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Código Morse por TomattoButt

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Notas del fanfic:

Well, tenía muchas ganitas de hacer algo mafioso y que mejor que unos de mis fandoms fav desde siglos atrás. Ja weno, esta historia posee los personasjes basados en la creación de Akira Amano, KHR!

Notas del capitulo:

Les entrego unos cuantos datos suculentos, no sé si lo vaya a terminar ¡No prometo nada! Pero espero que disfruten. Cualquier error, lo siento, pero no lo editaré, soy muy floja.

i.


Mukuro Rokudo después de haber trabajado unos quince años invictos en una organización de perros proclamados lobos, la ansiedad terminó destrozando una manicura impecable y le creó unas inmensas ganas de vomitar hasta su primer biberón. Típico, muy nostálgico, la ligera opera de los castratis de fondo lazando advertencias subliminales, la ansiada alfombra de terciopelo rojo que mantenía en secreto un expediente inusual, las reliquias que quedaban fuera del mercado por los caprichos del jefe y ese aroma a alcohol con un poco de formol que siempre se apreciaba a cada paso de distancia de la cocina.


Esperaba una maliciosa carcajada seguida de una charla motivacional que le dejaría el orgullo fuera de combate por mucho tiempo, con su favorable sombrero de copa, rizadas patillas y lo que parecía un saco pulido de Armani le atocigó con su gran ego.


— “Te dejé con lengua por una razón.” — Con su costumbre de maldecir y gruñir entre la oraciones le invitó con la mirada a sentarse. — “Podría joderte una vida entera y media de otra por tu ignorancia.”


— “Nunca esperé volver.” — Se atrevió a refutar, jamás había tenido una seria discusión con su jefe y prefería dejar ese territorio inexplorado por este milenio. — “Los sucesos que me obligaron a irme ya desaparecieron.“ — Con amargura se recostó del espaldar de cuero.


— “¿Con qué certeza?”


— “Posiblemente coloque un bala en mi paladar antes de terminar como Verde.”


— “¿Y desde cuando soy tan caritativo como para dejarte hacer tal cosa?.”


— “Te pediré que me dispares cuando eso suceda, entonces.”


— “Soy un hijo de puta, no lo haré. Sufrirás como todos los demás.”


Desde un principio el papel oscuro estaba acariciando el caoba, intimidante invitación con posiblemente cuatro palabras, casi monosílabas que serían suficiente información. El anonimato había acotado toda la asniedad que Reborn era digno de anunciar con tal orgullo, no con su estilo pasado de moda o sus rídiculas patillas enroscadas.


— “Diez horas.” — Le entregó sólo la tarjeta y un cuchillo para untar, con un gran arreglátelas con eso y un amoroso portazo en el fúnebre pasillo.


Diez, diez malditas horas, con un cuchillo para untar.


 


ii.


Debía haber marcado un récord, tres muertos inevitables con el mango del cuchillo para salsas, además de quizás dos potenciales ciegos por una puntería excepcional. Hubiera llegado al centro de Bucharest en menos de dos horas, si no fuera por la soga que fue atada a su pantorrilla, el pobre utensilio duró más de la cuenta en hacer su trabajo.


Dezafiando las leyes del tiempo, le quedaba posiblemente la mitad de lo estimado para completar la citación captada. Siempre la ambigüedad le pateaba los huevos en los mejores escenarios y menos cuando tenía al verdugo jalandole los pies directo al infierno.


Debía recuperar una gran suma de armamento que fue desviado por algún Alemán resentido todavía por la guerra. Aun después de haber interrogado a tres Rusos faltaban alrededor de dos containers enviados. Mukuro, dedujo que uno debía estar en la embajada de Alemania mientras que el otro estaba a la deriva en cualquier país europeo, mierda.


Podría dar su ojo perfectamente carmesí por adivinar donde podría estar, sin embargo, el tiempo corría más rápido de lo normal y el clima de Rumania le dejó accidentado en medio de la búsqueda de su informante, joder. Sin señal satélite y sin muchas ganas de caminar por la nieve espesa de las carretera ¿Por qué carajos Gokudera debía hundirse dentro de tanta leña? La cabaña estaba a unos veinte kilómetros de la estación, muy abandonada entre la frontera con Moldova.


iii.


— “El frío ayuda en la preparación.” — Artículo el narcotraficante conocido como Gokudera que si fuera por desconocerlo, las canas le dejaron su aspecto de vándalo. Los cigarros le dejaron un aliento bastante típico. — “No está por estas tierras. También desapareció un cargamento de tierra mío que ya me trajo bastantes problemas las últimas semanas.”


Las ojeras estaban sobre pasaban de sus pómulos, estaba más pálido de lo normal y el tic de su pierna izquierda estaba en funcionamiento errático, nunca había visto al malhumorado de Hayato en tal estado de estrés. — “Los últimos cierres han sido la pesadilla, ninguno ha podido dar con la fuga.” — Expresó con sumo cansancio, a pocos metros estaba los licores, bebió de la botella sin etiqueta.


— “¿Desde cuando Reborn deja pasar eso? Si mal no recuerdo, tiene una colección de ojos y dedos en un tarro dentro de su cuarto.” — Se había acomodado en el marco de madera de la oxidada ventana, la luz no podría penetrar la estancia, los trozos de madera estaban interponiendose ferozmente. El lugar estaba muy limpio a pesar de todo, y sabía que en los cuartos próximos había snipers apuntando a su cabeza, su cuchillo estaba oculto bajo su manga, no moriría por un ingrato con licencia para cocinar químicos en una cabaña en medio de la nada.


—"Porque hemos al fin lidiados con los soplones, o la mayor parte de ellos.“ — Encendió un cigarro y siguió mostrando evidencia. Papeles con nombres, fechas y rostros que podían estar entrelazados con otros hechos ocurridos. —"Si te llegas a encontrar con algo de mis fármacos, avísame.” — Le atinó un buen bolso con tarjetas de crédito, nombres y suficiente dinero. Visitar a Gokudera le dejó más ganas de volver al alcoholismo.


iv.


Llegar a Ucrania fue más rústico de lo que pensó, pudo pasar inmigración con gracia, un par de guiños y algunas rozadas indecentes por debajo de las mesas y tenía su camino libre. Mala suerte que su informante estaba en el patio trasero de una casa en el centro de Kiev con un balazo en la cien, al menos le dejó una Kawasaki 4x4 para intentar las peores actividades automovilísticas. Nunca había amado tanto un cinturón de seguridad en su vida, ahora idolatraba las habilidades del militar que extrañamente se la pasaba más tiempo en la corte del orador del demonio que otro lado, Colonello, si mal no recordaba.


Su intento en Rusia fue más agradable, tuvo que realizar unos cuantos favores, que terminaron en silenciar dos jóvenes en algún bar común de Moscú. Obtuvo a cambio no sólo un pase gratis por inmigración y aduanas, sino el ticket de oro para instalar conversación con el secretario general del estado, Dmitry con un apellido que seguramente olvidó hoy en día.


El político dejó en descubierto los secretos propuestos después de dos botellas de Vodka ligado con la peor medicina para la toz y un par de golpes con un bate de metal. El ruso estaba amarrado con doble nudo en cada pata de la silla de hierro, a pesar de no ser curpulento poseía una gran capacidad de resistencia y hasta desenterrar los peores recuerdos de sus primeras campañas dio con el armamento de Reborn. Extrañamente en Alemania, los dos, y bajo el comando de algún chino con problemas de eyaculación precoz.


Descubierto la familia encargada de la posesión robada, debía tener el cuerpo del jefe Brucelli en la cajuela de algún carro, sin los pulgares, porque Reborn tenía una forma muy clara de dejar mensajes. Aunque tardaría unas cuatro horas en avión por el clima y las escalas, estaba bastante cociente que debía derribar una posible fortaleza en tres horas.


v.


Fueron dieciséis hijos de puta, armados hasta los talones, dos carros blindados. En resumen, la persecución dentro de las calles de Napoles, porque obviamente dejaría que la familia moviera todo el contenido hasta sus recintos en Italia, le ahorraría mucho trabajo. El enfrentamiento fue decidido en la vieja fábrica de ropa local del pueblo, y Rokudo pudo conseguir refuerzos de sus viejos compañeros jubilados por una segunda vuelta.


Daños menores en propiedad, ninguno de su equipo necesitó más que un tratamiento de primer grado médico, sólo muchas bolsas de billetes y quizás una noche de locos sin mencionar que trabajo realizaban para ganarse la vida. Al menos había cumplido con el lapso tan estimado que Reborn le había otorgado con tanta misericordia.


Aunque quisiera regocijarse en cualquier festival campesino con un buen vino y algo de música. El jefe de los Bruccelli nunca fue localizado sino dos días después, asesinado cual chivo en alguna montaña risueña de los alpes Suizos, la desesperación engendrada por la familia se esparció por todos los anaqueles de la corrupción, la misteriosa fuerza que arrasó una mediana mafia dejó perplejo a más de uno.


El famoso orador de la corte magistral de los desgraciados, le entregó a Mukuro esta vez su tridente, o como le decían, el tenedor gitante por joder; y un poco más de equipamiento para investigación. Y una que otra jugada bajo la manga para salirse con la suya. Puesto que el manojo de cartas jugado, estaba del culo.


Hayato por su parte, había conseguido bajo serias acusaciones la mitad del botín, la cual fue Kyoya, quien lo encontró después de exterminar a unos cuantos cabrones falsificando papeles sin autorización, lastimosamente se perdieron los documentos de aquellos dispuestos a pagar toneladas de fármaco ilegales. Aún se encontraban en alerta roja por las otra mitad, nor obstante, ahora todos los adyacentes a la red de la mafia mantenía más de diez mil ojos por todos los botines a trasladar.


— “Bienvenido malnacido de Mukuro” — Reborn anunció con mucho orgullo, uno de los hijos de putas más eficientes que había obtenido en toda su carrera, haberle aceptado la jubilación prematura había sido una patada en el culo. Debía aceptar que Rokudo podía cumplir la mayoría de las misiones en un buen estado. — “Ya puedes obtener tus municiones. Mañana te necesito en Viena, haz lo que tengas que hacer.”


Ir a Austria sólo sería para crear cuartadas o un muy buena reunión para nada bajo perfil de los socios de la compañía de armamento. Iba a encontrarse con los viejos perros falderos, los más “fieles”, aún esperaban alguna regalía por haber sobrevivido tantos años. Sabía que iría directo a las villas que Reborn había obtenido en alguna oportunidad como pago; llevaba todo lo necesario para la más cruciales invitaciones de este tipo, además de los papeleos que Reborn esperó que aprendiera en menos de cinco horas, debía exponer los hechos desembocados por parte de los conteiners desaparecidos.


vi.


La gran mesa redonda esperaban los magnates, Mukuro los conocía desde que inició con Reborn, cada uno debía su pellejo al orador del diablo, cada uno estaba dispuesto en el plan maestro del asesino. Empezando desde el primero en exponer su caso, Xanxus, un hombre que con su semblante ahuyentaría hasta los fantasmas invocados, su mal carácter y temperamento le hizo ganar más de un voto para su puesto en el senado internacional de la Naciones Unidas, un corrupto de primera empleando su mejores alimañas en la política. — “Han desaparecido quince embajadores en contra de las nuevas normas. Hemos perdido la mayoría de los votos y se está formalizando la salida forzada de Viper.” — La voz ronca y el tono de irritación del italiano estaba rugiendo por sus venas.


— “Gracias a eso, ahora tengo mis pedidos detenidos por todo el continente. Y les debo unas cuantas piezas al Rey de Suecia por la ayuda que le otorgó a Hayato.” — El décimo Cavalleno, un rubio digno de presentación, un hombre que dejaba el amor y la sensualidad esparcida por todos los lados que se encaminaba, no obstante, tan hermoso espécimen carecía de masa gris, un hombre con poco IQ pero las mejores intenciones de mantenerse en el negocio de tráfico ilegal de pieles y todo tipo de objetos provenientes de animales. Siempre relucía un colmillo de tigre en su cuello bronceado. — “He intentado todo lo posible y ni Kyoya ha podido falsificar todos los documentos, todavía estamos en búsqueda de los últimos sellos.” — El mejor falsificador de la compañía debía ser Hibari, el moreno había podido integrarse y definitivamente conseguir todos los contactos con un boca sellada y un par de tonfas como negociación de primer momento.


Mukuro prosiguió con los patrones que le advirtieron donde había conseguido todo el material de Reborn, sin embargo, la información se encontraba bastante ambigua, no coincidían algunos elementos con lo obtenido del cargamento de fármacos. Sólo se denotaba la promulgación de muchas mafias involucradas. — “El cargamento conseguido en Alemania iba a ser distribuido por el Medio Oriente y parte de Asia. Obtuve ciertos nombres, pero la mayoría son mercenarios y compañías de asesinos a sueldos.” — Entregó los expedientes a los presentes, las facultades físicas y psicológicas de los estudiados eran de primera clase, expertos en la materia. — “Todavía estamos investigando las conexiones posibles. Fong espera la confirmación para empezar la investigación.” — Había demasiado desastre esparcido en las semanas que había vuelto a ejercer, los bancos suizos estaban al borde de exponer toda la red de la mafia antes de Yamamoto pudiera cumplir la demanda de los malditos que viven en los Alpes.


— “En pocas palabras no tenemos nada más que suposiciones.” — Xanxus agredió el mueble redondo antes de salir eufórico por la puerta, el estruendo de la puerta en seco inundó el silencio de los presentes, al final no había más nada que decir. Todo estaba cayendo en hueco sin fondo, y era obviamente común, todos eran unos egoístas hipócritas que verían bailar en la tumba de cada hombre sentado en esa mesa, y los que faltaban.


Al final, Mukuro y Hibari fueron las únicas almas abandonadas entre los grandes ventanales de cristal alrededor de la estancia, las luces nocturnas de la ciudad austríaca no podría atenuar el historial de estos dos hombre, habían perdido la cuenta de cuantas veces se habrían apuñalado por entregar el paquete primero, o al menos Mukuro sí. Debía considerar que una de las personas que más había extrañado había sido Hibari, su gran talento asesino debía ser recompensado, y ese era el neto trabajo de Dino.


— “De todos los bastardos jubilados, eres el que más me alegra que hayas vuelto” — Suspiró registrando los expedientes con más delicadeza, visualizando las fotografías de las víctimas de la última misión del heterocrómico, había detalles tan finos que muy pocos notarían o más bien le importaría. — “Tus cagadas son más fáciles que arreglar que el de los demás.” — Concluyó fijándose en el informante fallecido en su patio, era un gran sujeto, con ojos y oídos en gran parte del globo terráqueo, definitivamente su muerte era más costosa que recuperar las municiones.


— “El informe de balística estará para dos días. Fran tuvo a su segundo hijo, hará el trabajo después que su esposa salga del hospital.” — Afirmó respondiendo el interés del moreno, sabía que con él, era la única persona que podía analizar con más detalle los elementos ocultos. — “El tiro fue realizado desde el tejado del edificio izquierdo, cuarto piso.” — Le empezó a entregar los otros documentos que más que papeleo para los otros era la evidencia y la sangre que los mantenía vivos a estos dos. — “Me preocupa que nadie haya reclamado, tenía todas las miradas en Kiev, pero nadie se atrevió a seguirme o a dispararme. Es una amenaza directa hacía nosotros.”


Kyoya ojeó todas las especificaciones y los informes descritos de la situación. — “Su casa no fue allanada, no querían la información que portaba, solo retrasar nuestro proceso. No obstante, sabían que tú lo usarías.” — Sonrió mirando las condiciones que todo estaba planteado. — “Sabían que volverías y que Reborn te mandaría a ti directo.” — Lanzó en la mesa las fotografías de los jóvenes que intentaron lidiar con Mukuro. — “Ninguno tiene alguna marca, ni tatuaje, accesorio… Nada que podamos identificar para donde trabajan.” — Cuestionó pensando dónde podría estar la primera pista, el primer tramo de la gran soga que estaba atando sus cuellos.


— “El único que portaba algo más que un arma fue el líder en Alemania, tenía una paleta de colores.” — Alzó los hombros sin mucha importancia, ningún elemento encajaba con los enemigos que estaban acostumbrados a lidiar, ni con las secuencias que siempre seguían. Los patrones eran desordenados y espontáneos, parecía que todo había sido un error y buscaban cubrirlo, todo estaba fuera de control.


— “Por ahora enfócate en los fármacos de Hayato” — Hibari arregló su costoso traje de costura fina, estiró un poco su brazo izquierdo y tomó los archivos referente a todos los asiáticos involucrados. — “Yo buscaré a estos bastardos y los haré hablar, ya lo de Dino está encaminado. Pero lo de Xanxus tomará más tiempo.” — Sin decir más palabras salió de por la gran puerta sin antes decir — “Bienvenido al puto circo de nuevo, Rokudo.” — Sonrió irónicamente antes de salir del recinto.


vii.


Doce, trece, catorce y contando. Mukuro iba atinando golpes uno tras otro, al menos estaban respetando el uso de nada más la fuerza bruta, los malditos rusos tenían la resistencia de un tanque de guerra, malditos una y otra vez. Quitarse de encima a todos los Ivanes fue bastante complicado, le dejó unas costillas rotas y su labio desfigurado, el rubio más alto y fornido se encontraba atado en una silla de metal con los mejores nudos de boyscout que Mukuro recordaba. — “Vamos, son sólo dos nombre.” — Pronunció en su ruso descuidado, siempre se le enredaba la lengua. — “Puede balbucear todo lo que quieras, pero me darás esos nombre hoy” — Atinó otro justo en el abdomen. El piso se encontraba bañado en sangre, sus nudillos ardían y seguirán golpeando la carne helada del ruso desnudo ante la intemperie del infierno.


El hombre autonominado como Ivan 8, había perdido ya dos dedos del pie y uno de la mano, y posiblemente su pene no volvería a erguirse. El susodicho estaba en la listas de los primeros militares corruptos que iba a llevar a cabo la gran venta del material perdido de Hayato, en un gran evento oculto bajo kilómetros de nieve en las peores zonas de Moscú. — “Golpéame más fuerte.” — La lealtad forjada ante el misterioso hombre adicto a los dulces, porque era lo único que Mukuro había descifrado rastreando toda las pistas del cargamento de Hayato, no obstante, espera obtener algún nombre de referencia antes de que Reborn le quitara una oreja.


Tuvieron que ingresar Tilda la navaja y Brux la llave cuz al ring para despertar los peores dolores propinados al octavo Ivan por sólo dos nombres. Al final sólo consiguió las coordenadas del lugar de encuentro, nombre de bases militares, el amorío del ministro de la defensa de Rusia y uno que otro delito cometido de menor importancia. Los nombres nunca surgieron — “Ellos… Nunca se mostraron, solo usaron cartas anónimas.” — Hablaba con calma, respirando pesadamente. — “Los obteníamos en pastelerías, no importaba en cuales, sólo nos llegaba una tarjeta a cual ir y ahí estaban las instrucciones.” — Escupía sangre mientras seguía hablando, estaba tratando con todas su fuerzas mantenerse su concentración y coherencia, Mukuro miraba atentamente antes del que Ivan se desmayara por la pérdida de sangre.


Dejó el cuerpo en la nieve para que falleciera de hipotermia, debía dejar advertencias y amenazas como el dulcero enemigo dejando migajas por todo el mundo. Mukuro solo temblaba, él tenía la corazonada desde la maldita de paleta de colores en el primer oficial. Tronó sus dedos y sólo realizó una llamada desde el teléfono del fuerte, estaba evitando el contacto legítimo con cierto ser, pero nadie era más experto en dulces. — “Quiero ordenar un pastel de Coco.” — Esperó que la mujer detrás de la línea siguiera con la información. — “Av. 205 en los condominios de Barb, casa 23” — Prosiguió sirviéndose un trago de Vodka, estaba absolutamente consciente que los próximos días iban a ser un infierno hasta que supiera como volver a esconderse del hombre que estaba a punto de invocar. — “Sólo eso, eh sí.” — Tragó el shot en seco antes de pronunciar las siguientes palabras. — “Para mí, Rokudo Mukuro” — Esperaba terminar la botella antes de que su pedido llegara.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado algo ¡Espero comentarias al respecto! Ah si, me sentí inspirada a colaborar a este fandom por Vampire White Du Schiffer. Love to all my moonpies!


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