- ¿lo dejamos salir? –
Fueron sus últimas palabras, antes de que sus labios se posaran sobre los míos.
En esos momentos no importaba nada, solo me importaba él. No podía comprender como se habían desencadenado todas las circunstancias para que llegara este momento, es más, no lo vi venir, a pesar de que, muy en el fondo, anhelaba que un día sucediera.
A él tal vez lo impulsó el alcohol que habíamos bebido unas horas antes, a mí, me impuso el deseo de amar y sentirme amado.
En esos momentos, me sentí la persona mas afortunada; nos continuamos besando, nuestros labios se fundían en un beso apasionado, nuestras manos ávidas recorrían nuestros cuerpos, como fiel testimonio del deseo que hasta ahora había sido reprimido.
Toda la realidad se desdibujo en ese preciso instante, un mar de emociones me invadía, la dicha desbordaba en mí.
- ¿quieres ir a un lugar más privado? –
La pregunta me parecía que era innecesaria, claro que lo deseaba, entonces él encendió su auto, circulamos durante poco tiempo, se detuvo en un paraje despoblado que quedaba al pie de la carretera, al parecer sus ansias y las mías no nos permitieron llegar a un lugar más lejano y privado, ambos deseábamos seguir amándonos.
Continuamos con nuestra apasionada entrega, todo para mí era irreal; era como encontrar un gran tesoro despues de estarlo buscando durante años, pero por el momento ya no me importaba el tiempo que había esperado, ahora se estaban convirtiendo en realidad mis sueños.
Me recostó gentilmente en el asiento del auto, y me entregué a él, sus manos tocaron todo mi cuerpo, despues recorrió cada centímetro de mi piel con sus labios, él no cesaba de decirme lo mucho que me quería, lo mucho que había deseado que esto sucediera; la entrega fue total, nos hicimos uno en cuerpo y en alma.
Sin embargo, el habernos inmerso tan profundamente en el momento que vivíamos, nos hizo olvidar el lugar en donde nos entrabamos; las molestas luces de una patrulla pronto nos interrumpieron, el golpeteo en el cristal del auto nos alarmó, era claro: habíamos sido descubiertos.
Pronto los oficiales de policía nos reprendieron, incluso tuvimos que sobornarlos para que no fuéramos detenidos, despues de que la policía se marchó, él y yo subimos nuevamente al auto, es entonces que el peso inmisericorde de la realidad me aplasto.
Unas simples palabras
- Esto fue un error –
-
Tan solo unas palabras
- Solo quería intentarlo, quise intentarlo contigo porque sé que me quieres, pero, la verdad no fui feliz –
Y despues, la sentencia final
- Hay que olvidar que esto pasó ¿de acuerdo?
Tristemente, mi corazón había sido destrozado una vez más, el vacío que sentía en mi alma era inmenso, no sabía que decir.
Despues de eso, él me llevo hasta mi casa, nuevamente me dijo que había sido un tonto y que todo fue un error, que era necesario olvidarlo y seguir con nuestra amistad. Muy a mi pesar, tenía que aceptar mi realidad, haciendo uso de todas mis fuerzas, apenas logre despedirme con un simple “nos vemos el lunes”, baje del auto y entre en mi casa, luego escuché como se marchaba y no pude soportarlo más; comencé a llorar amargamente.
Llegaron mensajes a mi celular, nuevamente solicitando que no dijera nada. Debí saberlo, tuve que haberlo sospechado, sin embargo, decidí mejor creer en la fantasía, y eso, ahora me tenía inconsolable; me reprochaba el porque había cedido, pero me consolaba diciendo: “es lógico, si ante tus ojos se te muestra una oportunidad para cumplir el mayor anhelo de tu vida, obviamente cualquiera aprovecharía esa oportunidad”, sin embargo, esto no era suficiente para aliviar la melancolía que sentía en mi corazón, ¿es que acaso me merecía esto? ¿tan poco valían mis sentimientos para él?
Llegó el lunes, pude sentir que él, a pesar de que me había prometido que nuestra amistad prevalecería, me trataba de forma diferente, me esquivaba las miradas, omitía saludarme, es más, juraría que me evitaba a toda costa, lo cual, en si mismo era difícil, al trabajar los dos en el mismo edificio.
Los días pasaron, se acabó una semana, pasó otra semana y otra más, mis sentimientos por él no cambiaron, pero el sufrimiento que sentía cada vez era mas grande, se hacia día con día insoportable, ¿acaso no era mejor terminar con nuestra supuesta amistad? Era una locura pretender que nada había pasado.
Despues de un tiempo llegue a esta conclusión: la paciencia es la mejor de las virtudes, tal vez, algún día, encontraré a una persona que me ame con locura, mientras tanto, tendré que esperar a que esa persona me encuentre o que yo la encuentre a ella. Tal vez ya la haya conocido y ni si quiera me he dado cuenta. Amor mío, ¿Dónde estás? ¿eres aquel que me rompió el corazón? ¿acaso quieres que te reconozca con las palabras estas sencillas palabras que me dijiste?
- Estoy confundido, te pido que me esperes –
¿esa es la pista que me diste? ¿acaso debería de esperarte nuevamente?