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Amargo por Dakuraita

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Notas del fanfic:

One-shot hecho de improvisto y en menos de una hora, porque tengo un problema y extrañaba escribir(?)

Notas del capitulo:

:B ¿Me extrañaron? Culpen a la universidad.

Kiyoshi sostenía la mano de Reo con ternura y dedicación, no pensaba dejarlo solo, no en este estado. Estaba sudando, temblando, sus piernas estaban cruzadas y extendidas a lo largo de la cama, de vez en cuando, buscando el roce para sentir algo más. Las lagrimas escapaban sin permiso de sus ojos. ¿Y qué hacía Kiyoshi? Mirar, porque eso era lo único que podía hacer, solo mirar.


—Tendré que llamarlo… —dijo por fin.


—¡No! ¡No tienes que…! -Reo intentó decir más, pero el dolor lo detuvo—. Lo siento, Teppei… cariño… yo…


—No es tu culpa, pero no puedo verte así, no más —Kiyoshi apretó con ternura la mano de Reo, y la atrajo para besarla—. Todo sea por tu bien.


Dicho eso, sin escuchar las protestas de Reo, dejó ir su mano y caminó unos pasos, saliendo de la habitación, encontrándose pronto frente a una pequeña mesita, en la que estaba su celular. Odiaba lo que estaba por hacer. Lo odiaba con todas sus fuerzas.


Tomó el celular, picó el botón de contactos, y con solo buscar en la letra “T”, encontró lo que buscaba, o, mejor dicho, a quien buscaba.


[…)


—¿Kiyoshi? ¿Qué sucede?


—Es Reo, el celo, lo está lastimado mucho…


—¿Oh? ¿Y qué quieres que haga yo, Kiyoshi? —la voz calmada, que parecía ser amable y taciturna, escondía un deje de burla.


—Por favor, ayúdalo.


—¿Estás seguro?


—Lo estoy, por su bien estoy dispuesto a lo que sea…


Himuro sonrió, observó el café al que estaba a punto de entrar, donde le esperaba un chico llamado Izuki. Se supone que tenían una cita. No obstante, no iba a dejar pasar una oportunidad como esta, en especial a sabiendas que tras eso seguro volvería a pasar un lago tiempo antes de que se volviese a presentar.


—Bien, iré, dame unos quince minutos, tengo que ocuparme de algo sin importancia.


Dicho eso, Himuro colgó y escribió en una ventana de chat “Algo pasó, lo siento, te lo compensaré después”.


(…)


Kiyoshi se alejó un poco, corrió hacia el cuarto de baño y golpeó la pared con fuerza. La lagrimas querían salir, pero no lo permitió. Tenía que mantenerse fuerte por su pareja, tenía que ser su pilar, y apoyarlo.


Pero joder, era… a veces era demasiado. La culpa le dominaba tanto como un sentimiento amargo. Esto era una injusticia, la vida era injusta.


Aún así, Reo siempre le había apoyado sin importar nada.


“Soy impotente, no puedo… no puedo tener…”


“Eso no me importa, te amo.”


“¿No quieres hijos? ¿No dijiste que querías una familia?”


“Dije que quería una familia con la persona que amo, y si eso implica que la persona que amo es mi familia, entonces estaré bien con ello…”


“¿Qué haremos durante tu celo?”


“Encontraremos una alternativa.”


Habían encontrado pequeñas alternativas, que habían requerido de mucha medicación bastante costosa que Kiyoshi pagó sin dudarlo. Pero, sin importar cuanta medicación tomara Reo, había momentos en los que no podía escapar a su naturaleza de omega y a los procesos que eso conlleva.


Cuando eso ocurría, solo había una persona a la cual recurrir: Himuro.


Himuro era alfa, también sufría un mal (que para él mismo no era inconveniente) pero que lo hacía apto para intervenir: Era estéril. No obstante, todo lo demás “funcionaba” adecuadamente. Podía percibir el celo, reaccionar ante él, copular, etc. Encima, era amigo de ambos desde hace tiempo. Aunque la amistad se fue debilitando conforme las “ayudas” de Himuro eran necesarias. Kiyoshi estaba celoso de él. Prefería no ser capaz de darle hijos a Reo por ser estéril que por ser impotente. No podía ayudar a su pareja, aunque lo deseara, no conseguiría una erección. Los tratamientos que intentó para resolver su problema, fueron, por desgracia, un fracaso.


Era frustrante, toda la situación era frustrante.


El timbre sonó y Kiyoshi tuvo que componer su expresión (odiaba mostrar su desesperación ante Himuro, que, con el tiempo, mostró su torcida personalidad). Se apresuró y abrió la puerta. Ahí estaba él, sonriendo sin preocupación alguna, gozando totalmente de la escena, del momento, de verle a los ojos, burlándose, diciendo “Ya estoy aquí para solucionar el problema”.


Tatsuya pasó sin cruzar palabra con Kiyoshi, no había necesidad.


—Mibuchi… —Himuro llamó con suavidad— Ya estoy aquí, pronto dejará de doler.


Reo soltó un fuerte sollozo. Kiyoshi observaba desde la puerta, recargado en el marco. Se sentía derrotado. Estaba observando, sin poder evitarlo, como Himuro una vez más ganaba esa odiosa y silenciosa batalla. Como venderle el alma al demonio, como contemplar una masacre que no puedes detener, pero permites de todas maneras.


—Perdóname Teppei, perdóname… —gimoteó Reo, cubriendo su rostro.


Himuro apartó las manos de Reo de su rostro, las besó y sonrió con dulzura.


—No llores, esto solo es una urgencia física, no estás traicionado a nadie.


Reo no respondió, seguía llorando. Himuro entendió bien la situación, sabía perfectamente lo que su visita y ese escenario causaba. Por parte de Kiyoshi, levantaba su inseguridad, su dolor, un sentimiento horripilante de inutilidad y un enorme remordimiento. Por parte de Reo, culpa, culpa pura. Porque su cuerpo pronto empezará a reaccionar, pronto se entregaría a otro, sin poder luchar contra la naturaleza. De alguna manera disfrutaba ser semejante pieza de discordia, en especial cuando su amor no correspondido podía ser vengado en la situación.


—Kiyoshi, ¿Por qué no vienes? Se ve muy mal, se calmará si estás a su lado.


El rostro del mayor se llenó de amargura.


—Prefiero que no…


—Teppei, por favor —esta vez fue la voz de Reo la que intervino—. Esta vez no quiero… no solo, por favor.


¿Cómo decirle que no? ¿Cómo negarse cuando toda esta situación era enteramente su culpa?


Kiyoshi se acercó y ayudó a Reo a sentarse en la cama, para así sentarse tras él y apoyarse en la pared. Reo suspiró aliviado al encontrarse recargado en el pecho de su amor. Pero ese momento de paz no duraría mucho. Kiyoshi hizo lo que pudo por esconder su verdadera expresión, acarició el cabello de Reo, y después observó a Himuro con desprecio, pese a que él lo había llamado, pese a que todo era por el bien de su amante, eso no quitaba la envidia que sentía.


Tatsuya sonrió y comenzó a desvestirse lentamente, comenzando a liberar una cantidad de hormonas exageradas que obligaron a Reo a gemir. El olor era delicioso, penetraba en lo más profundo de su organismo y le doblegaba sin opción de lucha. Tatsuya lo estaba haciendo a propósito. Toda su ropa cayó al suelo, quedando únicamente en ropa interior. Estaba ya erecto, producto del celo de Reo, que empezaba a nublarle la cabeza.


Sin pensarlo se lanzó sobre Reo, lo desnudó en un santiamén y pronto empezó a lamerlo, besarlo, tocarlo, gozar de su entero cuerpo que ante cada caricia respondía como pidiendo más. Himuro pensó algo como “este cuerpo debería ser mío”, pero también sabía cuan inútil era pensarlo. Cada que el celo se iba era como si nada hubiera pasado. Reo nunca desarrollaba un apego emocional hacia Himuro, aunque, por lo visto, en su lugar había desarrollado una dependencia física. Fuera de ello, su amor por Teppei era legítimo. Estas oportunidades eran oro puro. El poder besarlo, tocar su pecho, su abdomen, y sus genitales… todo era invaluable. Su cuerpo lo volvía loco, y en celo, le desquiciaba.


Kiyoshi, celoso, y sabiendo que sí había algo que podía hacer en esos momentos, alejó el rostro de su amado de la escena y lo proclamó para besarlo. No importaba si su cuerpo no reaccionaba, sabía como besar a su pareja, sabía lo que le gustaba. Y funcionó, los gemidos incrementaron con el tierno contacto, con ese amoroso beso que dejaba al omega sin aliento.


Himuro, sin querer perder, le dio una felación a Reo, quien gritó aun preso en el beso. No pasó demasiado antes de que explotara en la boca de Himuro, quien bebió la semilla sin ningún miramiento. Kiyoshi lo observó irritado.


—Teppei —gimió Reo—. Déjame respirar amor…


Kiyoshi observó la sonrisita en el rostro de Reo, observó con que ojos lujuriosos y llenos de adoración lo observaba… y deseó con todas sus fuerzas no ser impotente, deseó ser capaz de darle a su pareja este tipo de placeres que solo podían ser aplacados por un alfa. Tocarlo no era suficiente, sus manos, su boca… había un punto donde ya no podía compensarlo, donde sabía que su pareja quedaba insatisfecha porque necesitaba más, necesitaba otro cuerpo. Y aún así, el como lo miraba, el como gemía por sus labios, por su amor… ¿Había tesoro en el mundo que le pudiera hacer competencia? No.


Himuro, molestó por ser ignorado, decidió jugar sucio, insertando dos dedos sin previo aviso en la caliente y húmeda entrada de Reo, quien gritó arqueando la espalda, dado a que la imprevista sensación había tomado desprevenido su cuerpo sensible. Reo intentó apartar la mano de Himuro, pero este no lo permitió. Kiyoshi besó el cuello de Reo para que se relajara. Lentamente, Reo abrió más las piernas, moviendo ligeramente su cadera, buscando un ritmo que le fuese placentero y gratificante. Cuando parecía que estaba cerca de otro orgasmo, Himuro se detuvo, se puso de pie en la cama y acercó su miembro erecto a la boca de Reo.


—Prepárame bien, no queremos que duela, ¿verdad?


Con la lubricidad del cuerpo de un omega en celo los preparativos de dicha estirpe eran un sobrante, pero Himuro tenía esas ganas de meterle el pene en la boca, correrse como un demente y hacer que Kiyoshi observara, que viera como su amante estaba bebiendo su semen, el único que ha probado en su vida. Era un asunto de poderío, al que Kiyoshi respondió observándolo con odio, pero, con el pensamiento de que esto era por su amante y no una guerra, la mano de Kiyoshi acarició gentilmente el mimbro de Reo con una mano y uno de sus pezones con la otra. A lo que Reo respondió retorciéndose e intentando gemir, cosa imposible dado a que el glande de Himuro estaba golpeando su garganta sin piedad. Reo estaba ahogándose, pero estaba excitado hasta la medula, mareado por el fuerte aroma de los genitales de Himuro, que tenían un toque entre sucio y salvaje, aquello era indecoroso, no obstante, eso era suficiente para ser estimulante.


Tatsuya terminó por correrse en la boca de Reo, quien tuvo que tragar el producto, a la fuerza, sabía bien que Himuro no le dejaría escapar.


Jadeó desesperado una vez que estuvo libre, y, apretando los labios, se corrió en las sabanas.


Kiyoshi se sentía ligeramente victorioso. Pero el sentimiento de victoria desapareció pronto. Himuro apenas pudo colocó las piernas de Reo sobre sus hombros y no dudó en penetrarlo.


Reo no pudo evitar cerrar los ojos y exhalar victima de el placer de ser penetrado, con fuerza, sin ningún temor, aplacando el calor en su interior que rogaba por reproducción, por apareamiento, por sexo.


La culpa que sentía terminaba por mezclarse con el placer, y, durante unos segundos, era libre de su mente, de los agobios, de los problemas… solo quedaba el interminable deseo, de pedir por más, suplicar…


Sin permiso, Tatsuya lo besó, y, sin aviso, se corrió en su interior.


—Eres demasiado para mí, necesito más, Mibuchi…


—Tatsuya…


Himuro levantó a Reo y lo hizo voltearse, quedando de rodillas, abrazando a Kiyoshi para mantener el equilibrio, quien le rodeó para apegarlo a su pecho, y poder seguir con los besos, que se llenaron de gemidos gracias a que Himuro estaba de nuevo moviéndose, golpeando con todas sus fuerzas el cuerpo ajeno, haciendo que el sonido de sus pieles húmedas, llenas de lubricidad y fluidos, chocaran eróticamente, sin escrúpulo o decencia alguna.


Reo observó a Kiyoshi y sonrió.


—Si… ¡mmmh! Lo veo… así… imagino como si fueras tú quien está en mi interior —le susurró al oído.


Kiyoshi lo volvió a besarlo, loco de amor, de ternura, ¡No merecía a semejante ángel!


Pero llegado a un punto, tuvo que dejar el bello escenario. Kiyoshi no tenía la libido ni la energía para mantenerse en el juego demasiado tiempo. Llegando a cierto punto Reo ya no podía pensar, no razonaba, solo gritaba, gemía, pedía más, y suplicaba por ser impregnado… Lo único que a veces ponía en paz a Teppei era escuchar como Reo confundía a Himuro y gritaba que quería los hijos de Kiyoshi.


La cosa terminó cerca de la madrugada.


Kiyoshi entró, Himuro y Reo estaban recostados, Reo casi sin conciencia y Himuro meloso, llenando de besos y lamidas a Reo. Lo besaba con ternura, aprovechando cada segundo que podía, devorando todo, haciéndolo suyo mientras podía.


Himuro observó a Kiyoshi y sonrió.


—Apuesto a que nos vemos como una pareja en su luna de miel —dijo, observando con adoración al otro que ya se había quedado dormido—. Tienes suerte, de que él te ame tanto…


—Lo sé —respondió Kiyoshi.


—Mi trabajo terminó —dijo antes de besar a Reo una vez más. Se levantó, se vistió sin importarle el asunto de la ducha, ya tomaría una en casa. Luego caminó hacia la salida. Murmuró “Un día, será mío”. Y se marchó.


Kiyoshi observó a su pareja dormir, acarició su cabello.


“Tienes suerte, de que él te ame tanto”


—La tengo…


Se odiaba a sí mismo, odiaba el aroma de la habitación, y lo odiaba todo.


Pero, quisiera o no, todo era por el bien de Reo.


No importaba, si eso al final le dejaba un sabor amargo.

Notas finales:

Si les gustó dejen sus Rws, y si quieren que vuelva también (?)

ok ya

bye


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