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Amigos por Caballero de la Luna

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Notas del fanfic:

Bueno, este capítulo ya lo había publicado, pero no tuvo el recibimiento que yo esperaba, así que lo vuelvo a hacer con algunos cambios en la historia que creo que le sentarán bien y me simplificarán también el proceso de escritura.

Ya sé, ya sé. ¿Por qué leerían un fic mío? Bueno, denle una probadita.

Notas del capitulo:

Bueno, no tengo pensado en un protagonista, aunque Kevin (que definitivamente no lo iba a hacer) se robó mi corazón.

01 - Kevin

 

Éramos simples estudiantes del colegio St. Pierce.  Ya que la colegiatura para pertenecer a dicha institución es muy elevada, sólo había trece alumnos en mi grupo. Y a pesar de ser tan pocos, era imposible que nos lleváramos bien. Constantemente teníamos discusiones, muchas veces incluso llegaron a llamar a nuestros padres, pues los maestros ya no podían conciliar nuestras rencillas. La situación empeoró cuando uno de los padres, quien trabajaba como conductor del noticiario de la noche, amenazó con exponer a la directora como una inútil, ya que no hacía nada para ponernos en orden, dijo que incluso lograría que la destituyeran y cerraran la escuela entera.

Por tal motivo, la directora, junto con concejeros y psicólogos, idearon un plan que ayudaría a resolver nuestros problemas. Mandarnos por dos semanas a un rústico campamento donde no tendríamos supervisión adulta, pero tampoco acceso a internet, televisión, videojuegos ni alguna otra maravilla del mundo moderno. Forzándonos a convivir y apoyarnos entre todos para sobrevivir esos 14 días. Los padres de todos estuvieron de acuerdo y firmaron un convenio en el cual aceptaban todos los términos ideados por la institución.

El día finalmente llegó, nos citaron a las 8 de la mañana en el estacionamiento de la escuela. Yo llegué con mis padres, quienes estaban preocupados en extremo, pues en mis 16 años de vida, nunca había salido de vacaciones solo.

-Pablo. –Mi padre mencionó mi nombre entre un suspiro, como si estuviera a punto de partir a la guerra. –Sé que firmé el acuerdo, pero si no quieres ir, dilo ahora mismo y te cambio de escuela.

-No exageres, papá. –Le dije sonriendo. Mis ojos color castaño claro demostraban sinceridad total. Nunca he sido un chico problema, pero simplemente me era imposible tratar con algunos de mis compañeros. –Estaré bien. Además Angie y Bacho estarán conmigo, ya verás que regresaré vivo.

Dicho esto, me dio un fuerte abrazo y luego mi madre hizo lo mismo. Después subió mi equipaje al autobús en el que iríamos. Mientras nos despedíamos, pude ver que todos estaban con sus padres, todos, excepto uno. Kevin.

Kevin es el típico chico popular, en él habitaban todos y cada uno de los clichés existentes en el protagonista de cualquier película de adolescentes. Alto, piel blanca, musculoso, lo que le permitía usar ropa muy ceñida, hasta su uniforme escolar era una talla menos de la que debería ser. Cuando estábamos en clase de deportes, chicas de otros salones siempre se le quedaban viendo y cuando él notaba esto, aprovechaba para quitarse la camisa y exhibir su abdomen producto del gimnasio. Era un presumido, en realidad no lo soportaba. Pero verlo ahí parado, cargando su maleta, mirando el celular y mirando a todos lados como esperando a alguien, me hizo sentir algo de pena por él.  Finalmente llegó la persona a quien esperaba, su padre. Quien, dicho sea de paso, es el conductor del noticiero que inició con las amenazas a la escuela.

-¡Papá! –Dijo Kevin sonriendo y mirándolo con total admiración. –Temía que no fueras a llegar…

-No tengo mucho tiempo. –Respondió el hombre mientras revisaba su iWatch. -¿Necesitas dinero? ¿James empacó todas tus cosas?

-Sí, papá. El mayordomo ya se encargó de todo eso. –Los ánimos del chico bajaron.

-Ven aquí, hijo. –El hombre lo abrazó con brusquedad y le entregó algo en la mano. Era una tira de condones. –No quiero que hagas nada estúpido que pueda arruinar el prestigio de mi carrera. –Esto fue lo último que le dijo antes de tomar su celular para caminar a su auto donde un chofer le abrió la puerta.

No fue mi intención observar todo eso, creo que él se dio cuenta y sólo bajó la mirada para luego subir al autobús. En los asientos de en medio ya se encontraba su mejor amigo, Adrian, junto con su novia, Kimberly. Tuvo la intención de sentarse atrás de su amigo, pero Lea, la mejor amiga de la antes mencionada, se encontraba acostada sobre el asiento completo mientras leía el libro “Asylum”. Con la mirada, la chica le dijo que no le haría espacio, por lo que no le quedó de otra más que irse al asiento de adelante. Justo al lado de donde ya estaba sentado yo.

-Oye… -Le dije con un poco de pena. –Lo estoy reservando para Angie.

-Pues es tu día de suerte, Pablito. –Dijo mientras mascaba un chicle y aprovechaba a checar Facebook en su celular antes de llegar al lugar en el que no habría cobertura.

Cuando Angie subió, me hizo gestos pero acordó que mejor se sentaría con Bacho en el asiento frente al nuestro, justo el que está pegado a la puerta del autobús.

Poco a poco se empezó a llenar y cuando los trece estuvimos a bordo, el conductor arrancó. Nuestros padres se habían quedado hasta ese momento para despedirnos. Kevin ni siquiera se molestó en ver por la ventana, sabía que el suyo no estaba ahí.

No era la primera vez que Kevin se sentía así, hace un año exactamente durante el festival deportivo de la escuela, fue el único a quien su padre no fue a ver. Pero él le había prometido que iría, y él lo estuvo esperando incluso hasta después de que todos se fueron. Finalmente, eran las 8 de la noche, y el chico estaba solo, sentado en una banca de algún parque, sintiéndose el chico más miserable del mundo, desde la muerte de su madre, su papá se había enfocado totalmente en su carrera como periodista y rara vez pasaba más de 10 minutos en su casa, no se diga tener una conversación real con él. Algo interrumpió sus pensamientos, de repente, alguien se sentó a su lado, esa persona se volvería la más importante para Kevin a partir de ese momento.

Volviendo a nuestro autobús, los lugares quedaron asignados de la siguiente manera y orden. Del lado de la puerta del autobús íbamos primero Angie y Bacho, luego Kevin conmigo, detrás de nosotros Kimberly y su novio, y luego Lea. Justo detrás del conductor iba Patrick, el autoritario jefe de grupo, no dejaba de recordarle al conductor la importancia de no rebasar el límite de velocidad. Detrás de él, estaba sentado su némesis, Josh, quien era conocido por ser el “payaso del grupo”, mismo que iba haciendo reír a Artemisa, una chica divertida pero nada lista, era la única del salón que se llevaba bien con todos. Detrás de ellas, iban Renata y Cora, ellas no eran malas tampoco, pero siempre estaban juntas y no les interesaba socializar con nadie más. Y al final, Mario, el chico nuevo, apenas había ingresado este semestre, no se llevaba con nadie, usualmente tenía problemas con Patrick, pues no le gustaba realizar las actividades del salón, pero había algo en él que me intrigaba.

-¿Eres virgen? –Me preguntó Kevin de forma inesperada, por lo que yo dibujé una expresión de molestia en mi rostro. –Se supone que en este viaje debemos conocernos más y eso. Así que… -Hizo un bomba de chicle y al explotarla volvió a preguntar… -¿Eres virgen?

-No me siento cómodo hablando de eso. –Dije intentando ocultar mi enrojecida cara.

-Eso es un sí. –Comentó mientras se acomodaba mejor en el asiento para verme. -¿Y eso por qué? ¿Te da vergüenza el tamaño de tu pene? Ya sé, no hay ninguna chica interesada. Deberías probar con un hombre, te sería más fácil. –Pero antes de que siquiera pensara en una respuesta, mi amiga intervino.

-¿Verdad que sí? –Angie se paró en su asiento y volteó a vernos. –Yo siempre he dicho que Pablo sería el seme perfecto. –Mi amiga es una chica animada, amante del anime, delgada y con la piel muy blanca, usaba enormes lentes sin aumento, y pulseras de colores llamativas, siempre está peinada con un cola de caballo.

-¿De verdad? Yo creo que sería un uke perfecto. –Mi amiga y yo nos quedamos sorprendidos, no esperábamos que él supiera de anime. Así que lo cuestionamos. –No es nada raro, mi papá es reportero, estoy en contacto con toda clase de información, mi cerebro es una enorme base de datos. Y mi cuerpo es la hermosa bóveda que la resguarda. ¿Quieres sentir? –Kevin llevó mi mano hacía su duro abdomen, el cual pude sentir por encima de su delgada camisa.

-¿Qué haces? ¡A mí no me gusta nada de eso! –Grité, llamando la atención de todos. Entonces mi amiga dijo, “Tienes razón, es un uke”.

Poco a poco la conversación se fue muriendo y él comenzó a charlar con Adrian, aunque debo confesar que no fue del todo molesto conversar con él.

Luego de tres horas de viaje, y de habernos internado en carretera hasta lo profundo del bosque, llegamos a una especie de campamento, había unas cuantas cabañas de madera que se perdían entre enormes árboles. Tan pronto terminamos de bajar nuestras cosas, el chofer del autobús arrancó y dio marcha atrás. Lo cual fue muy extraño.

-Bien, compañeros. Debemos organizarnos. –Patrick de inmediato tomó la voz de mando, colocándose sobre una roca que le daba altura. –Lo primero que haremos será ir a la despensa a organizar todas nuestras provisiones, luego nos repartiremos los cuartos y daremos inicio a nuestras tareas. No deben olvidar que esta es una prueba académica y que los profesores evaluaran nuestro éxito.

Hicimos eso, no porque él nos ordenara, sino porque era lo lógico a hacer. Entramos a una de las cabañas, la que pensamos que sería la cocina, todo estaba lleno de telarañas, como si no se hubiera usado en años. Renata empezó a estornudar debido a la enorme cantidad de polvo que había. Renata era una chica pequeña, cabello rubio, pero tenía el defecto de ser muy perezosa, no se peinaba, ni se molestaba en traer su ropa planchada, siempre traía un gorro sobre su cabeza.

A cada quien le había tocado llevar cosas diferentes, comida enlatada, agua embotellada, golosinas, artículos de limpieza, etc. Cuando terminamos de reunir todo, nos dispusimos a checar los dormitorios. Decidimos que los chicos dormiríamos a parte de las chicas, aunque no faltó el comentario que sería mejor que cada quien durmiera donde quisiera.

Las chicas se dirigieron a su cabaña, era como un gran cuarto grande con cinco literas, había tres roperos, un gran espejo, y un baño con diferentes cubículos para duchas. Ordenadamente decidieron que sortearían las camas en las que les tocaría dormir. Sin embargo, a nosotros nos fue un tanto difícil hacerlo. Patrick se sentía con el derecho a decidir todo, Adrian no estaba de acuerdo en nada de lo que este proponía, en fin, todos discutíamos, hasta que Mario, sin tomar en cuenta la opinión de nadie, dejó caer su maleta al suelo, causando un gran estruendo, y se subió a la cama de arriba de una de las literas. Josh se acomodó en la de debajo de Mario. Bacho y yo elegimos otra, Kevin y Adrian en otra, y Patrick quedó con una para el solo.

-Ahora debemos regresar a la despensa para organizar nuestras actividades. –Ordenó Patrick cuando notó que habíamos terminado de desempacar.

-¡Vamos, amigo! ¡Estamos de vacaciones! –Dijo Kevin mientras se quitaba la ropa hasta quedar sólo en bóxer ante nosotros. -¡Vamos a nadar un rato! ¡Vi que había un lago cerca!

-¡Sí! ¡Súper Shore! –Secundó Josh, pero no pudo bajarse el pantalón porque Bacho le dio un golpe en la cabeza.

-¿Se puede saber por qué te desnudas? –Preguntó mi amigo, un tanto molesto. –A mí se me hace que nos quieres ver el pene a todos. Todos hemos escuchado rumores sobre tus gustos, pero Adrian puede confirmarlo, ¿o no?

-¡Maldito, pobretón! –Adrian tomó del cuello a Bacho y se preparó para darle un golpe en la cara, pero entre Patrick y yo los separamos. Adrian salió furioso del lugar, Kevin se vistió de nuevo y salió detrás de su amigo.

Yo me quedé para regañar a Bacho por lo que había hecho. Apenas estábamos llegando y ya estaba causando problemas. Y el pobre de Kevin no lo había hecho con mala intención, sólo quería animar las cosas.

-¿Unas horas sentado con él y ya es tu mejor amigo? –Bacho estaba que se lo llevaba el demonio, jamás lo había visto tan molesto. –No pienso dormir cerca de un montón de maricas.

-¿Eso es lo que te molesta? –Pregunté indignado. –Mira, vinimos aquí a resolver nuestras diferencias, si no te interesaba, mejor no hubieses venido. Kevin tampoco es de mi agrado, pero voy a hacer todo lo posible por llevarme bien con él y con todos los demás. Y ahora todos, hay que ir con las chicas a repartirnos las actividades. ¡Ya! –Patrick y Josh se quedaron callados y obedecieron de inmediato, los siguió Mario quien al pasar frente a mí, estoy seguro que me sonrió. Salí con ellos, dejando a mi amigo solo. Mientras caminaba, intentaba entender mi comportamiento, jamás había actuado de ese modo.

Nos reunimos todos de nuevo en lo que era el comedor, que nos eran más que un montón de mesas de madera llenas de polvo, tenía el aspecto de ser una antigua base militar. Nadie decía nada, no llevábamos ni una hora ahí y ya estábamos aburridos del lugar y de la compañía de los demás. La cosa llegó al extremo cuando Angie y Cora se peleaban por él único toma corriente para cargar su celular.

Kimberly estaba intranquila. Ella es, según todos los estudiantes del colegio St. Pierce, la Emma Watson de nuestra escuela. No sólo eso, sus notas eran bastante buenas, aunque no superaban a las de su novio, Adrian. La única vez que conversamos, fue cuando me pidió ayuda para una tarea de inglés que no entendía bien, ni siquiera recuerdo que me haya dado las gracias. Estaba intranquila, se notaba pues no dejaba de ver por la ventana, y jugaba entre sus dedos con su largo y lacio cabello castaño. Seguramente se preguntaba qué estaba haciendo su novio con Kevin que los tenía tan entretenidos.

Avanzó hacia la puerta decidida a ir a buscarles, no sé ni porqué me entrometí y le dije:

-Creo que estaba algo molesto, iré a ver si ya se calmó.

-Como quieras. – Me contestó y aparentó una obvia falsa indiferencia.

¿En qué problemas me ando metiendo? ¿A mí que me importa lo que pase con esos tres? Salí de la cabaña y me interné un poco en el bosque. Oí voces cerca y me aproximé, seguramente eran ellos. Además, no sé qué decirle a Adrian. El sujeto es bastante intimidante. Es el chico que lleva el mejor promedio del salón, es alto, rubio y de ojos azules. Hitler lloraría de emoción al verlo. A diferencia de Kevin, es bastante serio, siempre anda bien vestido y habla de manera muy refinada, no tiene ni un solo cabello despeinado. Así de perfecto es.

-¿Hasta cuándo vas a dejar de llorar? –Se oía la voz de Adrian muy molesto. Me acerqué y él estaba de pie junto a un cabizbajo Kevin que estaba sentado sobre un tronco caído. -¿Quieres que todo el mundo se entere de lo que eres? ¿No te das cuenta que arruinarías toda tu vida? –Kevin no respondía, sólo sollozaba. –Tu padre sale en la tele, el mío es político. Entiendo que sólo nos divertíamos. Se haría un escándalo si la gente se entera de… -Sin querer pisé una hoja seca y Adrian notó mi presencia.

-Ki…Kimberly me mandó a buscarte… -Tartamudeé nervioso.

-Por eso no soporto a nuestro grupo, todos son unos entrometidos. –Adrian, más molesto todavía, avanzó rumbo a la cabaña, no sin antes golpearme con su cuerpo cuando pasó al lado mío, dejando a Kevin solo, quien intentaba disimular sus lágrimas.

-¿No vas a hacer la pregunta? –Dijo Kevin con una falsa sonrisa mientras me veía desde lo bajo. –Sé que te mueres por hacerla.

-Pues… ¿Estás bien? –Pregunté temeroso, a lo que mi compañero sólo soltó una carcajada, imagino no esperaba que eso fuera lo que me preocupara. –Lo que pase entre tú y Adrian o entre él y Kimberly no es problema mío. Pero no pareces un mal tipo, así que… ¡Ánimo!

-Tú tampoco eres un mal chico, Pablito.

Se puso de pie y sacudió su trasero con ambas manos, intentó caminar pero pisó algo que lo hizo resbalar y caer. Me acerqué para auxiliarlo, ofreciéndole mi mano. Miramos hacia el suelo y descubrimos que lo que había pisado era el casquillo de una bala.

Regresamos con los demás y les enseñamos lo que habíamos encontrado, entre discusiones llegamos a la conclusión de que seguramente usaban esa cabaña como un lugar de cacería, una actividad legal de la que no debíamos preocuparnos. Aunque pude notar que Artemisa se quedó muy pensativa al verlo. Me sorprendió verla tan seria, aunque sólo fuera por un momento. Ella es de las chicas que siempre tienen una sonrisa en su rostro. Artemisa es de estatura mediana, morena y de cabello chino, a pesar de que se le esponjaba con el clima húmedo, le gustaba traerlo suelto.

Nos distribuimos para preparar la cena, ya que ya iban a dar las 6 de la tarde. Unos cocinarían, otros limpiarían las mesas, otros servirían y los restantes lavarían los platos. Se notó de inmediato que ninguno estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas. Josh no sabía cómo agarrar una escoba, Renata tiró todos los platos al suelo antes de lograr ponerlos sobre la mesa, acto que Cora celebraba diciendo lo encantadoramente torpe que era.

Lea y Kimberly intentaron encender la estufa pero parecía no funcionar, Mario fue el que dijo que debía estar cerrado el tanque de gas. Pensamos que abrirlo sería un trabajo para los dos tipos más fuertes, así que Kevin y Adrian salieron a abrirlo. Ya estaba más oscuro, así que usaron las lámparas de sus celulares para seguir una tubería que salía directo de la cocina, misma que los llevó a un tanque de gas fijo. Revisaron y efectivamente estaba cerrado, Adrian intentó girar la manija para abrirlo, pero le fue imposible ya que estaba muy dura. Su amigo encontró una llave botada ahí cerca, pensaron que eso era lo que usaban para abrirla. La ajustaron a la manija y entre los dos intentaron moverla con todas sus fuerzas, tardaron un poco, pero en cuanto lograron moverla, la fuerza fue tanta que ambos terminaron sobre el suelo. Adrian encima de Kevin. Se vieron directo a los ojos y se sonrieron.

Kevin volvió a recordar esa tarde en el parque, la persona que se sentó a su lado había sido su amigo Adrian, quien preocupado por él, lo había estado buscando.  Algo en el interior de Kevin se encendió y reconoció ese mismo sentimiento en los ojos de la persona quien tenía enfrente. Era la misma mirada que lo observaba en ese momento.

-Lamento, haberte hecho llorar hace rato. –Adrian acarició el rostro de su amigo.

-No importa. Fue porque Gervasio te sacó de tus casillas, y todo lo que dijiste es verdad, no podemos… -Antes de que Kevin pudiese continuar, los labios de su amigo estaban sobre los suyos, unidos en un tierno beso.

Pero la felicidad nunca dura. Apareció justo ahí Kimberly, quien molesta le reclamó y le cuestionó lo que estaba haciendo. Pero en realidad era bastante obvio. Adrian se levantó para acercarse a ella y explicarle, pero en cuanto tomó el brazo de Kimberly, esta enloqueció y se echó a correr, internándose en lo profundo del bosque. Su novio la siguió, las ramas de los árboles rasguñaban sus brazos al pasar.

El camino era oscuro, y en un momento en el que la chica volteó a ver si Adrian la alcanzaba, tropieza y se tuerce el tobillo. No pudo ni siquiera gritar, pues algo la distrajo, un sonido que recordaría por el resto de su vida.

Nosotros estábamos esperando a que nos avisaran si habían abierto el tanque de gas cuando Kevin entra agitado al comedor. Decía que Kimberly y Adrian habían entrado al bosque. Nos disponíamos a salir a buscarlos cuando lo escuchamos también.

Tres disparos.

Nunca habíamos escuchado el sonido de un arma, pero era inconfundible. La sangre se nos congeló y nos quedamos viendo con la misma pregunta en nuestra mente. ¿Qué va a pasar ahora?

 

Continuará.

Notas finales:

Pues ahí estuvo el primer capítulo, le agregué escenas extra y le eliminé una que creo que me ocasionará problemas, siempre me he caracterizado por escribir historias simples, y quiero seguir bajo esa línea y darle prioridad al desarrollo de personajes. Por eso la mini-escena flashback del pasado de Kevin, para darle un poco más de contexto.

Kevin originalmente iba a morir en el primer capítulo, pero me pareció súper tierno y se ganó mi corazón, aunque los que han leído otros fics míos, saben que nadie está exento de morir.

Bueno, gracias a quienes lean este fic, últimamente me llegaron reviews y me metieron la idea de volver a escribir, aunque han pasado 84 años, debo estar muy oxidado. Espero escuchar su opinión, es lo que motiva a los escritores en su labor.

Imagino ahora hay muchos autores nuevos y gente que no me conoce y yo seguramente no conozco a nadie, pero espero que nos llevemos bien. Gracias.


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