El viento se levantó moviendo las hojas de los árboles y las estrellas fueron cubiertas por una capa de nubes. Dean le había dicho que existía una gran probabilidad de lluvias y tormentas para las próximas horas. Desde el balcón, Cas podía ver y sentir los cambios que se avecinaban. El cambio gradual de una estación a otra. Estiró sus brazos y ahogó un bostezo. Por más que quisiera no podía mantenerse despierto por más tiempo. Era imposible seguirle el ritmo a su esposo por las noches. Detrás de él, a pocos pasos, Dean se encontraba acostado en la cama leyendo una novela que lo había atrapado hace unos días atrás, y Cas no era capaz de persuadirlo para que se durmiera más temprano. Él sabía que Dean tenía un mal hábito de sueño antes de conocerse, el hombre dormía cuatro horas o menos.
"Lo justo y necesario", le comentó en una de sus primeras citas. Cas se sorprendió y hasta se preocupó. Dean parecía ser un insomne incurable, claro que una vez avanzada su relación y su convivencia todo fue distinto. Su hora de sueño se prolongó pero si era despertado de manera abrupta, Dean se volvía como un oso gruñón. Para ser sincero, Cas no se quejaba porque a él le sucedía lo mismo por las mañanas.
Así que su única opción era acurrucarse a su lado y disfrutar de estar juntos en un tranquilo silencio. Porque de cierta manera, Cas le gustaba este Dean concentrado y sumergido en la historia, devorando cada página con mucho entusiasmo. Se metió en la cama y se acomodo debajo de las sábanas, apoyó su cabeza en el hombro de Dean y observó como su esposo marcaba con un lápiz, oraciones, párrafos o palabras.
"Bien, no te rías ¿de acuerdo? Sólo marco lo que me gusta... ya sabes... lo que es importante, Cas", respondió sonrojado a su intriga.
Si, definitivamente amaba esta faceta de Dean.
Un minuto... cinco... diez minutos después sus párpados empezaron a pesarle. Sus ojos se cerraron y Cas cayó en un sueño profundo. Una hora más tarde, Dean señaló la última página leída y dejó el libro en la mesita de noche, movió su cuerpo entumecido cuando se percató del peso en su hombro derecho, miró a Cas y se sintió culpable. Él se inclinó para besar su frente y susurró un lo siento en el camino. Enseguida una sonrisa bailó en sus labios al ver como Cas tenía las piernas enredadas en las sábanas, acaparando la mayoría de la cama. Dean amoldó su postura tratando de no incomodar a su esposo; lo estrechó en un cálido abrazo, acunando la cabeza de Cas sobre su pecho. Se mantuvo disfrutando de su calor hasta que el cansancio se apoderó de él y fue vencido por el sueño. Dean suspiró y se dejó llevar, escuchando de fondo la cercanía del otoño.