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El caótico encanto de Ryota Kise por Nayen Lemunantu

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Notas del fanfic:

Este fanfic forma parte del evento #AoKiSpanishWeek organizado por el grupo AoKiLovers~. Corresponde al día #4 y el tema elegido fue: Flowers and cliches/Clichés y flores.

 

Espero les guste~

Notas del capitulo:

Los personajes utilizados en este fanfic son propiedad de Tadatoshi Fujimaki, a mí sólo me obsesionan.

El caótico encanto de Ryota Kise

 

Si lo deseas, puedo lanzar un hechizo y convertir Andrómeda en un anillo

 

Sea of stars, GRANRODEO

 

Aún no podía entender cómo un tipo que se suponía duro como él, estaba haciendo algo como eso. Él era Daiki Aomine, estrella del club de baloncesto de la Secundaria Teiko, más fuerte e imponente que la mayoría de los padres de sus compañeros. Tal vez muchos podrían haber dicho que era un patán, que ni se molestaba en mirar una segunda a vez a nadie, a menos que tuviera talento excepcional en el baloncesto o tuviera un par de enormes y buenas tetas, pero algo había cambiado ahora. Claro, era todo por culpa del caótico encanto de Ryota Kise.

Ryota Kise era el chico nuevo de Teiko, pero no era cualquier chico, era modelo de pasarela y catálogos y guapísimo hasta decir basta, o al menos eso era lo que decían todas las chicas del colegio. Tenía el pelo rubio, un poco largo, porque se le alborotaba cada vez que jugaban baloncesto, aunque Ryota Kise tenía la capacidad de hacer que incluso su pelo suelto vagabundo pareciera desordenado a la perfección. Tenía la piel de un blanco impoluto, una sonrisa enorme que dejaba ver una dentadura perfecta y unas pestañas tan largas que se podía barrer el piso con ellas. Tenía el torso ondulado por los abdominales bien marcados, y era alto y flexible, de contextura delicada, como un narciso.

Parecía un sueño, pero no lo era, era muy real. Y de verdad, era perfecto. Guapo. Divertido. Popular. No había fiesta que no mejorara con su sola presencia. Hablaba inglés como si fuera su segunda lengua madre. Y lo mejor de todo, era buenísimo con los deportes, no importaba cuál fuera, él siempre destacaba.

Había llegado a Teiko como un vendaval, revolviéndolo todo, y había transformado la escuela en su propio reino sujeto a cada uno de sus caprichos. No era que fuera particularmente caprichoso, sino que cada uno de sus deseos se había transformado en ley, porque había un ejército de babosas siguiéndolo por todas partes dispuestas a hacer todo para complacerlo. Daiki las detestaba. Sobre todo después de que se dio cuenta que él tampoco podía quitarle los ojos de encima.

Se había dado cuenta que en algún punto Ryota Kise se había trasformado en lo más interesante de su vida, tal vez incluso más que el baloncesto. Se podía pasar horas viendo a hurtadillas los miles tonos de dorado que bailaban en su pelo cuando estaba bajo la luz del sol, o la vivacidad de su mirada cuando tenía ese parpadeo ensoñador y los ojos vidriosos, o los rítmicos movimientos de su caminar pausado. Tenía una manera de caminar tan única y encantadora, que no había forma de no quedarse embobado mirándolo moverse como un leopardo marcando los límites de su dominio. Se decía por los pasillos de Teiko, que Ryota Kise no caminaba, levitaba. Y el hecho de que después se haya apuntado al club de baloncesto tampoco ayudaba. Tenerlo tan cerca era peor que una tortura, porque cada vez que lo veía sólo podía imaginar lo suave y dulce que sería besar sus labios.

Ni siquiera podía mirar a las chicas en paz, ni aunque fueran una monada. Tampoco era que se hubiera vuelto marica, pero es que nadie era tan interesante como Kise, sólo eso. ¿A quién se le podría ocurrir mirar a alguien más teniendo a Ryota Kise al lado? ¡Era ridículo! Y es que Kise era tan malditamente perfecto, que Daiki sería capaz de transformar Andrómeda en un anillo si él se lo pidiera. Bueno... No estaba seguro de qué era realmente Andrómeda, la frase se la había escuchado a Midorima, él sólo recordaba al más marica de los caballeros del zodiaco, pero ¿qué podía decir ahora, si él estaba perdidamente enamorado de otro muchacho?

Así que estaba ahí parado, bajo un enorme arce con Kise justo frente a él, sin nada más en las manos que flores y clichés. En realidad ni siquiera era un ramo de flores de verdad, sólo eran un par de margaritas silvestres que crecían detrás de la escuela y que él había recogido. Las suficientes para formar un pequeño ramo que pudiera tener bien escondido dentro de su mochila. Y no era que el fuera de los que le gustan ese tipo de cosas todo empalagosas, pero es que con Kise todo era diferente.

—¿Y bien… Qué estamos haciendo aquí, Aominecchi?

Daiki no pudo responderle de inmediato, se rascó la nuca con la mano derecha y resopló. ¡Estaba nerviosísimo! Tenía que reconocer que no se había imaginado que se sentiría tan idiota ahí parado y tan cerca de Kise. Cuando lo miraba fijamente podía distinguir los distintos tonos de dorado de sus ojos. Daiki sintió que se le aceleraba el pulso y tuvo que tragar, duro y seco, porque no había saliva en su boca.  

Se dio cuenta que estaba montando un papelazo, así que trató de tranquilizarse. Él no sería ni el primero ni el último chico en declararse. Pero luego se dio cuenta que era de Ryota Kise de quién se trataba, del modelo reconocido en todo el país. Probablemente a sus 14 años había rechazado a más pretendientes que su abuela.

Y las dudas lo consumieron, Daiki no podía dejar de preguntarse ¿Cómo un chico así podría querer salir con él? Daiki, que era un tipo tan normal, en cambio él era el mismísimo Ryota Kise. Era como una estrella en el firmamento, hermoso pero distante; inalcanzable. Se lo podía imaginar perfectamente con alguna modelo, actriz o incluso una millonaria heredera quinceañera adicta al Instagram... No con alguien tan normal como él.

—¡Ten valor, maldita sea! —se dijo a sí mismo, montando el papelón de su vida.

—Aominecchi, ¿qué pasa? —Ahí estaba esa forma tan particular de llamarlo. Definitivamente Ryota Kise era una monada, tenía que besarlo o terminaría volviéndose loco—. Te estás comportando muy extraño.

—Esto es para ti —dijo, y sacó el ramo de margaritas arrugadas de su mochila. No sabía por qué cuando estaba con Kise se sentía como un idiota—. Bueno... Cuando las recogí se veían mejor.

En realidad ahora estaban del asco. Daiki temió que Kise se las tirará por la cabeza. Después de todo, seguro que él tenía admiradoras que le habían regalado flores que parecían de otro mundo. Pero el chico le dedicó una mirada curiosa, sólo curvando un poquito las comisuras de su boca y recibió el ramo. En ese instante pareció que una chispa se prendía en sus ojos y Daiki no pudo resistirlo más.

—¡Oh, Dios mío! —exclamó— ¿Puedo besarte? —No supo por qué lo preguntó, si antes de que los labios de Ryota Kise se abrieran para responderle, ya lo estaba besando.

Le puso una mano en la nuca y cuando quiso darse cuenta ya tenía los labios sobre su boca. ¡Y era tal como lo había imaginado todo ese tiempo! No, en realidad era mejor. Kise tenía una boca tersa y delicada, con un delicioso sabor a galletas recién horneadas. Abrió sólo un ojo, para comprobar qué cara tenía, y sintió que literalmente su corazón se saltó un par de latidos en ese momento. Kise tenía los ojos cerrados y sus largas pestañas parecían las alas cerradas de una mariposa; su expresión era de entrega total. Daiki sintió que se derretiría de amor ahí mismo.  

—Quiero que seas mío —le susurró sobre los labios, sintiendo que las mejillas le ardían.

—Aominecchi... —susurró Kise apenas audible. Su mirada transparente se encendió y ahora tenía el color de la miel fundida—. No puedo creer que también sientas lo mismo…

¿Podía ser que durante todo ese tiempo no se había dado cuenta que el sentimiento era mutuo? ¡¿Pero qué tan idiota podía llegar a ser?! Sin embargo, no había tiempo para pensar nada más, Kise lo miraba directo a los ojos, con esa mirada que había hechizado a todo Teiko y Daiki sintió que el corazón le galopaba contra el pecho.

—¡Mierda, cuánto te quiero!

Volvió a besarlo, pero esta vez fue un beso de verdad. Kise abrió un poco la boca para dejarlo entrar y él lo exploró con una mezcla perfecta entre devoción, curiosidad y el más absoluto placer. ¡No lo podía creer! Era como un sueño hecho realidad. Quién iba a pensar que al final las flores y los clichés funcionarían.

Notas finales:

El único fin de este evento ha sido mantener vivo el amor por el AoKi y revivir un poco el fandom. Así que quisiera agradecer al Staff del grupo AoKiLovers~ por seguir organizando este tipo de iniciativas y a todas las personas que se pasen a leer y comentar.

 

¡Besos azul amarelo para todos!


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