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Un violeta desolador cubría su panorama, ¿Era un recuerdo? Si, lo era, no era una pesadilla  eso que veía que se repetía una y otra vez era su infierno personal, otorgado por el propio Hades.De rodillas en medio del monte Yomotsu se encontraba el santo de Cáncer, gotas de sangre descendían como lluvia fingiendo pureza, el moreno llevaba entre sus brazos el cuerpo de un no nacido y esa misma sangre que caía del cielo purpura  bajaba como lagrimas por las mejillas del Italiano.

Y una voz tétrica repetía incesante:

 

 —Tú no lo dejaste nacer.

Y luego el italiano veía como las almas de aquel monte trataban de arrebatarle   a su pequeño y él nunca lo soltaba prefería ser llevado con él al inframundo. Un lugar que paradójicamente le brindaba paz, una calma que jamás logro sentir en el Santuario.

—Nikola, vamos despierta— Afrodita acarició levemente el hombro de su amigo. Verlo allí agobiado por sus sueños le hizo sentir una punzada en su corazón, desde que eran más jóvenes y aun en este tiempo ellos solo se tenían el uno al otro, su amistad incondicional fue lo único que no cambio dese la revuelta de Saga.

 

El Santo de Cáncer se despertó sobresaltado limpiando las lágrimas que aun bajaban por su rostro. Sintiéndose como un completo idiota por caer en un momento de debilidad, pero ante él no se mostraba cualquier persona, quien lo despertó fue el santo de Piscis y eso hacía que aquel momento fuera menos bochornoso. Afrodita miro a su amigo y aun sabiendo que a  Cáncer le desagradaba lo que estaba por hacer  se animó a cobijarlo con sus brazos:

 

—Ya pasó...- Abrazó a su amigo tratando de transmitir todo el cariño que tenía por él- ¿Te encuentras bien?

 

El joven trató de responder con un "Si" pero...su cuerpo y su mente no podían seguir con aquel teatro, solo se aferró con gran necesidad  con una fuerza agonízate  a la única luz que lo había acompañado siempre.

 

—Nikola... —Trató de llevar su mano a los cabellos azules y al acariciarlo pudo sentir como su camarada se relajaba, era curioso como aquella caricia podía influir tanto en el fiero santo de Cáncer— ¿Qué sucede?—Levanto el rostro de su amigo tratando de encontrar en sus irises azules la razón de su sufrimiento, de manera leve pudo ver un brillo, el brillo de la soledad, de no sentirse amado. Aunque algunos pudieran pensar que la frase << Los ojos son la ventana del alma>> no era más que  una romanización de lo mundano para Piscis no era así, él realmente podía apreciar aquellos detalles. Y Ahora que podía verlo comprendía porque su amigo lloraba.

Estaba sufriendo por la pérdida de su Alfa—Nikola… ¿Él murió? ¿Mordió a otro?

—Murió. 

Afrodita creía saber quién era el causante de la mordida pero no era oportuno seguir hablando de eso.

—No temas… ese dolor es pasajero y cuando hayas terminado de sanar encontrarás a alguien más, para sacarlo de quicio con tu particular personalidad—Menguar el dolor con un poco de jovialidad parecía un gran acierto, después de todo Cáncer prefería hacer mofa de cuanto le rodeaba para que nada pudiera afectarlo. 

—Lo sé,  Solo espero que cuando se desvanezca me arrastre con el—El aura lúgubre que rodeaba a Cáncer parecía más densa  de lo normal, la muerte que siempre había estado cerca de él no se satisfacía con rodearlo, ella enterraba sus uñas esperando arrancar su alma.

Ahora eran los ojos de un azul claro los que se mostraban abatidos- Death… dime, por favor dime porqué dices eso.

—Porque los—Se mordió la lengua, consciente de que la pérdida de su hijo era algo que deseaba mantener en secreto.

-¿Los? ¿Por qué dijiste los?

—Fue un error, no he dormido bien estos días, supongo que el cansancio me ha hecho una mala jugada—Afrodita no le creía, lo conocía demasiado como para caer en una mentira tan burda, su aroma se intensifico causando una gran molestia en el moreno a pesar de que Afrodita no gustaba de usar las habilidades que poseía como Alfa para intimidar a su amigo no encontró una mejor solución.

Pero Deathmask no estaba dispuesto a ceder en esa discusión— ¡No me veas de esa forma!—Se cubrió la nariz con una molestia que era notoria— ¡Y cálmate un poco! Sabes que no tolero aromas tan fuertes.  

Piscis sonrió resignado y se marchó. Deathmask podía ser muy terco, cuando se le metía algo en la cabeza era difícil hacer que cambiara de parecer. Aunque sus sonrisa se debía más a un esfuerzo por no enojarse que a una manifestación de soberbia como era usual en él.

Cáncer abrazó de nuevo  la almohada pensando en ellos... pensando en los que perdió. Cerró los ojos y recordó el día en que su mundo se vino cuesta abajo, cuando faltaba poco para la batalla de las doce casas:

                                                                                  *

En las duchas reservadas para el patriarca se encontraba el caballero de Géminis que escuchaba la información que le daba su amante.

 

—Dime Cáncer ¿El caballero de libra fue ejecutado?—Su cuerpo era acariciado por el agua tibia de la tina.

 

—Mi señor... yo no pude llevar a cabo su pedido—Se sentía agitado, sofocado por el vapor que hacía que su cabello se aplanara enmarcando su rostro.

 

Al escuchar eso el hombre de cabellos negros salió del agua—Eso quiere decir que me fallaste—Se acercó peligrosamente al menor—Sabes lo que opino de eso.

Deathmask lo veía con  miedo y admiración, amaba con locura la figura imponente de Arles —Lo se mi señor— retrocedió hasta que su espalda chocó con la de un pilar. Saga se acercó más y las palabras que  dijo sorprendieron a Deathmask quien esperaba un castigo por su misión fallida.

—Que interesante... —Se inclinó, levantó de manera lenta la camisa de su acompañante para momentos después apoyar su nariz en el vientre de este—Parece que estas en estado de gestación.

Sus ojos habían permanecido fijos en el otro hombre, sorprendido con la suavidad con la que lo estaba tratando— ¿Q_Que? — No creía oportuna una broma de ese calibre.

—Lo que oíste— Se levantó y le dio la espalda.

—Este es un problema que puede arreglarse mi señor— Dirigió su puño lleno de energía a su estómago pero se detuvo al sentir una fuerte bofetada.

-¡¿Qué crees que haces?! ¡No recuerdo haberte dado permiso para eso!—Reclamó molesto, sus irises rojos estaban encendidos.

Cáncer acariciaba su mejilla mirando con cierto recelo al hombre frente a él, como si fuera un cachorro al que han regañado.

—Mi amor... — El mayor se acercó al otro para abrazarlo, sabía que no era conveniente    que este se alejara de él — ¿No lo ves? Un semidiós se está formando dentro de ti— Se apartó y con su índice acaricio los labios del moreno, a sabiendas de que esa caricia era una de las que su omega más disfrutaba.

— ¿Semidiós?

—Sí, esta criatura será hijo del dios de la guerra y del caballero que puede entrar al monte Yomotsu. Las fibras más pequeñas de su ser estarán formadas por dos cosas que estarán unidas eternamente; la guerra — El hombre de cabellos largos se señaló— Y la muerte— Ahora acariciaba la mejilla que había golpeado. Tomó de las caderas a su amante y lo beso...

                                                                               *

— ¿En qué momento habrá dejado de existir?- Acariciaba su vientre dándose cuenta de el gran cambio que había  sufrido, en ese entonces la muerte de su bebé no le habría importado pero ahora que su carácter se transformó, que había vivido en carne propio la agonía  del averno   no podía evitar pensar en cómo sería su vida si no hubiera luchado ese día. Si hubiera obedecido a Arles y se hubiera mantenido alejado de la batalla.

 

Afrodita atravesó el quinto templo con desaliento encontrando a su guardián en la salida.

— ¿Estas bien? —Preguntó Aioria al ver al otro.

—Sí,  lo estoy.

—Pues no parece... ¿Paso algo con Aldebarán? Si discutieron yo podría.

Afrodita negó— No pasó nada y en dado caso dudo que un Beta pudiera hacer algo— El de piscis no gustaba de usar ese tipo de ofensas pero estaba realmente frustrado.

—Hm... Entiendo, que tengas linda tarde.

Aioria ingreso a su templo, Beta... cuanto odiaba ser uno era como estar en un limbo. Su cuerpo no era lo suficientemente fuerte como para resistir el nudo de un alfa  y sus dientes no se alargaban tanto para lograr una marca profunda en un omega—Pero tiene sus ventajas... — Si, al menos el no enloquecía por el aroma del celo y lo que más le gustaba era su instinto natural de protección aunque este   tenía sus desventajas, ya que él se veía obligado a proteger a cualquier omega, como en Asgard, que termino ayudando a Lyfia a pesar de que deseaba regresar al santuario.

Suspiró y comenzó a descender las escaleras decidido a ir con Alde. Pero al llegar al cuarto templo el cosmos abatido del canceriano logro llamar su atención.

—No...No puede ser— ¿Y si el problema no era con Aldebaran si no con Deathmask?

El aroma en los sentimientos dice mucho de su dueño, y el al ser Beta podía disfrutar más ese aroma, pero el del Italiano sin duda era el más extraño que había percibido. No porque desprendiera un aroma poco común,  era extraño porque por lo general la tristeza tenia aroma a tierra húmeda o rocío, pero la de Cáncer...

—Es como un campo de violetas…— Eso era totalmente nuevo para el león. Su mano ya se encontraba en la perilla del cuarto cuando notó algo—Vine hasta aquí... sin que alguien me lo pidiera y creo que comienzo a sentir su aroma con mayor intensidad...eso significa que—Entro a la recamara percatándose de que el otro estaba dormido, se acercó para poder sentarse en la cama, acaricio la mejilla del moreno y le dijo:

—Eres un Omega...me pregunto porque no lo note nunca.


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