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Inefable [JohnMark - NCT] por Fluffy Ten

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Notas del fanfic:

HISTORIA GANADORA DEL 2DO LUGAR EN LA CATEGORÍA "FANFICTION" DE LOS PREMIOS "ORIGINAL KAUZ 2017".

Disponible en Wattpad.

? Todos los derechos reservados.
? Homosexual.
? Ni copias ni adaptaciones sin mi autorización.

PRÓLOGO:


Todos sabían, que Mark Lee, era un chico audaz.


Esperen, esperen...


¿Por qué estoy hablando de mí en tercera persona?


Bueno, como sea,


todos sabían que yo era... más osado de lo normal.


Y pues, lo demostré, cuando me encontré cara a cara con ese amargado y horripilante castaño,


quién se empeñó en hacerme sentir vergüenza;


incluso cuando yo, sin querer, le tiré mi malteada a su camiseta, que para mi mala suerte... era blanca.


¿En serio quieren saber lo que pasó después?


 


 


CAPÍTULO 1:


 


DIARIO DE MARK LEE


9 de Junio de 2016.


Querido amigo:


Después de tanto tiempo, vuelvo a escribirte. Sé que te encuentras muy molesto por mi repentina desaparición. No te juzgo. Cualquiera en su sano juicio lo estaría. Sin embargo, existe una razón convincente para algunos, pero ridícula para muchos: necesitaba sentir el tacto de la humedad de estas hojas, y el movimiento fluido del bolígrafo sobre ellas. Necesitaba escribir otra vez. En serio. Y espero que puedas perdonarme algún día.


Sólo escribo pensando en que quien encuentre este diario en el futuro próximo, se divierta burlándose de las tonterías que hizo un adolescente de dieciséis al cual, sin mayor esfuerzo, le perseguía la desgracia. No. De verdad no exagero. Todos los días me pasa algo nuevo. Y estoy seguro que mis nietos van a pensar que su abuelo necesita urgentemente ayuda de un profesional.


De todas formas, ¿quién se dignaría a leer las palabras de un chico que aún duerme con su My Little Pony rosa pensando que un monstruo saldrá del armario y se va a tragar su cara? Deprimente. Realmente deprimente.


El punto es, es que vuelvo a recurrir a este diario ante la necesidad de desahogar mi frustración y desespero al no saber qué hacer en los momentos difíciles. Todos sabemos que los diarios son principalmente para desahogarse, para escribir cartas o incluso para simplemente quemar las hojas y expresar tu ira. Pues yo, a pesar que no soy fanático de los diarios de vida, jamás sería capaz de hacerle daño a uno de ellos por más aburrido que sea estar escribiendo todo el día a alguien que no conoces. Puede sonar algo irónico, sí, pero, ¿no les ha pasado que sienten la necesidad de decir las cosas sin tener que decirlas realmente?


Generalmente no soy un chico demasiado sentimental, es decir; rara vez me meto en conflictos y no soy de expresar mis sentimientos. Pero esta vez es distinto, no he tenido la oportunidad de decirle a nadie de mis cosas personales (mis compañeros de clase no saben guardar secretos) sin que me juzguen. Por lo tanto, es una de las tantas razones por la que me hallo aquí, y pretendo quedarme hasta que aprenda a dejar ir lo que me hace daño (o sea, nunca: como dicen, los malos hábitos nunca se dejan, y comer muchas golosinas es uno que se repite constantemente).


Bueno, ya, el caso es que hoy me pasó algo osado, algo intrépido, ¡algo que debe ser publicado en el periódico! Sí, sí, ¡algo que tiene mucha adrenalina! Y tú, que estás leyendo esto (tal vez este diario quedará en el olvido en unas semanas, no lo sé), seguro te estarás preguntando: ¿que pasó que Mark está tan entusiasmado?


Pasó que Johnny, uno de los chicos más amargados y viejotes que vi en mi vida (no es broma; de verdad el tipo ese no tiene humor), ¡me lanzó su jugo de manzana por toda mi ropa! ¡De verdad, sentí como si estuviese en una serie de televisión cómica con risas y aplausos de fondo!


Pero, ¿por qué hizo tal cosa?


Empecemos desde el principio: cuando llegué a la escuela y me encontré con los sonriente rostros de mis mejores amigos, Taeyong y Ten, al medio del pasillo. Si vamos a contar mi desafortunada historia, ¿por qué no hacerlo desde el primer día de clases, cuando conocí al dueño de mis próximos desfortunios y autor de mis tropiezos?


—No lo vas a creer, Mark —dijo Ten, aproximándose a mi lado—. Acaba de llegar un tipo a nuestra clase que mide como dos metros y parece un delincuente. Es aterrador. ¡En cualquier momento puede robarte la billetera!


—Ten, a ti cualquiera te puede robar la billetera con la pinta que tienes —comenté mientras exhalaba una bocanada de aire—. Eres un ricachón de los finos.


—¡No estoy exagerando! ¡Y no soy un ricachón! —protestó y observó fijamente a Taeyong, esperando una respuesta que le diera la razón. Sin embargo, éste se encogió de hombros irritado.


—Es John Seo, ¿qué esperabas, Ten? Todos lo conocen por ser huérfano y los múltiples trabajos que tiene para cuidar a su hermana. No es una novedad. —Se detuvo frente a su casillero y comenzó a sacar sus cosas de Biología, mientras yo guardaba mis cosas en el mío—. Además, dicen por ahí que odia a las mujeres. No sé como sé todo eso. Pero ya saben, aquí los rumores vuelan.


Me quedé de pie pensativo, intentando recordar si había visto a alguien de aspecto desaliñado y de alta estatura en el pueblo. Pero nada. Me parecía extraño no haber escuchado de John Seo antes si todos se conocen en el sector, pero tal vez era un misterio y no se daba a conocer al mundo. Quién sabe.


—¿Por qué no me lo habías dicho, Taeyong? —reclamó Ten, copiando la acción del mayor.


—No lo creí tan importante —mencionó cerrando el casillero de un portazo.


Teníamos clase de Biología luego de la apertura que la escuela hacía todos los años, y nosotros teníamos la costumbre de dejar nuestras cosas antes para reservar un pupitre. Así que con nuestras cosas en las manos, nos dirigimos al salón y yo me senté al fondo, como siempre lo hacía cuando tenía ganas de dormir.


—Ahí está John. Espero que no se haya dado cuenta de que estábamos hablando sobre él, o por el contrario estaríamos jodidos —murmuró Ten temeroso, mirando en algún punto en específico a través de la ventana que daba al pasillo principal.


Lo seguí con la mirada, y di con su rostro.


Su peculiar rostro.


De cabello negro que tapaba levemente sus orejas y piel pálida, se encontraba apoyado sobre los casilleros con un semblante tan misterioso que me ponía los pelos de punta. Era altísimo, y sus ropas se notaban algo descuidadas pero no llegaban a ser viejas. ¡Era realmente atractivo incluso con una apariencia desaliñada! Cualquiera en su sano juicio se quedaría mirándolo por horas hasta el cansancio, incluido yo, alguien que se consideraba totalmente heterosexual. Y ahora que lo pienso, eso también suena deprimente.


De tanto mirarlo, perdí la noción del tiempo y no me di cuenta que él también me observaba a mí. Me sonrojé y desvié la mirada, sintiéndome apenado. Que vergüenza.


Después de dicha circunstancia, siempre lo veía en los pasillos siendo generoso y muy gentil con los estudiantes que encontraba a su paso. A esas alturas, pensaba que era una buena persona y que siempre estaba dispuesto a ayudar.


Pero las apariencias engañan.


Con el paso de los días, me hizo dar cuenta que estaba equivocado y que tenía una muy errónea visión de él.


John Seo no era una buena persona.


Era malhumorado, prepotente y detestaba a las chicas, exceptuando al terrible club de fans que había nacido especialmente para idolatrarlo y burlarse de los alumnos más jóvenes. Y cuando hablo de alumnos jóvenes, me incluyo a mí en la lista.


¡Era una verdadera pesadilla! ¡Y ser empapado por un estúpido jugo de manzana me lo reafirmó!


Sí. Aquí vamos a lo peor. A la parte que todos esperaban con ansias.


El ataque del monstruo.


Era martes y había despertado con muchas ganas de tomar una malteada, así que me levanté con todo el ánimo del planeta y llamé a mis amigos. Por lo tanto, después de rogarles e insistirles arduamente, me encontraba en la fila de la cafetería esperando mi turno. Por arte de magia. Y cabe decir que tenía una sonrisa de oreja a oreja.


Vale, debo admitir que yo fui lo bastante idiota como para darme cuenta de lo que estaba ocurriendo. Cuando por fin me atendieron y sirvieron la malteada, me quedé asombrado. En serio era deliciosa; el sabor me tenía tan hipnotizado que no me hizo dar cuenta de la zancadilla que me hizo Hansol al pasar a su lado. ¡Estúpido Hansol! ¡Provocó que mi hermosa cara se estampara bruscamente en el suelo y, que mi malteada de los ángeles empapara completamente la camiseta de ese horrible y misántropo ser humano!


De hecho aún me acuerdo de su penetrante mirada recorriendo mi cuerpo, como si quisiera quemarme vivo, o peor: ¡golpearme!


—Ten más cuidado, niñito estúpido —me dijo con tono desafiante. Si no fuese por estar mirándolo fijamente habría imaginado como la gente que estaba cerca salía huyendo por la majestuosidad de ese inútil; como sucedía en los animes.


—¡Niñito quién, cara de... moco! —le grité yo, como buen hombre que soy.


Ah, todo bien hasta que empezó a reír completamente socarrón. Mis mejillas se sonrojaron al cien.


—¿Cara de moco? Qué patético...


Tragué saliva con fuerza.


—Púdrete. —Mi lado agresivo salió. No lo podía evitar.


Sin embargo, mi agresividad se silenció cuando lo que no esperaba, sucedió.


Pude sentir como su jugo de manzana comprado en la tienda de la esquina empapaba totalmente mi rostro, escurriéndose paulatinamente hasta mojar mi camiseta de rayas blancas y negras. Me sonrojé furioso. ¡Le iba a cortar su órgano reproductor después de esto y lo iba a dejar sin hijos!


—¡Imbécil! ¡Te voy a matar! —exclamé frenético siendo sujetado por Taeyong, que intentaba detener mi furia sosteniéndome de las muñecas. Pero para mi mala suerte, el pelinegro sonrió burlón y se dio la media vuelta, yendo en busca de Hansol y dejando a mi furia hablando sola.


Gruñí como un león furioso y Taeyong logró calmarme luego de unos minutos. Estoy seguro que todos grabaron el espectáculo que hice con el dueño de mis pesadillas, incluida la vieja chismosa de enfrente.


¿Qué intento decirles con esto?


Nunca, pero nunca, debes fiarte de una malteada. Porque claro, quizás pueda arruinarte la vida en un segundo. Lo peor de todo, es que el único feliz de todo esto era mi perrito, Todd, quién estaba feliz lamiéndome el rostro cuando llegué a casa.


Esto no es todo. Pero ahora debo ir a cenar, no tengo demasiado tiempo para escribir; mamá está como una maniática por el hambre que tiene. Sus gritos se deben escuchar hasta Alaska. Tal vez mañana escriba nuevamente.


Con una tristeza y hambre horrible se despide,


Mark.


 

Notas finales:

Espero que les guste!


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