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Realmente, no entendía por Oblivious

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Notas del fanfic:

Ésta pelotudes la escribí hace mucho y de hecho estaba en wattpad, pero ahora lo quité de wattpad porque quiero y puedo, y me dieron ganas de publicarlo aquí un lindo catorce de febrero <3

Notas del capitulo:

Lamento cualquier falta de ortografía y/o coherencia.

Taehyung no entendía.

 

Con seis adorables años, él podía estar tardes enteras sentando en el piso de su habitación observando sus juguetes mientras intentaba jugar con ellos.

 

Intentaba, porque, de hecho, estar con juguetes no era de real importancia para el pequeño en esos momentos.

 

No comprendía por qué cada vez que los adultos comenzaban a hablar de Hoseok, se sentía enojado. En especial cuando Eunhye era parte de la conversación de los grandes.

 

Odiaba que hablaran de Hobi, y más que Eunhye fuera parte del tema de conversión.

 

Sin embargo, no entendía por qué.

 

Cada vez que la mamá de Hoseok decía cosas como: "Eunie es la media naranja de mi pequeño", su garganta picaba por las desesperadas ganas de gritarle que no era así, que, de hecho, ella estaba muy lejos de ser una media naranja como la mujer solía decir, fuera lo que significase eso. Cuando escuchaba a la mamá de Eunhye reír ante lo que la madre de Hobi comentaba y dar su aprobación con respecto a una posible relación, quería de manera descontrolada explicarle que ese sería un gran error.

 

Pero, no tenía idea de por qué.

 

Sabía que a Hoseok le molestaba cuando las tres mujeres lo llamaban para preguntarle si, a su parecer, le era linda la pequeña Hye. O cuando le ordenaban a Hoseok darle la mano a la adorable Eunie porque se veían muy tiernos juntos. A Hoseok hyung le molestaba eso, no obstante, no se quejaba más de lo necesario, en realidad, no hacía ademán de demostrar su inconformidad con respecto a las órdenes que se le daban. Su hyung era muy respetuoso con los adultos.

 

Tae sabía que ellas molestaban a Hopie, y como lo sabía, le enfadaba no saber qué hacer para que lo dejaran en paz.

 

Se sentía pequeño, cada vez más chiquito de lo que realmente era.

 

¿Y por qué? Porque Taehyung sentía un dolor en el pecho, justo donde los adultos alguna vez le dijeron que se encontraba el corazón.

 

A su vez, Taehyung sabía que los grandes no molestaban a Hobi diciéndole palabras feas, como los otros hyungs de la escuela que trataban de hacer sentir mal a Hoseok. Y aunque fuera así, Tae sabía que su Hoseokkie no se quedaría callado. Su mejor amigo era tan genial que podía defenderse solo, tan genial era, que incluso defendía a TaeTae y su chillón amigo Jimin cuando los chicos de otros grados intentaban fastidiarlos. 

 

Así que seguía sin saber por qué le molestaba que los adultos hablasen de su hyung.

 

Por descarte, su cabecita pensó que era porque a él lo dejaban de lado. Y que quizás eso era por ser el más pequeño de los tres amigos que vivían en el mismo barrio, pero no era justo. No era justo porque a la monísima Eunhye sí la mencionaban, y más cuando había un "Hoseok" en la oración, siendo que ella, al igual que Taehyung, poseía apenas seis años de edad.

 

Taehyung, con once años, admiraba a Hoseok, siempre y sin importar qué, especialmente cuando hacía cosas que los demás no se atrevían a hacer. Hyung era ruidoso, y le encantaba, porque nunca se aburría a su lado. Tan gritón era, que para los ignorantes podría parecer un llorón más, un niño de mami, un bebito, cuando no era así. Hyung era increíblemente temerario, siempre gustaba de hacer cosas que nadie más había intentado antes por temor a no saber qué pasaría luego, por temor a los regaños que provocaría aquello. Admiraba esa capacidad de su hyung de salirse con la suya sin necesariamente afectar a los demás la mayoría de las veces.

 

Hoseok era envidiablemente inteligente, podía no prestar atención a la clase de los maestros y aun así podía obtener la calificación máxima sin problemas, siendo el primero en terminar y tener todo en orden. A Tae le encantaba eso, podía presumir de su mejor amigo siempre, de cómo éste le ayudaba con sus tareas y cómo lo premiaba cada vez que entendía algo finalmente.

 

Por otro lado, Tae siempre interrumpe a los maestros cuando no entiende algo, y es que su padre siempre le dice que pregunte antes de quedarse con la duda.

 

Taehyung era lento, sin embargo, no era tonto, le gustaba tener las mejores notas y ver cómo su esfuerzo se reflejaba en la esquina superior derecha de la hoja, donde los maestros le dibujaban caritas felices, o a veces ponían pegatinas, junto a una calificación impecable y más que merecida.

 

¿Debía hacer eso ahora entonces? ¿Preguntar?

 

¿Preguntar por qué le molestaba tanto que los adultos insistieran con lo cercanos que eran Eunhye y Hoseok a pesar de los años?

 

Taehyung pensaba que su aquello fuera cierto, ellos se bañarían juntos al igual que su hyung y él. Regresarían tomados de la mano al regresar de clases, justo como su hyung y él. Y dormirían en la misma cama cuando hay pijamadas, justo como hyung y él. Tae estaba convencido de que Hoseok y Eunhye no eran cercanos, o, que al menos, la cercanía de ellos no se comparaba con la que él mismo y Hoseok tenían.

 

De ser así, con catorce años, Taehyung ya estaba completamente convencido de que él tendría que ser emparejado con Hoseok y no Eunhye.

 

No calzaba en la mente del despistado Tae, no podía entender, era incomprensible. Alocado, impensable.

 

Él claramente era mejor para Seokkie, mejor que Eunhye o que cualquiera.

 

¿Por qué Hye era a la que les encantaría ver con Hobi de la mano? ¿Por qué el joven Taehyung estaba mal?

 

No había respuesta para aquello.

 

A sus diecisiete años, la madre de Taehyung fue citada por un profesor del instituto de su primogénito, profesor que se encargó -sin malas intenciones de hecho, solamente preocupado por el desarrollo social de su alumno- de presentarle la posibilidad a la madre del mozo sobre la gran probabilidad de que los problemas que tenía el jovencito para relacionarse con sus compañeros se debía a que su orientación sexual no era la acostumbrada y temía al rechazo de los que le rodeaban.

 

Aunque Tae ya había besado a unos cuantos chicos, por mera curiosidad hasta ese entonces, no se atrevió a confesar aquello al ver el rostro enfurecido de su madre, indignada sobre la insinuación de aquel maestro sobre que su hijo podría ser un anormal.

 

Un año más tarde, Taehyung sabía más que suficiente sobre la homosexualidad, y lo terrible que podía ser la gente con los homosexuales.

 

Hace menos de dos semanas pudo presenciar a su padre golpear a su primo Seokjin, el primo que amaba con todo su corazón, luego de que éste confesase que estaba saliendo con un hombre durante una junta familiar. Hubo mucho llanto, tanto de la madre de Jin, pidiéndole al padre de Taehyung que dejase de golpearlo, como de la madre de Taehyung, impotente por no detener la paliza que estaba recibiendo su único sobrino. Como su propio llanto, atemorizado por tener que confesar que él también gustaba de hombres, y que hasta ahora su primer amor se mantenía, siendo Hoseok el único.

 

Sin embargo, media hora más tarde, cuando Taehyung estaba ordenando el desastre, pudo escuchar a su madre refiriéndose a Seokjin con asco. Como si ser homosexual fuese sucio.

 

Por ello, dos semanas del acto, aceptó ir a beber con Hoseok.

 

No es algo que le diera mucha alegría confesar, pero tomó como nunca, se emborrachó de manera horrible, y acabó siendo cargado como un bebé por su hyung. Mientras avanzaban al piso de Hoseok, ya que su hyung era universitario y vivía solo, además de que el lugar de la fiesta no estaba demasiado lejos del hogar de su mayor, admitió que la borrachera se le había pasado bastante.

 

Así que se aprovechó de ello.

 

Como un koala se mantuvo abrazado a Hoseok, fingiendo estar dormido mientras su nariz estaba enterrada en la curvatura del cuello del amor de su vida.

 

No supo cuándo, pero su hyung logró maniobrar lo suficiente para entrar con él a su departamento, y, cansado, su mayor se dejó caer en el sillón antes de poder ir a la habitación. Las piernas de Taehyung quedaron a cada lado de Hoseok, como montándole, mientras que sus entrepiernas se presionaban. El menor suspiró por la sensación, y se animó a mover sus caderas. Nuevamente un suspiró se escapó de sus labios y notó lo tenso de su mejor amigo, con malicia, presionó hacia abajo, sintiendo su miembro cada vez más duro en su ropa interior hasta que escuchó un tembloroso "TaeTae" salir de los labios del contrario y unas palmaditas en su espalda. 

 

El menor fingió despertar, enderezando su espalda y juntando ambos torsos, abrazando a su amigo por el cuello cuando un suave gemido de su parte se hizo presente. Pretendió que nada sucedía y con un "¿Ya es de día, Hobi?", comenzó un lento vaivén de caderas, de atrás hacia adelante, cuando susurró "Hoseokkie~ estoy tan caliente~" y lo próximo que sintió fue su culo impactando con el piso y su nuca conociendo el vidrio de la mesa de centro.

 

Tae sollozó el silencio, por el dolor de los golpes, así mismo como por el dolor del rechazo de su hyung.

 

Taehyung ya tenía diecinueve años y era universitario, afortunado se sentía de ir a la misma universidad de artes a la que asistía Jimin, su mejor amigo.

 

Hoseok ahora no era más que un amigo normal, sólo salían de vez en cuando y últimamente el mayor se mudó nuevamente con sus padres por un problema que había con las cañerías en su edificio. Taehyung, que, por mala suerte, vivía todavía con sus homófobos progenitores porque aún no tenía suficiente dinero para marcharse, tenía que soportar a su hyung intentado acercársele nuevamente, yendo a su casa como si nada y buscando volver a hablar con él.

 

Cierta tarde-noche, que era la cuarta vez en la que Hoseok no iba a molestar a su casa, y la primera en que sus padres tampoco estaban, decidió divertirse un poco.

 

No era inocente, así que ansioso, buscó una toalla, grande, y luego de buscar un lindo consolador lila que tenía escondido junto a lubricador, entendió la toalla en el piso, se desnudó, tocando en primera instancia sus tetillas, siempre lento, bajando por su abdomen y evitando su pene. Lamió dos de sus dedos, y, arrodillado sobre la toalla, inclinó su cuerpo hacia adelante, apoyándose en su codo y dirigiendo sus dedos a su entrada. La rozó suave, delicadamente, pensando que Hoseok estaba detrás de él tocándole de aquella manera.

 

Metió ambos dedos de golpe, jadeó de satisfacción y se mordió el labio inferior, aguardó unos segundos antes de que sus dedos entrasen y saliesen de él con prisa, gimió con anticipación, movió irregularmente sus dedos, buscando su próstata pero no podía. Era imposible llegar a ella con sus dedos.

 

Golpeó su frente suavemente con el piso, frustrado, para luego ponerse de cuclillas. Quería más.

 

Agarró el juguete de plástico, acomodándolo en el piso con una mano y con su trasero buscó la punta del mismo. Cuando estuvo listo, se dejó caer sobre el objeto de forma fálica, gritó de placer mientras lágrimas caían por sus mejillas y comenzaba a dar brincos con desesperación. Una mano sujetaba la base del consolador a su vez que la restante le daba apoyo suficiente para mantener los erráticos movimientos.

 

Cada vez le era más difícil que sonidos que no fueran sollozos salieran de su garganta, su vista estaba nublada y su cabeza daba vueltas gracias a la intromisión en su culo y el calor de su abdomen. Y aún no se había tocado. Ansiaba correrse sin masturbarse. Mordió su labio inferior con fuerza, las lagrimillas caían hasta llegar a su cuello provocándole estremecimiento.

 

Soltó su labio de pronto, el aire le faltaba y sus piernas le dieron la impresión que querer dejar de funcionar cuando aquel pene de plástico tocó de manera esplendida el dulce punto que estaba enloqueciendo por rozar. Como por arte de magia se tratase, sus piernas recobraron fuerzas y siguió con lo suyo, cada vez más rápido, cada vez más impaciente, cada vez más desesperado, cada vez más cerca de su anhelado orgasmo.

 

Hasta que un alegre Hoseok entró de golpe a su habitación, sorprendiéndose luego por el espectáculo que Taehyung llevaba a cabo en su dormitorio.

 

El menor, lejos de importarle la presencia de su hyung, se limitó a sonreír de lado, mientras le miraba a los ojos. La mandíbula del mayor de los chicos parecía querer llegar al piso del asombro y sus ojos no creían lo descarado que era aquel diablillo con cara angelical que Taehyung era.

 

Hoseok observaba atento lo irregular del pecho de su dongsaeng al respirar, por lo que le fue inevitable seguir bajando la mirada hasta el abdomen del muchacho y finalmente al erecto miembro que se movía de un lado a otro, sin ser atendido. El mayor se cuestionó si aquello era normal, puesto que Taehyung no parecía tener la mínima intención de tocarse. Volvió a mirar al menor a los ojos, y tragó saliva ante la lamida de labios que este realizaba.

 

Tan erótico como no había esperado que fuera, Hoseok sintió caliente su entrepierna al ver que la cabeza del menor se echaba hacia atrás y gemía con fuerza, el veloz movimiento de caderas que tuvo el más joven hace menos de un segundo se detuvo, el de cabellos oscuros pudo presenciar los espasmos que eran dueños del cuerpo de su castaño amigo, y, en menos de diez segundos, presenció nuevamente cómo él subía las caderas y se dejaba caer con fuerza sobre el juguete, soltando otro fuerte grito y eyaculando con agresividad, manchando su vientre, pecho y toalla con la que protegía el piso.

 

Hubo un nuevo comienzo.

 

Taehyung, a sus veintitrés años, vivía en el departamento del que volvió a ser su mejor amigo, al menos, uno de sus dos mejores amigos.

 

Con la diferencia de que él y Jimin no follaban, pero con Hoseok sí.

 

Nadie lo sabía, por más cercanos que ellos fueran a otras personas, aquel hecho se mantenía entre ellos y no salía de ese departamento.

 

Y es que Hoseok, luego de haber visto al niño con el que creció de aquella manera, no esperaba que éste fuese parte de sus más sucios pensamientos. No hicieron falta palabras para que luego de que Taehyung acabase con su orgasmo, el mayor decidiese por primera vez querer follarse a un hombre, hombre que era su amigo más cercano.

 

No importaba cuándo ni en qué parte de aquel departamento, podía ser cuando Taehyung regresase de sus clases en la universidad, o cuando Hoseok llegase agotado luego de un día de trabajo. Cuando despertaban o cuando se disponían para ir a dormir.

 

Daba igual, la sensación de sus pieles en contacto era la más satisfactoria.

 

Incluso si Hoseok estuviese saliendo con Eunhye hace tres años y Taehyung se mantuviera noches enteras llorando en su habitación mientras Hoseok había decidido pasarla con su novia haciéndole a ella, lo mismo que a él suele hacerle.

 

Porque Taehyung, realmente, no entendía por qué Hoseok se avergonzaba de estar con él e insistía en mantener todo oculto.

Notas finales:

Gracias por haber leído <3


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