Empezaba a sonar el despertador mientras el chico que se encuentra en la habitación ya tenía media hora despierto, estaba desconcertado. No sabía dónde se encontraba o que estaba haciendo en ese lugar ya que, al parecer, por más que intentaba recordar más allá de cuando despertó le resultaba imposible y más entender su situación. Una carpeta atrae su atención, tiene un enorme letrero que dice: «LEE ESTO TODAS LAS MAÑANAS».
«Llamativo», pensaba.
En él encontró varios documentos, unos parecían de un hospital, otros recortes de periódico y por último una carta por parte de su hermano. Los archivos que provenían del hospital explicaban acerca de unas radiografías tomadas, al parecer, de su propia cabeza. Se incluyen fotografías extraídas de periódicos, en ellas descubrió la noticia de que una familia sufrió un accidente de tránsito, su familia. Por último estaban las hojas escritas por su hermano, reconocía esa letra más que nada; contaba lo que supuestamente había pasado en cuatro años.
Estaba impresionado, algo aterrado y un poco triste. No creía lo que leía, era una absurda mentira. Lo único que recordaba era haber salido del trabajo para ir a su casa y prepararse ya que se celebraba el aniversario de sus padres. Y ahora, estaba despierto leyendo unos documentos donde le mencionaba que ya habían pasado más de cuatro años. Era mentira. No hizo otra cosa más que ver su móvil y fue ahí donde comprobó que era cierto. Volvió a revisar el móvil y encontró números nuevos, fotografías nuevas, muchas cosas nuevas de las cuales no tenía idea que había registrado. Que por cierto, el móvil también era nuevo.
Al estar revisando la carpeta encontró al final una nota escrita por él mismo donde decía: «no te preocupes que todo estará bien, continúa todo normal, ya has llorado todo lo que tenías que haber llorar, y por favor vive todos los días como si fueran el último».
«Extraño», pensó al terminar de leerlo.
Ahora tenía todo más claro y sabía que era cierto. Solo que no encontraba qué hacer. Sabía que se encontraba en otro departamento, o eso explicaba la carta de su hermano. ¿Seguiría trabajando donde antes trabajó? ¿Dónde se encontraba ahora? Quizá tenía trabajo, no podía estar viviendo en ese departamento sin tener un sueldo, ahora era averiguar dónde.
Se levantó de la cama para alistarse, una ducha rápida junto un cambio de ropa. Ahora se dirigía a su cocina mientras iba inspeccionando el departamento. Todo parecía de su estilo.
Justo cuando estaba por sentarse a desayunar empezó a sonar su móvil indicando que tenía que ir a trabajar.
«¡¿Pero qué demonios?!», empezaba a maldecir hacia sus adentros. Apenas sabía dónde estaba y que le había pasado como para saber dónde tenía que ir a trabajar. «¿Era justo lo que me tenía que pasar?», pensaba.
No lo creía cabal, pero lo que realmente pensaba era si de verdad así eran todos sus días o tenía jornadas más comunes en donde hacía todo a tiempo.
Solo comió un pan tostado y salió directo a la puerta de entrada, cuando iba a agarrar las llaves del departamento se encontró una nota a lado de las llaves que estaban encima de una pequeña mesa, la letra la conocía a la perfección. Era de Itachi.
«Buenos días hermano.
Espero que hayas visto la nota que colocaste en tu buró para recordar dónde se encuentra tu trabajo. Sino yo mismo te lo recuerdo, es en colibrí No. 754. Es una cafetería. Llega temprano, desayuna bien. Paso por ti cuando salga de trabajar.»
Bueno ahora con la dirección sabía dónde se encontraba, aparte de que sabía que vivía con su hermano. Era mucho más sencillo, solo un detalle, ¿por qué no vio la nota? Quizá lo olvidó, que irónico.
Antes de salir de casa checó si tiene lo necesario, llaves, cartera, móvil. «Sí, todo en orden», pensaba. Salió en dirección a la calle que venía en la nota, revisando en el GPS del móvil la dirección y es cuando descubrió que no estaba tan lejos de donde se encontraba su departamento. Cuando ya se encontraba algo lejos se dio cuenta que su departamento contaba con tres pisos, él vive en el segundo. Regresó su mirada a la calle para seguir con su camino, necesitaba estar concentrado ya que en el departamento que vive con Itachi es diferente al donde él vivía o Itachi vivía antes del accidente. Caminó y observó. Nada había cambiado. Aún no se ubica muy bien donde se encuentra pero siente reconocer ese lugar.
Sí, no estaba realmente tan lejos el lugar donde trabajaba. A unas 6 calles, máximo, solo le tomó quince minutos caminando; en la nota de su celular que le mostraba que tenía que ir a trabajar decía que su jornada empezaba a las 9:30, eran apenas las 9:25. Estaba a tiempo así que solo caminó y entró por la puerta de servicio (otra cosa que mencionaba la nota). Cuando se encuentra ya adentro revisa el lugar para después ver su móvil por si se encontraba una nota más acerca del trabajo, y así es, una pequeña descripción de quién es el dueño donde trabaja y cómo son sus compañeros.
Su jefe se llamaba Hiruzen Sarutobi. Es algo mayor pero siempre estaba al pendiente del negocio junto con su nieto Konohamaru.
Karin, una chica de complexión delgada, pelirroja con anteojos, tiene su edad. Es amable y la considera una amiga, aunque no lo diga en voz alta. Es la mesera de la parte principal y la terraza.
Suigetsu, un chico raro, escandaloso y algo irritante. Su cabello es blanco con las puntas azules, tiene dientes afilados y es un año menor que él. Él es mesero de la parte central. Se encargaba de todo el lugar cuando no había muchas personas.
Juugo, el más amable de los otros dos aunque posee un carácter horrible cuando se llega a enojar. Procura no hacerlo enojar, se menciona en la nota. Es el mayor de los cuatro (solo por dos años), tiene un cuerpo robusto, su cabello es de color anaranjado. Él se encarga de la cocina.
Su lugar es en la barra recibiendo los pedidos y mandarlos con Juugo para que los prepare.
Veía a sus compañeros prepararse, el lugar abría a las diez pero siempre lo arreglaban antes para que se viera lo más cómodo.
Necesitaba ponerse su uniforme así que fue a los vestidores que se encontraban por el mismo lugar donde está, a mano izquierda (vuelve a mencionar su nota). Se encontró a Suigetsu.
—Buenos días —dice con una sonrisa entre dientes.
—Buen día —contestó algo indiferente.
Fue todo lo que se dijeron porque el peliblanco se retiró a los pocos segundos de que él entró.
Ya estando en su lugar de trabajo observaba como todos empezaban a acomodar para abrir el pequeño, pero elegante, local. Suigetsu bajaba las sillas que se encontraban arriba de las mesas mientras Karin las limpiaba y adornaba con flores frescas; Juugo, por su parte preparaba su lugar de trabajo que era en limpiar las cosas que utilizaba en la cocina. Sasuke, estaba desconcertado, no sabía qué hacer, Karin se acercó y lo sacó de su transe.
—Sasuke, buen día —le dice con una bella sonrisa en los labios.
—Buen día —piensa un momento— Karin.
— ¿Confuso?
—En todo —maldice hacia sus adentros—, no sé qué debo hacer. Con esto de la me...
—Sí, lo sé. No te preocupes, yo te explico —se acerca más a donde se encontraba Sasuke—. Primero, tú casi siempre estarás en este lugar, solo pasas las notas que te daremos Suigetsu o yo. Segundo, te toca preparar algunas bebidas ya que Juugo solo se encarga de los postres y desayunos/comidas, así que tú haces o sirves desde agua hasta un café americano. Y tercero, se amable —suspiró mientras le pasaba una libreta—, los clientes no saben lo que tienes así que puede que lleguen hasta acá y te digan "lo mismo de siempre" así que aquí está una libreta donde tú anotaste una breve descripción de las personas y que es lo que piden regularmente. La primera hora te revuelves pero después encuentras tu ritmo.
«Amable», pensó—. Gra... —Lo interrumpió de nuevo.
—Sabes que no hay nada que agradecer, eres mi amigo, ¿recuerdas? Y para eso están los amigos, así que ahora apurate que pronto abriremos, y una advertencia —se mordió el labio inferior—, de 10:30 a 12:00 es el tiempo más pesado así que no te distraigas. Nos vemos.
Hizo un movimiento con su mano mientras Sasuke solo asentía con la cabeza.
Tenía razón Karin, 1) se acopló muy bien a su lugar de trabajo y 2) esas horas son un martirio. No acostumbraba a ver tantas personas y hablarles pero ahora sabía que tenía buen rato trabajando ahí, así que «creé» estar adaptado por el trato que recibe de las personas.
Entre más tarde era disminuían más las personas que visitaban la cafetería, quizá porque era la hora de comida y todos se encontraban en su casa para degustar de sus alimentos.
La música hacía que él mismo se relajara por ese «exceso» de trabajo; había pocas personas, en la parte de la terraza, unas mayores de edad disfrutaban un café helado acompañado de un cigarro, mientras que alguna que otra familia se encontraba comiendo dentro del restaurante.
Sasuke se encontraba en la barra esperando órdenes ya sea de Karin o Suigetsu con algún pedido. No veía seña de ninguno así que se dispuso a ver la nota por si encontraba alguno que otro detalle. Veía que decía la dirección de la cafetería, leyó más y encontró una parte donde decía a qué hora terminaba su jornada, sería muy pronto.
Eran las cuatro e Itachi ya estaba en el restaurante, aún faltaba para que Sasuke saliera de trabajar así que lo esperaba sentado en una mesa junto a la ventana. La tarde era agradable y junto con la música de fondo, es lenta que hace sentir como el calor de un hogar. Después de unos minutos ahora lo acompaña una taza de té con su postre favorito, dangos(*).
Por parte de Sasuke, se encontraba acomodando los pocos trastes sucios que le mandaron Suigetsu y Karin. Los chicos que se encargaban del turno de la tarde ya habían llegado y ahora estaban acomodando sus cosas personales en sus lockers o poniéndose su uniforme.
Cuando terminó fue directo a los vestidores junto a sus compañeros pero primero supervisan que los otros chicos ya hayan ocupado sus puestos de trabajo. Encontrando todo en orden se dispusieron a cambiarse, eso sí, le concedieron a Karin hacerlo primero ya que solo contaban con un solo vestidor. Al final de cambiarse Sasuke fue directo a la mesa donde se encontraba su hermano.
—Itachi —dijo mientras se sentaba en la silla que quedaba enfrente del mencionado.
—Confundido —afirma en vez de preguntar—. No te preocupes, siempre es lo mismo. Solo que esta vez estás más calmado —se ve una cara de confusión por parte de Sasuke y procede a continuar—, siempre estás más alterado que de costumbre pero hoy, hoy se te nota más relajado. Me alegra —muestra una pequeña sonrisa.
Está más que confundido, quiere saber más pero también le aterra ya que intuye que no sirve de nada porque mañana cuando despierte habrá olvidado todo, o bueno eso es lo que menciona la primera carta de su hermano cuando la leyó.
Itachi lo conoce perfectamente y ha visto más de una vez la expresión que está haciendo Sasuke, es entre confusión, dolor, angustia y desesperanza. Le duele verlo así y no poder hacer nada, ha investigado y siempre es el mismo resultado «aún no hay cura u operación para eso»; han pasado cuatro dolorosos años desde que ocurrió el accidente y tanto él como su familia se han lamentado hasta el punto de no poder salir de ese agujero que crearon.
—Itachi, Itachi —lo llama Sasuke haciendo que salga de sus pensamientos—. Nos podemos ir, quiero estar en casa.
—Claro, Sasuke.
Y así, como todos los días, termina todo para Sasuke. Sin ningún recuerdo que guardar ni gente que recordar, solo su pasado y ya; las personas que conoció antes del accidente quedaron en sus recuerdos mientras las personas que va «conociendo» día tras día se olvidará.