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In The Darkness por Nova22

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Notas del fanfic:

Este OS nació como resultado del intercambio “Amigo secreto” del grupo de whatsApp KuroTsuki~BokuAka y fue escrito para una persona a la que admiro muchísimo y a la cual espero que esta pequeña historia le gustara. La hice con mucho amor (?♥ω♥?)

In The Darkness


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Light


El viento soplaba, agitando su grisáceo cabello, arrastrando ceniza incandescente y espesas nubes de humo negro que entorpecían su visión. Gritos lastimosos, sollozos y rugidos enfurecidos se unían a la sinfonía de destrucción que resonaba por todo el reino, sin embargo aquella retahíla se escuchaba como un ruido distante en sus oídos y aunque era claro que estaba ocurriendo a su alrededor, él, estando en un estado de completo letargo, se sentía ajeno a ese caos y el tiempo parecía fluir en cámara lenta ante sus ojos.


Como si no fuera más que un espectador.


La multitud de personas, nobles que se habían reunido en el castillo para la celebración anual de la guerra que había marcado el fin de lo que todos conocían como “La era oscura” corrían, olvidando cualquier clase de etiqueta o refinamiento, golpeándose entre sí y usando a otros como escudo con el fin de garantizar sus vidas.


— Es tal y como él decía; la naturaleza humana es despreciable…— Bokuto sonrió con melancolía y largó una mano, teñida en negro y sangre seca y atrapó una chispa carmesí en un puño. — Arde…


Un rugido hizo retumbar la tierra. Dos grandes objetos parecidos a rocas cayeron al suelo y se hicieron añicos tras su escandaloso impacto, transformándose sus escombros en parte de la salvaje decoración de lo que alguna vez fue un espléndido castillo y que ahora era un mar de caos y fuego. Llamas carmesí se arremolinaban hacia el cielo, danzaban cual serpientes arrastrándose en la oscuridad, lo consumían todo a su paso hasta reducirlo a cenizas.


— Quema…y duele…— murmuró al tiempo que barría con sus ocráceos ojos el desolador panorama hasta fijarlos en un punto en el cielo, sobre una inmensa masa oscura sobrevolando en la oscuridad del firmamento y cuyos rugidos estremecían su corazón — Dime… ¿A ti también?


El calor y la luz de las llamas crecían con intensidad, reptaban en todas direcciones, quemando el oxígeno que ingresaba a sus pulmones, ardiendo su piel como los implacables rayos del sol de aquel día de verano…igual que el día en el que los engranajes de su fatídico destino comenzaron a girar.


*~*~*~*~*


Huir del castillo era algo que hacía a menudo; a veces la presión que sus obligaciones ejercían sobre él era más de lo que podía soportar y necesitaba escapar por un momento...ser solo un chico más. Así que, vestido con sencillos ropajes, trepaba los muros del castillo y caminaba por el bosque, con rumbo fijo hacia la orilla de un río; el sonido del agua golpear las rocas era relajante, la brisa era fresca y la sombra le otorgaba protección contra los impetuosos rayos del sol de verano. Era el sitio perfecto para descansar y olvidarse de todo un momento.


Se disponía a ir allí aquel día, incluso llevaba consigo algunos aperitivos que hábilmente había tomado de la cocina, pero reparó en un inusual sendero entre los arbustos ¿Estaba ahí antes? ¿Si? ¿No? No era muy observador en realidad, sin embargo era curioso en extremo ¿Debió ignorarlo? ¿Hizo bien en seguirlo? No lo pensó, nunca lo hacía y esa impulsividad era algo que preocupaba a su padre. Pero que a Bokuto le habían acarreado experimentar los únicos momentos de emoción de sus dieciocho años de vida.


— ¡Oh! — ese día, Bokuto vio a un ángel...Bueno, no lo hizo, pero era una persona demasiado hermosa como para pertenecer a este mundo; facciones delicadas y perfectas, piel tan blanca como la nieve que caía en las montañas y cabello negro azabache contrastando con ella. Una criatura tan hermosa no podía ser humana — ¡Ohhh! — no, definitivamente no lo era y no lo decía por su aspecto fuera de este mundo. No. En realidad llegó a esa conclusión al percatarse de que ese chico tenía cola, una gruesa y cubierta de hermosas escamas azabache.


Y descubrió después de barrer su cuerpo en un análisis rápido de su andrajoso aspecto que también había escamas en el área sobre sus hombros y antebrazos, un fino patrón sobre sus pómulos, la luz que se reflejaba sobre ellas solo las hacía relucir como pequeñas gemas de un enigmático negro purpureo. Había pequeños vestigios de lo que alguna vez debieron ser cuernos sobre su cabeza, oculto entre su enmarañado cabello.


También tenía unos hermosos ojos azul platinado, llamas de plata danzaban en sus iris, creando formas hipnóticas, de una belleza tal que olvidó como respirara — Aléjate de mí — incluso su voz poseía un timbre encantador, era una melodía que armonizaba con el canto del bosque — ¡Aléjate!


— ¿Eh? — sus iris se transformaron en un par de furiosas ranuras verticales que desprendían un odio desmesurado que le heló la sangre — Hey...


El moreno rugió, un sonido que hizo retumbar el suelo bajo sus pies y que provocó que todo el bosque cayera en un inquietante silencio que incluso la brisa imitó. Fue como si el tiempo se hubiese detenido, el joven se levantó, altivo y solemne, pese a su andrajosa ropa y su frágil aspecto; grilletes oscuros crujieron en sus muñecas y piernas, trozos de cadenas rozaron el suelo, pequeños rastros de sangre ocuparon el sitio en el que anteriormente estaba postrado...él olía a sangre y mugre, y emitía un odio tremendo hacia él.


— Estás...


Dio un paso y el chico se tambaleó dos hacia atrás — No te acerques, humano — huellas de sangre aparecieron bajo sus pies, prueba de que había estado corriendo quizá por horas — Vete de aquí si no quieres morir — no estaba bromeando, su sed de sangre era casi palpable...así como la lucha entre la inconsciencia que se libraba en su exhausto cuerpo.


— No...No voy a irme — palabras que se deslizaron de sus labios sin siquiera pensar en ello — Necesitas ayuda...


Bokuto avanzó y el joven volvió a retroceder, golpeó su espalda contra el tronco de un árbol al tiempo que sujetaba su cabeza y su iris se tambaleaban ¿Quién era? ¿Qué estaba haciendo en ese bosque? ¿Por qué, pese a que realmente estaba asustado, no se atrevía a dejarlo?


— Ven conmigo…— tomó su mano, encontrándola anormalmente fría y tiró de ella — Si te quedas vas a…


— ¡No! — rugió el moreno agitando violentamente la mano para liberarse, hiriéndolo con sus garras en el proceso — No te atrevas a tocarme.


Bokuto gimió. La sangre brotó de sus heridas empapando su brazo y la tierra bajo sus pies con su cálido rojo carmesí, ardía, pulsaba y sabía que ese chico podría hacer mucho más que eso, pues un solo tirón suyo había sido suficiente para empujarlo cerca de cuatro metros lejos de él “vete” “huye” para alguien que no tenía mucho sentido común como él escuchar esa vocecita retumbando en su cabeza era fascinante…pero también tan ajena a él.


— No…— no quería, o mejor dicho, sentía que no podía solo irse así.


No era solo un impulso, era algo muy difícil de explicar, como una necesidad primordial y sabia, en lo más profundo de su ser que no debía dejarlo y, mientras veía a ese joven perder la batalla contra el cansancio, supo que si no lo intentaba iba a arrepentirse siempre de ello.


¿Haberlo hecho fue un error? ¿Si? ¿No? En ese momento no lo sabía, solo pensaba que quería conocerlo, que ese ser al cual debía temer y abandonar por su propio bien era mucho más de lo que su agresividad dejaba ver, que podría enseñarle muchas cosas que no conocía si se hacía su amigo.


Era receloso y hostil, estaba lleno de ira, sin embargo sus ojos siempre reflejaban soledad, una tristeza que estaba más allá de la comprensión humana; quizá fue eso lo que le impidió dejarlo en primer lugar...una razón para no darse por vencido con él.


 *~*~*~*~*


— ¿Qué demonios crees que estás haciendo ahí parado? ¡Corre! — un joven rubio con una frenética expresión en el rostro lo sujetó de los hombros, su pulcra vestimenta, cosida con hilos de oro y botones de plata había perdido ya todo su esplendor, igual que sus propios ropajes.


Konoha...


El rubio sacudió su cuerpo — ¡Bokuto, maldición! Tienes que moverte, esos jodidos maleficarum están por todas partes.


La magia, que era la raíz de todo mal, estaba prohibida en el reino; la misión de su padre, aquella que sus ancestros le habían legado y que heredaría en un futuro, era acabar con los restos que habían escapado de la purga que marcó el fin de la era oscura, librar al mundo de las sombras que lo asechaban; los maleficarum. Sin embargo esa noble misión no era tan noble como pensaba…


— Esto está mal...


Era un error. Lo supo cuando aún era un niño y se atrevió a ver hacia el otro lado de la mesa, cuando vio la desesperanza en los ojos de los hombres y mujeres que pasaban por la corte solo para ser enviados a la hoguera, cuando vio morir la madre de su mejor amigo, aquella mujer a la que amó como a una madre y que fue acusada de brujería el día en que salvó su vida o cuando Kuroo fue forzado a encender las llamas para probar su lealtad.


— ¡Por todos los dioses, Bokuto! Estoy hablando en serio — gritó el más bajo, agitándolo frenéticamente — Tenemos que irnos, el contraataque llegará pronto. Toma tu jodida espada y pelea para salir con vida de esta locura.


Bokuto abrió la boca, pero de pronto el cielo nocturno fue iluminado por la chispa de un rayo, al tiempo que un extraño círculo de un azul iridiscente se formaba bajo sus pies, rastros de electricidad nacían del suelo y pequeñas chispas explotaban en la atmósfera que ese círculo cubría — ¿Qué...


— ¡Ya viene! — vio el pánico y terror en los ojos el rubio, un estridente sonido de crujidos provino del suelo y una esfera de luz blanco azulado del tamaño de tres cabezas serpenteó su camino sobre ellos.


No tuvo tiempo de reaccionar, el impresionante rayo de luz golpeó el suelo con una fuerza tal que formó un cráter oscuro y llanamente, y su cuerpo salió disparado al tiempo que sentía un inimaginable ardor recorrer sus extremidades. Fue solo unos segundos después de aterrizar sobre una pila de escombros que descubrió que había sido Konoha quien lo había empujado y protegido de aquel ataque.


— Hey...— el cuerpo sobre él no se movía, respiraba débil y errático, Bokuto empujó sus hombros, sangre empapaba su traje y trozos de tela quemada se habían adherido a una herida que abarcaba la totalidad de su espalda. Olía a carne quemada y llamas crepitaban rostizado los bordes — Lo siento...— levantó su cuerpo y, arrastrando su pierna izquierda que había sido quemada hasta el punto en que su carne se había tornado de un color negro rojizo, buscó un sitio relativamente seguro entre los escombros para ocultar el cuerpo de su amigo — Lo siento.


Los gritos, que hasta hace un momento sentía tan distantes, comenzaron a cobrar forma; se materializaron frente a sus ojos en las personas que peleaban, en los cuerpos que se arrastraban entre los escombros y aquellos que exhalaban su último aliento. Esa visión, los sonidos provenientes de ambas partes, solo podía ser comparada con la manifestación del infierno en la tierra.


"El peso de nuestras acciones tarde o temprano se cernirá sobre todos nosotros, incluso si me vuelvo un villano en la historia...obtendré la redención de mis hermanos"


Incluso cuando esas palabras estaban llenas de ira, sus ojos no dejaban de ser solitarios. Al igual que Bokuto, él estaba buscando un lugar al que pertenecer, un sitio al cual llamar hogar, al que regresar...incluso cuando sabía que no existía ya nada para él, la vacía esperanza latía en su corazón y hería su alma.


Ese dolor transformándose en la única prueba de que estaba vivo, de que aún existía en ese mundo.


— ¡Akaashi! — el sonido de su voz, de ese rugido que nació desde lo más profundo de su pecho, reverberó entre los sonidos de los feroces choques metálicos; su lengua cosquilleó, sus labios temblaron como la primera vez que se permitió pronunciar su nombre — ¡Esto no cambia nada! — gritó a la masiva presencia de la criatura que volaba entre las gruesas nubes de tormenta; un dragón cuyo tamaño era de proporciones monolíticas.


Bokuto todavía...


— Siempre fuiste ingenuo, Bokuto...


— ¿De verdad? — una cansada y despreocupada risa, que desentonó completamente con la atmósfera caótica, escapó de sus labios al tiempo que giraba en dirección al dueño de la voz, su negro cabello ondeaba al ritmo de la brisa que las furiosas llamas agitaba; su usual túnica negra había sido reemplazada por un atuendo más apropiado para la batalla, sus detalles en rojo relucían con las llamas — ¿Debo suponer que ese es de ahí es Tsukki?


Bokuto largó una mano y señaló al joven rubio detrás de él y de inmediato Kuroo adoptó una posición defensiva, cubriendo su cuerpo del alcance de su mirada. Era él, el gato de brillante pelaje que imitaba los rayos del sol, el que siempre se mantenía a su lado. Llevaba el mismo collar en el cuello; la pequeña luna bailaba con cada movimiento de su cuerpo.


— No estoy aquí para hablar, la situación no lo amerita.


— Supongo que no.


Kuroo apretó su agarre en su espada, un extraño resplandor blanco emanaba de su filo, pequeños rayos, similares a los que vio impactar la tierra segundos antes de la empuñadura y envolvían sus manos. El chico a su espalda; Tsukki, probablemente había sido quien lo atacó segundos antes; sus delegados dedos brillaban con un resplandor plateado, un círculo mágico se formó bajo un grupo de nobles y sus cuerpos desaparecieron bajo un relámpago.


— Te ves bastante genial ahora — tomó una espada de entre los escombros, su filo, rojo carmesí, competía con las llamas que abrazaban el reino. Ese raro metal sagrado, hierro rubí, fue el que llevó a la victoria a sus antepasados, la única forma de luchar contra la magia — Como un revolucionario.


No quería pelear con él y, pese a su firme posición en el suelo y a la determinación en sus ojos, sabía que Kuroo se sentía igual. Él no era solo un amigo, tampoco era solo su mejor amigo, era su hermano, la primera persona con la que pudo olvidar toda etiqueta y se sintió como él mismo, una persona con la que sabía podía contar y también aquella que había dado el primer golpe hacia la rebelión y asesinado a su padre.


— Bokuto, esto no va a terminar a menos que toda tu estirpe desaparezca de este mundo. — exclamó dando un paso tentativo hacia adelante — Incluso si eso nos cuesta la vida…por el bien del futuro…nosotros…


— Lo entiendo — ese mundo estaba mal, incluso Bokuto, que había nacido en el lado privilegiado de la moneda, lo sabía, sin embargo… — No puedo dejar que me mates aquí…yo todavía…


El masivo rugido del dragón agitó el cielo y la tierra, y cruzó lo que ahora era un campo de batalla. Ese sonido era imposible de ignorar para cualquiera e hizo consiente a todos de su abrumadora presencia, su poder y orgullo.


Sin embargo, aun siendo golpeados por aquel rugido que podría haber destrozado sus tímpanos y que agitó cada una de sus células, ellos dos no se inmutaron.


*~*~*~*~*


— Akaashi ¿La magia…es tan mala como todos dicen?


Un día, esa pregunta escapó de sus labios, no era como si nunca se lo hubiera preguntado antes, sin embargo había aprendido suprimir sus muchos cuestionamientos con todas sus fuerzas, hasta el punto en el que no se permitía expresarse abiertamente ni siquiera consigo mismo.


— Se equivocan, la magia…es parte del núcleo de la vida misma, su fuerza…cada ser viviente, sin importar cuan diminuto sea, lleva magia en su interior.


 Akaashi siempre tenía una expresión melancólica en el rostro, sin embargo en ese momento él había sonreído y su rostro se iluminó con una luz que hizo que algo cálido brotara en su pecho; su voz, la sonrisa que iba ensanchándose y sus ojos, aquellos pozos de llamas liquidas usualmente fríos irradiaban una cautivadora calidez que lo invitaba a perderse en ellos.


Era hermoso…todo de él lo era.


— Si cierras los ojos podrás sentir la fuerza de la vida fluyendo a través del bosque, emana de la tierra, se agita con el viento…canta con las aves y…


— Me gustas…— soltó Bokuto, sin reparar siquiera en ello.


— ¿Eh?


— ¿Qué?


La confusión se filtró al rostro del moreno y el pánico al carmín de las mejillas de Bokuto. En ese momento él quiso reír, de nervios y alegría a partes iguales, porque había hecho un descubrimiento, porque había descubierto la magia de un sentimiento que no conoce barreras, que le hacía sentir más vivo y fuerte que ninguno...que podría lograr lo que sea.


— Me gustas mucho — Akaashi estaba confundido, pero no rechazó la mano que se aventuró a tomar la suya, tampoco negó sus sentimientos y estuvo seguro de que lo vio sonreír, tímida y gentilmente.


Y su corazón revoloteó como nunca.


La forma en la que el tiempo se detuvo aquel instante solo podía definirse con una palabra; magia.


*~*~*~*~*


Sus espadas chocaron y chispas mezcladas con relámpagos saltaron a la vista, su espada, hecha con un material especial, debía haber partido sin dificultad la sencilla espada de Kuroo, pero esta estaba protegida por magia, relámpagos y un helado resplandor emanaban de ella. Su poder se trasladaba en cada golpe a sus huesos y si no fuera por la protección del material sagrado en su espada...


— Siempre fuiste bueno con la espada.


— Y te hago pedazos en cada ocasión.


Kuroo se lanzó a toda velocidad contra él, Bokuto apenas logró bloquear el ataque, su espada jugaba con tal destreza que le era difícil seguir sus movimientos, pero no era imposible; conocía muy bien su estilo y debilidades. Era lo mismo para el moreno. Ellos acostumbraban practicar esgrima juntos, provocarse el uno al otro mientras lo hacían, pero este no era un juego; sus golpes eran tan brutales como certeros...y estaban hechos para matar.


Y aunque sabía que era una situación de matar o morir, no quería lastimarlo.


— Kuroo...


De pronto, entre la sinfonía de caos y muerte, un sonido llegó a sus oídos, profundo y resonante, formaba parte de sus recuerdos de la infancia y de sus más recientes sueños nocturnos; el sonido de un cuerno; el anuncio del contraataque.


Sus espadas chocaron nuevamente. Ambos jadeaban. Un fuerte empujón hizo retroceder cinco pasos al moreno "Vete" quería decirle eso, pero la fiera determinación en sus avellana provocaron que esas palabras permanecerán atoradas en su garganta, transformándose en un nudo de angustia.


Se mordió el labio inferior, los hombres del reino se acercaban en una perfecta formación de pinza; sus armaduras negras y blancas estaban elaboradas con un metal especial que se decía negaba la magia de bajo nivel y otorgaba protección contra hechizos mayores y sus espadas, refulgiendo con el llamado "hierro rojo de los dioses" estaban listas para atacar.


— ¿Qué? ¿Te rindes? — mustió Kuroo con una sonrisa socarrona — Esperaba más resistencia de tu parte, príncipe.


Una incomprensible sonrisa bailó en los labios de Bokuto, ellos no se iban, todos los hombres y mujeres que habían irrumpido minutos atrás al castillo, permanecían firmemente parados sobre sus pies con orgullo, no temblaban, sonreían llenos de coraje...de valor frente a una inminente batalla. Frente al canto de la muerte.


Sintió envidia de su determinación, respeto y una profunda tristeza porque él había sido un cobarde que trató de escapar de sus obligaciones, de lo que sabía debía hacer.


— Dolió mucho... — murmuró Bokuto, clavando la espada en el suelo. Dio un paso tentativo en su dirección y Kuroo se puso en guardia — Cuando mamá...cuando ella se fue, lo vi, ese día, desde mi habitación y dolió...


Fue como si una parte de él hubiera desaparecido con las cenizas que se esparcieron por el cielo, no llevaban la misma sangre, pero fue la única madre que tuvo, ella lo amó y él lo hizo de igual forma, sin embargo el dolor que Kuroo debió haber experimentado en ese momento, el encender la hoguera, al escucharla gritar, al verla irse en primera fila debió haber sido más de lo que cualquiera podría aportar.


— ¿Me odias por eso?


— No, ella murió porque era débil...estuvimos tan cerca de terminar con esto en ese momento, si tan solo ella no hubiera sido débil, si no se hubiera dejado atrapar — apretó el mango de su espada — Entonces...él no habría tenido que verse obligado a hacer esto.


— Te equivocas — Dio tres pasos más, Kuroo apuntó a su pecho con la espada, el filo traspasó las finas capas de ropa que lo cubrían — Creo que no existe nadie más fuerte que ella...


— Esa es una estupidez — él empujó la espada y la punta se enterró en su piel, Bokuto detuvo su trayectoria con una mano, pero Kuroo siguió empujando, provocando que apretara su agarre hasta herirse — Tu no entiendes nada, no sabes nada...eres solo un niño.


Tenía razón, era solo un niño que estaba asustado y confundido, que quería correr lejos de ese infierno, un niño cuyo cuerpo temblaba, pero que no iba a retroceder — Lo sé, ella era fuerte y valiente...más que cualquier persona en el mundo y sé que tú también lo sabes...que no estaba equivocada.


Sus iris tambalearon, pero su postura no y sus párpados se cerraron hasta formar finas ranuras en sus ojos, Siempre le era difícil saber lo que pasaba por su cabeza o leer sus emociones, era como si desde aquel momento se hubiera entrenado a sí mismo para levantar una abarrera entre él y el mundo entero. Pero sabía que, así como sabía que su conexión, que la amistad que habían compartido había sido real, él creía en sus palabras, en el fondo de su corazón, lo sabía.


— Abajo.


Un muro estalló al tiempo que Bokuto haló la espada del moreno con todas sus fuerzas, entonces el suelo se agitó y los cimientos del castillo se tambalearon violentamente y una lluvia de escombros cayó del cielo acompañada de grandes y pesadas rocas en vueltas en fuego que sembraron el caos entre el enemigo. Rodaron por el suelo, Kuroo forcejeó contra él, pero no cedió y cubrió su cuerpo con el suyo, protegiéndolo de la fuerza destructiva de la rocas. 


*~*~*~*~*


— ¡Akaashi, creo…creo que me gustas más de lo que puedo soportar! — exclamó jugando con sus dedos pulgares, ya era tarde en la noche, la paz inundaba al bosque cubierto de miles de luces, el susurro de las hojas y el fluir del agua impregnaban todo a su alrededor, la luna nueva brillaba sobre sus cabezas ondulándose sobre la superficie del agua del rio — Lo que quiero decir es que…en realidad yo…


— No lo digas — el posó sus dedos sobre su boca, Bokuto vio a sus ojos, las llamas plateadas en sus pupilas se agitaron violentamente en sus iris.


— ¿Por qué no?


— Porque no quiero escucharlo — respondió apartando la mirada, su cabello azabache fluía como las olas del mar, ondeando a favor del viento, era hermoso, no había nada en él que no lo fuera.


— ¿Me odias? — sabía que al principio era así, había tratado de matarlo en más de una ocasión, un odio desmedido le había sido dirigido en cada una y una parte de él aun temía que aquellos momentos volvieran, que aún no hubiera terminado.


Akaashi boqueó un par de veces y se mordió el labio inferior, provocando que un fino hilo de sangre brotara de él, el silencio se volvió sofocante y el sonido de su corazón resonaba en sus tímpanos — No.


— ¿Entonces por qué?


— Porque si lo haces entonces yo…— calló — Yo…creo…Tengo que irme, es tarde y tú también deberías…


Sujetó su brazo, los fríos grilletes crujieron y sus cadenas se agitaron a raíz de su repentino asalto, podría haberse zafado con facilidad, había probado ser mucho más fuerte que él en demasiadas ocasiones, en una lo había lanzado a cinco metros de distancia elevando su cuerpo cerca de un metro sobre el nivel del suelo, solo con un movimiento de su cola. Pero también había demostrado ser frágil y cuando lo sostenía de esa forma, cuando sentía el calor de su piel y buscaba tímidamente que sus dedos se enredaran con los suyos sentía un impulso irrefrenable por atesorarlo.


— Me enamoré de ti.


No importaba cuantas veces viera a sus ojos o contemplara su rostro, todavía encontraba algo nuevo en él, todavía se sentía como si fuera la primera vez; su pulso se disparaba y sentía como la fuerza vital de la que Akaashi siempre hablaba fluía de la tierra bajo sus pies a su cuerpo. Tan vivo.


Si eso no era amor, entonces ¿Qué?


*~*~*~*~*


Una insoportable ola de calor azotó los alrededores, las llamas lanzaban lengüetazos calientes sobre su piel, balanceándose con furia; las explosiones no parecían tener fin, gritos de batalla y agonía por igual se filtraban entre los estallidos y sonidos metálicos. Esto era más que un simple contraataque, era una masacre, rocas, destellos eléctricos, fuego, una tormenta de elementos estallaban en el suelo y se dispersaban en forma de tornados que envolvían a los soldados.


— Salvar a alguien que está tratando de matarte...solo un completo idiota haría algo así.


Aroma a carne quemada y muerte hondeaba en el aire, la esencia de su sangre se sumó a la calidez que se esparcía sobre la piel de su antebrazo, su costado izquierdo no estaba en mejores condiciones, la espada que anteriormente Kuroo sostenía le había provocado una herida profunda que ardía como el infierno.


— Me gusta ser un idiota — Kuroo tampoco se veía muy bien, estaba cubierto de rasguños, moretones y algunas quemaduras que iban desde marcas rosáceas a rojo oscuro en sus brazos y piernas.


Kuroo empujó a Bokuto, quien cayó sentado sobre sus rodillas y giró sobre su espalda, se apoyó en el suelo con las palmas y se levantó — Pues se te da muy bien — suprimió un quejido de dolor al tiempo que sostenía su brazo y se tambaleó hasta dejarse caer junto al rubio que lo acompañaba — Tsukki...— tomó su mano, dio palmaditas sobre su rostro hasta que abrió él los ojos y buscó tocar su rostro también.


Bokuto contempló la imagen un momento y sonrió, una sombra de triste melancolía cubriendo su rostro al tiempo que buscaba levantarse también.


El dragón; Akaashi volvió a rugir, su enorme cuerpo emergió de entre las nubes de truenos, las cuales diseminó al tiempo que suscitaba poderosas ráfagas de viento con sus alas. Trozos de escombros volaban indiscriminadamente hacia el cielo, algunas personas habían sido arrastradas por él y otras luchaban por mantenerse en pie. A la distancia pudo ver un centenar de inmensas ballestas equipadas con lanzas oscuras, las mismas armas con las que sus ancestros habían masacrado a su pueblo buscaban tomar su vida.


Dio otro vistazo en dirección a Kuroo, protegía a su compañero y él parecía querer hacer lo mismo, después a Akaashi, el dragón lanzaba ráfagas de fuego hacia las armas, rugía con una furia que lastimaba sus tímpanos, danzaba con las enormes flechas que surcaban el aire. No se detenía, las inmensas flechas herían su piel con aterradora facilidad, pero él se mantenía firme en su ataque.


Su ala fue perforada, el dragón dio un par de giros en el aire, bajo una implacable lluvia que no pudo esquivar y golpeó uno de sus costados contra la torre sur del castillo, destrozándola, antes de recuperar el control y alzar en vuelo a su cuerpo al tiempo que lanzaba una ráfaga de llamas a la última línea de ballestas sobre los muros del castillo. Sin embargo ya habían cumplido a su cometido, volar le era cada vez más difícil, su cuerpo caía en picada y su impacto contra el suelo creó un gran cráter y una inmensa nube de polvo.


Pero él no se rendía, seguía rugiendo y lanzando ráfagas de fuego a quienes trataban de acercarse y era protegido por los pocos magos que continuaban en el campo de batalla.


— Tienes que irte — un dolor punzante perforó su maltratado cuerpo y sus heridas que ardían como si estuvieran en llamas, la mezcla de todo se sentía como si la muerte quisiera abrazarlo con sus fríos brazos — Akaashi — sabía que no estaba en condiciones de hacer nada, sin embargo sus pies se movieron y sus pasos lo buscaron a él.


Más de cien metros lo separaban de la masa titánica con alas que era el dragón, devastación y muerte encontraría a su paso, su fin inminente acechaba en cada rincón del campo de batalla, pero aun sabiendo eso, Bokuto arrastró sus pasos y empujó su cuerpo hacia él.


*~*~*~*~*


— ¿Qué clase de cosas son estos grilletes? — resopló Bokuto con frustración, había tratado de romperlos con todo lo que tuvo a su alcance, incluso aprendió herrería con ese propósito, pero parecía que ni siquiera la fuerza de Akaashi era capaz de quebrarlos.


El moreno alzó su brazo y contempló el frío hierro negro, pequeños destellos azul profundo brillaban en los bordes con la luz del sol — Son...la prueba de que aún tengo propósito.


*~*~*~*~*


Que era lo que pasaba por su cabeza cada vez que se perdía en sus pensamientos, como se sentía con respecto a él. Su mirada distante, aquella que a veces parecía tan llena de vida, el significado detrás de cada suspiro y sonrisa, de cada efímera caricia de sus manos contra las suyas...quería conocer el significado de cada gesto, descubrir nuevos con él.


Hondas y explosiones agitaban furiosamente las llamas y escombros envueltos en fuego saltaban por todos lados, su cabello se pegó a su frente empapada en mugre y sudor. Una brillante luz rojo azulada del tamaño de su cabeza impactó en el suelo frente a él y explotó lanzando su cuerpo a la izquierda con una honda de choque.


Pero Bokuto se levantó y siguió caminando a pesar de que la herida en su pierna había aumentado en tamaño, que nuevas se habían formado en sus muslos, a pesar de que cada paso se sentía como si pesados mazos golpearan sus rodillas.


Quería decirle que el silencioso mundo gris en el que había estado viviendo había sido pintado de colores por él, que cada vez que cerraba los ojos la imagen de su rostro aparecía ante él, que gracias a él ya no era más el niño que le temía a la oscuridad...que había aprendido a encontrar belleza en ella y en todo lo que lo rodeaba.


Tenía los ojos secos, el aire caliente quemaba sus pulmones y le era difícil dar un paso sin sentir que sería el último antes de desplomarse; con quemaduras y heridas por todo su cuerpo, punzadas de dolor se disparaban por sus extremidades y le advertían que moriría si seguía avanzando.


Incluso así, aunque era totalmente consciente de ello, aunque quizá lo supo desde el momento en el que lo vio aquel verano en el bosque, Bokuto avanzó y avanzó.


"Soy un idiota, también un cobarde que solo quería huir de sus responsabilidades, pero cuando te veo siento que puedo hacer lo que sea...cuando te veo, cuando te siento, incluso cuando pienso en ti el mundo solo cambia, parece un lugar mejor, lleno de paz y esperanza.


No dejó de avanzar, ni menguó su determinación, la mano que sostenía su costado poco hacía por detener el sangrado, las altas temperaturas habían quemado la carne expuesta de su pierna, provocando que se tornara de un tono negro profundo, el dolor que estaba experimentando al sentir su piel quemarse era suficiente para querer retorcerse de dolor y gritar, pero no lo hizo.


Uso ese dolor como el motor que lo mantenía consiente y continuó avanzando con toda determinación.


“Te quiero y quiero decírtelo tantas veces como pueda, hasta que mis labios no puedan moverse más, hasta que mis cuerdas bucales se desgasten y mi garganta se cierre…hasta que esas dos palabras sean las únicas de mi vocabulario”


Si se preguntaba por qué estaba cometiendo semejante locura, por qué era tan importante, Bokuto no sabría la respuesta exacta. Solo lo sentía así, como si fuera halado gentilmente por un par de hilos invisibles que lo unían a Akaashi, le impedían detenerse.


“Quiero escucharlo de ti, al menos una vez...quiero que vivas incluso si eso me cuesta la vida”


El sonido poco a poco se hacía cada vez más lejano, las imágenes borrosas, como cubiertas por una cortina de humo, su boca gemía débilmente mientras un increíble dolor golpeaba todas sus terminaciones nerviosas y su cuerpo palpitaba de dolor.


Un dolor que jamás había experimentado, como si estuviera siendo azotado o golpeado incontables veces y su piel se desprendiera. Tan doloroso que casi no podía pensar...pero aún así su yo inconsciente guiaba sus tambaleantes pasos hacia el objeto que de sus ardientes sentimientos.


*~*~*~*~*


— Akaashi, quiero estar contigo por siempre — la brisa agitaba su cabello y las hojas de los árboles, pequeñas nubes blancas surcaban el cielo, moviéndose perezosamente — ¿Crees que esto sea posible? — tranquilos y pacíficos, los momentos que pasaban juntos eran siempre así, fluían como la cálida brisa.


— No, eso no es posible...


Akaashi desvío la mirada como siempre hacia cuando hacía preguntas de ese tipo, como cuando le era difícil mantener su máscara de estoica serenidad de él y Bokuto sonrió con ironía, deseando en silencio que fuera más sincero. 


— Te quiero — susurró suavemente tomando la mano del moreno — Te quiero — repitió abrazándolo con todas sus fuerzas — Te quiero...


Bajo el suave resplandor del sol y los cálidos rayos que se filtraban entre los árboles se sintió como si el tiempo se hubiera detenido.


— Te quiero...


*~*~*~*~*


Sus piernas enviaban señales en forma de dolorosos espasmos para que detuviera su avance, su cuerpo ya no podía más, eso era claro, pero aun así y pese a que su avance se había tornado más lento y sus músculos rígidos prácticamente le impedían seguir, él se impulsó hacía el frente.


Dar un solo paso era difícil, ver y respirar era difícil, mantenerse consiente era aún peor, sin embargo su determinación seguía intacta.


La imagen del imponente dragón, de sus ojos, de esas furiosas llamas grises bailando en sus iris, de sus fauces exhalando una ráfaga de fuego apareció vagamente ante sus cansados ojos. La lluvia de fuego se transformó en tornados, que se retorcían y chocaban entre sí, el calor se intensificó y una repentina oscuridad nubló su visión transformándose en su todo.


*~*~*~*~*


— Desearía que pudiéramos estar así por siempre — susurró Bokuto observando, maravillado, el increíble fenómeno natural; la lluvia de estrellas, que se presentaba a sus ojos.


— Eso es imposible.


Él frunció los labios — ¿Por qué siempre respondes eso?


— ¿Por qué siempre tienes que sacar el tema? La respuesta siempre va a ser siempre la misma, creía que a estas alturas ya lo habrías entendido.


— La respuesta que me dan tus labios tal vez sí, pero...— sonrió al tiempo que chapoteaba agua del río con los pies — Creo que sé que te sientes igual que yo.


Akaashi se levantó abruptamente y le dio la espalda, la luz de la luna bañó su cuerpo con su resplandor azul — Los humanos realmente son criaturas ridículas y sin sentido — mustió regalándole una afilada mirada que Bokuto respondió con una sonrisa gentil, sus ojos se entonaron, volviéndose sus pupilas frías ranuras verticales — A partir de ahora...no quiero que vengas más, ya estoy cansado de ti. 


— ¿Qué estás...?


— Está es la última vez que voy a permitirte verme, vete de este reino y cumple ese ridículo sueño tuyo...quédate, vuelve a buscarme y encontrarás la muerte — sentenció con frialdad.


¿Por qué? Quería preguntarle por qué su voz temblaba, por qué, pese a que sus palabras eran firmes y decididas, su cuerpo temblaba sin parar, por qué no decía esas palabras viéndolo a la cara. Bokuto no podía aceptar eso, quería decírselo, sin embargo se mantuvo en silencio mientras observaba como la delicada figura de Akaashi desaparecía en la oscuridad del bosque...misma que lo engullo también.


*~*~*~*~*


— Los humanos son realmente criaturas ridículas y sin sentido, pequeños seres débiles que se marchitan con facilidad, su tiempo de vida es tan corto, a veces no dura más de un simple latido, pero...


Vestigios de lo que restaba de la batalla, gritos y rugidos, resonaban a lo lejos, siendo ahogados por el crepitar de las llamas que los rodeaban, el furioso ulular del viento acarreaba infernales ráfagas de calor a sus cuerpos, quemaba sus pulmones con cada respiración. Akaashi podría escapar de ahí sin demasiados problemas, su cuerpo a penas y podía moverse debido a las heridas que no paraban de sangrar, sin embargo su piel era resistente aún en su forma actual, podría pasar entre las llamas sin quemarse de inmediato.


Entonces ¿Por qué no lo hacía? Si se iba ahora podría vivir, pero...


— Al menos quería que tú vivieras...— apartó un par de socios mechones grisáceos de su frente; era por él...siempre era por él. — Traté de huir de ti, tan lejos como pude, durante décadas...porque no quería verte, porque creí que de ese modo hacer esto no me dolería tanto, creí que podría mirarte a los ojos sin sentir más que desprecio por ti y los tuyos — se inclinó y pegó su frente contra la contraria y apretó los ojos, no quería llorar — Entonces te vi en el bosque y... fue como lo soñé ¡No se suponía que eso pasaría! ¡Pero entonces pasó y yo...!


Se mordió el labio inferior, apretó los puños y los párpados, pero eso no impidió que un par de traicioneras lágrimas escaparan de sus comisuras o que el nudo en su garganta siguiera formándose, no reducía sus ganas de gritar en frustración...no disminuía ni siquiera un poco su dolor.


— ¡¿Por qué te quedaste?! ¡¿Por qué volvías?! Traté de matarte y pensé que de esa forma tu...creí que podría alejarte, pero...eres un idiota y yo...yo...— "Te quiero" "Te amo" llevaba esas palabras atoradas en la garganta desde hace mucho tiempo, se arrastraban por su boca y a veces amenazaban con escapar por sus labios, pero él no se permitía decirlas. Tenía miedo — Bokuto...


Para alguien que llevaba años caminando a ciegas por un oscuro sendero...él era una luz, de un blanco tan puro como el cielo, irradiaba cálida gentileza con cada sonrisa, su presencia agitaba todos sus demonios y los callaba. Era tan especial como suyo y le asustaba.


— Akaashi...tengo un sueño — el sonido roto de una voz provocó que abriera los ojos, Bokuto lo miraba, sus ojos debatiéndose entre la inconsciencia, le gustaba su color, a veces de un apasionado dorado intenso como el oro y otras de un cálido ocre que atrapaba su corazón.


— Lo sé, lamento haberte dicho que era ridículo…


El estado en el que se encontraba su cuerpo acongojó su corazón, había hecho todo lo posible para parar el sangrado de la herida que en su costado y la terrible yaga que se había formado en su pierna, había agotado la poca magia que restaba en su cuerpo, pero su estado no parecía mejorar. Su cuerpo aún estaba cubierto por quemaduras y heridas que iban desde raspones hasta profundos tajos de los que aun brotaba sangre.


Tenía que encontrar a alguien que lo ayudara, si no era atendido a tiempo, si no se apresuraba, entonces…


— Quiero conocer la gran metrópolis bajo tierra de los enanos, viajar en una caravana de elfos nómadas, visitar a los elfos oscuros de las montañas del este…escuche que en el sur existe un inmenso árbol que absorbe el agua de la atmosfera con sus hojas y que de sus raíces…nacen las cascadas más hermosas de todo el mundo.


La ilusión de un niño bailaba en sus ojos y una sonrisa floreció en sus labios, incluso en esa terrible situación, aunque estaba soportando un terrible dolor, él sonreía como siempre ¿Podía existir una persona más tonta que él? los humanos son tan aterradores, sus vidas son tan cortas que no tienen más remedio que sentir…que amar con la intensidad de mil años.


— Quiero caminar por un bosque encantado, quiero ver un hada, el cielo de colores del norte, el mar de arcoíris…quiero viajar hasta el fin del mundo y volver sobre mis pasos para volver a descubrirlo todo, pero…


Pequeños, frágiles y débiles, sin embargo sus sueños eran enormes, a veces terminaban segados por ellos y transformaban el sueño en una ambición a la que se aferraban, otras en una dulce ilusión que se permitían abrazar con todo su ser hasta hacerla realidad y liberarlo.


— Creo que, más que cualquier cosa…más que a nada en el mundo — Bokuto elevó ambas manos hacia su rostro, primero sus dedos hicieron contacto con su piel y se deslizaron hasta sus pómulos para acunar sus mejillas con las palmas — Quisiera pasar más tiempo contigo…todos mis sueños parecen pequeños comparados con eso…y cambiaria…todo lo que jamás desee por al menos un segundo del tiempo que compartimos…por detener el tiempo en el día en que me dejaste sostener tu mano.


No quería conocer a Bokuto, no quería conocerlo porque tenía miedo de que le hiciera cambiar de opinión, no quería conocerlo porque su corazón realmente añoraba hacerlo. Quizá había sido ese deseo el que le había hecho encontrar el camino hacia él mientras huía. 


— Yo también…— fueron solo unos cuantos meses, pero había sido suficiente para que no quisiera soltarse de él jamás — Creo que perdí en el momento en el que te vi…


Bokuto ensanchó su sonrisa. Su destino estuvo sellado en ese momento, pero al menos él…si tuviera que elegir entonces quería que viviera y estaba dispuesto a sacrificar la pequeña llama que restaba de su vida para ese propósito.


— Akaashi…


— No hables más, ahora mismo voy a…


— No…— sujetó su rostro con fuerza y el contacto que tanto había añorado llegó, aquel beso que sabía terminaría por robar lo poco que había conseguido conservar de su corazón — No…vas a desaparecer, no quero que lo hagas…no quiero, quiero que vivas.


— Siempre supe que este sería el final para mí, vine aquí preparado para no volver, pero tú…


— No quiero que estés solo de nuevo...nunca más.


Él tampoco lo quería, la oscuridad en la que había vivido por tantos años le parecía aterradora después de sentir el calor de la luz, pero el mismo lo había dicho antes; era el precio de sus acciones.


— Está bien, vine a verte solo para decirte que...en todo este tiempo lo que sentí por ti siempre fue real, también ahora yo...


— Lo sé, también yo...todo este tiempo… — ardía, el espacio entre ellos y las llamas se reducían cada vez más, el calor, la asfixia que el humo y la peste provocaban debía ser insoportable para él, sin embargo no dejaba de sonreír o mirarlo sin inmutarse...era como si ya no pudiera sentir nada más — Siempre te he amado.


Se permitió llorar y sonreír como hacía cuando era un niño. Tan libre, su pecho, su corazón e incluso su cuerpo podían sentirse más livianos ahora.


— También te amo.


— Te amo...Te amo...Te amo...— no podía parar de decirlo, por cada momento que deseó hacerlo, por cada susurró que deseó llegara a sus oídos, por cada día, cada segundo e instante en el que se reprimió — Te amo — dos palabras que eran dulces en su boca.


Pero aunque parecía lo más correcto en el mundo, no podía permitírselo, no podía hacerle esto a él.


— Quiero que vivas, sé que puedes encontrar a muchos amigos y...


No. No estaba bien ¿Es que no lo entendía? Le había quitado todo tal y como sus ancestros habían hecho con él; familia, amigos, su hogar, había devastado todo con toda la fuerza de su ira. Debía odiarlo, repudiarlo, desear su muerte más que nada.


— Tonto ¿Cómo se supone que siga viviendo si estás llevándote mi corazón contigo? — dijo Akaashi — Quiero quedarme a tu lado y acompañarte a donde vallas...vamos juntos al fin del mundo.


— ¿Juntos? Me gusta cómo suena eso, pero...


— Solo quiero estar contigo...por siempre.


Bokuto cerró los ojos, sus manos se deslizaron débiles por su rostro, pero el moreno las detuvo en sus sitio — Yo también.


Volvió a besar sus labios, su reseca textura le supo gloria, repartió más por todo el rostro de Bokuto sin dejar de sostener sus manos, anclándolas al suyo. El nudo en su garganta se disolvió en lágrimas, no de amargura, culpa o temor, solo lágrimas que lo liberaron del pesar con el que había estado cargando por años. No tenía miedo, no sentía dolor o nada más además de la persona cuya cabeza descansaba sobre su regazo.


Envueltos en un tibio rojo que los abrazaba, la danza de las llamas se volvió gentil, como la brisa agitando las hojas de los árboles, el desesperanzador panorama que se alzaba en el campo de batalla desapareció y un verde campo que se extendía hasta el horizonte apareció en su lugar; la paz de un tranquilo día bajo la sombra de un árbol, con los rayos del sol filtrándose entre sus hojas envolvió su conciencia. Junto a él, durmiendo con la cabeza descansando sobre su hombro estaba Bokuto, su tranquilo rostro arrancó una sonrisa de sus labios.


Akaashi también estaba cansado, el silbido del viento era como una dulce canción a la que su cuerpo se entregaba. Cerró los ojos, su sonrisa aún jugaba en su rostro sus pulmones tomaron aire, sus labios se separaron y una gentil tomada llenó su pecho...como una suave y dulce nana que acompañaría a su sueño eterno.


.


.


.


"Keiji...Keiji...Keiji...Keiji"


El eco de una suave voz rompió el delgado manto que lo mantenía en el mundo de los sueños, una mano tocó su rostro, era tibia y estaba impregnada de la esencia del aire puro que corría libre entre las nubes.


— Mamá...— su voz sonó apagada y sus empañados ojos le impedían verla con claridad — Mamá...— la llamó el pequeño Keiji, hipando y sorbiendo sus fluidos nasales.


— Estoy aquí — ella lo abrazó, apoyando su cabeza contra su pecho, permitiéndole escuchar con claridad los latidos de su corazón. El frotó su cabeza contra ella, ella acarició su cabello y tarareó una dulce canción que calmó sus sollozos — ¿Tuviste una pesadilla? ¿Quieres contarle a mamá?  


El pequeño Keiji restregó su nariz con el dorso de su mano y negó con la cabeza — No me acuerdo, pero...creo que era gentil, había una persona pero...— frunció el ceño — Nunca la había visto antes, pero parecía que me conocía y cuando llamaba a mi nombre algo se agitaba aquí — llevó sus manos a su estómago y volvió a fruncir el ceño y frunció los labios — Ya no recuerdo su rostro — no entendía porque, pese a que había sido un sueño agradable, su pecho dolía tanto...su pequeña mente no lo entendía.


Su madre sonrió y sus ojos destellaron como si toda la luz de la llama que calentaba su pequeña cabaña se concentrara en sus azules ojos — Ya entiendo, has estado teniendo esa clase de sueños — revolvió su cabello al tiempo que reía suavemente — Mi niño está creciendo, ya casi es un adulto.


Los ojos del pequeño también brillaron e inclinó su cuerpo hacia ella — ¿De verdad? Entonces ¿Ya puedo ir con ustedes?


— Aún no es tiempo.


— Pero acabas de decir que ya soy grande.


— Si, lo hice pero es diferente.


— No lo entiendo — se cruzó de brazos al tiempo que inflaba las mejillas y apartaba la mirada, ofendido. — Ya soy grande, el otro día mi hermana fue de compras y cuidé yo solito de mis hermanos.


— Escucha, Keiji, lo que está pasando contigo es el primer paso a la adultez...significa que hay algo maravilloso esperando ser encontrado por ti ahí afuera.


— ¿¡De verdad!? — él la miró por el rabillo del ojo, un tinte de interés teñía sus iris — Pero ¿Cómo sé que estoy buscando? ¿Cómo voy a saber si lo encontré?


— Cuando descubras en ese ser todos los colores del universo.


— ¿De verdad existe alguien así?


— ¡Por supuesto que sí!


Él no estaba muy convencido, pero la respuesta de su madre despejó toda duda y una emoción como nunca había sentido nació en su pecho.


— ¡No puedo esperar por encontrarlo!


 


 


Esa noche, sus padres llevaron a la aldea a un extraño viajero herido...un año después ese mismo hombre volvería para destrozar la luz de la ilusión en sus ojos.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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