Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los demonios de la noche. por Seiken

[Reviews - 92]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Llegaron a un pequeño poblado en donde trataría de dormir un poco, tratarían de olvidar sus temores, pero había algo en esa pesadilla que le hacía pensar que ya le había vivido antes y temía la reacción de Minos si le contará sus pesadillas.

El lugar era bonito, demasiado agradable, Minos ingreso para beber un poco de cerveza, solo un tarro, Shura pidió comida y bebida para todos.

Aldebaran comería con ellos, mientras que Mu, haría guardia fuera de la taberna, seguro que habían seguido su rastro.

Radamanthys deseaba dormir e intento levantarse de la mesa, estaba demasiado cansado, pero Shura sostuvo su muñeca, notando su extraño comportamiento.

-Debes comer algo.

Le ordenó sosteniendo su muñeca, Radamanthys le observo fijamente, a punto de disculparse, no tenía apetito, sin embargo, como ocurría con la desagradable comida del frente, se obligó a comerse hasta el último bocado.

-Ven a mi habitación cuando puedas, o yo iré a buscarte, necesito hablar contigo a solas.

Radamanthys asintió, caminando en dirección de su cuarto, el que compartiría con Minos, que apenas llegaba a sentarse a la mesa a comer, pero había observado ese intercambio.

- ¿Hay algo entre ustedes?

Aquello lo dijo con un aire de broma y mucha más seriedad, si tenía una aventura con su hermano debía saberlo.

-No, no hay nada entre nosotros, solamente somos amigos.

Minos asintió, pero no le creyó en realidad, había una conexión muy fuerte entre ellos, tal vez no fuera amor, pero había algo.

-Y si lo hubiera, Radamanthys es un adulto, que piso el frente por demasiado tiempo, es capaz de realizar sus propias decisiones.

Aquello lo dijo molesto, levantándose de la mesa, había algo extraño con ese cansancio de Radamanthys, algo que no les decía y tenía que averiguar qué estaba pasando.

Minos de pronto se veía muy serio, tanto que Aldebaran prefirió ignorarlos, comprendiendo bien que Mu les había dicho que no había esperanza, su maestro era demasiado pesimista.

*****

Radamanthys se recostó en la cama, cubriéndose con la cobija de color gris que había en ella, deseando que no tuviera alimañas, necesitaba algo de descanso.

-No has dormido, tienes constantes pesadillas y me ocultas algo, no es verdad.

Radamanthys suspiro, sentándose en la cama, para llevar una mano a su cuello que ya había cicatrizado, llamando la atención de Shura, cuyos ojos lilas tenían una extraña tonalidad de momento, solo un instante, para volver a su apariencia fría, lejana.

-Tengo miedo, Shura, no soy como Minos que parece no sentir nada, la verdad es que yo estoy aterrado.

Se disculpó, esperando escuchar alguna queja o regaño de Shura, pero estaba bien sentir miedo, eso pasaba cuando una criatura como esa deseaba devorarte.

-Eso es normal, después de lo que has vivido.

Radamanthys negó eso, no creía que fuera normal, y ni siquiera había empezado durante el viaje a su mansión, sino mucho antes, supuso al tratar de recordar cuando comenzó aquella sensación.

-Yo siento su presencia, me está llamando a él, quiere que vaya a él, que regrese a nuestra casa y eso me asusta, qué tal si en mis sueños decido escucharlo, ir hacia él.

Fue su respuesta, recordando algunas de sus pesadillas, regañándose mentalmente porque no tenía derecho alguno a sufrir malos sueños, si Minos parecía dormir tranquilo, fue el quien sufrió en las manos del vampiro Defteros, no él, que apenas si había pasado dos días con el vampiro Aspros.

—Minos duerme a tu lado, no lo permitirá, ni yo tampoco.

El problema radicaba en que Radamanthys pensaba que, si Aspros podía llamarle en sueños, también podría hacerlo Defteros, sin saber que el hermano menor estaba a escasas horas de llegar a esa posada, que les había seguido desde el monasterio y por supuesto, aun estaba vivo, ansioso de probar un poco de aquella energía tan sabrosa.

—Y no solo es eso, creo que esto ya lo he vivido antes, hace mucho tiempo, tengo sueños, muy vividos de Aspros, con la apariencia de su juventud, yo soy su esclavo, pero me he convencido de que no lo soy, que somos libres, pero él tiene el poder para tomar decisiones respecto a mi familia... es tan extraño.

Se quejo, tan confundido como nunca antes lo había estado, Shura creía saber porque razón era eso, al recibir una mordida, la primera en mucho tiempo, había enlazado a los dos seres, al vampiro y a Radamanthys, una sensación que estaba seguro Minos reconocía, en realidad, hasta podia ignorar, pero el menor no lo hacía, él estaba sintiendo a su cazador al otro lado del velo de la vida, sus pensamientos, aun sus recuerdos, debilitándole si no encontraban una forma de cerrar su mente a esa clase de ataques.

—¿De qué estás hablando?

Shura le pregunto, sentándose en la misma cama, observándole fijamente, esperando que Radamanthys no quisiera cerrarse, eso no le ayudaría en nada, porque toda la información era de vital importancia para salvarle.

—Nadie recuerda como era antes, cuando servíamos a los vampiros, la iglesia ha prohibido que se propague la información, esa fue una de las razones por las que mi madre fue quemada viva.

Le explico, respirando hondo, esperando que Shura lo comprendiera, si estaba en esa orden de la que hablaba, si existía un sitio seguro y se suponía que los estaban transportando hacia allá, en ese caso, debía saber como era la vida bajo el dominio de los vampiros.

—Fueron épocas oscuras y lo mejor es que no lo recuerden... recordemos.

Se corrigió Shura, recordando algunos sucesos de aquella época negra, en la historia de los humanos y de los vampiros, cuando comenzaron los impuestos de sangre, proclamados por el mismo Aspros, segundo al mano del gran maestro, pidiendo un miembro de cada una de las casas superiores humanas.

—Pero yo lo recuerdo, es como si fuera yo, pero no lo soy, es otro yo, un guerrero, orgulloso, seguro de sí mismo, como supongo que debería sentirme, pero no es así.

Un guerrero de su edad, que para ese momento ya se consideraba un hombre viejo, vestido con una armadura negra con algunos motivos morados, usando una lanza y una mascara que asustaba a quien le viera, la de un dragón con la boca abierta, como si estuviera lanzando fuego.

—¿Porque te sientes asustado?

Radamanthys asintió, avergonzado, seguro que no tenía derecho de sentir miedo alguno, estaban a salvo, ni siquiera recordaba cuando Aspros le mordió, no era como con su hermano y comenzaba a sentirse un cobarde.

—Si, en esa ocasión no pude salvarme, únicamente la muerte me arrebato de su lado, cuando salte a las lanzas de los empalados fue que logré huir.

El joven Walden recordaba el dolor, como esas lanzas desgarraban sus músculos, se clavaban en su corazón, el grito desesperado de Aspros, que trato de salvarle, pero ya era tarde, al fin era libre y murió con una sonrisa, esperando renacer en un mundo donde los vampiros ya no existieran más.

—¿Falleciendo?

En ocasiones esa era la única forma de huir, perder la vida antes de que el vampiro terminara de transformarlo en algo más, en un ente desagradable y oscuro, robándole su alma o su voluntad, condenándolo al infierno.

—Mu dijo que al cumplir veinticinco años madurare, pero antes no, son tres años para eso y si esa es mi única oportunidad, entonces, que puedo hacer.

Shura de tener a Mu enfrente suyo le daría un puñetazo, le reclamaría por decirles aquellas palabras a los hermanos, acaso no se daba cuenta que tan solo eran unos muchachos, que hasta hacia un año no comprendían nada de las criaturas de la noche y al decirles que, si no lo mataban, o no maduraban, no podrían escapar, significaba que estarían muertos, solo lograba que los gemelos cumplieran su cometido con mayor facilidad, porque bien podían matarse, pero también rendirse, aceptar su destino.

—Nos dirigimos al bastión, es una base militar de mi orden, allí les explicaré quienes son y podrán protegerlos el tiempo que falta para que alcancen su madurez.

Quiso asegurarle que estaría a salvo, el bastión podía lograr esa hazaña, el problema radicaba por supuesto, que se encontraban demasiado lejos de su base militar, aun faltaban unos meses de camino y los hermanos seguramente ya los estaban buscando, esta era sin duda una carrera contra el tiempo, en la que debían mantenerse en la delantera.

—¿Qué pasará si no somos poderosos?

Radamanthys era el mas prudente, el mas mesurado y sus preguntas, así como sus temores estaban fundados, debían considerar todas las posibilidades, pelear por su vida, ganar tiempo, o matar a esos vampiros, no había nada mas que hacer.

—Son herederos del señor del Inframundo, serán poderosos y lo serían en este momento, si su madre hubiera logrado entrenarlos, pero les hicieron olvidar, ignorar sus dotes especiales.

Pero el hubiera no existía, solo el haber, y en ese momento desconocían como despertar sus dones, como defenderse de aquellas cosas que deseaban devorarlos, así que, Radamanthys no se pondría a pensar en eso, su presente era lo único que tenían.

—¿Y si pasa como lo deseas, que se supone que ocurrirá con nosotros, si ya no somos humanos?

Seguirían siendo humanos, o tan humanos como Mu, y eso debía ser suficiente para ellos, aunque estaba seguro de que Minos estaba encantado con aquella idea, con esa noción, ser poderoso e inmortal.

—Seguirán siendo humanos, eso no cambiará, pero estarán seguros.

Eso debía ser suficiente, por el momento, se dijo Shura, notando como Radamanthys le observaba fijamente, como si comprendiera algo que no había visto en todo ese tiempo.

—Yo creo que guardas información respecto a Aspros, sospecho que no me has dicho todo, tienes esa expresión en tu rostro, la que usas cuando mientes.

*****

Minos dejo que Shura charlará con su hermano, era su amigo y si eran amantes, tampoco le importaba, Radamanthys podía compartir su lecho con quién lo deseara, después de todo no era de su incumbencia.

El juez tampoco deseaba dormir, pero era mucho mejor actor que Radamanthys, de allí que tratara de actuar como un completo imbécil, con una sádica sonrisa todo el tiempo.

Con un tarro de cerveza que no tocaba, pero le daba carácter, supuso, recargando sus pies en la mesa enfrente suyo.

Aldebaran había salido para conversar con Mu, quien sabía era su amante y su amo, un vampiro que se comía de a poco a su segundo mercenario.

Y decían que el tenía doble moral, se quejó, riéndose, claramente no podía ser correcto que Mu se alimentara de ese hombre tan alto, pero que cazara también a los dos hermanos.

Repentinamente, por el rabillo del ojo pudo ver a un hombre moreno, bien vestido, muy atractivo si le preguntaban, pero algo silencioso, sin comida o bebida en su mesa.

Un hombre joven que le atraía demasiado, que casi le hacía levantarse de su mesa, pero se mantuvo sentado, elevando su tarro en su dirección.

Esperaba que se acercara a él, que se levantará de la mesa y diera unos cuantos pasos en su dirección, para sentarse a su lado.

Sonriendo cuando el joven moreno y atractivo hizo exactamente eso, recargandose en la mesa, sus ojos azules logrando que por unos segundos pensara en esa sombra de su mansión.

—¿Sólo en una noche como está?

Pregunto, con una voz grave, sentándose frente a él, sosteniendo una de sus manos con delicadeza, todo ese tiempo sin dejar de mirarle, con una sonrisa que mostraba sus caninos pronunciados, que no le asustaron, sintiéndose fuera de sí.

—Tu podrías hacerme compañía.

Claro que podría, por cada momento de su vida le haría compañía y lo mejor era que Minos, parecía encontrarlo atractivo, tal vez le gustaba la piel morena, como a el la lechosa piel del juez, su cabello blanco y sus ojos grises, pero sobre todo ese cuerpo esbelto que tantas noches había disfrutado.

—Por supuesto, eres tan hermoso, tan perfecto...

Susurro, besando su muñeca, encajando sus dientes en esta, gimiendo su placer al mismo tiempo que Minos se quejaba, recargandose en la silla, arqueando su cuello a causa del placer en la imaginación enferma del vampiro, no a causa del dolor, y habría mordido esa suave piel de no ser porque tres balas fueron disparadas en su contra, tres balas de plata, del menor de los hermanos.

—¡Minos, alejate de él!

Minos despertó de su trance para ver a la criatura de sus pesadillas sentada a su lado, jadeando y alejándose con rapidez, cayendo al suelo de tan sorprendido que estaba, tan asustado.

—¡Alejate de mi! ¡Déjenos en paz!

Prácticamente le suplico, escuchando los pasos de sus mercenarios que permitieron a ese demonio ingresar en la posada, observando la sangre en su muñeca.

—¿Dejarlos en paz?

Le pregunto sintiendo la presencia de ese otro ser, escuchando los pasos del hermano menor y viendo cómo se alejaba Minos, aún a gatas, llegando hasta donde estaba el escurridizo conejito de su hermano.

—Si ustedes son nuestros conejitos...

Minos negó eso, aceptando la ayuda de su hermano para levantarse, recordando muy bien que le hacía esa criatura durante lo que trataron de convencerlo de ser únicamente pesadillas.

—Aunque tienes razón, tu no tienes apariencia de conejo, sino de una hermosa avecilla blanca.

Eso lo dijo con una sonrisa enferma, carente de cordura, sus dientes afilados aún visibles en esa boca, escuchando la respiración entrecortada de Minos, el terror que le tenía.

—Y ya te tengo lista tu habitación, para que solamente yo pueda admirarte.

Defteros entonces se transformó en algo imposible de describir e ingreso por la chimenea, escapando de los cazadores, dejando a los hermanos petrificados.

—Van a matarnos...

Susurro entonces, a punto de caer al suelo, si Radamanthys no lo sostuviera de los brazos.

—No tenemos escapatoria...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).