En una lujosa mansión a las afueras de la ciudad, una familia numerosa brindaba felizmente con orgullo.
Un hombre de mediana edad se levantó de su mesa que estaba en el centro del lugar, tenía una copa de vino blanco entre sus manos.
Mantenía una sonrisa grande y orgullosa en el rostro, al parecer nada podría frenar su enorme felicidad en esos momentos, no era realmente una costumbre ver a los Uchiha sonreír tan abiertamente, así que esta era una ocasión realmente especial.
—Brindo por lo mejor que le ha pasado a nuestro honorable Clan en muchos años. Mi hijo, un genio entre genios, Itachi Uchiha—
Todos aplaudieron y levantaron sus copas al aire con dicha y orgullo.
El antes mencionado con una ligera sonrisa asintió, parecía estar bastante contento.
—Haré lo que esté en mis manos para dar honor a nuestro clan, padre. Seré el futuro líder de nuestras empresas. —afirmó para si mismo aquel joven mientras apretaba la mano de su madre que estaba a un lado de él.
Las grandes empresas Uchiha, eran el sueño de cualquiera. Trabajar ahí sería un verdadero honor. Aunque lastimosamente era completamente familiar, desde los ejecutivos hasta los recepcionistas eran miembros del clan Uchiha.
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—Seguro que logrará grandes cosas —
—Es un Uchiha después de todo...—
—Yo creo en él, se nota que es un gran muchacho —
—Estamos bien en sus manos... escuche que a la corta edad de 14 años ya ayudaba a Fugaku con la empresa, sospecho que por eso hemos tenido tanto éxito últimamente —
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Un joven de rubios cabellos corría a toda velocidad por el pasillo de la escuela. Tenía una enorme y burlona sonrisa en el rostro.
Justo en esos momentos, detrás suyo corrían 4 hombres como podían, sus respiraciones eran agitadas y por lo que se podía ver, no durarían mucho más tras del rubio. ¡Genial! Él no estaba nada cansado, si querían atraparlo deberían trabajar más en su resistencia, un gimnasio no les vendría nada mal.
Cuando estos hombres se detuvieron, el rubio con una sonrisa triunfante alzo su puño al aire en señal de su victoria.
Como siempre, ningún profesor, y ni siquiera los supervisores habían logrado atraparlo.
Iba tan concentrado en su gran victoria que en ningún momento noto que un hombre de piel morena estaba parado a final del pasillo con los brazos cruzados y una mirada severa.
Cuando por fin el joven se percató de la presencia del hombre era demasiado tarde, no pudo frenar a tiempo.
Ahora en la escena estaba un rubio encima de un hombre que ahora parecía que iba a explotar de furia.
El moreno estaba completamente rojo del coraje, no había semana en la que el rubio no llevara al límite su paciencia.
—¡¡NARUTO!!—
Ese estruendoso grito se escucho casi por toda la escuela.
La mayoría de los profesores que en ese momento estaban impartiendo clases ya sabían que era lo que estaba pasando y preferían no meterse. Ese ya era problema de Iruka y el director.
El joven, de nombre Naruto, cubrió sus oídos con una expresión horrorizada. Su profesor Iruka era realmente aterrador cuando se lo proponía.
¡Maldición! Debía poner un cartel advirtiendo a la gente que no se confiaran de su apariencia suave y blanda, era un demonio.
—¡Iruka-sensei, no grites así! Me vas a dejar sordo... —se quejó el de cabellos rubios con un mohín en los labios.
El castaño aventó al rubio y se levanto del piso mientras se sacudía sus ropas con molestia.
—¡Silencio! Esto es increíble, la escuela te pidió como favor ayudar con el discurso del director... ¡Y tu lo arruinaste lanzándole globos de agua a todo el mundo, incluyendo a los honorables invitados! —acusó severamente el profesor.
Iruka parecía un poco más relajado. Pero eso no quitaba que estaba completamente furioso con su querido alumno.
Seguro que tendrían que ponerse de rodillas para que los directivos de las otras escuelas que habían asistido al discurso les disculparan.
Naruto se cruzó de brazos con una sonrisa de medio lado, se encontraba completamente orgulloso de su gran hazaña, y no lo negaría.
—¡Fue realmente genial esa broma! ¿Verdad, sensei? —
Iruka torció la boca con disgusto y le dio un fuerte golpe con el puño cerrado en la cabeza al más joven.
—¡Ay! ¡Eso dolió mucho! —lloriqueó el rubio sobando su cabeza mientras fruncía los labios.
—Las cosas no pueden seguir de esta manera, y se que tu más que nadie lo sabe... —
—Realmente no se a lo que te refieres...—
—¡Deja de hacerte el tonto! ¡Naruto! Tu has vivido grandes sucesos que no dejan a nadie indiferente, pero deja de aprovecharte de eso.
Siendo sincero, jamás te he tenido lástima, y pienso que tus actos tan estúpidos no tienen justificación alguna —
—Se perfectamente que no tienes lástima por mi... Por eso te quiero tanto, me tratas como a una persona normal y no como al pobre huérfano que nadie quiere—
Naruto desvío un poco la mirada, ahora tenía una sonrisa pequeña y sincera en los labios.
Él era un joven huérfano, había perdido a sus padres en un accidente misterioso que hasta la fecha, el caso seguía siendo un misterio.
Desde qué era un niño siempre había estado solo, sus compañeros lo evitaban, los adultos le veían con lástima o desaprobación.
El único que jamás se portó así con él, fue Iruka, un profesor que le regañaba constantemente, pero que le quería con sinceridad y sin intenciones ocultas.
Más que un amigo, ese profesor era como su padre, enserio lo quería, a pesar de los regaños, los castigos y uno que otro golpe.
Naruto también sabía que al igual que él, Iruka era huérfano. Según tenía entendido, el honorable director Sarutobi lo había adoptado y le había cuidado con amor. El viejo era realmente asombroso, pues, también cuido de él durante mucho tiempo pese a que el rubio le hacía pasar grandes corajes con sus tontas bromas.
—Naruto —susurró con una tierna sonrisa en los labios el moreno. —Entonces creo que comprenderás que esto es por tu bien —afirmo con una sonrisa más tranquila.
—¿Comprender? ¿De qué hablas? —
El rubio ladeo la cabeza algo confundido por aquella frase.
Su confusión no duró mucho, ya que un profesor llego por atrás y lo tomo de los brazos para evitar que escapara o hiciera demasiada fuerza.
—¡Naruto Uzumaki! Cómo castigo por tus travesuras contantes, tendrás que hacer trabajos comunitarios para la escuela en tus tiempos libres. Empezando por el día de hoy —
—¡Iruka-sensei! ¡Eres un gran traidor! —grito a todo pulmón el rubio mientras era arrastrado a la sala de conferencias.
—Para iniciar tus trabajos comunitarios aquí, mi querido estudiante. Limpiarás la sala de conferencias, donde casualmente hay basuras de globos y mucha agua... —
Naruto miro horrorizado a Iruka.
Ese lugar había quedado como una mierda, pues, 400 globos de agua hacían su trabajo a la perfección.
—¡Iruka-sensei! No es justo que me mandes solo a mí, Kiba y Shikamaru me ayudaron —
—Ellos ya están recibiendo su castigo, tal vez lo sabrías si no hubieras escapado —
El rubio dejo de forcejear y se dejo llevar con decepción.
El cruel destino se la estaba jugando, y no le agradaba, para nada.
—¡Esto es injusto! —gritó Naruto mirando el techo mientras era arrastrando.
—Tu fuiste quien ensucio, claramente es justo. —gritó también Iruka desde lo lejos con una enorme sonrisa.
Una vez el rubio llego a la sala de conferencias miro aquel lugar con temor.
Si, era una mierda el lugar...