Capitulo único
La primera vez que nos conocimos me pareciste un idiota, el de los peores, con tan solo verte me molestaba. Siempre que cruzabas ante mis ojos fuiste del tipo de persona que más odiaba y no te soportaba a tal punto de que te patee en las pelotas a penas te acercaste.
Una satisfacción inmediata.
Pero incluso así no me odiaste, enojándome aún más.
Inclusive aquella vez que en el campamento de tu escuela ustedes prepararon la cena te molestaste en traerme un plato a mí. Me hablaste de mi familia y me pareciste un total entrometido. Quería echarte y eso hice, te odie más, te estaba odiando más.
Mas ni ustedes ni yo se esperaban lo que vendría a continuación.
El ataque de los villanos. Cuando mi tía me hablo por telepatía advirtiéndome ya era demasiado tarde, uno de ellos me había encontrado. Lo peor era que ese no era cualquier villano, su rostro se reflejó en mi memoria tan pronto su máscara estuvo fuera.
Era él. El asesino de mis padres.
Estaba asustado, tenía tanto miedo que me puse a temblar y llorar llamando a mis padres quienes nunca me oirían. Y luego, como un milagro…
Apareciste tú.
“Sin importar que, voy a salvarte”
No supe que decirte, con miedo pudo ver como combatías a ese monstruo que se notaba más fuerte que tú.
Cuando por fin pude moverme apenas pude tirarle una piedra y gritarle su culpa, ¡él me había quitado a mis padres! Pero él solo río.
Tú solo seguiste enfrentándolo. Lastimándote e hiriéndote terriblemente frente a mí. Tus brazos estaban ya rotos, pero aun así… me protegiste de los choques de los ataques y te mantenías preocupándote por mi bienestar. Era tu “deber” decías mientras te destruías a ti mismo por mi bien.
Quise detenerte, te grite que lo hicieras.
¡¿Qué se supone que sabias de mí?!
¡¿Por qué se supone que hacías tanto por un desconocido?!
Pero allí lo recordé. Las palabras de la tía, el hecho de la muerte de mis padres.
Tú no estabas presumiendo, no estabas luciéndote ante mí. Sino que al igual que ellos murieron protegiendo a otros, tú lo estaba haciendo conmigo.
Tú lo estabas haciendo, estabas convirtiéndote en mi héroe.
Las heridas no te detuvieron, apenas terminaste con ese villano seguiste mirando hacia delante y me llevaste contigo; según tú tenías que protegerme y ver el bienestar de los demás.
Me dejaste en un lugar seguro y luego te fuiste para seguir siendo el héroe que eras. Yo solo pude ver tu espalda mientras lloraba.
Ni siquiera me había disculpado ni te había dicho gracias.
Esa pena llego a mí, pero lo sabía, tú vivirías.
Aunque aún estuviera asustado de tus heridas.
Una extraña parte de mi me decía que mi héroe seria invencible.
Luego de terminar la batalla y saber que perdieron no pude volver a verte más que cuando te estaban llevando al hospital. Así que decidí dejar una nota para ti.
No era suficiente, pero quería agradecerte como es debido cuando te recuperaras.
Y así, según pasaban los días empecé a pensar en ti.
Solía preguntarle a mi tía sobre tu situación y como estabas. Una increíble emoción aparecía dentro de mi cuando me hablaba de ti.
Sobre lo que hiciste, tus hazañas, poco a poco quise saber más de ti.
¿Una curiosidad de niño pequeño? ¿Mi gran admiración?
No lo sabía, pero mi corazón lo pedía.
Quizás porque era un niño no lo entendía, pero progresivamente pasaba el tiempo comencé a comprenderlo.
Las noticias no fueron suficientes cuando volví a verte. Una sensación cálida e inquietante me acorralaba cuando te veía.
Ya no quería que fueras solo mi héroe, quería protegerte.
Pero era un niño y lo único que podía pedir era tus suaves caricias que eran bien recibidas en mí.
Sin embargo, lo supe y esas palabras siguen apareciendo en mi mente.
Deseo en un futuro poder estar juntos como iguales.
Proteger tu sonrisa.
Hey, Midoriya, mi héroe, si te lo dijera, ¿me dejarías?
No solo, acompañado de tu amable presencia.
Quiero ser tu amigo, tu compañero, el que pueda cubrir tu espalda y no pueda quedarse solo a contemplarla.
También cuando llegue el día –y si no molestan tus raros amigos- ser algo más.
Todos esos sentimientos raros que van creciendo junto conmigo hasta que llegue el futuro donde pueda alcanzarte.
Y por eso y muchas razones más, con el pensamiento de poder llegar a ese día, yo…
quiero crecer.