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Prólogo
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Minato tiene quince años, al borde de un muy merecido ascenso a jōnin, cuando fue retirado del servicio activo, a la espera de una evaluación psicológica. Jiraiya, su otrora sensei y oficial superior, pasó tres días valiéndose de amenazas y cobrando favores en la intrincada política interna de Konoha para asegurarse que fuese él mismo quien tuviese que encarar a Minato durante su evaluación en el ala psiquiátrica del hospital.
La conversación inició ligera y sin mayores contratiempos.
Es psicología de libro, Minato piensa. Charlas cortas y escuetas diseñadas para empujarlo a un estado relajado de mente, una forma práctica de saltear las defensas mentales de un shinobi, solo lo suficiente para permitir que la evaluación prosiga.
Minato intenta poner de su parte.
De alguna forma, era sumamente fácil caer en el ritmo familiar de una conversación plagada de respuestas sarcásticas, humor verde y las famosas anécdotas exasperantes que tanto amaba compartir con su sensei. Era volver en el tiempo a una etapa de su vida que él apreciaba mucho: hermosas tardes de verano gastadas en acaloradas discusiones sobre fūinjutsu, fastidiosas noches intentando buscar a su maestro en todos los burdeles y prostíbulos de la villa o irritantes mañanas intentando ingeniar formas novedosas de quitarle la resaca a Jiraiya; esos eran tiempos que contrario a lo que muchos pensaran, Minato atesoraba en lo más profundo de su corazón, pues Jiraiya era una especie de figura paterna para él.
Nostalgia en todo su esplendor.
Por algunos instantes Minato se sintió tentado a cerrar los ojos en su silla mientras escuchaba la voz de su maestro y compartían una anécdota, cuando de ninguna parte: "Minato, no pareces ser el tipo de persona que se asuste fácilmente, ¿Qué opinas? ¿Te consideras una persona que se asuste con facilidad?"
Minato parpadeó y consideró la pregunta "Quizás," se permitió decir a sí mismo, rehusándose a contestar de forma no implícita.
Jiraiya hace unas cuantas anotaciones en una libreta que estaba sosteniendo frente a él. Extraño. Minato estaba convencido que eso solo era una pregunta de prueba.
"¿No estás de acuerdo conmigo?" Jiraiya preguntó.
No, para nada. Minato negó con la cabeza. Él sabe que el miedo es una constante en la vida de todo shinobi. Es parte de lo que los hace humanos, parte de lo que evitó que Minato se perdiera a sí mismo en la carnicería de la guerra, parte de lo que le caracterizaba como persona.
El gran detalle es que Minato nunca deja que el miedo lo controle a pesar que este es una parte importante de él.
Jiraiya hace otra anotación en su libreta. Un vistazo rápido le sirvió a Minato para confirmar que los apuntes de Jiraiya estaban en código, uno con el que Minato no estaba familiarizado. Así que el rubio solo se limitó a intentar ocultar la frustración de su rostro al saber que no podría averiguar lo que estaban escribiendo sobre él.
"Cuál dirías," Jiraiya dijo de forma lenta, vocalizando de forma precisa cada palabra, "Cual dirías que ha sido tu experiencia más atemorizante que puedas recordar hasta la fecha"
Esa era… una buena pregunta.
La paz en Konoha siempre ha sido nebulosa en el mejor de los casos. Minato nació a finales de una guerra que duró décadas y actualmente está viviendo el comienzo de otra. Minato no es ajeno al campo de batalla, no es ajeno a la carnicería, no es ajeno a ver amigos morir.
Hermanos.
No puedes confiar en los senju. Esas palabras vinieron a su mente, pero él prefiere no pensar en esas últimas palabras. No quiere pensar en ellas.
Y todavía… "Despertar." Las palabras forzaron su salida de la boca de Minato, un quejido seco y arrepentido desde el fondo de su garganta.
Jiraiya frunció el ceño. "¿Despertar?"
"Despertar" Minato repitió luego de algunos segundos de consideración.
Otra anotación en la libreta de su maestro. Jiraiya levantó la mirada y lo miró serio a los ojos, una cara poco característica en sus facciones. "Háblame de ello"
Minato abrió su boca. Por un momento quiere decirle todo a Jiraiya, toda la verdad, decir todo lo que ha tenido que soportar. Tener que fingir ser otra persona. Ver un rostro ajeno cada mañana en el espejo. El dolor de perder a todas las personas que amas. Yo tenía cuatro años. Él diría. Las palabras saldrían llenas de remordimiento y dolor, pero las escupiría de todas formas. Pensé que estaba volviéndome loco. Hasta este día no sé si estoy loco o si lo estaba.
Jiraiya es el maestro de Minato, pero sobre todo, es la figura paterna que Minato siempre necesitó tan desesperadamente, su principal constante y la principal figura de apoyo que Minato ha tenido en toda su vida. Pero Jiraiya es un hombre que vive para el futuro, un hombre para el que profecía y destino son más que simples palabras.
Jiraiya piensa que Minato salvará el mundo.
La aldea lo trata como a un héroe.
Pero lo que no saben es que Minato es una persona llena de complejos y remordimientos, atrapado en un pasado que no sabe si es real. Su maestro está seguramente equivocado, pero ese no es el punto.
El punto es que Jiraiya es un soñador. Un soñador con la posibilidad de creer las palabras que saldrán de la boca de Minato sin creer que Minato está loco.
"Despertar" Minato repitió con seguridad por tercera vez, soltando un fuerte suspiro para luego tomar todo el aire que pudo. Las palabras se sentían ajenas al salir de su boca. "Todo estaba obscuro y sentía tanto dolor. Pensé que estaba muerto."
Y realmente morí, se supone que debería estar muerto. Todo lo que recuerdo es una espada clavada en mi abdomen.
No puedes confiar en los Senju.
"¿Y realmente crees haber estado muerto?" Jiraiya preguntó.
Minato sonrió al escuchar la pregunta de su maestro, Jiraiya nunca fue el tipo de persona que juzga a otros, siempre tiene la mente abierta a las posibilidades.
Entonces, Minato tomó su decisión y abrió la boca, tragó toda duda que sentía y contó su historia.
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Continuará
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