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Detallazo por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

PWP ManigoldoXHakurei. El inicio de una era en los flipes de mi hermana y yo. 

"Si no puedes tener a uno, toma al otro" - Manigoldo.

Notas del capitulo:

Link a la portada del fanfic:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1645298388840571&set=a.124988280871597.10681.100000812767617&type=3&theater

Que era hermoso, poderoso, magnifico y perfecto ya lo sabia. Lo habia sabido desde que lo conocio, una visión en medio de su sucio pueblo destruido, el único capaz de verlos, además de el. Preocupandose por el, haciéndolo sentir incomodo. Que ese niño que habia sepultado dentro de el reviviría y volveria a llorar. Por eso lo habia atacado, mas que por la ambicion del oro de su anchísimo collar.

Lo que no sabia, hasta hacia unos momentos, era que tenia un gemelo. Alguien igual a el, pero completamente diferente. Alguien para con quien tener esos deseos y sentimientos no lo haría sentir incomodo. Incorrecto. Alguien a quien podía desear, amar y tener limpiamente.

Y todo con solo dejar fuera de combate al imbécil que tenia que darle la bienvenida.

 

***

Transportarse de verdad y no solo astralmente era dificilísimo. Tedioso. Y eso que el niño pelilila lo habia teletransportado, con todo su equipaje, al pueblito cercano al santuario, lugar mas cercano a el al que podían teletransportarse sin retirada de barrera previa. El niño los habia movido de las afueras de Jamir a ahí, pero el habia tenido que juntar todas las cosas y empacarlas y aaag!

Con la edad se estaba volviendo impaciente, y hacer cosas de simple humano, que ningun lemuriano habia averiguado como hacer mas fácil, lo fastidiaba sin sentido.

-Bienvenido – le hizo una caravana de esas, modernas y occidentales, como el mismo – Hakurei sama.

Sage le habia dicho que enviaría a alguien a su encuentro, pero se imagino a Tauro, para que cargara, y no a ese varoncito de gesto y modales callejeros, vestido con elegancia con unas ropas que parecían robadas, incrementado su atractivo. Un detallazo, como les decían entre ellos.

La boca de su maestro se curvo en una sonrisa nueva, diferente, desconocida. ¡Oh si! Habia memorizado todas y cada una de las expresiones de su maestro.

-Vaya vaya… Sage los escoge cada vez mas jóvenes

Fliparia al respecto mas tarde.

-… ¿Qué edad tienes, jovencito?

-Veinte. – mintió descaradamente.

Asi que esa era la nueva edad legal. Habia pasado mucho tiempo alejado de Sage, el Santuario y el mundo en general y literal debido a una secreta y peligrosa misión.

-Espero que su viaje haya sido agradable.

-El viaje en si, sí. – estiro su hermosa, onduleante anatomía con modos mas de seme, estirándose el cuello y tronadose los huesos – Los preparativos me dejaron agobiado.

-La piscina del templo de purificación lo esta esperando.

Lo mismo que su entrepierna, pensó al mirarla de reojo. Ese chico parecía bien dotado, y el deseo que veía en sus ojos era genuino. Realmente se sentía halagado, o, interrumpio su sonrisa, Sage lo habia entrenado muy bien.

-Vayamos.

-¡Comienzen a subir las cosas al Santuario! – grito a otros muchachitos de su edad, o mas viejos que el.

Sus compañeros de entrenamiento, atemorizados todos por sus puños, comenzaron a hacerlo como el les habia ordenado: bien, y despacio.

Estaba realmente excitado de conducir su presa, como decía Kardia, a la guarida.  No podía creer que realmente fuera tan fácil, aunque siempre lo era. Pero la idea de que su maestro era omniciente le habia hecho temer tanto que no pudiera engañar a su gemelo.

Su ropa era diferente, oriental, exótica, pero las formas bajo esta parecían idénticas a las que tantas veces habia adivinado bajo la túnica de patriarca. La manera de andar, por el contrario, era tan diferente. Tan despreocupada. Su manera de saludar a un viejo campesino, como si lo conociera de toda la vida, de las vidas pasadas, pues, eso si lo habia averiguado, su maestro era mucho mas viejo de lo que parecía.

Hakurei las meneaba en honor del chico. Tenia mas ganas de ver a su hermano que de follarse su regalito, pero despreciarlo seria… Sage se lo habia mandado con tanto cariño. Lo imagino, escogiéndolo. Esa joyita en bruto que prometia ser, con los ojos violetas y un cabello azul indigo, casi morado.

El templo de purificación para los visitantes (de alto rango, por supuesto) estaba justo antes del de Aries, aun en terreno llano. La piscina era mas pequeña que la del patriarca, pero del mismo modelo. Vaporizaba, con el olor de su flor preferida.

Se quito el traje con presteza y naturalidad. Manigoldo estaba boquiabierto, petrificado, sin poder hacer nada en presencia de esa belleza que por primera vez se le revelaba. Podria llorar por la belleza de la poesía que era su muslo, curvándose hacia su nalga. Las vendas en mitad del otro, en los antebrazos, pero no en su pecho. La esperanza de que se dejara el pelo suelto, lacio y sin peinado adornándolo hasta las caderas latia en su pecho, pero no se cumplio. Peinado aun penetro en el agua fragante, esparcida con petalos y flores.

Se volvió y la vista augusta de su pecho apenas por encima del agua lo hizo ladear el rostro y respirar pesado.

-¿No vas a ayudarme?

Esos ojos verdes y esa voz clara lo llamaban como en sus fantasias. Esas que trataba de engañarse con que habían sido sueños, para sentirse menos culpable.

Se metio en el agua con la casaca y el pañuelo, provocando la risa de Hakurei.

-Esas botas no son muy apropiadas para estar en el agua, jovencito.

Manigoldo se sintió estúpido. Desvestirse en el agua era difícil, quien lo dijera. Pero la milf llego en su ayuda, tan cerca que podía olerla, besarla, con solo estirar el cuello y atreverse.

-¡Oh! – ahogo un gemido al sentirse apretado en sus partes. Calado.

-Nada mal. – susurro Hakurei, haciéndolo derretirse. Tuvo que abrazarse a el para que le terminara de sacar los pantalones.

Era casi de su alto. Orgulloso, bello, de elevada estatura y espalda andrógina, trabajada, pero que nunca llegaría a la musculatura de un varon. Su pecho marcado, su vientre de turra liso, tenso, fuerte. Su polla y bolas tocadas por su propia erección.

Era hora de dejar de hacer el idiota viéndolo con esa cara de subnormal.

La tomo por la nuca, por el brazo, sintiendo esa carne fuerte, esos cabellos de seda, esos labios mas suaves aun.

Hakurei estaba sorprendido, gratamente sorprendido por la pasión del beso, por la enjudia con la que el jovencito poseía su boca. La exploraba sin mucha experiencia pero con mucha determinación. Era un seme con cada musculo de su ser, aun por desarrollarse. Esos brazos se volverían mas fuertes, esa espalda mas ancha. Esa polla mas grande.

El jovencito lo hacia caer para atrás, casi sumergiéndole la cabeza en el agua, casi cargandolo con la fuerza de su abrazo, hasta que lo hizo, lo cargo, lo llevo en brazos hasta el extremo mas bajo de la piscina, donde, al lado de la banquita, lo estampo. No por violencia sino por incontinencia. Devoraba su cuello con unas ganas que hacia mucho no experimentaba, con el espíritu depredador de un seme, a tan corta edad. Seria peligroso ese chico, si no encontraba a alguien que lo encaminara.

Quiso decirle que se lo tomara con calma, pero era tan delicioso ser deseado asi. Devorado asi, a caricias ávidas, que exploraban como sabiendo que buscar. Era la primera vez que recorria sus muslos, y, aun asi, sintió que sabia donde tocarlo. Cuando rodear su nalga, como tantear su hoyito. Lamia la línea de su mejilla, mirándolo con tanto deseo, conforme se lo dedeaba en el agua, dejándola entrar. Estaba haciendo mas bien poco, pero dejarse consentir asi le agradaba. No ser el quien trabajara por obtener el placer enseñando turritas como parte de su educación en Jamir.

Ese chico estaba bastante enseñado, y parecía autodidacta. Esa habilidad, bien encaminada, llegaría a hacer delicias por los donceles del mundo.

-Umm si, si… - Hakurei empezó a masajearle la nalga, la polla. La saboreo con la mano unas pocas veces y luego la acerco a su cuerpo. Brinco, enroscándole las piernas alrededor de la cintura, ligeros, en el agua. Froto su entrada con su punta, y pudo sentir la pulsación, mas caliente que el agua.

Lo miro con esos ojos hechiceros y se lo metio. Hasta adentro, bien metido, aunque el acabara de empujar. Estaba ciñéndolo un cuerpo idéntico al de su maestro, pero empezaba a apreciar a Hakurei. Las diferencias que sabia que existirian entre ambos al momento de hacerlo, y que Hakurei fuera menos turra, casi como un suke, lo ponía muchísimo.

Hakurei comenzó a balancearse sobre su polla, a mecerse sobre el, abrazandolo, generando pequeñas ondas en la superficie del agua, haciendo bailar petalos y flores. Su cabello, blanco, en torno a ellos.

Sabia que estaba mal, pero lo hizo. Lo despeino, y el cabello lacio cayo, libre y natural, hermoso. Paso sus dedos por el, mojandolo. Estaba pesado, abajo, subiendo y bajando con las ondas del paraíso… Si su maestro sabia follar taaan bien… Seguro que sabia hacerlo, su gemelo lo apretaba y se movia, mas intensamente ahora, mas de arriba abajo, apoyándose de sus hombros para hacerlo. Era delicioso, apenas le tenia las manos encima, para no estorbarlo. Encima de esas nalgas carnosas y firmes, apreciándolas, listo para sostenerlas y moverlas si la vieja belleza se cansaba.

Pero parecía tener mas energía que el, y definitivamente mas resistencia, pues en tanto el se exforzaba por mantener los chorros previos bajo control, contra su abdomen Hakurei no habia dejado nada. Solo lo sentia frotar, tan excitante.

Lo vio con ternura, el chico. Llenaba de bondad su corazón y esas amatistas amenazaban con enamorarse, si no lo estaba ya. Sospechaba porque lo habia despeinado, pero, si ya habia tenido a Sage, ¿Por qué se mostraba tan apasionado? ¿Acaso su hermano lo habia reservado para el? Era lo suficientemente lindo para contenerse, porque sabia que seme que le gustaba a el, seme que le gustaba a Hakurei.

Sintio que el muchacho no aguantaría mas cuando le hizo la deslizante. Pero sintió su cosmos arder y tratar de privarse a si mismo del primer sentido. Al menos, concentrativamente. Gimio y se abrazo a el, mejilla con mejilla, gimiéndole en la oreja mientras lo montaba con vigor, concentrándose en su propio placer. Lo oia contener la respiración en su propia oreja, tan excitante, su cuerpo joven y bello vibrar, sus dedos clavarse en sus nalgas.

Se corrió y dejo de moverse, para terminar su orgasmo solo apreciando las dimensiones del chico llenando su interior. Creyo que estaría sin aliento, sin saber que hacer, pero el muchacho lo apoyo contra la pared, afianzo bien las piernas, y sus muslos contra ellas, y se lo acabo. Bombeandolo a una velocidad increíble, haciendolo jadear, mirarlo sorprendido. Cuando sus ojos se encontraron los violetas del chico brillaban con una intensa determinación. Definitivamente, habia algo personal de parte de ese muchacho. Alzo los brazos y se dejo taladrar, las manos unidas en lo alto, la cabeza ladeada a uno y otro lado, recibiendo las miradas ardientes del chico.

Acabo en el, y si creyo que estaría sin aliento estaba muy equivocado de nuevo. El chico se lo comia entre jadeos, devorando su cuello y su rostro, acariciando con deseo su pecho. Su vientre, mas abajo.

Lo masturbaba con suavidad, sin dejar de besarlo. Agradecido, complacido, buscando complacerlo. Lo besaba tanto en la boca que sintió pena por el, ¿Qué tanto lo habria hecho sufrir Sage?

Lo amaba. Tan intensamente que dolia no decírselo, pero no quería espantarlo, cuando ni el mismo sabia como lo amaba. ¿Cómo saberlo si era la primer persona que amaba? Y que lo amaba en retribución, pero, creía el, como a un hijo.

Que diablos voy a hacer cuando se entere, pensó, tomando un mechon blanco y suelto y besándolo. Que diablos, apretó los cabellos entre sus dedos, besándolo de nuevo en la boca.

Lo cargo fuera del agua y lo sento en el borde de la piscina. Acaricio sus muslos hacia arriba, quedaba justo a la altura. Queria tenerlo de todos los modos posibles. Queria tenerlo en la boca, deseaba mientras lo rodeaba con la lengua, retirando el agua y dejándolo solo con su saliva.

Lo rodeo todo, un par de veces, rodeo la división entre su punta y jadeo. Autodidacta. Ese chico amaba a las turras y de ese amor salía el conocimiento para hacerlas felices. Tocaba con suavidad, con una delicadeza que no se esperaría en un golfillo callejero, con los nudillos endurecidos. Chupaba con delicia, pero no como una turra. Con adoracion, siendo cuidadoso con la lengua, disfrutándolo. Le acaricio la cabeza y el alzo los ojos para verlo, un tanto aterrado. Pero solo fue una fracción de segundo y volvió a cerrarlos, a sumergirse en su entrepierna, en lo que ahí habia.

Lo guio un poco, se hecho atrás, apoyándose con un brazo doblado, acariciándolo, alzando una pierna, una sola, para rodear con ella su cuello.

Entendio lo que quería. Habia deseado hacerlo, pero el gemelo de su maestro tenia tantas nalgas que era imposible llegar a su agujero con el sentado, asi. Habia tenido que limitarse a rozar con los dedos ese corazón invertido y carnoso. Ahora podía rodear el muslo de arriba, la nalga de arriba, acercar sus dedos mojados en agua al agujerito, hallándolo todavía un poco abierto y entrando en el con facilidad, resbalosito por su semen.

Hurgo en su interior mientras lo chupaba. Lengua y dedos conociendo, explorando, disfrutando. Ojala su maestro pudiera gozar asi, aunque imaginarlo con otro le daba celos. Hacia pasar tan bien a su hermano como quería hacerlo pasar a el. Tan dulce como una turra, y las lemurianas eran las mas dulces de todas. Sabia realmente bien, el dulce que dejaba en su paladar, que recibió con su lengua al rodear su punta. Pegostrioso y dulce, descarga previa, aun no la corrida. Queria que fuera gloriosa, que se corriera gozándolo, apretando sus dedos mas de lo que ahora lo hacia.

Se atrevio a mirarlo; hermoso, gozante. Sus mejillas coloreadas, rejuvenecidas por el rubor. Sus labios deliciosos, entreabiertos. Con tres dedos atrás y caricias envolventes de su lengua lo hizo correrse, derramar todo su delicioso fluido en su boca, del que no desperdicio ni un poco. Saboreandolo menos de lo que quería, pues no se atrevio a compartir un beso semensoso con su maestro.

Salio del agua, firme y en toda su gloria. Lo cargo hasta una banquita cercana, secando su cabello con una toalla y pidiéndole perdón por hacerlo pasar frio. Hakurei sonrio, negando con la cabeza. El chico, delante suyo, estaba a la altura justa para retriburile también.

Apreto la toalla contra su espalda y luego la dejo caer, hechando el torso atrás, desde la cintura, viendo ese rostro hermoso y tan conocido como tanto lo habia imaginado: los puntos sobre sus ojos en perfecta armonía con su pelo, blanco, suelto y larguísimo. Su nariz perfecta ocultando parte de la polla, que desaparecia entre sus labios.

Su maestro lo engullia brevemente, torturadolo con toques que eran demasiado cortos. Apenas estaba sintiendo su humedad, su lisa y resbalosa superficie, cuando ya la estaba retirado. Quiso detenerle la cabeza y obligarlo a tragarlo hasta el fondo, pero Hakurei, digno, se hecho atrás meneándola.

-Recuerda que tu eres mi bocadillo, no yo el tuyo.

¡Un puto! Lo creía un puto! De todas las cosas que habían pasado por su mente, esa, en particular, no lo habia hecho. Era tan divertido que sonreía de oreja a oreja, aunque Hakurei siguiera torturadolo con lamidas intencionadamente lentas y provocadoras: estaba hechando leña a un fuego que ya era una hoguera, y si lo llevaba demasiado al limite, podía perder la cabeza y arruinarlo todo.

Oh si. Porque no tenia duda de quien ganaría un combate. Ni de lo que le harian si intentaba propasarse. Asi que opto por gemir lastimero, como le funcionaba con Sage.

Maravillosamente, funciono con Hakurei también. No porque lo apreciara si no por sentirse halagado y creer que ya habia aprendido la lección. Lo tomo en su boca hermosa, todo, lo succiono con una suavidad golosa que iba en crescedo, acariciando la parte de abajo con su lengua. Plana, caliente, mojada. Deliciosa. Le apretaba las nalgas, masajeándolas y saboreándolas. Si Hakurei quería metérsela… que lo hiciera. Todo lo que pudiera lograr con el seria un logro. Todo.

Hakurei lo sintió asi, y le agrado que el chico no tuviera ideas ridículas sobre la semedad. Era un chico delicioso, era casi una lastima que fuera putillo, cuando sentía el cosmos dentro de el. Pero que el chico era feliz asi le quedo patente cuando empujo contra su boca. Cuando se movio en ella, que lo succionaba sin parar. Gotitas previas habían rondado por toda su boca, le tenia las manos flojas sobre los muslos, dejándolo embestir, moverse.

Finalmente, detuvo su cabeza, y, al serle solicitado, abrió la boca, liberándolo. Una gruesa baba los conectaba y sus ojos ardientes  de deseo se encontraron. Manigoldo le paso la polla por la mejilla a la milf, dejándosela mojada. Se la arrimo a los labios, dibujándoselos con su punta. Correrse en su cara seria glorioso, pero, ¿seria lo que Hakurei quería?

Lo vio acomodarse mas despatarradito, con las piernas mas separadas y la mano entre ellas. Con la que no se atendia a si mismo cogio su polla, sobándola como no creyo que pudiera sobarse, arrimandola a su cara, dándole lamiditas. Invitadolo, provocándolo, apuntándolo. Despues de todo, el semen de un joven era un excelente tratamiento de belleza.

Belleza, en su máxima expresión, la sexual, al salpicar gotitas en la cara de su maestro. La lengüita buscona y las esmeraldas lánguidas, la mano, que no dejaba de perderse acompasada entre sus piernas. Era demasiado para soportarlo y no tenia porque, ya lo tenia bien grabado.

No se perdió ni un detalle de los chorros aterrizado en la cara de Hakurei, latigueándola. Acabo toda cruzada, por los movimientos que hizo, agarro con fuerza su tronco y exprimio las ultimas gotitas directamente sobre sus labios.

Para morirse después de eso. En paz con la vida y con todos.

Creyo que el madurito se limpiaría, pero solo lengueteo en torno a las comisuras de su boca, saboreándolo un poco mas. El si que quería lamerla, toda, y a Hakurei le dio vergüenza decirle que le dejara la mascarilla, por lo que al terminar de lamer toda su cara le dio un par de lamidas el también, encontrándose en otro beso.

Los deditos húmedos estaban sobre su muslo, cerca de donde habían cometido la travesura. Manigoldo los tomo y los chupo. Luego lo acostó en la banquita, abriéndolo graciosamente de piernas y regresando al lugar que tanto le habia gustado. Hakurei lo vio perderse, con la lengua lista y los ojos febriles.

Hakurei gimio, complacido, estirándose y tocándose el pecho, un pezón. Jugueteando con el mientras el chico hacia un buen trabajo ahí abajo. Un amante de las turras, no cabia duda, con la devoción y el entusiasmo que mostraba comiéndoselas. Comiendoselo a el, como si fuera el platillo mas delicioso que hubiera probado. Y vamos, que no estaba tan mal, pero a su edad…

Ese chico no se cansaba de rodearlo con la lengua, masajeandolo con ella plana, picándolo luego poquito, poco, para penetrarlo de golpe hasta donde fuera posible, moviendo la lengua en su interior y sobándole detrás de las bolas, hábil, conciso, con movimientos redondos de precion creciente, estimulándolo en sus partes mas sensibles hasta que se corrió. Placer fácil, delicado. Con un seme.

Le pidió permiso con los ojos para volver a entrar y el se lo dio. ¡Que vigor tenían los jóvenes! Estaba aburrido de la pose, de la dura banca, por lo que no se opuso cuando el ojivioleta quiso cambiarla. Se acomodo en cuatro sobre la toalla, extrañando su peinado que le permitia ponerse el pelo del lado que lo deseara, pero el chico parecía disfrutarlo tanto, lo pasaba entre sus dedos, lo acariciaba por entre ellos.

Extrañaba ser sacudido asi, en una pose bajuna por un golfillo callejero. ¿Cuándo se habia vuelto tan depravado? Pero le encantaba, hechaba las nalgas atrás, para encontrarse con el chico, para darle los rebotes de su vida con sus nalgas. Apretandolo con lo que tenia entre ellas, volviéndolo loco de placer, haciéndolo respirar mas agitadamente que el.

Manigoldo se retiro. No quería acabar tan pronto, pero el agujerito abierto, palpitante, le pedia mas. Desbordaba de ternura su corazón, los dedos no serian suficientes, la milf volteaba a verlo con cara de que paso y el lo vio ahí, tirado cerca al jalar la toalla, el instrumento de bolitas giratorias que servia para dar masaje. Poco mas largo que el puño y tan ancho como un… como lo necesitaba. Pero no se atrevería. No “a su maestro”.

Hakurei gimio cuando sintió entrar la madera fría. Jodido mocoso, darle con un consolador. Era el masajeador ese, de bolitas, y que uso le estaba dando. Las bolitas se sentían bien, eran tan diferentes a una polla. Se lo metio y se lo saco muy despacito, seguramente gozando de como se veía su orificio adaptándose a los diámetros de las circunferencias. Comiendose las bolas.

Aquello estaba resultando contraproducente. Estaba mas excitado que cuando se salio, y bueno, no era el punto. Se apretó la base hasta que fue doloroso y continuo. Penso fugazmente si a Kardia no le gustaria el truquito y metio una ultima vez el consolador para sacarlo muy despacito. Lo sostuvo en una mano, con el dorso apenas tocando la cadera, volviéndoselo a meter tan despacito como lo hizo con el consolador, logrando un ritmo lento, delicioso. Y una vez que tuvo bien acompasado al viejo lemuriano, le acerco el consolador a la boca.

Hakurei no podía creer su descaro pero lo hizo. Engullo las bolitas de madera como lo habia hecho con el otro orificio, unas cuantas veces, para darle gusto, y luego las arrojo a un lado, con la boca. Alzo una pierna y poco a poco se giro, sin perder el contacto en ningun momento. Manigoldo termino recibiéndolo en su regazo, sentado sobre sus rodillas, tan intimo.

Lo mismo parecio pensar Hakurei, por lo que tras unos cuantos besos e intercambios fogosos cambio la pose de nuevo. Empujo al chico hasta dejarlo acostado sobre el piso, montándose sobre el, apoyándose en su pecho, con el cabello suelto e incomodo, que tanto parecía gustarle, rodeándolos, haciendo sus delicias al bailar, o al tomarlo entre sus dedos.

Hakurei se encargo del placer de ambos, mostrándole al talento en bruto lo que doscientos años de pulimento podían hacer. Manigoldo ni siquiera estaba seguro de estarlo viviendo de verdad, tan bien como se sentía. Se pregunto si no habría caído en el mas peligroso de los Samsara, si no estaba alucinando o soñando… descarto lo ultimo, con ojos perdidos, porque su imaginación no era tan buena. Ni de coña. Grito cosas. No era dueño de sus palabras ni de su cuerpo. El lo era. Hakurei lo era.

Hakurei podía mucho mas. Luego de aquel fragante orgasmo, de estar con Sage, el festin iria empezando. Pero el pobre chico parecía a las puertas de la muerte. Sin sekishiki de por medio. Asi que termino dándole suaves besitos por el pecho, acariciándolo con sus labios y con su pelo, levantándose antes de que lo besara de nuevo.

Apenas estaba peinándose, desnudo, cuando la puerta se abrió.

-¡Hakurei! Hermano, que bueno que te encuentro.

-¡Sage! – lo miró a través del espejo – Gracias, ¡qué detallazo! – señaló con los ojos a donde había dejado al chico.

Por agacharse a coger la bata no se dio cuenta del gesto de horror de Sage.

-Por cierto, ¿Cuándo vas a presentarme a tu nuevo discípulo, tu hijo adoptivo?

Habia terminado de ajustársela y se volteaba, sonriente, esperando todo menos ver a su gemelo horrorizado, medio doblado, con una mano sosteniéndose los collares y la otra tapándose la boca, mirando al chico que retrocedia discreto, en pantalones, en dirección a la ventana.

-Es el. – respondió Sage a su preocupación cuando lo tomo entre sus brazos.

Hakurei sintió que la iluminación lo alcanzaba.

-Asi que cuando me decía mamasita…

Todo cuadraba y su sangre hirvió. Como si necesitara demasiado para hacerlo. Y eso habia sido, con mucho, demasiado.

-¡Ven aca – giro restellando su coleta – jodido mocoso!

Pero el jodido mocoso (nunca mejor dicho) ya habia saltado por la ventana y se alejaba.

Hakurei salto agil, como una saeta, detrás de el.

-¡Vuelve aca! ¡Vuelve para que te mate!

¡Engañarlo a el! ¡Abusar de el! ¡Hacer sufrir a Sage!

-¡Aniue, detente! – Sage corria detrás de el, llamándolo de ese modoso y correcto modo.

Modo que su engendro nunca conocería.

-¡Ven, para que te mate!

Manigoldo corria como si lo llevara el diablo. No pensaba morir, no al menos, hasta haber rememorado todo lo vivido unas docenitas de veces con la paja correspondiente. Hakurei, montándolo. Chupandolo, comiéndoselo, en cuatro…

-¡Perdoname, viejo! – grito a su maestro al invocar las ondas del sekishiki, justo antes de que su gemelo lo alcazara.

-¡Idiota! ¿Crees que escaparas de mi en el mekai? – se desaparecio también.

Sage, por supuesto, las invoco también, pues no quería quedarse sin discípulo.

La entrada del inframundo no se veía tan terrible como el gesto de su hermano.

-¡No esta aquí! – pateo un muerto al mas alla.

-Sabe que puede usar el sekishiki como pasaje hacia cualquier lado.

Una serie de blasfemias que hubieran escandalizado a su querida y anciana madre salio de boca de su querido y viejo gemelo.

-¡Aniue! – lo reconvino.

-¡A mi! – se señalo indignado Hakurei - ¿Me reprendes a mi luego de lo que tu mocoso hizo?

-Es muy precoz. – lo disculpo, pensando horrorizado en las ganas que le tenia. Otra retahíla de blasfemias – Ya estaba muy maleado cuando lo encontré. – murmullos furibundos – Lo castigaremos por el resto de su vida.

Hakurei pateo otro muerto e hizo arder a una patrulla de espectros que se acercaron por ahí.

-A Shion no lo conoce en lo que me quede de vida. – anuncio.

Sage no pudo estar mas de acuerdo.

 

Fin

 

Notas finales:

Para mas errores con los detallazos, consultese El tesorito de Shion, el secreto de la armadura dorada.

link: http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=196176

¡Toda la semana estare publicando! Comenze ayer jueves.

Slán!

 


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