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Los portales de babilonia por youkifox

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Al verlo tan magnificente y tan glorioso, Erick no podía creer lo que sus ojos mortales presenciaban, el máximo esplendor en aquel vacío espacio del lumbral del silencio y la misteriosa agonía de esa desdichada entidad emanaba y tal parecía que sería su final definitivo.

La irritante alarma tintineaba haciendo eco por toda la habitación, por fortuna una mano la cual se asomaba entre las sábanas blancas logró callarla de una buena vez. Después de la pesada rutina, Erick, logró llegar a la gran biblioteca del pueblo, dicho lugar era sublime, enorme y de un estilo gótico exquisito ante la vista de un buen conocedor, sin prisa el joven se paseaba entre los largos pasillos repletos de libros de todas las épocas, era feliz mientras estuviera en ese lugar pero al recordar aquella pesadilla que había tenido le erizaba la piel por completo.

-Hola amigo mío-se hizo manifiesto una voz la cual más bien parecía un frío susurro al viento, Erick se giró por completo para ver la silueta de un hombre delgado oculto bajo las sombras.

-¿Quién es usted?-Nunca en su vida había visto a ese hombre pero el joven se negaba a ponerse nervioso al visualizar esa silueta oscura.

-Disculpe mi insolencia, señor Haider, pero debo decir que es un alago verlo tan de cerca…tan frágil tan lleno de vida- mientras se descubría de las penumbras que le rodeaban se podía visualizar claramente ese individuo que con tanto alago se dirigía, sus rasgos fáciles no parecían a ninguno que existiese en la tierra, era como una figura celestial, lo que más resaltaba en él eran sus ojos, grandes y de unas misteriosa tonalidades rojizas los cuales era como ver un cumulo de estrellas bañado en llamas y aquel cabello tan delicado que casi parecía de plata que brillaba tan resplandeciente, todo en ese hombre era hermoso, Erick había quedado impactado al verle.

- mi querido amigo, sé que en este momento usted no las ha tenido fácil, pero permítame ayudarle señor Erick-el misterioso individuo sacó de su abrigo lo que parecía ser una tarjeta, la entregó con toda calma. Sólo fueron fracciones de segundos para que el chico se diera cuenta que se había quedado solo, no supo que es lo que había pasado en la biblioteca pero por primera vez él no quería estar en ese lugar.

La noche llegó de lo más rápido, el joven hombre seguía impresionado por lo que presencio por la mañana-tal vez sólo fue mi imaginación-dijo para él mismo, pronto recordó aquella tarjeta que ese raro hombre le había entregado, así que buscó hasta por fin darse cuenta de que eso no había sido un delirio, la tarjeta era totalmente traslucida y no tenía nada escrito en ella-vaya no pensé que me llamaría tan rápido, amigo mío-no había explicación alguna de como ese hombre  pudo entrar a la  residencia del joven. Erick estaba a punto de llegar a un colapso nervioso, pero antes de que pudiera hacerlo trató de tranquilizarse-¿Qué es lo que quiere conmigo? Dígalo antes de que llame a la policía- dijo Erick – oh, amigo mío estoy aquí porque usted me llamó, ¡pero que descortés soy! Permítame presentarme, mi nombre es Mernaya, sé lo que usted más desea, quiere que todo el mundo admire su trabajo, que lo reconozcan ¿o me equivoco?- el de cabello castaño negó levemente con la cabeza-está en lo correcto,  ¿pero  cómo supo? ¿Cómo me puede ayudar?-

-simplemente lo supe, pero dime estas dispuesto a firmar un trato…no te pediré nada a cambio, lo tendrás todo, lo único que tienes que hacer es firmarlo- de la nada apareció un gigantesco libro recubierto por gemas preciosas, Erick lo comenzaba a dudar pero poder cumplir su más grande anhelo le impulsó, tomó la puma que con anterioridad el extraño hombre le entregó.

-Mi amigo le prometo no decepcionarle-fueron las palabras que dieron inicio a la travesía que le esperaba al joven.


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