latidos del corazón.

—Sí, tiene poco de haber arribado. A diferencia de “alguien”, él si es un hombre puntual y responsable —respondió como si nada el hombre de parche.

—Voy para allá —fue lo último que dijo Tony en casi un suspiro para casi inmediatamente cortar la llamada y tomar rumbo hacia la sala de juntas lo más pronto posible.

Una parte en el ser del millonario quería poder tomarse el tiempo para arreglarse como era debido y lucir del todo radiante para su capitán, pero otra parte de él no podía esperar siquiera un segundo más para poder tener esos ojos color azul cielo posados en él, dedicándole aquellas miradas pacíficas y tranquilizadoras que solo Steve Rogers sabía dar.

Todo esto solo se intensificaba más al llegar el pensamiento de que comería cupcakes, cupcakes hechos con los fuertes y musculosos brazos de aquel rubio tan más apuesto. Sí, serían pastelillos de pura y mera amistad, nada más, pero era tan impresionante que a pesar de ser claro aquel hecho, al castaño no podían dejar de revolotearle las mariposas en el estómago.

Probablemente parte de ello era porque a pesar de que Steve se los regalaría como amigo, él simplemente no podría aceptarlos como tal. Para él, aquello hecho por el capitán no podían significar unos simples dulces de amistad, para él serían de un querer que iba más allá de una simple amistad, y vaya que no exageraba, ya que no cualquier día podía recibir un postre hecho por su más grande y único amor.

Con esto último en mente fue que decidió dejar los arreglos en su persona para otra ocasión, cambiándose solo de prendas y echándose solo un poco de perfume para finalmente salir prácticamente corriendo hacia el aparcamiento y acelerar a gran velocidad uno de los tantos autos con los cuales contaba.

No pasó mucho tiempo para que Tony ya se encontrara frente a la puerta de la sala de juntas. Con seguridad en su persona se dio un último vistazo en uno de los vidrios que se encontraban por ahí, acomodando con experiencia su esponjoso cabello para finalmente tomar aire con valor, inflando su pecho en el acto y tirar de las puertas que le daban paso a la sala.

Ahí se encontraba, tan atractivo como siempre, sentado en una de las sillas que estaban dispersas alrededor de la mesa ovalada del centro.

Al momento de escuchar como la puerta se abría fue que instintivamente Steve volteó la mirada hacia la puerta conectando su mirada con los ojos hechizantes que poseía el hombre debajo de la armadura de Ironman.

Tony, como ya se había imaginado, se encontró solamente con Fury y Steve, que eran las únicas personas que al parecer estaban esperándolo en aquel lugar, pero no pudo pensar mucho en ello ya que las preciosas gemas azuladas que pertenecían a la mirada del capitán lo capturaron por completo.

Con una camisa arremangada hasta los hombros color azul celeste que lo único que hacía era remarcar los bíceps y ojos del hombre del pasado, con un perfecto peinado que lo hacía lucir impecable y con una ligera sonrisa de amabilidad y confidencialidad que le dedicó al castaño fue que a Tony le temblaron las piernas.

Dios, en serio estaba enamorado de aquel hombre, pero debía de fingir, debía de resistirse, por su amistad con este, por su propia seguridad, por lo que en lo que parecieron simples segundos fue que el millonario recompuso su postura y dirigió su mirada ahora hacia el hombre el cual lo había llamado en primer lugar.

—¿Comenzamos? —preguntó Tony con su peculiar y ya conocida seguridad mientras tomaba asiento hasta el otro lado de la mesa.

En todo el tiempo en el cual se desarrolló la junta Tony no pudo escuchar siquiera una palabra del director Fury y la razón era bastante simple. Estaba demasiado atento a cualquier gesto o movimiento que hiciera el Capitán América.

Claramente no se la había pasado mirándolo como el completo acosador que en ocasiones podía llegar a ser, pero debía de admitir que casi toda su atención estaba centrada en mirar de reojo lo más que podía de aquel hombre portador de la bandera americana. Por fuera fingía una expresión de completo interés hacia lo que fuera que estuviera relatando el creador de los vengadores, pero por dentro no podía dejar de pensar en los pastelillos que probablemente acabando la junta recibiría.

“¿Cómo debía de mostrarse? ¿Qué expresión debería de hacer? ¿Cómo le mostraría su gratitud al rubio?” eran algunas de las preguntas que se formulaban en la mente del castaño mientras esperaba con ansias que aquella inútil junta terminara.

—¿Te gustaría agregar algo más, Stark? —preguntó Fury dirigiéndose al de barba de candado, sacándolo de su completa ensoñación y trayéndolo de repente al presente en el cual se encontraba.

Tony no pudo evitar carraspear la garganta al mostrarse solo un poco sorprendido por la pregunta.

—No —respondió serio mientras se recomponía por completo. La verdad es que ni siquiera se había enterado bien qué misión habían tratado ni qué era lo que exactamente necesitaban de él.

—Perfecto, si no hay nada más que agregar la junta se da por concluida. Que tengan buen día caballeros —dijo Fury mientras tomaba sus papeles y documentos que hasta el momento se habían encontrado esparcidos por toda la mesa.

El castaño lo siguió con los ojos, viendo como este se alejaba lentamente hasta llegar a la puerta y detenerse, sin voltear la mirada hacia los presentes.

—Gracias por aquel agradable postre capitán. Estuvo delicioso —fue lo último que comentó el director Fury antes de abrir por completo la puerta y desaparecer de la vista de ambos vengadores.

Tony no pudo evitar que una mueca un tanto impresionada se instalara en su rostro después de escuchar al pirata decir aquello. ¿Fury también había recibido una cajita de pastelillos? Debía de admitir que aquella confesión le parecía algo extraño. Hasta el momento él genio había pensado que el rubio  le había hecho los cupcakes solamente al grupo de vengadores, pero al parecer también había algunos para la gente que se encontraba alrededor de Steve.

Restándole importancia a esto fue que simplemente el castaño dejó aquel hecho a un lado y se concentró mejor en la persona que ahora se encontraba a solas con él en aquella sala tan formal.

Lo volteó a ver, notando como Steve ya lo había estado mirando desde antes, sintiendo como aquellos ojos color mar penetraban su alma de una manera que ni el mismo capitán se imaginaría. Tony no pudo reprimir una feliz y cálida sonrisa que quiso salir al sentir como era su turno de recibir una de aquellas pequeñas cajitas que Steve había hecho con tanto cariño para sus compañeros.

El castaño sin querer queriendo miraba expectante  e ilusionado a Steve ¿y cómo no hacerlo? Si desde que había llegado a la sala solo había estado esperando una cosa en específico.

Steve pudo notar aquella mirada anhelante en el millonario, pero al no tener si quiera una sola idea de lo que éste estaba esperando de él fue que se le salió una sonrisa un tanto confundida y nerviosa.

—¿Vienes de la torre? —preguntó Rogers tratando de sacar algún tema de conversación y dejar de sentir aquellos ojos miel tan penetrantes en su ser.

—Sí, me encontraba trabajando en el taller, así que cuando Fury me llamó no tuve tiempo de hacer nada más. De hecho no he probado bocado alguno, me caería muy bien algún tipo de comida dulce en este momento —respondió Tony con una sonrisa y emoción pensando que con esto último dicho le había dado un enorme empujón al rubio para que se quitara de penas y le diera su obsequio de una buena vez.

—Ya veo —fue lo único que pudo responder Steve aún sin averiguar por qué el castaño de la nada se estaba comportando algo extraño—. Bueno Tony, me retiro, aún tengo algunos pendientes que hacer para el día de hoy—. Fue lo último que dijo con una ligera sonrisa mientras se levantaba del asiento en el cual había estado posado y se dirigía hacia la puerta para perderse completamente de la vista del castaño.

Tony no había podido siquiera responderle a Steve de la enorme sorpresa y conclusión en la cual su mente aún seguía cayendo. Ya habían pasado algunos segundos convirtiéndose en minutos desde que Steve había desaparecido por la puerta de la gran sala y el castaño aun no podía recomponerse del todo ante aquella revelación que se había formado frente a sus propios ojos.

Estaba abatido, desolado y descorazonado. Sus ojos se encontraban mirando a la nada, perdidos en un mar de pensamientos mientras sentía como su corazón lentamente se hundía en un pozo de desamor.

No había recibido nada de parte del rubio, Steve no pensaba siquiera en regalarle un solo pastelillo, como a todos los demás, y la única razón lógica para ello era porque Steve no lo podía considerar siquiera como un amigo más, como una persona a la cual debería expresarle el afecto que obviamente no sentía por él.

Entonces si Steve no lo consideraba siquiera como un buen amigo… ¿Qué era él para Steve? ¿Un colega? ¿Un compañero con el que se relacionaba mera y estrictamente por trabajo? ¿De verdad Tony era lo suficientemente don nadie para no recibir absolutamente nada? De verdad que en esto momentos el genio podía sentir como su pequeño y enamorado corazón de hierro se apretujaba en contra de su voluntad, pero no podía culpar a Steve por ello. Él mismo siempre se había encargado de lucir lo suficientemente frívolo como para que las personas no trataran de acercarse a él y ahora estaba pagando sus propios cometidos.

Probablemente incluso todos los vengadores piensan en el como el hombre fastidioso, egocéntrico y superficial que toda su vida trato de lucir, pero por dentro él mismo sabía que también sentía, que también se preocupaba, que también le dolía.

Y el que Steve pensara así de él no hacía más que acrecentar su dolor y decepción, porque Steve no era cualquier amigo, Steve era la persona que le gustaba, la persona de la cual él había estado enamorado desde que tiene memoria y la persona la cual una vez llegó a conocer bien, no hubo retorno capaz de regresar a su corazón de las garras del verdadero y profundo amor.

Dejó salir un largo y quebrado suspiro cayendo en cuenta de todas y cada una de las cosas que estaban pasando por su mente. Seguramente todo esto le estaba ocurriendo como consecuencia de sus estúpidos actos, vaya que hasta él mismo podía admitir que en ocasiones se comportaba como un reverendo imbécil.

Y mira que quebrarse en pedazos solamente por no recibir una estúpida y cursi cajita de cupcakes ¡vaya tontería!

Tallándose los ojos para no dejar salir ni una sola lágrima de estos fue que tomó aire más de una vez y lentamente calmó el temblor que se había causado dentro de su cuerpo. Algunas cosas no podían cambiar y él debía de aceptar la cruel y cruda realidad.

Con la mente más recompuesta fue que se levantó de su asiento y salió él también para poder poner rumbo a su taller y tratar con ello de olvidar un poco de todo el dolor que se estaba acumulando en su pecho.

Se encontraba caminando con apacibilidad por los pasillos de la base de Shield, después de todo no llevaba prisa y su destino se encontraba cerca, que era el estacionamiento para poder tomar su auto y retirarse nuevamente a su propio mundo de la tecnología.

El millonario en parte también había estado caminando lentamente con la esperanza de encontrarse nuevamente con Steve, aunque fuese para poder verlo y charlar un poco de cosas triviales. Para su desgracia eso no ocurrió, pero sí que se encontró con una persona más que conocida para él, caminando en dirección opuesta a la que él llevaba, en uno de los corredores de las bases de Shield.

Sharon Carter, sobrina de su tía Peggy y su rival de amores. Para Tony era absolutamente obvio el amor que la rubia tenia por su capitán, sus muestras de cariño para llamar la atención de Steve le parecían realmente descaradas e incluso vulgares en algún punto.

Steve aún no la veía de aquella forma tan sexual para la fortuna de Stark, pero el castaño debía de admitir que tenía miedo que fuera solo cuestión de tiempo para que el Capitán América correspondiera los sentimientos de esta.

Ni siquiera era tan bonita, con la mayor objetividad posible Tony consideraba a aquella tipa una mujer sin chiste. Ok, no era fea, pero no tenía nada que resaltar, ni siquiera tenía una buena personalidad, él en cambio era un genio increíblemente apuesto, con una personalidad excesivamente destacable y con carisma por cada uno de sus poros. Sin lugar a dudas Tony se consideraba mil veces superior a aquella arrastrada y por supuesto, él también consideraba que haría una mejor pareja con Steve de lo que aquella tipa podría llegar a ser.

Pero en fin, el punto no era criticarla en aquellos momentos. No le agradaba por el simple hecho de que ella estaba interesada en el hombre que él quería como pareja, pero tampoco es como si aquella chica fuera una bruja o algo por el estilo, por lo que por simple cortesía se dispuso a saludarla una vez que ambos se encontraran más cerca.

Al momento en el que se iban acercando más Tony pudo notar como esta se encontraba comiendo algo y al parecer lo estaba disfrutando de sobre manera, haciendo gestos de placer y gusto mientras le daba mordidas al alimento que se encontraba en su mano.

Al genio le entró una tremenda curiosidad aquello, por lo que apresuró sus pasos hasta que en pocos segundos ya se encontraba frente a la rubia.

—Oh, buenas tardes señor Stark —saludó la mujer de ojos cafés con una inmensa y resplandeciente sonrisa en todo su rostro, dando a expresar la inmensa felicidad que seguramente le invadía en el momento.

Tony ignoró por completo esto y posó su mirada directamente en lo que hasta hace poco se encontraba comiendo la agente de Shield. Eso debía de ser una completa y ridícula broma. ¿Era en serio? ¿Era jodidamente en serio? La maldita vieja se había encontrado comiendo una de los cupcakes que Steve había hecho y Tony lo pudo inferir con facilidad al notar como el capacillo con morusas de chocolate que Carter sostenían en su mano era exactamente de el mismo color el cual había usado Rogers.

La mirada del castaño se mostró del todo desagradada y disgustada por aquel simple y sencillo hecho. ¿De verdad hasta la rubia desabrida había recibido el lindo detalle de Steve?

Sharon por su parte se pudo dar cuenta con bastante facilidad lo que el castaño estaba pensando al respecto. Para la rubia tampoco era ningún secreto que Tony estaba enamorado de Steve, después de todo entre ellos compartían algo en común y esto era el amor que le tenían hacia el capitán, por lo que para ella fue bastante fácil identificar los sentimientos que surcaban por el millonario. Al final, ella también lo consideraba un rival de amores, solo que uno de baja categoría, ya que era un hombre y por lo que todo el mundo sabía, Steve jamás se había mostrado interesado en ese tipo de género.

Con una sonrisa satisfactoria fue que siguió hablando, notando como el castaño seguía sumido en su propio mundo.

—¿Gusta? Steve me los preparó con sus propias manos ¿no es hermoso? —comentó la agente mientras sacaba la pequeña cajita transparente de su bolso en la cual aún se encontraban otros dos cupcakes que aún no habían sido devorados.

“Maldita perra” fue lo único que pudo pensar el millonario mientras levantaba finalmente la vista de aquel papel decorativo y la posaba en los ojos cafés de la rubia, sintiendo como su propia mirada desataba ira, celos y furia por llegar a caer en cuenta que Steve también le había regalado unos pastelillos a aquella mujer.

—Supongo que es una linda forma para decirme que sus sentimientos hacia mí son recíprocos —volvió a hablar Carter mientras se pavoneaba en su propia dicha.

—No creo que deba divagar tanto agente Carter, esos cupcakes el capitán los hizo para todos y cada uno de sus amigos, no es la única que ha recibido unos —dijo Tony mientras trataba de controlar la enorme envidia que estaba sintiendo en el momento.

—¿De verdad? ¿Y dónde se encuentran los suyos señor Stark? —preguntó con una muy ligera pizca de maldad viendo la reacción esperada al notar como el gesto de Tony se descomponía a uno desilusionado.

—Ya me los comí —respondió finalmente después de unos segundos de silencio, recobrando su postura galante y segura mientras la miraba nuevamente a los ojos.

—Mmm ya veo —dijo Sharon sin creerle ni un poco y sin tratar de ocultarlo—. En fin, están realmente deliciosos, usted debe de saberlo.

—Me retiro —fue lo último y único que pudo decir Tony a cambio mientras la esquivaba y se desaparecía por completo  entre la gente de los pasillos, sin siquiera dedicarle una mirada de más ni un gesto cordial.

Por supuesto que el castaño se imaginaba que estaban deliciosos, pero lamentablemente no había tenido forma de como comprobarlo y el pedirle uno de estos a alguien más solo lo hacía sentir más miserable por lo que decidió mejor tratar con todas sus fuerzas de que el hecho no le afectara.

Ya estando dentro de su auto, conduciendo lentamente en dirección a su torre, fue que inevitablemente sintió como su pecho se apretujaba aún más de lo que ya estaba. Incluso Sharon había tenido la dicha de recibir una muestra de afecto por parte de Steve ¿y él? nada… no más que unas cuantas palabras de completa y absoluta indiferencia por parte del rubio.

♥  ♥  ♥  ♥  ♥

Tony se tardó más de lo que esperaba en arribar a su torre. En un principio había decidido que lo mejor sería llegar a su hogar de una vez por todas para poder encerrarse y sumirse en su propia desilusión, pero después al tener en cuenta el pensamiento de que seguramente para esa hora Steve ya se encontraría en la torre también, fue que decidió que lo mejor sería sencillamente dar una vuelta por toda la ciudad en su auto deportivo para perder el tiempo y sentir como el fresco aire le golpeaba la cara, tranquilizándolo en el acto.

No fue a ningún lugar en específico, sencillamente se dedicó aproximadamente unas dos horas a dar vueltas alrededor de las calles que constituían Nueva York. Lamentablemente él sabía que no podía pasarse todo el tiempo evitando su realidad, sin contar que ya se había gastado casi la mitad del tanque de gasolina que hasta hace poco estaba del todo lleno, por lo que con un largo y profundo respiro condujo hacia la torre vengadores.

La oscuridad lenta y nítidamente se iba haciendo presente en los cielos, provocando que los tonos amarillentos, naranjados y rosados decoraran poco a poco las nubes de arriba, dándole a Stark una muy linda vista que apreciar antes de notar el color obscuro y la luna asomarse muy  pacientemente.

Al momento en el cual finalmente arribó a la torre la noche ya era completamente presente a los alrededores.

Al estar parado frente al elevador esperando a que las puertas se abrieran fue que planeó estratégicamente el cómo pasaría prácticamente corriendo de la sala de estar para poder refugiarse en su taller. No quería charlar con nadie, no tenía ganas de escuchar a nadie, no quería ver a nadie, simplemente quería olvidar el cómo seguramente todos los vengadores que se encontrarían en la sala habían recibido un detalle de Steve, claro, todos los vengadores a excepción de él…

Con fuerzas y valentía tomada fue que ya dentro de su elevador pulsó el botón para subir y evitar enfrentar a aquello que tanto temía.

Al momento en el que se abrieron las puertas en el piso principal Tony pudo llegar a escuchar las voces de sus compañeros en lo que parecía ser una divertida charla. No se podía entender muy bien la conversación, pero Tony al tener la necesidad de poder saciar su entera curiosidad fue que muy sigilosamente, cual gatuno, se acercó a la sala de estar de donde provenían las voces, teniendo el mayor cuidado de no ser descubierto.

—Sí, estaban muy sabrosos. ¿Van a creer que Steve le dio hasta al director Fury? —se dejó oír la voz de Natasha con un toque de diversión.

—¿En serio? Jajaja Rogers sí que hizo para todos —ahora se escuchó la voz de Clint con una risa acompañada.

—Seguramente a Tony le fascinaron —dijo ahora Bruce como un pensamiento al aire sintiendo como sin querer había tocado una fibra fina al respecto, no solo para Tony que los había estado escuchando a escondidas, sino también para todos los presentes en la sala principal.

—Steve no le obsequió ninguno a Tony…. —respondió Natasha con seriedad una vez dejando pasar unos cuantos segundos de entero y completo silencio—, es que como veras….

Y fue en ese instante en el cual fue completamente interrumpida, no porque alguien haya querido decir algo más antes que ella, sino porque Tony por fin había salido de su escondite, dejándose mostrar frente a todos los vengadores.

Afortunada o desgraciadamente Steve no se encontraba ahí, pero de ahí en más todos se quedaron pasmados y un tanto impactados de no haberlo escuchado llegar, razón por la cual Tony se ganó la mirada impresionada de todos los vengadores restantes que se encontraban sentados cómodamente en los sillones disponibles.

—¡T-Tony! ¿A qué hora llegaste? No te escuchamos —fue lo primero que pudo decir Bruce al verlo dando a notar con bastante obviedad el nerviosismo que de la nada atacaba su voz.

—Acabo de llegar —respondió Tony con seriedad mientras analizaba y miraba con algo de frustración a todos y cada uno de los presentes

Notó muy brevemente como Natasha tomaba algo apurada su celular para rápidamente escribir un mensaje de texto a quien sabe quién, tecleando con bastante rapidez y un poco de susto para una vez terminado de enviarlo, guardar el aparato en su bolsillo.

El castaño desvió nuevamente la mirada hacia todos para notar como se encontraban aún exaltados por su llegada, probablemente por el tipo de conversación que estaban teniendo antes de que él se mostrara frente a todos.

—Oh por favor, no corten la conversación, sigan hablando de como Steve los considera a todos amigos y personas especiales, a todos menos a mí, claro está —por fin habló Tony con sarcasmo sin poder contener lo que estaba sintiendo en aquellos momentos.

—Las cosas no son así Stark —respondió Thor con cara culpable tratando de apaciguar la tristeza e ira que se estaba creando una vez más en el hombre de hierro.

—¡Y una mierda! —dijo Tony exasperado por la situación con voz inevitablemente desesperada.

Le dolía, le dolía en creces el tener que admitir en frente de todos como él no significaba nada para Steve. Si ni siquiera él lo había asimilado por completo, su corazón seguía aún sangrando de lo roto que se comenzaba a poner y ahora hasta tenía que gritárselos a todos en un acto de pura desesperación.

Nadie de los presentes dijo nada, sencillamente se le quedaron mirando con seriedad mientras mantenían sus bocas cerradas.

—Me largo a mi taller —fue lo único que pudo contestar el de barba de candado al notar como nadie estaba preparado para decir lo que fuera que estuvieran pensando.

Sin más por el momento salió de ahí casi corriendo tratando olvidar el jodido ridículo que había hecho en frente de todos. Probablemente con aquella patética escena de celos que había formado más de uno podría inferir que Steve era el hombre por el cual estaba completamente loco.

Lo que Tony no llegó a escuchar al estar tan ensimismado en sus propios pensamientos fue que Natasha tranquilizaba a todos los demás vengadores, diciéndoles que estaba bien, que Tony iba por el camino correcto.

♥  ♥  ♥  ♥  ♥

Bajó con desesperanza las escaleras que lo conducían a su pequeño refugio. 14 de febrero era una completa mierda. “Día del amor y la amistad” sí claro, más bien deberían llamarlo día de estupideces ridículas. Tony no podía dejar de sentir como su corazón pedía a gritos un solo respiro de alivio, en verdad se sentía abrumado con todo lo sucedido.

Él quería a Steve, joder le gustaba demasiado ¿y lo amaba? Muy probablemente. ¿Se podía a amar a alguien que nunca has tenido? La repuesta para Tony era un completo y tremendo sí.

A él le habían gustado varias mujeres a lo largo de su vida e incluso llegó a sentir que estaba completamente enamorado de Pepper, pero al pensar sus sentires con lo que ahora sentía por Steve él se podía percatar que aquello que él sentía por el rubio capitán no tenía comparación alguna con sus otras relaciones pasadas.

El amor apestaba, ni más, ni menos.

El castaño finalmente se encontró en las puertas de cristal que le indicaban la entrada a su taller. Al momento de estar ahí abajo fue que se percató de tres cosas que le parecieron completamente extrañas y fuera de lugar.

La primera era que las puertas se encontraban abiertas de par en par, cuando él siempre que salía se aseguraba de dejarlas completamente cerradas para que nadie entrara y nadie tenía la clave para entrar a excepción de él y Steve por supuesto.

La segunda cosa que le extrañó de sobremanera fue que notó como todo se encontraba en completa oscuridad, siendo Jarvis  el que normalmente prendía las luces cuando los sensores captaban que él había llegado.

Y la tercera y última cosa que fue la más extraña de todas fue que al estar todo el lugar sumido en una completa penumbra, se podía distinguir con bastante facilidad un pequeño camino creado con pintura neón, que resaltaba con brillantez viéndose algo completamente único y ¿Por qué no? Hermoso.

La pintura estaba distribuida en muy pequeñas gotitas, como si hubieran agarrado una brocha y hubieran salpicado de tal forma que solo se veían los pequeños puntitos distribuidos y formando un solo sendero, creando la ilusión de que eran pequeñitas estrellas lo que invadía el taller del ingeniero.

Tony no pudo pensar en alguna conclusión lógica o racional para lo que estaba viendo, por lo que por simple instinto se encaminó muy lenta y precavidamente por el creado sendero para poder ver hacia donde lo dirigía este. Su taller era muy grande y espacioso, pero tampoco era como si se pudiera perder en él, por lo que con algo más de seguridad siguió el camino, dando una que otra media vuelta hasta llegar al final de este.

Ya no había más pintura, ya no había más pequeñas estrellitas que lo guiaran, había topado con una de sus blancas paredes, por lo que cuidadosamente levantó la vista hacia esta para poder ver el arte más hermoso y majestuoso que sus pupilas pudieran apreciar.

Era un cuadro, un enorme y grande cuadro, que estaba formado como un tipo collage de imágenes, mostrando más de un escenario ante los ojos del espectador.  Había unas luces blancas alrededor de este, que lo alumbraban con precisión para el globo ocular humano.

En cada escenario se mostraban solo dos personas, y no fue muy difícil para Tony reconocer quienes eran aquella pareja que se mostraba ante sus ojos color chocolate. Eran Steve y él, Steve y él en unas cuantas de las experiencias que habían vivido juntos.

En un escenario se mostraban peleando juntos contra los enemigos, Tony reconocía a la perfección aquella escena al ser uno de los momentos más naturales de su vida como súper héroe, complementándose con Steve de tal forma que parecía que ambos se leyeran las mentes, coordinando sus golpes y ataques como si fueran uno solo.

En otro escenario se mostraban ambos ahí mismo en su taller, el castaño trabajando en una de sus armaduras mientras que Steve le llevaba la comida para que este pudiera almorzar. Este recuerdo podría ser de cualquier día en especial, ya que eso se había adquirido como una rutina que a Tony personalmente le fascinaba.

En uno más y que era el que se encontraba hasta el centro era una escena la cual Tony podía recordar a la perfección. Se encontraban de espalda, tanto él cómo Steve, y delante de ellos se encontraba un muy hermoso y poblado cielo, lleno de resplandecientes estrellas que decoraban lo negro de la noche. Ese día ambos habían terminado sentados en uno de los balcones de la torre,  se la habían pasado mirando las estrellas por un muy largo tiempo mientras ambos conversaban de cosas completamente triviales y sin importancia. Para Tony aquel momento llegó a ser realmente significativo, a pesar de que todos podrían ver aquello como una simple charla amena entre compañeros, para él había significado uno de los momentos más bonitos de su vida, en donde no tenía que fingir en ser alguien más, en donde se sentía seguro, en donde se sentía simplemente feliz y bien en la compañía del otro.

Y así se mostraban otros pocos escenarios más que rellenaban los espacios, dejando completamente pintado todo el lienzo en el cual estaban plasmados. El detalle de cada trazo pintado con oleo era naturalmente impactante. Sin lugar a dudas aquella pintura la había realizado un completo experto con talento de sobra.

Tony al mirar con precisión cada una de las figuras fue que no pudo evitar sentir como los ojos le comenzaba a picar, avisándole con exactitud que estaba a nada de comenzar a lagrimear. Era lo más bello que había podido apreciar, no solo por la preciosidad del arte creado, sino por lo que plasmaba con ello. Plasmaba lo más importante para él, lo más significativo para el: Steve.

Tan ensimismado había estado apreciando el lienzo que no se había percatado que debajo de este se encontraba una pequeña mesita, que sostenía solamente un enorme y abultado ramos de rosas formadas con papel. Una vez que bajó su vista se pudo percatar con precisión de esta manualidad creada. Probablemente eran unas 80 o 100 rosas, la verdad es que parecían demasiadas, todas mostrando su color blanco al haber sido hechas con blancas hojas de papel.

Tony tomó con cuidado aquel enorme ramo pudiendo descubrir con esto un detalle más que acompañaba a las flores de papel. Era un lazo color rojo con letras negras, creando una especie de letrero en los tallos de estas que decía una clave fundamental para todo aquel misterio.

“Razones por las cuales me enamore de Tony Stark” era lo único que decía con una caligrafía de lo más elegante dándole el toque romántico que estas necesitaban.

A Tony aquellas palabras no le parecían para nada lógicas, por lo que con algo de inseguridad tomó una sola de esas flores, la sacó del ramo en el que se encontraba reguardada y con muchísimo cuidado fue desdoblando el origami en el cual esta había estado formada.

No fue demasiado difícil el conseguir que la hoja de papel volviera a su estado plano, quien fuera que fuese el que había hecho aquellas rosas se había asegurado de que estas se pudieran desdoblar con facilidad.

Al parecer su pequeño presentimiento había estado en lo correcto, en la hoja de papel venia escrita una frase

“Razón núm. 37# a pesar de no mostrarlo, tiene el corazón más noble que pueda existir”

A Tony aquello hizo que le vibrara el pecho de sobremanera, joder ya estaba empezando a imaginarse cosas. No podía ser posible que cierta persona hubiera hecho aquello ¿verdad?

Con algo de ansias fue que dejó la hoja en la mesita y sacó otra de las rosas para desdoblarla y leer si esta tenía también algo escrito.

“Razón núm. 59# posee la sonrisa más bonita del universo”

Y una vez más, repitió el acto dejando la hoja y sacando una nueva rosa.

“Razón núm. 20#  a pesar de las adversidades, siempre se muestra firme y valiente ante los demás”

Y así continuó con unas tres más, notando como todas poseían escritas lindas cualidades que ni él mismo creía tener. Al parecer todas y cada una de las rosas tendrían escritas diferentes cosas que en cierta forma le hacían temblar y sentir escalofríos de lo lindo que sonaban.

¿Quién había creado aquello? ¿Quién le estaba haciendo aquella ingeniosa declaración de amor? fueron el tipo de preguntas que se comenzaron a formular en la mente del castaño. Como si su mente fuera escuchada casi al instante pudo sentir como alguien mas se encontraba ahí con él, sintió una presencia de lo más familiar, por lo que se giró con rapidez para poder confirmar lo que su cerebro apenas estaba sospechando.

Ahí se encontraba, ahí frente a él estaba parado el amor de su vida, su crush, su platónico, su todo.

No podía ser verdad ¿cierto?, la mente de Tony a penas ahora comenzaba a ir a mil por hora, ilusionándose de sobremanera con la simple idea de lo que estuviera pensando fuera real y no una simple ilusión.

Probablemente estaba en un sueño, y si lo era, era el sueño más real que él había tenido en toda su vida. Pero si no ¿Qué otra explicación podría haber? Aquello estaba resultando demasiado perfecto para ser verdad.

Con su sonrisa resplandeciente mostrando sus blancos dientes, con sus labios gruesos formando una feliz y a la vez nerviosa sonrisa, con sus ojos color cielo que ahora en la noche se mostraban del color del profundo océano y con sus largas y tupidas pestañas rubias que decoraban exquisitamente su mirada fue que el Capitán América se mostró frente a Ironman.

Se mostraba demasiado nervioso, con un ligero rubor en sus mejillas mientras trataba de no desviar la mirada de los ojos chocolate que lo miraban del todo impresionado.

Tony podría estar igual o incluso más nervioso de lo que estaba Rogers, ya que no sabía siquiera que estaba ocurriendo y de verdad no quería crear falsas ilusiones a sus pensamientos, pero para lo hecho ya era demasiado tarde.

—S-Steve ¡¿q-que haces aquí?! —fue lo que pudo formular el vocabulario del castaño con un notable tartamudeo. Sintiendo como casi se le iba a escapar el corazón por la boca de lo rápido que este estaba retumbando.

—Tony…. necesito confesarte algo —respondió con un leve temblor en su voz pero sin dejar de mantenerse firme y recto ante la situación—. Cuando yo fui descongelado en esta época me sentía completamente solo  y abrumado. Pensaba que no había mucho por lo cual vivir si todo lo que yo había llegado a ser y todas las personas a las cuales amaba ya habían dejado de ser parte de este mundo, sin embargo, decidí no rendirme ante aquello y poder salir adelante. Fue algo muy difícil para mí y siento que jamás lo hubiera logrado de no ser por ti. Cuando te conocí sentí instantáneamente un tipo de conexión hacia ti, no sabía cómo podría explicar aquello, en un principio sentí que era porque en cierta parte me recordabas a Howard, pero después de un tiempo me di cuenta que estaba completamente equivocado, eres único. No sabía cómo lidiar con aquellos sentimientos que lentamente se comenzaban a formar dentro de mí, y mi primera defensa fue portarme del todo rudo  contigo, creando con esto unos cuantos conflictos entre nosotros, conflictos realmente estúpidos ahora que lo recuerdo, pero con el tiempo mi corazón pudo ir asimilando poco a poco por qué se sentía tan inquieto cuando estaba a tu lado, por qué siempre quería más y más de ti, por qué a pesar de pasar horas juntos, al momento de separarnos ya te extrañaba hasta que por fin, un día, aquel en el que ambos nos quedamos juntos mirando las estrellas y platicando, me di cuenta que estaba inevitablemente enamorado de ti. —Dijo Steve sin apartar la mirada ni un solo instante de los ojos chocolate que lo miraban de par en par—. Créeme que he estado pensando demasiado en esto, día y noche no puedo dejar de pensar en ti, en tus facciones, en tus acciones y en todo lo que te compone como persona. Sé que pensaras que esto es demasiado repentino y que probablemente me he vuelto loco, pero créeme que el tiempo pensando en esto que siento  sobrepasa mi razón de ser. No puedo engañarme más y sobre todo no puedo engañarte a ti haciéndote creer que lo único que me interesa de ti es una amistad.

Tony lo único que pudo hacer es abrir y cerrar la boca y saber siquiera que decir. Aquello que se estaba revelando frente a él era demasiado.

—No necesitas responderme ahorita, sé que es demasiado pronto, pero siquiera me gustaría que me dieras la oportunidad de demostrarte que estoy siendo completamente sincero en lo que siento y en mis intenciones hacia ti, no quiero que te sientas incomodo al respecto, pero sí me gustaría que aunque sea me dieras el beneficio de la duda —habló nuevamente Steve al notar como Tony no podía formular palabra alguna.

Steve ya tenía tiempo pensando en hacer aquello, por Dios aquel cuadro le había tomado meses de elaboración, todo para aquel día, para aquel momento. Sabía que no todo iba a ser tan fácil, pero esperaba que con ello pudiera mostrarle a Tony un poquito de lo mucho que sentía por él.

—Y-yo también —fue lo único que salió de la boca de Stark una vez medio recompuesto de aquella declaración.

Steve no pudo evitar mirarlo con cierta duda y confusión al no saber exactamente a que se refería el castaño. Tony notando esto se aclaró la garganta, se paró firme y lo miró directamente a los ojos.

—Yo también he estado enamorado de ti, incluso antes de conocerte. Al principio fue un amor enteramente platónico, pero al tener la enorme dicha de poder conocerte en persona y pasar tiempo contigo fue que también me pude dar cuenta de la gravedad de mis sentimientos hacia ti —dijo el de ojos cafés sintiendo como se soltaba un enorme peso de encima.

—¿¡D-de verdad?! —preguntó Steve completamente incrédulo sin creerse aquello.

—Sí… me sentí demasiado mal cuando no me regalaste ni un solo cupcakes como a todos los demás, por cierto —respondió fingiendo indignación pero con una nueva sonrisa formándose en sus facciones.

—Oh Tony lo siento, pensé que no los querrías ya que ayer me dijiste que te parecían demasiado empalagosos —se justificó el rubio mientras bajaba la mirada

—Eso fue porque estaba demasiado celoso por la idea de pensar que los usarías para declararte a alguna chica cualquiera —se sinceró mientras hacía que los ojos de Steve volvieran a su persona.

Ninguno de los dos dijo nada, no necesitaron más palabras para ello, solo se quedaron mirándose por un largo tiempo, encontrando completa y entera sinceridad en los ojos contrarios.

Era como un sueño hecho realidad, ya que la probabilidad de que tu mejor amigo sienta lo mismo por ti no era algo de lo más común y menos en una situación como la de ellos. Tony amaba a Steve, Steve amaba a Tony, y no podían sentir más que una completa y entera felicidad inundar sus corazones.

Lentamente se fueron acercando, tomándose el tiempo el uno con el otro, sintiendo cada vez más cerca la respiración de la persona contraria, hasta que ambos juntaron sus labios en el mejor beso de toda su alma. Sintiendo la suavidad de los labios contrarios, siendo este beso de lo más despacio, sutil, tierno y bello.

—¡¡¡Por fin!!! —se escuchó un grito ajeno a la pareja que sacaba a la luz a Natasha y los demás Vengadores que se había encontrado escondidos durante todo aquel tiempo, interrumpiendo con ello aquel beso que ambos a penas y habían comenzado a crear. Separándolos al instante para notar como tenían compañía en el taller—. Pensé que jamás sucedería.

—Así que todos son cómplices de esto... —dijo Tony volteando a ver con los ojos entrecerrados a cada uno de los vengadores que se mostraban frente a él.

—Ayudantes sería una mejor palabra —respondió Clint mientras se encogía de hombros.

—¿Recibiste mi mensaje a tiempo Steve? —preguntó Natasha ignorando por completo a todos los demás presentes.

—Sí, gracias Nat —respondió el rubio y con esto se ganó una mirada un tanto confundida del millonario—. Nat me aviso que ya habías llegado a la Torre por lo que me tuve que apurar en los preparativos para cuando bajaras al taller —contestó sin haber sido expresada del todo la pregunta.

Ante aquella repuesta Tony no pudo más que sonreír del todo satisfecho. Si esto realmente era un sueño esperaba que no acabara nunca. Era lo más bonito que su ser había sentido en muchos años. Una amor real, un amor correspondido.

—¿Entonces? ¿Ya se van a casar? —preguntó Thor con inocencia y diversión mientras los miraba a ambos.

—Supongo que con el tiempo lo sabremos —fue lo único que se escuchó de la boca de Steve mientras tomaba la cintura del castaño y lo atraía hacia él, mirándolo con pura adoración y sobre todo, puro amor.

Tony lo único que pudo hacer fue regresar aquella mirada que estaba recibiendo. Aun no asimilaba por completo lo que estaba ocurriendo y sabía que aun debían de sobrepasar varios obstáculos, pero lo harían juntos, y con toda la sinceridad, a lado de Steve se sentía realmente invencible.

Sin lugar a dudas el día de san Valentín era el mejor día festivo del año. 


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