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Los demonios de la noche. por Seiken

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Los dos licántropos y el vagabundo, cuyo nombre decía ser Kanon, se detuvieron en un claro, que pensaban era seguro.

Ellos habían cazado varios conejos y Kanon había prometido cocinarlos, después de darse un buen baño en el lago cercano.

Algunas horas después el aroma de Kanon era mucho más tolerable, Albafica y Manigoldo podían respirar sin sentir que algo los golpeaba físicamente, de tan mal que olía.

Los conejos sabían bien, y había dos por persona, Kanon no había logrado cortar su barba o peinarse, como le hubiera gustado, no estaba presentable para su inspiración.

Si es que tan siquiera lo recordaba, tenía que recordarse, se dijo en silencio, pero no importaba si lo recordaba o no, si podía llegar a compartir sus sentimientos, no podía dejarlo en las manos de aquella criatura.

Albafica se quedó sentado observando el fuego, Kanon ya estaba limpio, pero aún tenía esa barba, la que parecía molestarle por la forma en que la jalaba de vez en cuando, tratando de quitarse los nudos.

—Manigoldo siempre trae consigo una navaja, tal vez pueda ayudarte a quitarte esa barba.

Le informo con un tono de voz suave, que muchos interpretarían como el de una persona sumisa, pero en realidad era lo contrario, era la voz de alguien que conoce sus facultades, se sabe superior y no tiene porque presumirlo.

—Estoy seguro de que no querrás que tú prometido te vea tan desaliñado.

Kanon asintió, cuando conoció a su inspiración era un hombre fuerte y apuesto, su agradable personalidad le servía para obtener lo que deseaba, oro, compañía, secretos, pero ahora, después de ser encerrado por ese vampiro, no se trataba más que de una piltrafa humana.

—Es un joven noble, acostumbrado solo a tener lo mejor y yo soy un don nadie que no puede darle nada más que un compañero deseable, al menos eso era antes de ser capturado por ese demonio.

Manigoldo se había alejado para fumar un cigarrillo, seguro que eso era exactamente lo que Thanatos le dijo que no hiciera, pero su alfa en ocasiones no actuaba con la cabeza sobre sus hombros cuando se trataba de su seguridad, así que en ocasiones él lo hacía por su compañero.

—¿Acaso no estás dispuesto a enfrentarte a un vampiro para mantenerlo seguro?

Le pregunto, acercándose a ellos, observándolos con una sonrisa burlona, esos dos querían salvar a sus inspiraciones, pero estas ni siquiera sabían que existían, por lo que no sabían si serían correspondidos.

—Sin que te importe que para este momento ya sea un vampiro o en todo caso haya sido devorado por un vampiro, estos son territoriales con sus bocadillos, no te dejaran acercarte a tu joven noble.

Albafica gruño por lo bajo, no le gustaba la forma de hablar de Manigoldo, era demasiado cruda y estaba seguro de que el prometido de ese muchacho, ese hombre enamorado haría lo que fuera por salvar a su inspiración, como el protegería a la reencarnación de Minos, aunque no pudiera corresponderle.

—¿Devorado?

Manigoldo asintió, tomando uno de los conejos del fuego, para seguir alimentándose, esperando que la realidad fuera comprendida por este Kanon, que poco a poco fue entendiendo que su amado no solo era cotizado por su sangre, sino también por las mismas características que le hicieron su inspiración.

—Los vampiros son criaturas sexuales, buscan alimento o compañía, si tu prometido aun esta vivo, quiere decir que desea su compañía, para este momento ya lo mordió varias veces, al principio es doloroso, pero después ya no.

Kanon trataba de entender lo que se le decía, ese demonio estaba alimentándose de su pequeño, pero también, lo estaba violando, estaba robándole su vida poco a poco, para transformarlo en algo completamente diferente, un ente que no reconocería cuando terminara con su tortura.

Manigoldo al ver que Kanon comprendía lo que ocurría en ese momento con su prometido saco una navaja para limpiar sus uñas, escuchando como el mismo Albafica se removía en su asiento, aunque el vislumbraba mucho mejor que él, la forma de cazar de los vampiros.

—En su saliva inyecta tres venenos, uno de ellos para que la sangre no coagule a la velocidad normal, dilata las venas, facilita la ingesta de sangre del vampiro, otro para que no se sienta dicha mordida, es un sedante, minimiza el dolor que la víctima siente con cada nueva mordida, el tercero de ellos, permanece en la sangre de sus presas por mucho tiempo, semanas o meses, esto es un afrodisiaco, con cada nueva mordida sentirá más placer y menos dolor, haciéndole adicto a esa sensación, mientras siga con vida.

Kanon se levantó llevando ambas manos a su cabeza, estaban perdiendo el tiempo en ese lugar, debían apresurarse, su pequeño le necesitaba, pero al ver la expresión de Manigoldo, supo que había algo más, algo que estaba ocultándole.

—Cuando son demonios es peor aún, porque su sangre y su energía revitalizan al vampiro, como la víctima se vuelve adicta a sentir sus dientes en su cuello, el vampiro, termina obsesionándose de aquella sangre, de esa energía, es como si te dieran a elegir entre un nabo o un filete, siendo tu un lobo.

Albafica lo comprendía bien, pero no sabia si Kanon lo hacía, el que con su preocupación en aumento sin comprender muy bien la razón comenzó a convocar a los elementos, los que se alborotaron, nubes uniéndose sobre sus cabezas, como si fuera a estallar una repentina tormenta.

—¿Por qué no nos apresuramos entonces?

Les pregunto, Albafica se levantó, ya había visto eso, magia, ancestral y poderosa, en un hombre que no sabía como controlarla, aparentemente, acaso las grandes familias guardaron su sentido común en una caja, olvidando los dones que les brindaron poder en el pasado, cuando liberaron a la humanidad de sus enemigos.

—Podrías calmarte, no podemos hacer nada si actuamos como unos dementes y saltamos de cabeza a las fauces de los vampiros, solo queremos ver que tan malo es todo esto, que podemos hacer para liberar a estos muchachos, detener a estos vampiros.

Le explico, esperando no tener que golpear a Kanon para hacerle entrar en razón, quien, respirando hondo, controlando su temor creciente por su musa, se alejó, comprendiendo que tenían razón, esos demonios eran poderosos, lo único que haría atacándolos de frente era conseguir que su pequeño fuera devorado.

—Sabes lo que se siente amar a alguien con tanta fuerza, que lo único que deseas es verlo contento, ya sea contigo o con alguien más, verlo seguro, eso es lo que siento por mi prometido, yo lo amo y me aleje para buscar fortuna, creyendo que eso era lo mejor.

Albafica ya había hecho algo parecido, pero el se alejo buscando poder, una forma de permanecer a lado de su amado por toda la eternidad, pero en el tiempo que estuvo alejado, su príncipe envejeció, después murió, ahora tenía una oportunidad para reparar ese daño y eso haría, sin embargo, estos vampiros eran monstruos con una sed de sangre tan grande que podrían comerse al mundo.

—No es el momento para pensar en el pasado, sino que debemos buscar la forma de reparar nuestro abandono, darles la oportunidad para sobrevivir, eso es lo único que importa.

Kanon se sentó entonces, regresando a sus meditaciones, había destruido a cada uno de aquellos vampiros, ni siquiera comprendía como lo hizo, pero de un momento a otro el estaba bañado con su sangre, era libre de irse, de buscar a su amado, que ahora estaba en las manos de ese demonio.

—Tengo un hermano, él acepto el trato del vampiro, yo no, por eso me encerraron...

Pronuncio de pronto, Saga había aceptado el oro ofrecido, a cambio les ayudaría a capturar a dos herederos demoniacos, nunca supuso que sería su musa y su hermano, pero ahora que lo sabía, despreciaba mucho mas a su gemelo, que buscaba la forma de recuperar el poder perdido por su familia, sin importarle que unos muchachos inocentes sufrieran por eso.

—Querían matarme, pero yo los mate a todos ellos, hay magia en mí, creo que también la hay en Saga, pero el no lo cree, el piensa que eso es una maldición, lo que llevo el infortunio a nuestra familia, pero yo se que no, yo se que ese poder fue lo que nos hizo grandes y abandonarlo aquello que nos sumió en la oscuridad.

Faltaban pocos días para ver una de las ciudades bastiones de la orden, no la principal, pero si una que protegía uno de los conventos, si ese sitio había caído, como varios de los pueblos que habían visto hasta entonces, lo mejor era regresar a su jauría, Thanatos sabría qué hacer.

—No voy a regresar a la jauría hasta que lo recupere, Manigoldo, si lo deseas regresa, lo que veremos será mas de lo mismo, más vampiros y mas muerte, la guerra ha comenzado de nuevo.

Manigoldo no deseaba regresar con la cola entre las patas, tenía que cumplir su misión, pero la forma de hablar de Albafica era extraña, como si ya hubiera pasado eso antes, tal vez, en la dichosa guerra de la que hablaba su compañero, muchos siglos en el pasado, tantos que ya se había olvidado que tan siquiera paso.

—Shion es el último hechicero que aun queda con vida, él tuvo dos alumnos, Mu y Shaka, ellos podrán enseñarle a Kanon algunos trucos, de eso estoy seguro, pero él vive en el pueblo que está a dos días de aquí, es muy peligroso ingresar en el si la infección llego hasta ese sitio, que es lo mas probable, por lo que no me lo perdonare si arriesgas tu vida por mi deseo de volver a verlo.

Manigoldo se encogió de hombros, su señor le había dicho que averiguara que estaba pasando, lo mejor era acompañarlos, además, Albafica estaba en un error si creía que se perdería de la diversión.

—Si regreso a la jauría, Thanatos no me dejara salir hasta que crea que es seguro, así que no gracias, yo los acompañare, además, necesitas que alguien cuide tu espalda, soy yo, tu, y ese humano que no sabe nada de nada.

Kanon comenzaba a molestarse con ese licántropo que fumaba como chimenea, pero no dijo nada, no deseaba que sus benefactores se molestaran con él, por hacerles creer que buscaba a su prometido, cuando en realidad su joven inspiración ni siquiera debía recordarlo.

—¿Qué estamos esperando?

Pregunto Manigoldo, quien se transformo de nuevo en un lobo inmenso, Albafica también lo hizo, pero esta vez se agacho para que Kanon le montara como si fuera un caballo, no creía que fuera tan pesado como para no poder llevarlo a cuestas, en cambio, comprendía bien que no podría seguir su paso de hacerlo ir a pie.

—Siempre te estaré agradecido por esto.

El lobo de pelaje celeste simplemente comenzó su carrera cuando Kanon le monto, esperando que Shion siguiera con vida, ese niño sabría que hacer con el humano que llevaba a cuestas, el prometido del hermano de su propia inspiración.

*****

Mu había sido paciente con los gemelos vampiros, recordando la promesa del menor de ellos, el de piel morena, quien le prometió ayudarle a que su toro fuera inmortal, de permitirle verlo, de llevarlos a su castillo para que pudieran apresarlos.

Aldebaran desconocía su conversación con el vampiro y creía que entre sus planes estaba el intentar salvar a los hermanos, pero no podía hacer eso cuando su prioridad era salvarle a el de la muerte.

Podían transformarlo, pero no era eso lo que deseaba, lo que necesitaba era ser un vampiro completo, no un medio vampiro, al transformarse tendría el poder para convertir en su compañero eterno a su toro, que dormía en su habitación, después de alimentarlo como lo hacia todas las noches desde aquella primera vez.

Shaka se dio cuenta de lo que había hecho, noto la debilidad de su muchacho apuesto, también que lo llevo a su lecho esa misma ocasión, le deseaba desde mucho antes, su pasión era encendida por su alumno, que respondió con afecto a sus caricias, aunque su amigo le dijo que no era correcto aceptar lo que su toro le ofrecía.

Que al ser su maestro de alguna forma se estaba aprovechando de su confianza, transformando su afecto en una monstruosidad y tal vez habría podido verle envejecer de no enfrentarse a Kiki, el niño que crio muchos siglos atras, en el pasado, su alumno, como él lo fue de Shion, cuando se cruzaron sus caminos.

Kiki era un cazador de vampiros, que fue convertido en uno de ellos por un demonio pelirrojo, una criatura sin corazón, sin sentimientos, que buscaba reconstruir el dominio de los vampiros, el que seguía los pasos de los gemelos, despreciando al gran maestro, considerándolo un ser débil que los había llevado a la miseria.

A una vida en las sombras, de las que planeaban emerger para someter a la raza humana de nuevo, con ayuda de los gemelos, de Aspros y Defteros, quienes debieron ser sus maestros, no Sisyphus.

Shion le había pedido que buscara a Kiki, el que llevaba siglos desaparecido, un vampiro de dos cientos años, que dominaba una provincia al otro lado del mundo, en la india, un vampiro que fue su alumno y que no lo ataco cuando fue su oportunidad, sin embargo, le dejo entrar, después de todo había escuchado de su nuevo alumno, del muchacho brasileño que podía abrirse paso entre un ejército de no muertos utilizando únicamente sus puños.

Estaban preocupados, porque habían mandado primero a un grupo de cazadores entre los cuales estaban Raki, una joven que había sido su alumna antes de que comprendieran la verdad, que era un vampiro y un espía, Harbinger, que fue su compañero de armas, y varios otros, de los que no se sabía nada.

Mu tenía que detener a su alumno, hacerle ver que lo que deseaba era una locura o matarlo, pero en vez de eso, su lealtad se quebró al comprender que su amor no viviría lo suficiente, que la muerte llegaría por el y que la única forma de mantenerlo consigo, era, dándole la inmortalidad.

Y para eso tenía que ser un vampiro, ser transformado por los gemelos, que a cambio deseaban a esos muchachos, debía entregárselos, así que eso hizo.

 


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