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Almas perdidas por Eirin009

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Lo que a Tony más le dolía de todo aquello fue que no era capaz de ver a Steve, ni sentir su cuerpo o escuchar su voz. Todas esas mañanas en las que el rubio de bellos ojos azules despertaba a su lado le parecían el paraíso, siempre fue así, incluso ahora cuando abría los ojos por las mañanas y solo encontraba un cuarto vacío, lleno de recuerdos dolorosos.

 

La Civil War se había llevado consigo no solo la mitad de su equipo sino que también se llevó una parte del mismo Tony, la mejor parte si tenía que admitirlo.

 

El recuerdo de Steve era lo único que lo mantenía en ese mundo que lo trataba con crueldad.

 

Separado del amor de su vida, quien le mintió para finalmente ser golpeado en el reactor que le mantenía con vida sin vacilación, aun así, Tony seguía pensando en él y en su bienestar. Mantenía su escudo que observaba a diario junto con aquella carta que leía una y otra vez con la esperanza de poder tenerlo cerca.

 

Debía admitir que anhelaba escuchar su voz y aferrarse a él como en tiempos anteriores donde se ocultaba en los brazos del capitán para huir de sus pesadillas.

 

Lloraba cada día sin falta por el arrepentimiento y al darse cuenta de que no era tan especial para Steve como había pensado. El soldado le había prometido las estrellas y él, Anthony Stark le entregó el universo.

 

Ya nada podía hacer para remediar los daños que había provocado por la ira de descubrir la verdad sobre la muerte de sus padres, en realidad el hecho de saber sobre su asesinato no le afectó tanto como saber que su esposo lo sabía desde un principio y lo encubrió.

 

Lo peor de todo, era que existía otra persona especial para Steve, alguien mucho mejor que él,  por la cual abandonaría todo sin dudar. El sargento Barnes era alguien mucho más digno de estar junto al héroe de Norteamérica.

 

No podría competir con él.

 

Rogers y Barnes tenían su historia, mejor que la suya con el capitán. Si lo pensaba detenidamente, el intruso era él, no tenía ningún derecho de decirle al súper soldado que lo eligiera por sobre su mejor amigo.

 

Era volver al principio, Anthony Edward Stark estaba solo nuevamente. Aun así guardaba la esperanza de que Steve siguiese amándolo, así como él seguía profundamente enamorado de ese hombre.

 

Observó nuevamente el objeto que abarcaba la habitación, sintió su corazón estrujarse al recordar como estuvo incrustado en su pecho. Deseaba tanto volver a ser protegido por aquel escudo pero ya no podía ser como entonces.

 

Sabe que está mal aferrarse al pasado de esa forma, su única solución para no sentir que el mundo le aplastaba era encerrarse en su laboratorio dentro de las paredes de su hogar, siendo viernes y visión su única compañía, negaba las vistas de Pepper y solo procuraba el bienestar de Peter y Rodhey. Sabía que sus compañeros también habían perdido a sus amigos pero estaba seguro de que ninguno de ellos lo resentía tanto como él.

 

Trabajaba arduamente día y noche para distraer a su mente, alejar los malos pensamientos que se aglomeraban en su cabeza haciéndole daño, aunque al final era perseguido por sus memorias, sus conflictos le hacían concentrarse en su único proyecto.

 

Se propuso a fabricar un nuevo escudo.

 

Únicamente para ser sostenido por esas manos que un día llegaron a recorrer cada milímetro de su piel, tenía la ilusión de entregárselo cuando se vieran nuevamente como una señal de que todo estaría bien y que podrían regresar a ser lo que antes fueron, pero si las cosas no funcionaban, si Steve era más feliz junto a otra persona, entonces ese nuevo escudo podría darle fin a su dolor.

 

Sus extremidades no se detenían, sus piernas recorrían su laboratorio, sus brazos no dejaban de moverse y su mente elaboraba ideas complejas para hacer mejoras a sus diseños.

 

Nada podía detener el frenesí de emociones.

 

Suspiró cansadamente al darse cuenta de sus acciones, era patético, algo que nunca ha sido a lo largo de su vida pero el amor era una cruel tortura.

 

-Steve…

 

Murmuró sintiéndose desesperado, como deseaba escucharle decir su nombre y que le dedicara esa sonrisa encantadora, que le obligara a levantarse temprano, reírse de sus bromas sin sentido, estar a su lado.

 

Perdido en sus pensamientos, un sonido que no reconoció hizo eco en la habitación, buscando con la mirada se encontró con la fuente de aquella interrupción. Sintió una descarga eléctrica en su cuerpo que le obligó a tomar el objeto con rapidez, aquel teléfono que parecía sacado de otra época.

 

No estaba seguro si contestar pero mando a callar las voces que le pedían que no lo hiciera, solo para tener una oportunidad, aunque fuese mínima para de saber algo sobre él.

 

-¿Tony?

 

Se paralizó por una mezcla de sentimientos, sintió su corazón acelerarse al reconocer al dueño de aquella voz, las lágrimas se juntaron en sus ojos, su garganta intentaba articular algún sonido sin éxito. Soltó todo el aire en sus pulmones, se sentía tan cerca como si estuviese en la misma habitación.

 

-Sé que estás ahí.

 

-Rogers.

 

Esperó por unos segundos a que la misma voz que le provocaba ese mar de emociones contestara, podía notar algo de temor en el tono del capitán, algo que no había escuchado desde que este mismo le propusiera matrimonio, pero era algo diferente, estos no eran por emoción o simple nerviosismo, era temor. Nunca se lo hubiese esperado, ¿A qué le temía el capitán?

 

-Necesito decirte algo importante, tal vez no quieras hablar pero ¿Estarías dispuesto a  escucharme?

 

Es tan directo como lo recuerda, no puede hacer algo más que aceptar, sabe que no podrá decir que no y para ser sinceros, es lo que le hace falta, más aun viniendo de la persona que necesita.

 

No dice ninguna palabra, dando un permiso que es entendido por el emisor de la llamada, el sonido de un largo suspiro llega a sus oídos, recordaba esa forma de expresión en específico, parecía que estaba pasando por un mal momento al igual que cuando una misión fracasaba, podía ver en su mente la forma en la que los músculos de Steve se tensaban después de eso.

 

-No voy a arrepentirme de mis acciones.

 

Esta casi seguro de la mirada que tiene en esos momentos, de manera firme al igual que cuando se ha decidido por algo en lo que cree.

 

-Sé que te hice daño y realmente lo lamento como no tienes idea…Tony, me dolió dejarte.

 

Se formó un nudo en su garganta, quería gritarle en ese momento que todo era mentira,  pero no se atrevió.

 

-Cuando te deje en ese lugar sentí que también abandona una parte de mí, admito que mi manera de manejar las cosas fue errónea, me equivoqué.

 

Quedó levemente sorprendido por la declaración, Steve Rogers jamás admitiría un error en su perfecta forma de ser.

 

-Te amo. Te sigo amando como desde el primer día.

 

Stark pasó a una discusión interna, ¿Debería decirle que también lo ama o seguir molesto por abandonarlo? Se encontraba resentido consigo por dudar en su decisión.

 

-Por favor dime algo.

 

Lo único que escuchó el capitán fueron minutos de silencio seguidos de un par de suspiros y ligeros sollozos que le hicieron alarmarse de inmediato.

 

-¿Tony?... ¿Estas llorando?

 

Lo estaba, realmente después de todo ese tiempo de dudas y resentimientos, ahora pasaba a esta situación. Steve aun lo ama, podría morir en ese momento sin ningún problema, y probablemente lo haría si sus lágrimas seguían brotando sin detenerse.

 

-Es solo que…es que este teléfono es tan viejo y anticuado…al igual que tú.

 

Rogers no pudo evitar soltar una ligera y diminuta risa, añoraba tanto ese tipo de bromas del castaño. Era una buena señal para el rubio.

 

-Lo siento pero las cosas tecnológicas no son lo mío.

 

Habló intentando seguir con la conversación, la risa proveniente de los labios de Tony era tan encantadora, jamás se cansaría de ella.

 

-Lo sé, alguien necesita enseñarte el mundo moderno, es por eso que me casé contigo.

 

Steve sintió adrenalina correr por su cuerpo al escucharlo, recordar su boda le hizo marcar una sonrisa en su rostro al igual que la que portaba ese día.

 

-Por eso ya sé cómo entrar en la red.

 

-Era menos de esperarse teniéndome como profesor.

 

Ambos rieron sintiéndose completos para después formarse un silencio agradable, cada lado de la línea telefónica parecía detenido en el tiempo.

 

-Me gustaría verte.

 

-Me temo que estas muy lejos para que sea posible.

 

Stark sintió un pinchazo en el pecho al recordar la situación en la que estaba, él encerrado en la torre y Steve del otro lado del basto mundo donde no podría localizarle. Suspiró nuevamente, ¿Cuántas veces lo ha hecho? No lo sabe.

 

-No estoy muy seguro de eso.

 

-¿A qué te refieres?

 

-Si retiraras el sistema de seguridad de la torre podrías saberlo.

 

Con gran velocidad se acercó a su tablero sin soltar el teléfono, con una mano presionó un par de teclas para ver en cada cámara de seguridad de la torre, encontrándose a alguien que reconocía a la perfección, lucía diferente pero eso no evitaba que sus ojos no se despegaran de la imagen.

 

-¿Puedo entrar?

 

Pudo ver sus labios moverse en la pantalla al mismo tiempo que escuchaba su voz en el teléfono, no pudo decir nada.

 

El capitán aguardó a una respuesta con nerviosismo, temeroso de haberse equivocado, hasta que la puerta principal se abrió, avanzó a hasta ella con precaución, esperando ver a Tony pero él no se encontraba.

 

-Es un gusto verlo de nuevo señor Rogers. El señor Stark está esperándolo en el pent-house.

 

-Gracias F.R.I.D.A.Y.

 

-No hay de qué, Capitán.

 

Subió al elevador y este automáticamente se cerró empezando a avanzar sin tener que presionar ningún botón gracias a la I.A. que cuidaba de la torre, no negaría que ver a Tony de nuevo lo ponía ansioso, ¿Habría cambiado o sería igual que la última vez que lo vio? ¿Le seguiría amando o simplemente le podrían fin a las cosas?, su mente se llenó de preguntas mientras subía cada piso, era tortuoso.

 

En el momento en que el elevador se detuvo, sus pensamientos también, se desesperó en los pocos segundos en que las puertas se abrieron, caminó apresurado buscando con la mirada a castaño al que finalmente encontró en la estancia, mirándole fijamente sin moverse.

 

Sus ojos se encontraron y pudo ver claramente las lágrimas que ocultaban, se veía pálido y un más delgado de cómo lo recuerda, las ojeras en su rostro delataban sus noches en vela, se sintió culpable, su apariencia se debía a él.

 

Para Tony, en el momento en que vio salir al rubio del elevador sintió que el tiempo era una fuerza mayor para él, observó los ojos azules del capitán que ahora se veían más claros debido al bello facial que contenía aquel rostro varonil, los largos cabellos rubios que estaban perfectamente peinados y las ropas informales que delataban los músculos del capitán. Se veía en perfecta condición pero el destello en sus ojos que ahora mostraban le decían que había pasado un tiempo desde que estuvo tranquilo.

 

-Tony.

 

-Steve.

 

No pudieron contenerse más tiempo, ambos corrieron hacia los brazos del otro esperando así llenar el vacío de sus corazones, estar separados fue lo peor que les pudo pasar, para su sorpresa  el abrazo era diferente al cualquier otro que hayan tenido, se sentía extrañamente perfecto y reconfortante.

 

Anthony no pudo evitar llorar como lo había estado haciendo todos esos meses tortuosos, Steve sentía las cálidas lágrimas que mojaban su ropa, sin darse cuenta también había empezado a llorar, arrepintiéndose por provocar ese dolor en ambos, desearía regresar en el tiempo y evitarlo todo.

 

-Tony, lo siento tanto, perdóname.

 

Se apresuró a decir sin dudarlo, se lamentaba tanto haber puesto esa distancia entre ellos.

 

-Tony, no hay nada que ame más en este mundo que a ti, siempre voy a hacerlo,  te amo.

 

El capitán lo repetía una y otra vez en un vano intento de parar aquellas lágrimas en el castaño y para asegurarse de jamás cometer el mismo error.

 

-Steve, no vuelvas a irte…no podría soportarlo.

 

Su corazón se estrujó con pesadumbre al escuchar el tono tan roto en la voz de Tony.

 

-No volveré a dejarte solo, no me iré de nuevo.

 

Se separó un poco de ese abrazo para ver al valiente Iron Man siendo vulnerable por su culpa, tomó su rostro acunándole entre sus manos y después de tanto tiempo se atrevió a besarlo, el contacto con los labios del otro fue maravilloso, lleno de emociones y con un toque salado pero era perfecto.

 

Sintió los fuertes latidos de su corazón al ser correspondido mientras unas manos se sujetaban a sus brazos, el beso continuó hasta que empezó a subir de nivel, se separaban por milímetros para regular sus respiraciones, su cuerpo no estaba dispuesto a separarse del otro y al parecer tampoco el de su compañero.

 

-Steve…yo…si continuamos así...

 

-Me haré responsable de todo.

 

Las palabras no hicieron falta, no eran necesarias para que el capitán levantara al castaño entre sus brazos y lo dirigiera a la habitación que compartían antes de la pelea, sus ojos observaron la habitación trayéndole recuerdos mientras Tony se sujetaba a su cuello sin separarse, lo depositó en la cama que estaba perfectamente arreglada y contempló su cuerpo sin miramientos.

 

En menos tiempo de lo que esperaba ambos estaban besándose y retirando las prendas del contrario, con necesidad, con afán de poder sentir la cercanía del otro pero sobre todo con cariño y ensoñación, como si nunca hubiesen estado molestos, sin ese tiempo de agonía.

 

-Tony, ¿Estás seguro de que está bien?

 

Preguntó temeroso, él estaba dispuesto a hacerlo pero debía asegurarse de que el castaño también lo quería, no deseaba que se arrepintiera después.

 

-Sí…te necesito, Steve.

 

Las pocas dudas que tenía el rubio desaparecieron.

 

Recorriendo cada centímetro de piel frente a él se dio cuenta que el cuerpo del castaño seguía siendo tan sensible como en el día de su boda donde ambos estaban tan desesperados por completar el ritual del sagrado matrimonio como lo había llamado su esposo. Una sonrisa surcó sus labios, los cuales se encargaron de besar cada parte de su rostro, diminutos besos llenos de cariño que fueron recibidos por una pequeña risa.

 

Finalmente tus manos empezaron a retirar aquella prenda íntima de su acompañante regalando cariños en su abdomen que sacaron suspiros de su esposo. Agradecía tanto no haber firmado esos papeles cuando le llegaron por manos de T’Challa, no se atrevió ni siquiera a tomarlos y después de enterarse de que no venían por parte de Tony, gracias al apoyo del mismo rey, él se encargó de hacer cenizas esos documentos donde pedía el divorcio.

 

Tony estaba perdiendo la paciencia que tenía al ver como él capitán estaba jugando entre sus piernas, dando ligeras mordidas en sus muslos, acariciando esa parte de él que requería atención, necesitaba sentir al hombre que ama invadir cada parte para complementarle.

 

-Steve…puedes…

 

-Debes ser paciente.

 

No pudo responder al sentir como la lengua del rubio se paseaba en su zona sensible, ahogó las palabras en su boca en cuanto sintió un par de dedos introducirse en él, su cuerpo recordó las sensaciones de estar cerca del otro, había extrañado a su esposo.

 

Su esposo, amaba llamarlo así, odiaba la idea de que lo separaran de él, por eso cuando sus abogados mandaron los papeles de divorcio a todos los lugares posibles para que llegaran a manos de Steve sin su consentimiento, los despidió, nadie tenía el derecho de decidir sobre su relación, temió enormemente que esos documentos fuesen devueltos con la firma de su amado pero eso no sucedió y ahora no había dudas, ya que si eso hubiese pasado tal vez no estaría disfrutando de esas caricias justo ahora.

 

No pudo ocultar su voz cuando sintió otro digito en su interior, su cuerpo se contrajo ante la sensación e inevitablemente se liberó en la boca de su pareja. Despues de unos instantes recuperó algo de su respiración y observó cómo Steve tenía esa sonrisa marca Norteamérica en su rostro, quiso golpearlo en sus perfectos dientes, con sus labios.

 

El capitán tomo las piernas de Tony separándolas lo suficiente para acomodarse entre ellas, lo que quedaba de su ropa fue retirada y ahora estaba en contacto directo con su piel, sus ojos no dejaban de observar los contrarios que gritaban que se adueñara de él de inmediato.

 

Se introdujo lentamente en el cuerpo del castaño, cuidadosamente al saber que su pareja no había estado con alguien más desde que discutieron, lo supo por las reacciones que tenía al ser tocado de esa forma, agradecía tanto aquello porque para ser sinceros Anthony era la seducción en persona.

 

Escuchar los gemidos que emitía el otro le hacía comprender que no había algo más que amara hacer, empezó un vaivén que satisfacía a ambos, se aferró a los costados de Tony para admirar sus expresiones, besando sus labios y mordiendo su cuello en búsqueda de dejar marcas en su piel para demostrar a todos que él seguía siendo el único que podía tocarle de esa manera.

 

Stark no podía pensar en estos momentos, su mente estaba inundada por la imagen de su amante, sentir como sus músculos se tensaban en el momento de introducirse en él, como sus labios recorrían su cuello y sentir sus dientes incrustándose en su piel que le dejarían marcas que no se borrarían pronto.

 

El amor era cruel porque sabía que no importaba que hiciera, solo había una cosa que jamás cambiaria y eso es apreciar los hermosos ojos de Steve llenos de afecto que solo le observaban a él. Las lágrimas surcaron nuevamente sus ojos pero esta vez contenían emociones positivas como felicidad, tranquilidad y principalmente deseo.

 

-Steve…te amo.

 

El mundo podía ser atacado en esos momentos y al mencionado no le importaría, la sangre recorría rápidamente por su organismo debido a los rápidos latidos de su corazón que aumentaron su ritmo al escuchar aquellas palabras. ¿Cuántas veces quiso escucharle decir aquello desde que se separaron? Las suficientes para preocuparle, su apariencia se debía a ello, se desmoronó por la angustia, una prueba de ello era aquella barba que le hacía parecer un poco descuidado pero que se encargó de arreglar cuando finalmente se decidió por visitar a su único amor, por supuesto, con ayuda de sus nuevos compañeros.

 

Su cuerpo estaba al límite con aquella declaración, aumentó sus embestidas besando los labios del otro con desesperación, dio suaves caricias dado por fin aquella liberación en su pareja provocando que su miembro fuese apretado en el momento y logrando así que llenara el interior de su esposo con su esencia. Ambos con las respiraciones agitadas buscaron los labios del contario nuevamente, nunca se cansarían de eso y mucho menos de entregarse de esa forma.

 

Esa noche, ninguno de ellos pudo detener las emociones que contenían, repitieron aquel acto que los unía en cuerpo y alma mientras se dedicaban palabras que llenaban el vacío en sus corazones, solo Morfeo fue capaz de detener aquella horda de descontrol sentimentalista.

 

El despertar fue algo totalmente diferente al que Tony estaba acostumbrado en los últimos meses, primero notó que su cuerpo era presionado por otro mucho más grande que el suyo, en un intento de moverse fue acorralado por un par de manos que le aproximaron aún más al torso de aquel individuo que invadía su cama, lo segundo fue escuchar una risa encantadora seguida de un “buen día” con una voz profunda que inevitablemente le hizo sonreír como no lo había hecho en mucho tiempo y finalmente lo tercero, fueron aquellos hermosos ojos azules que le miraban con todo el cariño que pudiese recibir.

 

-Sigues aquí...

 

-Prometí no volver a irme.

 

El castaño estaba seguro de que no existía algo que le hiciera más feliz en esos momentos.

 

-Tenemos un par de cosas que discutir.

 

-Lo sé, estoy dispuesto a aclararlo todo.

 

-Primero, necesitas explicarme de donde salió ese estilo de chico malo, yo recuerdo que el Capitán América siempre fue un niño bonito.

 

La sonrisa de Steve apareció mostrando su perfecta dentadura y le dio el mejor beso de buenos días que pudo tener.

 

-Creí que te gustaban los chicos malos, Stark.

 

-Yo dije que no confiaba en alguien sin un lado oscuro.

 

-Entonces, ¿Te gusta?

 

-Me encanta.

 

El que las cosas no salgan como uno lo espera pero que al final de todo exista algo bueno que resulta del desastre, es algo que Anthony acaba de descubrir.

 

-Sigues siendo un prófugo del gobierno.

 

-Soy consciente de eso.

 

-Pepper y Rodhey van a asesinarte en cuando se enteren.

 

-Es algo que ya considere.

 

Ambos rieron estando en una especie de limbo de lo correcto y lo incorrecto.

 

-¿Por qué regresaste?

 

La pregunta salió de los labios del castaño con inseguridad, no podía evitar seguir teniendo miedo, Rogers lo entendía, después de todo fue una horrible situación llena de caos y no les dio tiempo de sentarse para hablar con calma cuando la guerra estalló frente a ellos.

 

 -No quiero cometer de nuevo el error más grande de mi vida.

 

Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa si eso hacía a su esposo feliz sin importarle cuantas reglas debía romper ni mucho menos convertirse en algo que sus antiguos ideales no aprobaban, solo para no ver aquel hermoso rostro lleno de angustia que parecía no tener fin.

 

-¿Realmente te quedaras?

 

Anthony solo necesitaba saber aquello, no quería tener nada que lo relacionara con tratados ni criaturas del espacio, mucho menos de invasiones y peleas a muerte, tan solo saber que aquel hombre que le arrebataba el aliento estaría con él en todo momento.

 

-Me quedaré, incluso si debo pelear contra el mundo, lo haré solo para ver tu sonrisa.

 

Tony ya no tenía que sentir que el mundo lo acorralaba ni mucho menos temerle a las pesadillas que le perseguían porque al estar nuevamente entre esos protectores brazos que tanto necesitaba para estar seguro incluso de sí mismo, le convencía que el universo no era suficiente para entregárselo a aquel símbolo de justicia abandonado por su patria.

 

Se propuso a hacer todo lo posible para levantar la gloria al Capitán América que le fue arrebatada por seguir sus ideales, entregándole un nuevo escudo y brindándole todo lo que el hombre de hierro era,  entregándose a Steve Rogers sin pensar en lo que se convertiría solo para estar junto a él.

 

Nadie detendría las acciones de esos individuos cuando se dieran cuenta de que aquello que juraban proteger seria lo que los llevaría a la destrucción, sin ser conscientes de sus acciones siendo controlados por sus emociones que solo buscaban la protección del otro.

 

El amor era cruel, puede llegar a corromper hasta el alma más pura tan solo para unirse a su otra mitad hasta el fin de los tiempos.

 

 

Notas finales:

 

 

Todos los personajes pertenecen a Marvel.

 

 


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