Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternal Love por VBokthersa

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola!, este es un cuento viejito que terminé por pedido de mis amigas (y algunas que ya hasta son ex-amigas). El personaje que está narrando es de género ambigüo, así que queda a discreción de quien lea el asignarle el género femenino o masculino.

Eternal Love

By V. Bokthersa

 

Estamos sentados los dos bajo este precioso árbol de fuego, al lado del río que nos vio crecer, como tantas veces lo estuvimos a lo largo de nuestra niñez y adolescencia. Por un segundo me parece que nada ha cambiado, que seguimos siendo aquellos dos niños soñadores con cinco centavos en el bolsillo y un costal rebosante de felicidad; o tal vez somos aquellos adolescentes que compartían furtivos besos en única compañía de la naturaleza.

 

Pero hemos cambiado.

 

Han pasado muchos años desde que éramos unos chiquillos y ahora somos todos unos adultos con responsabilidades, familias y una ajetreada vida. Ya no hay cinco centavos en la bolsa, sino cientos de dólares en las tarjetas, tampoco tenemos un costal de alegría, lo cambiamos por responsabilidades. Y los besos furtivos… yo los extraño, siempre esperé el momento para revivirlos, pero él…, bien, él se casó con ella.

 

—Ha pasado mucho tiempo desde que nos despedimos, ¿no? —digo en tono casual, él sólo asiente con la cabeza, volvemos al silencio.

 

—Ha pasado mucho, pero se siente como si no hubiese trascurrido ni un segundo, todo sigue como congelado en el tiempo —reflexiona, su rostro está melancólico.

 

—Para mí, todo quedó congelado bajo este árbol esperando tu regreso, incluso mi amor hacia ti —eso último no quería decirlo en voz alta, de hecho, sólo me di cuenta de que lo había dicho tras ver su rostro sorprendido.

 

—¿De verdad me amas aún? —en sus ojos hay ¿esperanza?

 

—¡Papi, papi! —se escucha una infantil vocecita que le llama, él siempre deseó hijos, yo nunca se los habría podido dar.

 

—¡Taty!, ¡mi amor! —dice y sus ojos brillan, tras la niña corre su madre.

 

—Perdón por interrumpir, pero la niña se escapó y… —deja la frase en el aire, parece un poco apenada.

 

—Descuida Karla, Taty nunca será inoportuna.

 

Se incorpora, mi corazón duele, duele mucho, por una parte, estoy feliz porque él es feliz, pero a la vez estoy muy triste porque nunca dejé de amarlo.

 

—Pero ustedes hace mucho que no se veían y son amigos desde siempre, seguramente tienen mucho de qué hablar a solas —toma a su hija y se la lleva de aquí, nuevamente estamos solos los dos.

 

—Parece que nuestro lugar secreto ya no es tan secreto, ¿no? —suelta una risa espontánea.

 

—Es natural que ellas sepan dónde estás… —hago una pausa mientras una ligera brisa juega con mi cabello largo, a él siempre le gustó así, por eso nunca me lo corté—. Son parte de tu vida.

 

—Es mi mayor tesoro —afirma sin pensarlo ni dudarlo. Yo guardo silencio por unos momentos, su comentario me dolió mucho.

 

—¿Recuerdas el día en que nos despedimos?, hicimos el amor en este lugar —digo con nostalgia, no es que trate de forzarlo a recordar lo que tuvimos, pero no puedo dejar de hablar de lo único que me queda: las memorias de lo que vivimos juntos.

 

—¿Cómo olvidarlo?, fue nuestra primera vez… —se hace un nuevo silencio.

 

—Y luego te fuiste, me dijiste que esperara tu regreso y así lo hice. Te esperé en la escuela, en la universidad y luego, después de graduarme, te seguí esperando —en mi voz no hay rencor, sólo señalo lo que he hecho y maldigo mi estúpida ingenuidad por creer en su palabra.

 

—Yo pensé en ti por mucho tiempo, cada nota y cada letra de cada una de mis canciones está dedicada a ti, pero luego llegó ella, se parecía mucho a ti, fui débil y tuvimos algo informal, pero quedó embarazada. ¡No podía abandonar a mi hija!, nos casamos y finalmente tuve la oportunidad de regresar a mi país natal, mas no lo hice porque no podría verte a la cara estando casado con ella. Comencé a crecer como músico, al tener los papeles en regla todo fue más fácil. Pero no tuve el valor de volver hasta ahora que mi mamá está enferma.

 

—Pudiste al menos escribir para decirme que te habías casado, o no prohibirle a tu familia que me lo dijera, para que yo no me siguiera haciendo ilusiones.

 

—Creí que si dejaba de escribirte tú dejarías de quererme.

 

—Las cosas no son tan fáciles; sabes que yo siempre me he tomado muy en serio tu palabra.

 

—Lo sé, pero el pasado no puede ser cambiado y sinceramente yo no me arrepiento de lo que he hecho —dice serenamente. ¿No se da cuenta de lo mucho que me lastima?

 

—Eres cruel, me privaste del amor y sólo dices «no puedo hacer nada y no me arrepiento de haberte arruinado la vida dándote falsas esperanzas estos últimos diez años»

 

—¡Yo nunca dije eso!, además dejé de escribirte hace dos años —se defiende, parece ofendido.

 

—¡Pues tu hija no parece tener un año!, y puede que no hayas dicho exactamente lo que yo dije, pero es eso lo que sientes, ¿no?

 

—No, entendiste mal, no me arrepiento porque no puedo, no tengo derecho a hacerlo, además no es que intente justificarme, pero si no hubiera hecho lo que hice, seguramente ahora no estaría aquí contigo, nadie obtiene los papeles tan rápido sin un matrimonio de por medio, ¿sabes?, y si no lo hubiera hecho, la mayoría de mis sueños no se habrían cumplido aún.

 

—¡Cállate! —Siento las lágrimas escurrir por mis mejillas—. Realmente soy feliz porque cumpliste todos tus sueños personales, pero la pequeña parte egoísta de mí se siente herida porque yo no formo parte de tus sueños, cuando tú estás en absolutamente todos los míos.

 

—¡Deja de reclamarme! —grita enojado—. ¡Tú no sabes todo lo que he pasado! ¡Lo difícil que ha sido convencerme a mí mismo de que no me arrepiento de nada de lo que he hecho para poder seguir con mi vida!

 

—Después de todo lo que has dicho no puedo creerte. Sólo respóndeme una pregunta y dejaré de molestarte, ¿está bien?

 

—Pregunta lo que quieras.

 

—¿Alguna vez realmente me amaste?

 

—Te amé desde que tuve conciencia y sigo amándote con cada átomo de mi ser.

 

Toma mi rostro entre sus manos y seca mis lágrimas con sus dedos. Yo me congelo. Su tacto es justo como lo recuerdo: tierno y cariñoso. Nos miramos fijamente por varios segundos. Parece que hemos retrocedido diez años al pasado, que no hay cientos de dólares en las cuentas bancarias, ni miles de responsabilidades sobre la espalda de cada uno, ya no tenemos veintiséis años, tenemos dieciséis nuevamente, él nunca se fue de mi lado, yo nunca sufrí por su ausencia. Así es como me siento en este momento, me dejo llevar por mis emociones, por esta sensación de que nada ha cambiado y lo beso.

 

Lo beso intensamente, justo como en los viejos tiempos. Me aferro a su espalda mientras nuestras lenguas se enredan y danzan entre nuestras bocas, nos separamos por un segundo para tomar aire y retomamos el contacto. Nuestros labios se añoran y nuestros cuerpos responden ante el deseo reprimido durante tanto tiempo. Casi sin darnos cuenta nos encontramos desnudos bajo este árbol que ha sido testigo de nuestra historia.

 

Nos amamos, nos complementamos; la sensación es exactamente tan maravillosa como la recuerdo.  Somos uno nuevamente, cómo hace diez años, antes de que él se fuera. Y cuando llegamos a la cúspide de nuestro amor, nos quedamos abrazados solo sintiéndonos el uno al otro, pero la magia del momento es interrumpida por el sonido de unos pasos que se acercan.

 

Con algo de temor giro mi rostro en dirección a la persona que se aproxima y en el momento que visualizo los tenis color rosa y los jeans deslavados deseo que me trague la tierra, por unos minutos olvidé que él es un hombre casado y me entregué a él pensando sólo en mis sentimientos, en mis deseos, ¡y ahora nos ha descubierto nada más y nada menos que la esposa del ser que más amo!

 

Él se incorpora en el acto y busca algunas prendas para cubrir su desnudez, yo hago lo mismo, él intenta justificarse. Por la turbación del momento no comprendo casi nada de lo que dice, pero sé que se justifica, he logrado escuchar un «Karla perdóname, no quise…».

 

Me cubro lo necesario y tomo mis demás ropas, este ha sido el momento más vergonzoso de mi vida, ella nos grita a ambos, nos maldice, está furiosa y no la culpo, yo también lo estaría si los viera juntos. Aunque yo no tendría derecho de hacerlo, ella es su esposa. Salgo corriendo lo más rápido que puedo, las lágrimas vuelven a bajar por mi rostro mientras me encamino hacia mi casa, sólo falta que repentinamente sea de noche y se desencadene una tormenta. Sigo sin creer lo que he hecho.

 

 

 

Llego a mi hogar, mi madre me recibe y me pregunta que ha pasado, quiere saber por qué lloro y porqué la mitad de mi ropa está en mis manos, ella piensa lo peor, la tranquilizo y le cuento lo que pasó sin entrar en detalles, ella comprende y me consuela, yo sólo sigo llorando en su regazo.

 

 

 

Han pasado apenas cuatro días y por todo el pueblo corren rumores de lo que sucedió junto al río. Los padres y las madres de mis alumnos no me quieren dar la cara cuando van a recoger a sus hijos, seguramente en sus conciencias pesa el pisotear mi nombre una y otra vez de chisme en chisme. Se dice que ellos van a divorciarse y que la causa es que ella lo encontró conmigo, me señalan «disimuladamente», me juzgan y me condenan.

 

La gente aquí es muy conservadora, no ven bien nada que esté fuera de lo que ellos consideran «normal», el divorcio es un pecado en este lugar y quien lo causa prácticamente es quemado en la hoguera… A mí me han llevado a las llamas varias veces en el pasado, pero esta es la primera vez que me juzgan por algo de lo que yo realmente podría declararme culpable.

 

Los últimos niños se despiden de mí y se van con sus padres hacia sus hogares, la escuela queda casi desierta, únicamente estamos la directora y yo. Me quedo pensando en el salón de clases, aquí me siento como en una fortaleza, lejos de las miradas acusadoras y de las personas que se creen perfectas. Siento unos pequeños golpes en la puerta del salón que me hacen regresar a la realidad y acto seguido veo a la directora aparecer por el umbral de la puerta.

 

—¿Vas a cerrar ya, Miriam? —pregunto, ella niega con la cabeza.

 

—Alguien insiste en hablar contigo y no pude hacer que se vaya.

 

—¿Quién es?

 

—Yo soy quien te busca —escucho su voz y mi corazón da un vuelco, él aparece en el quicio de la puerta, cierro los ojos, no me siento en condiciones de enfrentarlo aún.

 

—¿Qué quieres de mí?, ya me tienes en la boca de todo el pueblo, ¿se te ofrece algo más? —Miriam sale del salón sin despedirse, creo que es lo más sensato que ha hecho en su vida.

 

—Sabes que no fue mi intención y que tampoco te forcé a nada.

 

—Es cierto, me dejé llevar por los sentimientos del momento, pero yo tenía una reputación casi intachable aquí hasta que tú viniste a mover mi mundo nuevamente.

 

—¿Te gustaría dejar este maldito pueblo? —pregunta de la nada, si su objetivo era confundirme, lo ha hecho.

 

—¿Eh?, disculpa, pero no entendí tu pregunta ¿A dónde se supone que voy a ir?

 

—Quiero que me acompañes a Estados Unidos.

 

—Estas bromeando ¿Verdad? ¡Estás casado! ¿Piensas llevar a tu amante a vivir con tu familia?, ¿o me vas a poner casa para tenerme cuando se te dé la gana?, lo siento, pero aún tengo un poco de dignidad y no me voy a rebajar tanto.

 

No sé de dónde saqué el valor para decirle todas esas cosas, pero creo que podré mantenerme con esta máscara por algún tiempo, la verdad sólo deseo lanzarme a sus brazos e irme con él, pero sigo teniendo un poco de orgullo escondido en algún lugar de mí. Aunque sea la persona más patética del mundo, no me rebajaré a tanto.

 

—¡Jamás te propondría algo como eso!, los rumores que se dicen en el pueblo son ciertos, nosotros nos vamos a divorciar.

 

—Como tú mismo dijiste, ese «rumor» lo sabe todo el mundo, me sorprende que no hayan publicado ya la noticia en algún periódico amarillista. Mi respuesta sigue siendo no, aun cuando fui la persona más patética del mundo al esperarte por tanto tiempo, no estoy en disposición de ser tu «premio de consuelo». —¿Cómo diablos puedo seguir manteniéndome firme?, no lo sé, pero sólo quiero que se vaya ya, si él sigue aquí terminaré derrumbándome en sus brazos—. Así que, si eso era lo único que venias a decirme, por favor vete, realmente no quería causarte problemas y tampoco era mi intención destruir un matrimonio, así que te pido que te vayas y te olvides de todo lo que has dejado aquí.

 

—No me voy a ir, al menos no sin ti. Yo realmente te amo, nunca dejé de hacerlo. Te juro que me casé con ella sólo por nuestra hija y porque ella se parecía a ti, pero desde que nos volvimos a encontrar hace cuatro días, me di cuenta que te sigo amando tanto o más que el día en que me fui a buscar mi destino.

 

—Por favor vete, no quiero hablar más contigo, no me iré de aquí —me dirijo hacia la puerta y le invito a salir con un movimiento de mi mano.

 

Él se aproxima a la puerta, hace el amago de salir, pero en lugar de eso regresa y me besa sorpresivamente, no tengo fuerzas para resistirme y me dejo llevar por él nuevamente, nos besamos por largo rato, una de sus manos comienza a colarse debajo se mi ropa, eso me hace reaccionar y le empujo.

 

—¡No!, no está bien.

 

—¿El qué no está bien?, ¿El que nos sigamos amando después de diez años sin vernos?

 

—No está bien porque estás casado y además tienes una hija con ella, Taty se sentirá muy mal si sus padres se separan.

 

—Pero nosotros no nos amamos, tenemos un trato cordial y hasta cariñoso ante los demás, pero realmente yo no la amo y ella lo sabe, un matrimonio no puede estar sólo basado en los hijos.

 

—Piensa en ellas, dijiste que «ellas eran tu mayor tesoro», ¿acaso fue mentira?

 

—No, te equivocas, dije que «ella», mi hija, es mi mayor tesoro, pero no la perderé si me divorcio de su madre, ella planea compartir la custodia, no es como que la esté abandonando.

 

—Es igual, y si no te vas tú, me iré yo, por favor no me busques —tomo mis cosas y me voy del salón sin darle oportunidad de decir nada más.

 

 

 

Desde que hablamos por última vez han pasado dos meses, sesenta días en los que él no ha dejado de insistir para que nos vayamos juntos. Yo sigo sin aceptar, no es que no me quiera ir con él, ¡Dios sabe cuánto me cuesta no salir a la calle y besarlo cuando me trae serenata!, o cuando recibo flores a su nombre, o cuando… en fin, cuando recibo cualquier tipo de detalle de su parte, pero no podía dejarme llevar hasta que él fuera un hombre de verdad libre.

 

Su ahora exesposa y su hija se fueron el día que hablamos en la escuela, pero él se quedó, en parte porque su madre sigue un poco enferma (aunque ya más repuesta) y en parte porque está empeñado en que me quiere llevar lejos de aquí. Creo que si sigue así terminaré aceptando, tengo entendido que está legalmente divorciado desde hoy a las diez de la mañana. Finalmente ambos somos libres y al fin puedo aceptar su propuesta.

 

Hoy me ha llegado otro de sus regalos. Era un anillo de compromiso y una carta en la que decía repetidamente: «cásate conmigo, fuguémonos, cásate conmigo, fuguémonos, cásate conmigo, fuguémonos…», y al final, decía con letras considerablemente más pequeñas: «Te espero en nuestro lugar secreto hoy a las seis de la tarde para recibir la respuesta». Me siento muy feliz por lo mucho que parezco importarle ahora, y ahora que está legalmente divorciado me siento libre de aceptar su propuesta, después de todo tengo entendido que no se casó por la iglesia, así que ahora que esos trámites terminaron ambos somos total y completamente libres. Miro el reloj de la sala, son las cinco treinta, estoy sumamente impaciente por ir a nuestro encuentro, mi madre me ve dar vueltas por toda la casa, ella quiere que acepte, yo también quiero aceptar, creo que eso sería lo mejor, nos haría felices a todos.

 

—¡Ya siéntate, que me estás desesperando! —dice mi madre y me mira, divertida.

 

—Lo siento mami, pero no puedo, los nervios me están matando.

 

—Si así estás hoy, imagínate el día de tu boda…

 

—No lo quiero imaginar, me dan más nervios.

 

—Como tú quieras, ¿Por qué no vemos algo en la tele mientras se llega la hora?

 

—No, gracias, creo que me iré ya, le daré una vuelta al pueblo y después iré a la cita.

 

—Está bien, tarda todo lo que quieras —se incorpora y me persigna, luego me besa en la frente y saca algo de su bolsillo, lo pone en mi mano, es ¡¿un condón?!, me sonrojo completamente.

 

—¿P-para qué me das esto? —pregunto atropelladamente.

 

—No me digas que no sabes cómo o para qué se usa —la ironía está en su voz.

 

—¡Claro que lo sé!, pero no es normal que tu madre te de un condón, además…

 

—Calma —vuelve a besar mi frente, pasa algunos de mis cabellos detrás de mi oreja—, mejor vete ya a tu cita y luego me cuentas que sucedió, ¿sí?

 

—¡Ni sueñes que te voy a dar detalles! —tras esas palabras salgo de mi casa y cierro la puerta con un fuerte azote.

 

—¡No los necesitaré! —grita desde dentro.

 

Vagabundeo por el pueblo un rato, eso me sirve para calmar un poco mis nervios y que el color rojo que tiñe mi rostro desaparezca, pero cada vez que recuerdo lo que hay dentro de mi bolsillo los colores vuelven a subirse a mi cara. ¡No puedo creer que mi propia madre me haya dado «eso»!, veo el reloj de la torre del parque, faltan diez para las seis, justo el tiempo que necesito para llegar al punto de encuentro, me dirijo hacia allí.

 

Consulto mi reloj y me doy cuenta que ha pasado menos tiempo del que creí, me llevó sólo cinco minutos llegar a este lugar, cuando desde el parque, generalmente hago diez minutos. Seguramente es mi ansiedad. Creía haber llegado antes que él, ya que siempre fue algo impuntual, pero cuando aparto la rama de un árbol que me dificulta la visión, allí está él, sentado bajo nuestro árbol de fuego, me le aproximo por la espalda y le saludo como en los viejos tiempos, este lugar tiene la magia de hacerme retroceder en el tiempo.

 

—Hola —digo a la vez que le tapo los ojos y le beso en los labios.

 

—Creí que no vendrías —contesta a modo de saludo.

 

—Ambos somos libres ahora, ¿por qué no habría de venir?, aceptara o no tu propuesta ya estás divorciado, el mal está hecho.

 

—Nadie ha hecho mal a nadie, ella sabía que yo te amaba, simplemente ambos pensamos que podría olvidarte, pero después de volver a verte, yo supe que no podría dejarte ir nuevamente y ella lo comprendió.

 

—Pero tu hija…

 

—Ella estará bien, los niños se adaptan muy fácilmente a los cambios a su edad. —Ambos hacemos una pequeña pausa, estar aquí nos relaja mucho—. ¿Entonces, aceptas casarte conmigo? —pregunta un poco nervioso.

 

—¿No es obvia la respuesta? —digo en tono de broma.

 

—Quiero oírla de tus labios; ¿Aceptas o no?

 

—Sí, sí acepto, me quiero casar contigo.

 

—Eso es un alivio.

 

Me abalanzo sobre él y le beso. Como siempre, el contacto se hace mucho más profundo y creo que daremos uso a lo que me dio mi madre. Sólo espero que esta vez las cosas salgan como se debe y yo pueda tener un final de cuento de hadas con su «…y vivieron felices para siempre…»

Notas finales: ¿Y bien? ¿Qué les pareció?, espero sus comentarios ^^


 


¡Y no olviden pasar por mi fanpage: https://www.facebook.com/V.Bokthersa !

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).